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El derrumbe de las materias primas anticipa una caída adicional de la inflación
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LOS PRECIOS SE HUNDEN A ANTES DE LA GUERRA

El derrumbe de las materias primas anticipa una caída adicional de la inflación

El BCE y la mayoría de institutos de coyuntura hicieron sus previsiones de inflación con supuestos más negativos de los que marca el mercado. Esto les obligará a revisar a la baja sus estimaciones. Las materias primas lo explican

Foto: Planta de gas natural en Almería. (Reuters/Jon Nazca)
Planta de gas natural en Almería. (Reuters/Jon Nazca)
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Si 2022 fue el año de la gran inflación, 2023 puede ser el de la gran corrección. Todos los indicadores adelantados sobre lo que puede suceder en los próximos meses con la evolución de los precios muestran una clara señal de desaceleración. Hasta el punto de que cada vez es más probable que las previsiones a la baja realizadas por los distintos institutos de coyuntura en los últimos meses se hayan quedado cortas. Entre otras razones, porque los supuestos técnicos con que se hicieron las previsiones han sido superados por la realidad del mercado.

El Banco de España ha estimado, en concreto, que los precios crecerán un 3,7% este año en media anual, mientras que Funcas proyecta un 4%. Para el conjunto del euro, el BCE estima como probable un incremento del 5,3%. Todas estas previsiones incorporan un efecto base, pero no los nuevos precios de las materias primas energéticas y no energéticas.

En el caso de España, el último dato publicado es el Índice de Precios Industriales (IPRI), que ya acumula dos meses en negativo (-4,5%) en términos interanuales. Si se descuenta la energía, que es el componente que más está tirando del desplome de los precios, el IPRI marca todavía un aumento del 4,2%, pero ya muy lejos del 15,6% en que llegó a situarse en abril del año pasado, apenas dos meses después de la invasión de Ucrania, lo que desencadenó un fuerte aumento de las materias primas energéticas y no energéticas.

El hecho de que los precios industriales no energéticos se hayan desacelerado de forma intensa es especialmente relevante, debido a su vinculación con la inflación subyacente, que es la que tiene carácter estructural al eliminar los componentes más volátiles: energía y alimentos no elaborados. La elevada inflación subyacente es, precisamente, lo que más preocupa al BCE a la hora de instrumentar su política monetaria, y es lo que explica la dureza que ha transmitido en los últimos meses. En particular, por el comportamiento del sector servicios, que en muchos casos, como sucede con el turismo, está sujeto a menor competencia.

Bienes de consumo

El desplome de los precios industriales, que antes o después se trasladan a los bienes de consumo, que es lo que mide el IPC, tiene que ver con la caída de los precios tanto de las materias primas en los mercados internacionales como de los productos agrícolas. El índice de precios de los alimentos de la FAO (la organización de Naciones Unidas para la agricultura) muestra, en concreto, que —pese al ligero repunte de abril— se encuentra ya casi un 20% por debajo de máximos. El ligero repunte del mes pasado obedeció a un acusado aumento de los precios del azúcar, junto con una recuperación de la carne, pero tanto los cereales como los productos lácteos y los aceites vegetales continúan disminuyendo.

Foto: Línea de fabricación de una empresa de vehículos. (EFE/Miguel Ramos)

Algo parecido sucede ya en España. Los precios medios nacionales que publica semanalmente el Ministerio de Agricultura muestran ya una clara tendencia a la baja. En la última semana, y respecto del mismo periodo anterior, el trigo panificable ha bajado un 2,1%; la cebada para pienso, un 3,2%; el maíz, un 3,3%, o los guisantes, un 1,6%. Solo algunos productos de amplio consumo, como es el aceite de oliva, a consecuencia de las malas cosechas, mantienen precios muy por encima de lo habitual. En tan solo una semana, el litro de aceite de oliva virgen subió un 3,6%.

En la línea de los descensos, el Dow Jones Commodities, que muestra la evolución de las materias primas más líquidas, ha caído hasta niveles previos a la guerra en Ucrania, y lo mismo sucede en el caso del índice de materias primas de Bloomberg. Este indicador ha descendido en un año un 20%. El gas natural, por ejemplo, cotiza en torno a los 26 euros el megavatio hora (MWh), niveles que no se conocían desde octubre de 2021, tras haber alcanzado un pico de 307 euros en agosto del año pasado, lo que da idea del desplome.

El descenso refleja, en todo caso, que no hay problemas de abastecimiento de cara al próximo invierno en el hemisferio norte, al contrario de lo que sucedió el año pasado. Una demanda débil también está contribuyendo a ello. Los actuales precios del gas, de hecho, son equivalentes a la mitad de los supuestos utilizados por el BCE para hacer sus previsiones (58 euros MW/h)

El caso más llamativo es el del cobre, que lideró las subidas hace un año. Hoy, sin embargo, la diferencia entre los precios al contado y las entregas en el mercado de futuros a tres meses, que reflejan las expectativas, es la mayor desde 2006, lo que sugiere que China, que es el mayor consumidor del mundo, no está cumpliendo las previsiones de demanda, lo que anticipa que los precios seguirán cayendo.

Contenedores más baratos

También es significativo el desplome del precio de los contenedores. El índice compuesto Drewry WCI ha caído esta semana un 78% en comparación con la misma semana de hace un año y es un 37% más bajo que el promedio de los últimos 10 años, lo que refleja una vuelta a la normalidad. Un contenedor llegó a costar en el pico 10.337 dólares y hoy no llega a los 1.700.

Foto: Richard Clarida, vicepresidente de la Fed y asesor económico global de Pimco. (Reuters)

El barril de petróleo Brent ha evolucionado en la misma línea y hoy cotiza en torno a los 77 dólares, un nivel también previo a la guerra, que se sitúa por debajo del supuesto utilizado por el BCE: 82,6 dólares. Según datos del boletín petrolero de la Comisión Europea, los precios tanto de la gasolina de 95 octanos como del gasóleo y del GLP siguen bajando, en coherencia con los menores precios del Brent. Igualmente, los precios del combustible para calefacción se están calmando a medida que la temporada de invierno llega a su fin.

La foto actual de precios, sin embargo, está sujeta a todo tipo de incertidumbres, en particular por razones geopolíticas, y más en concreto por la evolución de la guerra en Ucrania a la espera de la anunciada contraofensiva de Kiev. Una escalada de la tensión pondría de nuevo muy nerviosos a los mercados, teniendo en cuenta los numerosos oleoductos y gasoductos que cruzan el este de Europa en dirección al centro del Viejo Continente.

Si 2022 fue el año de la gran inflación, 2023 puede ser el de la gran corrección. Todos los indicadores adelantados sobre lo que puede suceder en los próximos meses con la evolución de los precios muestran una clara señal de desaceleración. Hasta el punto de que cada vez es más probable que las previsiones a la baja realizadas por los distintos institutos de coyuntura en los últimos meses se hayan quedado cortas. Entre otras razones, porque los supuestos técnicos con que se hicieron las previsiones han sido superados por la realidad del mercado.

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