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¿Cambio de ciclo en la inflación? Los hogares esperan una caída inminente de los precios
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Tras la escalada de 2022

¿Cambio de ciclo en la inflación? Los hogares esperan una caída inminente de los precios

La encuesta de confianza a los consumidores muestra que en la mayor parte de países europeos, incluyendo España, las familias esperan que los precios empiecen a reducirse

Foto: Los consumidores confían en que los precios caigan. (EFE/Víctor Casado)
Los consumidores confían en que los precios caigan. (EFE/Víctor Casado)
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La escalada de los precios desde mediados de 2021 ha sido tan intensa que en algún momento tiene que terminar. Aunque solo sea porque a los niveles actuales es difícil sostener el consumo y, por lo tanto, las empresas tengan que empezar a ajustar sus tarifas para no perder clientes. La encuesta mensual a los consumidores que publica la Comisión Europea revela que los hogares ya han cambiado sus expectativas de precios. En concreto, en la encuesta elaborada en este mes de enero ya hay más hogares que esperan una bajada de precios de los que creen que seguirán subiendo.

Esta encuesta de Eurostat mide el saldo entre respuestas positivas (quienes creen que los precios subirán durante los próximos 12 meses) menos las negativas (quienes piensan que caerán). En esta ocasión hay un 4% más que cree que los precios van a reducirse. Muy lejos quedan los meses del inicio de la invasión de Ucrania. En ese momento, hasta un 60% de los hogares anticipaba rápidas subidas de los precios.

Los hogares empezaron a cambiar sus expectativas al final del pasado verano, cuando el pesimismo empezó a instalarse en las previsiones de los analistas anticipando una recesión. Pero no solo las expectativas cambiaron, también la tendencia de los precios. El nivel de precios marcó su máximo al inicio del pasado verano, en el mes de junio, coincidiendo también con los precios más altos de las materias primas en los mercados internacionales. Desde entonces los precios han caído un 0,6%, aunque con un comportamiento muy heterogéneo por bienes y servicios. Por ejemplo, el IPC subyacente ha subido un 2,7% lo que significa que la caída se debe, casi en su totalidad, a la reducción de los precios de la energía.

Por el contrario, los alimentos han seguido subiendo y son casi un 6% más caros que al inicio del verano. La inflación, que antes golpeaba con dureza a unos bienes, se ha trasladado a otros, pero el dato agregado de los precios muestra una leve disminución. Este cambio de tendencia en el IPC podría estar detrás del cambio de expectativas de los hogares.

Foto: El precio de los alimentos ahoga a las clases populares. (EFE/Ismael Herrero)

España no es una excepción, aunque sí es uno de los países que más ha conseguido contener la escalada de los precios. En el conjunto de la eurozona, los hogares prevén caídas de precios en los próximos 12 meses. Y lo mismo ocurre en Alemania, Países Bajos o Italia.

Sin embargo, cuando se les pregunta a los hogares por la evolución de los precios en los 12 meses anteriores, la respuesta es muy diferente: casi el 60% declara que se ha encarecido el coste de la vida. No puede ser de otra manera dado que la economía ha vivido la mayor crisis inflacionista desde los años ochenta. Pero la diferencia entre la percepción de la inflación pasada y las expectativas de futuro también muestra cómo los hogares piensan que el cambio de tendencia en la inflación está a punto de llegar.

El efecto base ayudará a que la inflación se modere rápidamente. ¿Qué significa esto? Como el IPC se mide en tasa interanual (mismo mes del año anterior) la comparativa todavía se hace respecto a meses sin guerra en Ucrania y, por lo tanto, con una base de inflación más baja. Sin embargo, a partir de marzo ya se comparan precios de la guerra, lo que ayudará a moderar las tasas de variación.

Pero los hogares no dicen que la tasa de inflación vaya a reducirse, sino que creen que habrá caída de precios. Eso sí, todavía hay diferentes percepciones en función del tipo de hogar, lo que significaría que el saldo de expectativas es una caída muy moderada de los precios. Pero caída al fin y al cabo.

La subyacente toca su límite

Los datos del IPC del mes de enero muestran una gran brecha en la inflación entre el dato general y el subyacente (el que excluye alimentos frescos y energía). En total son casi dos puntos de diferencia entre los dos indicadores, lo que supone aproximarse al máximo registrado en toda la serie histórica. Esto es muy importante, porque en el medio plazo ambos indicadores deben converger, ya que los costes de la energía se terminan trasladando a todo el IPC, ya sea al alza o a la baja.

Este diferencial entre los dos indicadores, llegando a niveles históricamente altos, sugiere que ya hay poco margen para que se separen mucho más. En este juego deberían ser los precios de la energía quienes marquen la tendencia para el resto de la cesta de la compra. Tradicionalmente, el IPC general va con cierto adelanto respecto al subyacente. Sin embargo, todo podría complicarse nuevamente si los precios de la energía vuelven a subir.

El mayor foco de preocupación para los expertos es la reapertura de la economía china, que volverá a consumir energía a ritmos normales después de dos largos años de parones continuos, lo que podría generar tensiones en los mercados de petróleo y gas internacionales.

Sin embargo, la percepción de las empresas a más corto plazo no es la misma. La encuesta pregunta a las compañías qué prevén hacer con sus precios en los tres meses siguientes. El comercio minorista prevé mantenerlos en los niveles actuales, mientras que tanto la industria como los servicios creen que seguirán subiendo aún más durante el primer trimestre del año. Esto no es incompatible con que terminen el año 2023 con una leve caída, pero lo que indica es que la tendencia inflacionista aún no está vencida.

Cambio de la metodología

Una de las claves de la publicación de las cifras adelantadas del IPC de enero es la incorporación de algunos cambios metodológicos importantes en el cálculo de la estadística. El INE ha incorporado el precio de los contratos del mercado libre de la electricidad y del gas, ya que hasta ahora solo tenía en cuenta el mercado regulado.

También ha actualizado las ponderaciones de los bienes y servicios adaptándose a la normativa europea. Este cambio es relevante, puesto que algunos productos cambian su participación en la cesta de la compra de forma significativa. Los alimentos, la energía y el vestido bajan de forma importante, mientras que sube el gasto sanitario, el del ocio y la cultura y el de servicios en general.

Foto: Un anciano descansa sentado en un banco de la avenida Fontiñas, en Lugo. (EFE/Eliseo Trigo)

El impacto agregado de todos estos cambios es muy reducido, aunque con un sesgo levemente a la baja sobre la inflación. Si se utilizan los datos desagregados del IPC de diciembre con una y otra base, la diferencia en la inflación es mínima (el 5,7% para la base anterior y el 5,6% para la nueva). Esto es una diferencia de poco más de una décima que no tiene relevancia estadística para la serie.

El motivo es que unos productos que tienen mayor repercusión al alza se compensan con otros que tienen menos. Por ejemplo, la caída de la ponderación de los alimentos elimina en parte uno de los focos de mayor subida de precios. Por el contrario, la menor ponderación de la energía neutraliza en parte uno de los principales focos de caída de precios.

La escalada de los precios desde mediados de 2021 ha sido tan intensa que en algún momento tiene que terminar. Aunque solo sea porque a los niveles actuales es difícil sostener el consumo y, por lo tanto, las empresas tengan que empezar a ajustar sus tarifas para no perder clientes. La encuesta mensual a los consumidores que publica la Comisión Europea revela que los hogares ya han cambiado sus expectativas de precios. En concreto, en la encuesta elaborada en este mes de enero ya hay más hogares que esperan una bajada de precios de los que creen que seguirán subiendo.

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