España deja el 'farolillo rojo' de país con más déficit y se acerca a la media europea
La brecha de déficit con la eurozona se cierra al menor nivel en quince años. El déficit se sitúa ya por debajo del 4,5%, mejorando los datos de Italia, Bélgica y Francia
En los años 2016, 2017, 2019 y 2020, España tuvo el dudoso honor de ser el país del euro con más déficit público. Incluso fue el primer país sancionado por la Comisión Europea por incumplir las reglas fiscales en el año 2015. En 2020, el déficit público alcanzó el 10% del PIB, tres puntos por encima del conjunto de la eurozona. Desde ese momento el país ha realizado una rápida reducción del déficit que ha comenzado el año 2021 con un saldo negativo del 4,4% del PIB (para este artículo se ofrecen los datos agregados del déficit de cuatro trimestres, ya que a lo largo del año se producen grandes saltos por cuestiones de calendario).
Desde el primer trimestre de 2021, cuando el déficit alcanzó el nivel más alto desde que España fue rescatada, el saldo negativo se ha reducido en 6,8 puntos del PIB. Aunque no se trata del mayor ajuste del déficit a nivel europeo, sí mejora el avance del conjunto de la eurozona, donde el déficit se redujo en 4,4 puntos del PIB. Se trata de la mejora del saldo fiscal más intensa de todos los grandes países del euro, lo que ha permitido a España dejar de ser el farolillo rojo europeo en desequilibrio presupuestario y acercarse mucho a la media comunitaria. Esto no significa que el déficit público de España haya regresado ya a los niveles previos a la pandemia, de hecho, quedan aún algunos años de ajuste hasta bajar los números rojos del 3% del PIB. Pero sí que las cuentas públicas se han comportado mejor que la media europea, lo que ha permitido mejorar la posición relativa.
España ya mejora los datos de dos de las principales economías del euro: Francia e Italia, y también tiene menor déficit que Bélgica y Malta. A medida que adelanta posiciones, se aproxima a la media de déficit del conjunto de la eurozona, que empezó el año 2023 con un saldo negativo del 3,7% del PIB. La distancia que separa a España de Europa en términos de déficit se ha recortado hasta ser la menor en quince años. Hay que volver al breve periodo de superávit que vivió España entre 2004 y 2008 para encontrar una brecha menor. En concreto, en esos años España tenía mejor saldo presupuestario que Europa, aunque era un espejismo, porque se sustentaba en una recaudación disparada por la burbuja inmobiliaria.
Esta mejora del saldo presupuestario de España no se estudiará en los libros de historia, a pesar de que se trata de uno de los ajustes más rápidos que ha logrado el país nunca. El motivo es que la mejoría no se debe a la política fiscal del Gobierno (que en algunos momentos ha sido contraproducente), sino al escenario tan favorable en el que se ha desenvuelto el Ministerio de Hacienda. De hecho, España no es el alumno adelantado, sino que lo es Portugal, que ya ha conseguido alcanzar el equilibrio presupuestario y el superávit primario. El superávit primario era una de las grandes promesas con las que llegó la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, al Gobierno en el año 2018 y que todavía no ha cumplido. Superávit primario significa saldo presupuestario positivo antes de acometer el pago de la deuda, y se trata de uno de los indicadores más utilizados para analizar la sostenibilidad de los países.
Una coyuntura inigualable
España ha vivido una coyuntura óptima para reducir rápidamente el déficit público. Tres son las causas: la elevada inflación, el retraso en el crecimiento económico y las bajísimas relaciones comerciales con Rusia. Veamos una por una.
En el frente de la inflación, la escalada de los precios ha ayudado en dos sentidos: disparando la recaudación tributaria y elevando el PIB nominal. El primero de ellos reduce el numerador de la ratio del déficit (saldo presupuestario/PIB), mientras que el segundo, eleva el denominador. Esto es, ambos empujan a la baja el déficit. La segunda causa, el retraso de la recuperación económica: como ha sido más lenta, el pico del crecimiento se alcanzó en la segunda mitad de 2021 y 2022. De esta forma, España se encontraba en pleno pico de crecimiento, la mayor parte de Europa estaba ya en fase de estancamiento o recesión. Este pico económico ha sido consecuencia de las exportaciones, sobre todo las de servicios turísticos. Este sector ha sido uno de los últimos en recuperarse tras la pandemia, pero ahora está dejando resultados históricos. Este tirón externo ha permitido a España crecer y crear empleo y, por tanto, aumentar la recaudación y el PIB (una vez más, aumentando el numerador y reduciendo el denominador de la ecuación).
Por último, las escasas relaciones comerciales con Rusia han permitido a España salir relativamente indemne del bloqueo sometido por los países Occidentales desde que comenzó la invasión de Ucrania. Esto también ha sido clave para evitar la recesión en España y para contener la escalada de los precios (especialmente gracias a la capacidad que tenía España para encontrar fuentes de gas alternativas a Rusia). La crisis inflacionista ha sido un poco menos grave en España y esto ha permitido minimizar el impacto de las ayudas públicas, reduciendo así el déficit. En el extremo opuesto se han encontrado países como Alemania, que ha duplicado su déficit en respuesta a la crisis energética y económica que ha sufrido.
España también ha puesto en marcha ayudas públicas contra la inflación, pero su cuantía ha sido muy inferior al incremento de la recaudación. En España, el gasto público ha aumentado un 5% desde que comenzó la crisis inflacionista, un punto menos que la media de la eurozona, y la recaudación ha aumentado un 10%, un punto más que en Europa.
Esta coyuntura tan favorable para las cuentas públicas ha permitido al Gobierno capitanear una rápida reducción del déficit sin realizar ajustes fiscales. De hecho, en este periodo ha podido actualizar las pensiones con el IPC, bajar impuestos o lanzar ayudas a hogares y empresas para contrarrestar la subida de impuestos.
En definitiva, lo que esto significa es que las crisis en Europa rara vez son homogéneas en todo el territorio, sino que golpean a unos socios más que a otros. En esta ocasión, los países más afectados por la guerra son los del norte y este de la UE, por lo que están realizando una política fiscal más expansiva. España, como Portugal, se encuentra en el extremo opuesto del continente, lo que ha supuesto una ventaja a la hora de reducir su déficit público.
Pero más allá de surfear el ciclo económico, España está teniendo grandes problemas para corregir sus desequilibrios. El motivo es que los gobiernos sienten una gran tentación de hacer políticas fiscales expansivas en el momento en el que el déficit nominal da una tregua. Esto es, cuando el ciclo económico empuja de los ingresos. Según los cálculos de la Comisión Europea, el país lleva desde 2019 con un déficit estructural cercano al 4% del PIB, casi un punto y medio más que el saldo que heredó el primer Gobierno de Pedro Sánchez. Para este año calcula que su déficit estructural será del 3,7% del PIB, de modo que el ajuste real este año será mínimo.
Bruselas cree que será ya en 2024 cuando España vuelva a corregir sus desequilibrios estructurales gracias a la reactivación de las reglas fiscales europeas para corregir el déficit excesivo. En concreto, anticipa que el saldo estructural se reducirá en 0,5 puntos del PIB, un ajuste que no ha ocurrido desde el año 2014, el último en el que el Gobierno de Mariano Rajoy aplicó una política fiscal restrictiva. Pero eso ya será el próximo ministro de Hacienda quien tenga que gestionarlo.
En los años 2016, 2017, 2019 y 2020, España tuvo el dudoso honor de ser el país del euro con más déficit público. Incluso fue el primer país sancionado por la Comisión Europea por incumplir las reglas fiscales en el año 2015. En 2020, el déficit público alcanzó el 10% del PIB, tres puntos por encima del conjunto de la eurozona. Desde ese momento el país ha realizado una rápida reducción del déficit que ha comenzado el año 2021 con un saldo negativo del 4,4% del PIB (para este artículo se ofrecen los datos agregados del déficit de cuatro trimestres, ya que a lo largo del año se producen grandes saltos por cuestiones de calendario).
- España se compromete con Bruselas a cumplir la regla de déficit en 2024 y bajarlo al 3% Marcos Lema
- El BCE presiona a los gobiernos para que recorten el gasto o seguirá subiendo tipos Carlos Sánchez
- AIReF valida el objetivo de déficit de Montero en 2024 (3%), pero discrepa en 2025 y 2026 Marcos Lema