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La bomba de relojería italiana: tiene que financiar 174.000 millones hasta final de año
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En un escenario de grave crisis política

La bomba de relojería italiana: tiene que financiar 174.000 millones hasta final de año

Tiene que levantar el equivalente al 32% de toda su producción en lo que resta de 2019 en medio de una gran crisis política. Ningún otro país europeo tiene tal necesidad de liquidez

Foto: El ministro de Interior de Italia, Matteo Salvini, este martes en el Senado. (Reuters)
El ministro de Interior de Italia, Matteo Salvini, este martes en el Senado. (Reuters)

La débil coalición de gobierno entre el partido antisistema Movimiento Cinco Estrellas y el ultraderechista Liga ha saltado por los aires y ahora el mundo contiene el aliento por si será Italia quien termine estallando. El país es una bomba de relojería por su abultada deuda pública, que obliga a refinanciar miles de millones de euros cada mes. En otras palabras, necesita acceso permanente a los mercados. De ahí que cualquier susto pueda convertirse en tragedia.

Entre septiembre y diciembre, el Tesoro italiano y el resto de organismos públicos tienen que levantar 174.000 millones de euros en el mercado, según los datos recopilados por Bloomberg. Esta cuantía significa nada menos que un 32% del PIB que producirá el país en lo que resta de año.

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Italia tendrá que refinanciar 153.400 millones para abonar vencimientos de deuda y otros 20.700 millones correspondientes a los intereses. Si bien es cierto que la mayor parte de la deuda italiana está en manos de sus nacionales, también lo es que un susto en los mercados podría asustar a los posibles compradores.

Ningún otro país europeo tiene tantos problemas de deuda como Italia. Francia tiene que refinanciar este año 152.200 millones de euros y Reino Unido, 132.200 millones. Sin embargo, ambos países tienen un PIB superior al de Italia, lo que significa que el esfuerzo presupuestario será mucho menor. Y la situación no mejorará en los próximos años, ya que cada año tendrá unas necesidades de liquidez superiores a 300.000 millones de euros (en el gráfico, a la deuda de largo plazo, hay que sumarle la rotación de corto).

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Italia se está financiando en los mercados a tipos de interés históricamente bajos gracias a las políticas de estímulo del Banco Central Europeo (BCE). Esto hace que los políticos no se preocupen por la deuda y mantengan el país con grandes desequilibrios ante la esperanza de que nunca vuelvan los problemas financieros.

Sin embargo, los mercados dieron una primera señal de alarma hace dos semanas, cuando el líder de la Liga, Matteo Salvini, anunció que retiraba su apoyo al primer ministro, Giuseppe Conte. En un solo día, la rentabilidad exigida al bono italiano a 10 años se disparó en 40 puntos básicos en apenas dos sesiones (una subida del 27%). Si bien no fue, en ningún caso, un movimiento peligroso y tardó unas pocas sesiones en corregirse, sí supuso una señal de alerta para Italia. A pesar de que los mercados de deuda están intervenidos por el BCE, no son invulnerables a los problemas financieros.

¿Vuelve el Italexit?

La dimisión del primer ministro italiano podría abrir un proceso electoral en Italia, aunque ha dejado la puerta abierta a un pacto mayoritario ‘anti Salvini’. En cualquier caso, la situación política de Italia ya es muy delicada y puede desembocar en las urnas en cualquier momento.

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La carrera hacia las elecciones puede despertar el viejo fantasma de la salida de Italia del euro. Todavía está por ver hasta dónde está dispuesto a llegar Salvini para competir por el respaldo de los italianos, pero lo que está claro es que el ruido en los mercados no va a faltar y ese es justo el escenario más nocivo para Italia.

El cóctel económico es ya suficientemente complicado como para que se una la crisis política italiana. Argentina está al borde del abismo, China y EEUU siguen inmersos en su guerra comercial y la economía europea se ha frenado en seco, con Alemania a un paso de la recesión.

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En este contexto, Italia necesita urgentes reformas estructurales para recuperar su mermado tejido productivo y reducir sus desequilibrios. Sin embargo, en su lugar, la política del país se centra en la lucha contra los enemigos extranjeros, a saber: inmigrantes, europeos, americanos… Lo habitual de los populismos.

Pero Italia necesita además convencer a los inversores de que su dinero está seguro con la gestión del Gobierno. Tanto del actual como del que venga en el futuro. La dimisión de Conte, con el objetivo de evitar unas nuevas elecciones generales, extendió el optimismo en el mercado de deuda italiano en la tarde del martes.

La rentabilidad exigida al bono italiano a 10 años cayó por debajo del 1,4%, lo que significa situarse en la zona de mínimos del año. Este movimiento también confirma que los inversores siguen de cerca la evolución de los acontecimientos en Italia y que cotizan a favor de la estabilidad y en contra del populismo.

La débil coalición de gobierno entre el partido antisistema Movimiento Cinco Estrellas y el ultraderechista Liga ha saltado por los aires y ahora el mundo contiene el aliento por si será Italia quien termine estallando. El país es una bomba de relojería por su abultada deuda pública, que obliga a refinanciar miles de millones de euros cada mes. En otras palabras, necesita acceso permanente a los mercados. De ahí que cualquier susto pueda convertirse en tragedia.

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