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Viraje del PSOE y Sánchez con Dijsselbloem: de "xenófobo machista" a votarle para el FMI
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ESPAÑA VOTÓ A FAVOR DEL POLÉMICO CANDIDATO

Viraje del PSOE y Sánchez con Dijsselbloem: de "xenófobo machista" a votarle para el FMI

España votó a favor de Jeroen Dijsselbloem en la lucha por decidir el candidato europeo para el FMI aunque el PSOE pidió su cabeza en 2017 por sus declaraciones "xenófobas"

Foto: Dijsselbloem, durante su periodo como presidente del Eurogrupo. (Reuters)
Dijsselbloem, durante su periodo como presidente del Eurogrupo. (Reuters)

La cintura de Pedro Sánchez va camino de convertirse en legendaria. También en asuntos europeos. En 2014, pidió a sus eurodiputados que votaran en contra de la elección de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea para, cinco años después, urgir al grupo progresista del Parlamento Europeo a escoger a una presidenta para el Ejecutivo comunitario más conservadora que el luxemburgués. Y también pasó de atacar el acuerdo de libre comercio con Canadá a defender sus virtudes. Pero el último giro es, seguramente, el más sorprendente: el Gobierno socialista de Sánchez —descartada ya la candidatura de la ministra de Economía, Nadia Calviño— respaldó a Jeroen Dijsselbloem, expresidente del Eurogrupo, como candidato europeo a dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI).

¿La razón? Teóricamente, porque pertenece al partido socialista holandés, pero en este momento en La Haya gobiernan los liberales, del grupo europeo ALDE, más cercanos a Ciudadanos. Y además, Dijsselbloem es conocido en Bruselas por sus posturas económicamente ortodoxas, mucho más cercanas al ordoliberalismo alemán que a las políticas progresistas que trufan el argumentario de campaña del PSOE. Finalmente, el puesto fue para la búlgara Kristalina Georgieva, pero el apoyo español al holandés causó sorpresa en varias capitales europeas, incluso en algunos sectores del propio Gobierno. Hace apenas dos años y medio, el PSOE y el propio Sánchez machacaron públicamente al holandés, y algunos miembros del partido le llegaron a acusar de "xenófobo", "machista" e incompetente.

Todo estalló en marzo de 2017, al publicarse una entrevista que Dijsselbloem concedió al diario alemán 'Frankfurter Allgemeine Zeitung'. Al ser preguntado por la crisis de la zona euro y la solidaridad norte-sur, el holandés respondió que el norte de Europa había sido muy solidario durante la crisis, pero que esa solidaridad conlleva responsabilidad y que —y aquí se montó el lío— "uno no puede gastarse el dinero en alcohol y mujeres y luego pedir ayuda". La polvareda que se levantó fue monumental, con peticiones de dimisión en el Parlamento Europeo. España en general y el partido socialista en particular lideraron la carga.

Pedro Sánchez, entonces candidato a la secretaría general de su partido, tardó poco en reaccionar. “Las palabras de Dijsselbloem no solo son inaceptables, sino que están a años luz del ideario progresista europeo”, escribió el ahora presidente en su cuenta de Twitter. Porque aunque el holandés sea un ‘halcón’, y defienda posturas conservadoras en muchos elementos, pertenece a la familia socialista europea.

Se daba por hecho que España, como Italia o Grecia, no perdonarían las palabras del holandés y que se alinearía a favor de Georgieva. Dijsselbloem abandonó la presidencia del Eurogrupo en enero de 2018, y dedicó los siguientes meses a su vida familiar y a la granja que tiene con algunos amigos, donde cría cerdos.

En septiembre de 2018 publicó un libro con su versión sobre lo ocurrido durante la crisis del euro, y en abril de 2019 volvió a ejercer un cargo al convertirse en director de la Junta de Seguridad Holandesa. Cuando comenzó la carrera hacia el FMI y a pesar de que el Gobierno de Países Bajos está controlado ahora por los liberales, La Haya apostó públicamente por la campaña del exministro y puso toda la carne en el asador, incluso con Dijsselbloem haciendo una gira por las capitales más escépticas, Madrid entre ellas.

placeholder Jeroen Dijsselbloem, expresidente del Eurogrupo. (Reuters)
Jeroen Dijsselbloem, expresidente del Eurogrupo. (Reuters)

Un socialista rechazado

Su gestión ortodoxa al frente del Eurogrupo durante los peores años de la crisis, y el hecho de ser muy cercano al antiguo ministro de Finanzas alemán conservador Wolfgang Schäuble hicieron que en cierto modo los socialistas se desentendieran de Dijsselbloem. Cuando se hablaba de equilibrio entre familias políticas en los cargos de responsabilidad de la UE, los progresistas tendían a obviar que la familia socialdemócrata controlaba el Eurogrupo. "Si uno cierra los ojos y escucha a Dijsselbloem y luego a Juncker [del Partido Popular Europeo], no sabe cuál es realmente el socialdemócrata y cuál el conservador", aseguraba por entonces con malicia un eurodiputado socialista.

Desde Madrid, los ataques fueron muy duros. Por un lado, porque el Gobierno del Partido Popular estaba interesado en la caída de Dijsselbloem, que vio una oportunidad para situar en el puesto al entonces ministro de Economía, Luis de Guindos. Y por el otro, porque el PSOE consideró una línea roja las palabras del holandés. Ricardo Cortés Lastra, diputado socialista, señaló que las declaraciones eran “ofensivas, xenófobas y machistas”.

Desde la cuenta oficial del PSOE en Twitter tampoco dejaron pasar la oportunidad de atacarle: "Tras sus inaceptables declaraciones, Jeroen Dijsselbloem no merece seguir al frente del Eurogrupo. Y menos a cada minuto que pase sin disculparse", afirmaban.

El histórico político socialista Ramón Jáuregui afirmó que "Dijsselbloem es un impresentable y debe irse". No fue el único. “Estas palabras deben conllevar la dimisión inmediata”, escribió en una tribuna el eurodiputado Jonás Fernández. El también parlamentario europeo Javi López señalaba que Dijsselbloem lograba “ser ofensivo, ignorante y arrogante” y que debería ser cesado “sin concesiones”, aprovechando para poner en el foco al Eurogrupo, que no está sometido a un control democrático por parte de la Eurocámara.

Fue en el Parlamento Europeo donde más oposición encontró el holandés, que protagonizó un duro choque con Ernest Urtasun, eurodiputado de Los Verdes que ha reeditado ahora escaño con Catalunya en Comú. El 3 de abril, la Eurocámara se lanzó a por Dijsselbloem aprovechando que el presidente del Eurogrupo se negó a acudir al hemiciclo sabiendo lo que le esperaba, y exigió su dimisión.

La cintura de Pedro Sánchez va camino de convertirse en legendaria. También en asuntos europeos. En 2014, pidió a sus eurodiputados que votaran en contra de la elección de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea para, cinco años después, urgir al grupo progresista del Parlamento Europeo a escoger a una presidenta para el Ejecutivo comunitario más conservadora que el luxemburgués. Y también pasó de atacar el acuerdo de libre comercio con Canadá a defender sus virtudes. Pero el último giro es, seguramente, el más sorprendente: el Gobierno socialista de Sánchez —descartada ya la candidatura de la ministra de Economía, Nadia Calviño— respaldó a Jeroen Dijsselbloem, expresidente del Eurogrupo, como candidato europeo a dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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