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Hacia una decisión histórica: ¿por qué el BCE estudia subir su objetivo de inflación?
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ÚLTIMO MOVIMIENTO DE DRAGHI EN LA ENTIDAD

Hacia una decisión histórica: ¿por qué el BCE estudia subir su objetivo de inflación?

Muchos economistas han teorizado en los últimos años sobre las bondades de elevar el objetivo de inflación por encima del 2%. La economía actual nada tiene que ver con la de los 90

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi, jutno a Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra. (Reuters)
El presidente del BCE, Mario Draghi, jutno a Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra. (Reuters)

En el año 2011 el Banco Central Europeo cometió el mayor error de su corta historia que estuvo cerca de condenar al euro. En apenas seis meses subió en dos ocasiones los tipos de interés para “contener las presiones inflacionistas”, en palabras del presidente de la entidad, Jean Claude Trichet. Este movimiento ahogó a los países del sur y estuvo a punto de provocar la quiebra de España. La entidad apretó el botón de recesión justo en mitad de la crisis financiera y el único argumento es que la inflación había superado el 3%. Ese movimiento fue el desencadenante de la crisis europea y todo lo que vino después.

No se puede decir que el BCE no se ajustara a su objetivo de “mantener la inflación cerca, pero por debajo del 2%”, pero sí se puede afirmar que ese movimiento fue un suicidio. “Es vital que [las subidas de precios] no conlleven un efecto de segunda ronda sobre precios y que no se contagien los salarios, porque la inflación debe mantenerse anclada en el 2%”, repitió entonces Trichet.

Foto: El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)

La obsesión por la estabilidad de precios nubló la razón a la entidad, cuando el problema del repunte de la inflación había sido la subida de las materias primas y no presiones inflacionistas internas. La historia económica ha demostrado que la estabilidad de precios es fundamental para mantener una economía equilibrada, pero ¿el 3% es una inflación desbocada?

El Banco Central Europeo ha retomado ahora esta duda que antes han tratado prestigiosos economistas como Ben Bernanke, Olivier Blanchard o Larry Summers. Y no solo eso, la propia Reserva Federal se planteó esta opción durante el mandato de Janet Yellen. La entidad está valorando elevar el objetivo de inflación del 2% actual en unos pocos puntos (probablemente no más de dos).

La historia económica ha demostrado que la estabilidad de precios es fundamental, pero ¿el 3% es una inflación desbocada?

Este movimiento daría margen de acción a los bancos centrales para desplegar su política monetaria sin que estuviera tan encorsetada por pequeñas oscilaciones de la inflación. En 2011 fueron las materias primas quienes llevaron el IPC hasta el 3%, pero también podría ser consecuencia de un cambio en el tipo de cambio, o en el precio del crudo…

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Pero el BCE no está pensando en realizar este cambio porque el IPC esté ya cerca del 2%. Al contrario, su problema es su incapacidad para reactivar los precios. El mercado estima que durante el próximo decenio la inflación se situará en el entorno del 1%. El verdadero motivo por el cual ahora se plantea la opción de elevar el objetivo es precisamente para conseguir algo de inflación.

La entidad lo ha intentado todo: bajar los tipos, ponerlos en negativo, comprar bonos, comprar deuda privada… y nada ha servido. Los precios se mueven por expectativas y el BCE no ha conseguido desanclarlas del 1%. Elevar el objetivo de inflación hasta el 4% puede mover las expectativas de los agentes y reanimar la inflación. Al menos se trata de una forma diferente de intentar lograr la ansiada subida de precios, porque más de lo mismo es difícil que sirva para nada.

La economía ha cambiado

La cifra mágica del 2% de inflación salió de la ‘chistera’ de Alan Greenspan, expresidente de la Reserva Federal, en 1996 y rápidamente se consolidó como un mantra en la Fed (aunque durante años no se hizo pública). Sin embargo, la economía de 2019 tiene muy poco que ver con la de mediados de los 90.

Foto: Fábrica de palas para aerogeneradores de Siemens Gamesa. (EFE)

El crecimiento económico y la productividad se han ralentizado de forma significativa desde entonces y también la inflación. Ahora la globalización y la robotización generan un efecto deflacionista sobre los precios y los salarios. Además, el envejecimiento eleva la propensión al consumo y reduce la inversión.

Todos estos factores apuntan a la ‘japonización’ de la economía, esto es, la estabilización de la inflación y el crecimiento en torno al 0%. Es justo lo que los bancos centrales están intentando evitar actualmente. Si hay algo que está claro es que Japón se equivocó sistemáticamente con su política monetaria y no ha sido capaz de lograr recuperar las presiones inflacionistas y tampoco el dinamismo económico.

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Estos cambios en la economía hacen que muchas de las presiones inflacionistas de los 90 hayan desaparecido por completo. De ahí que el riesgo de desviación respecto al objetivo del 2% sea más bien a la baja. Y eso significa que los precios tienen un alto riesgo de estar congelados.

Sin herramientas de política monetaria, la economía será menos estable cuando la inflación se mantiene muy cerca del cero

La Reserva Federal apunta en un informe que los riesgos de desequilibrios macroeconómicos son superiores cuando la inflación es muy baja. En otras palabras: nadie descubre la pólvora hoy si dice que una subida de precios moderada es bueno para la economía.

Así lo explica: “En un entorno de muy baja inflación, los tipos de interés estarán cerca del cero. En esa circunstancia, si la economía sufre un 'shock' adverso que reduzca la demanda agregada, la política monetaria tendrá un margen reducido para estimular la economía bajando más los tipos de interés. Una vez que lleguen a cero, la política monetaria convencional no funcionará más. Es más, si la inflación se prevé negativa, los tipos de interés reales subirán, lo que significa que endurecerá la política monetaria. Como resultado, sin herramientas de política monetaria convencionales, la economía será menos estable cuando la inflación se mantiene muy cerca del cero”.

En el año 2011 el Banco Central Europeo cometió el mayor error de su corta historia que estuvo cerca de condenar al euro. En apenas seis meses subió en dos ocasiones los tipos de interés para “contener las presiones inflacionistas”, en palabras del presidente de la entidad, Jean Claude Trichet. Este movimiento ahogó a los países del sur y estuvo a punto de provocar la quiebra de España. La entidad apretó el botón de recesión justo en mitad de la crisis financiera y el único argumento es que la inflación había superado el 3%. Ese movimiento fue el desencadenante de la crisis europea y todo lo que vino después.

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