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La moderación salarial desde 2012 evitó la pérdida de más de 910.000 empleos
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INFORME DEL BBVA

La moderación salarial desde 2012 evitó la pérdida de más de 910.000 empleos

La moderación salarial iniciada en 2012 ha tenido importantes consecuencias para la economía. La más relevante, según BBVA, es que ha evitado la pérdida de empleo

Foto: El presidente del Gobierno, Rajoy, al fondo mirando al ministro de Economía, Luis de Guindos. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Rajoy, al fondo mirando al ministro de Economía, Luis de Guindos. (Reuters)

¿Cuántos puestos de trabajo a tiempo completo se habrían destruido de no haberse dado la flexibilidad salarial observada a partir de 2012? La pregunta se la han formulado tres economistas del servicio de estudiosdel BBVA, y su respuesta es llamativa: se habrían destruido nada menos que 910.000 empleos adicionales entre 2012 y 2015. La tasa de paro, por su parte, hubiera sido 5,1 puntos porcentuales superior a la observada. Y lo que es todavía más significativo, a largo plazo, la destrucción añadida de empleo podría haber llegado hasta los 1,5 millones de empleos con un repunte de 6,3 puntos en la tasa de paro.

Los economistas Rafael Domenech, Juan Ramón García y Camilo Ulloa llegan a esta conclusión en un 'paper' en el que se hacen otra pregunta: ¿Cuántos puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo se habrían preservado si la flexibilización salarial hubiese comenzado al principio de 2008? Es decir, si la remuneración por asalariado, en vez de haber aumentado un 8,2% entre el primer trimestre de 2008 y el último de 2011, hubiera crecido solo un 4,2%.

Pues, según sus estimaciones, si las demandas salariales se hubiesen ajustado al comienzo de la crisis a la nueva situación económica -para lo cual habrían sido necesarias instituciones laborales más flexibles-, “se habría evitado la destrucción de cerca de dos millones de empleos en el largo plazo, mientras que la tasa de desempleo sería hoy ocho puntos inferior (12,9% frente al 20,9% que observa la última Encuesta de Población Activa).

El análisis contrafactual sitúa en los primeros meses de 2012 un cambio trascendental en la economía española: la moderación salarial. Impulsada, básicamente, por dos razones. La aprobación de la reforma laboral (que entre otras cosas favoreció las cláusulas de descuelgue en los convenios) y el acuerdo de negociación colectiva firmado por sindicatos y empresarios.

A partir de estos cambios institucionales, los autores del estudio analizan con perspectiva la interacción entre la evolución del empleo y el desempleo, además de otras variables, como el PIB, los precios, la productividad, la participación de las rentas salariales, la balanza por cuenta corriente, los costes laborales unitarios, las vacantes o el ajuste fiscal. Todo con un objetivo: observar de qué manera la evolución de los salarios influye en el nivel de empleo. Su tesis, compartida frecuentemente en los ambientes académicos, es que en España se ha producido el ajuste por el lado del empleo ante la existencia de fuertes rigideces laborales, tanto en salarios como en número de horas trabajadas.

Su conclusión es doble. La reforma laboral -pese a sus “potenciales efectos deflacionistas”- incentivó la flexibilidad interna en las empresas (menores despidos a cambio de ajustes salariales), mientras que, en el caso del acuerdo suscrito por los agentes sociales, lo que se pretendió fue anticiparse a los efectos que tendría la reforma laboral sobre los salarios.

Mercado “rígido e ineficiente”

Doménech, García y Ulloa parten de una evidencia. El hecho de que en 2008 y 2009 el desempleo aumentara de forma intensa y se produjera, al mismo tiempo, un 'shock' salarial positivo (ganancias de poder adquisitivo) es lo que hace a España diferente respecto de otros países, toda vez que dispone de un mercado de trabajo “rígido e ineficiente” en el que el desempleo y el salario real crecen de forma simultánea. “Otras economías”, sostienen, “no necesitan que su tasa de paro aumente hasta el 20% para empezar a flexibilizar sus salarios; lo hacen mucho antes”.

Los autores del estudio ponen como ejemplo a EEUU. Mientras en España, durante el primer trimestre de 2009, el empleo caía un 2,7%, los salarios reales aumentaban un 1,2%. En EEUU, por el contrario, y en ese mismo periodo, el empleo disminuía un 1,8%, pero los salarios caían un 2,3%.

Esta rigidez salarial, según los economistas del BBVA, explica en buena medida el enorme peso que tiene la temporalidad en la economía española, muy por encima de la existente en otros países. En su opinión, en la negociación salarial priman los intereses de los trabajadores con contratos fijos ('insiders') frente a los de los empleados con contratos temporales ('outsiders'), cuyos salarios son más rígidos. Y la consecuencia es que las empresas, ante la excesiva rigidez salarial e interna, tienen incentivos a utilizar el empleo temporal como un margen de flexibilidad “con el que hacer frente a la incertidumbre y a las perturbaciones de demanda que afectan a sus ingresos”.

Los autores del estudio, a la vista de la experiencia española, rechazan lo que sugieren otros expertos, y que pasa por aplazar nuevas reformas estructurales hasta que se recupere la inflación. En su opinión, de haberse aplicado al principio de la crisis, “podrían haber favorecido una flexibilidad salarial con la que se hubiera evitado una parte significativa de las caídas del PIB y del empleo”.

Ahora bien, distinguen dos periodos de la crisis distintos. En los tres primeros años de la recesión, el desempleo aumentó fundamentalmente “por el crecimiento de los salarios reales”, de manera que en lugar de ajustar a la baja las remuneraciones, se destruyó empleo. Por el contrario, en 2011 y 2012, la mayor contribución al crecimiento del desempleo corresponde a los 'shocks' en precios, “en un intento de las empresas de recuperar beneficios”.

¿Cuántos puestos de trabajo a tiempo completo se habrían destruido de no haberse dado la flexibilidad salarial observada a partir de 2012? La pregunta se la han formulado tres economistas del servicio de estudiosdel BBVA, y su respuesta es llamativa: se habrían destruido nada menos que 910.000 empleos adicionales entre 2012 y 2015. La tasa de paro, por su parte, hubiera sido 5,1 puntos porcentuales superior a la observada. Y lo que es todavía más significativo, a largo plazo, la destrucción añadida de empleo podría haber llegado hasta los 1,5 millones de empleos con un repunte de 6,3 puntos en la tasa de paro.

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