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Luis Enrique tenía razón: esta Eurocopa es su gran triunfo personal
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Sale muy reforzado

Luis Enrique tenía razón: esta Eurocopa es su gran triunfo personal

El seleccionador construyó un equipo capaz de alcanzar las semifinales del torneo y poner contra las cuerdas a Italia. Siempre fue fiel a su idea y demostró liderazgo y acierto táctico

Foto: El asturiano agradece el apoyo de la afición. (EFE)
El asturiano agradece el apoyo de la afición. (EFE)

La afición española llevaba casi una década desconectada de la Selección. La amarga transición que vivió el grupo campeón de Europa y del mundo. Las luchas internas en la Real Federación Española de Fútbol. La nueva hornada de jugadores que no podía recoger el testigo de quienes lo ganaron todo. Los grandes ídolos que tumbaron a Alemania, Países Bajos e Italia y no supieron cuándo dar un paso al lado. La decepción en el Mundial de 2014, la Eurocopa de 2016 y el Mundial de 2018. Hacía mucho tiempo que la mayoría de los españoles veían su Selección como algo ajeno con lo que no se identificaban. Se miraba al combinado nacional, sumido en una espiral de berenjenales, como una extensión de la lucha Madrid-Barça y poco más. Hasta el partido contra Italia.

placeholder Luis Enrique abraza a Unai Simón tras la fatídica tanda de penaltis. (EFE)
Luis Enrique abraza a Unai Simón tras la fatídica tanda de penaltis. (EFE)

Luis Enrique sobrevivió a la presión mediática, las críticas furibundas por una convocatoria que dejó fuera a grandes nombres como Sergio Ramos, Jesús Navas o Iago Aspas, las dudas y los malos resultados iniciales. A cambio, construyó un equipo extraordinario capaz de compensar la falta de experiencia en grandes torneos y de talento individual con un trabajo táctico y una convicción admirables. La derrota escuece por el cómo, pero la forma en que este grupo de jóvenes ha competido hasta el final ante la que venía siendo la mejor selección del torneo es para quitarse el sombrero. No hay más. Duelen los penaltis. Por crueles e injustos. Por amargos, cuando España había logrado volar por los aires el plan de Roberto Mancini con la entrada de Dani Olmo como falso '9', desnaturalizar a la mejor Italia de la década y levantarse a pesar de que el resultado había golpeado al grupo en el mentón.

El grupo creyó en su idea hasta el final

Seamos realistas. Casi nadie daba un duro por que España llegase a las semifinales de la Eurocopa siendo mejor que el rival en cada uno de los seis partidos que ha disputado. No solo lo hizo, sino que siempre fue fiel a su estilo. Teniendo el balón más que nadie. Disparando a puerta más que nadie. El técnico asturiano creó un grupo con una mentalidad de acero inoxidable y lo exprimió al máximo. Con mucha menos calidad, nombres y veteranía que en años anteriores. Con un sistema que pasó de pecar de horizontal a ser vertical y profundo y elevó el techo de cristal que tenían sus jugadores.

Tan solo la falta de calidad individual en ambas áreas ha dejado a España fuera de la final de la Eurocopa, pero el trabajo de la plantilla y del cuerpo técnico ha sembrado unas semillas que brotan con fuerza. Se han puesto los cimientos del futuro alcanzando cotas inimaginables. La imberbe España de los Unai Simón, Èric García, Laporte, Pedri, Dani Olmo, Ferran Torres o Pau Torres fue creciendo partido a partido y solo la mala suerte frenó su imperial avance.

Foto: Morata falla una de las ocasiones más claras del encuentro. (EFE)

Apeando a la subcampeona del mundo, sobreviviendo a su atávica falta de gol, dándole la vuelta a situaciones límite (de la clasificación en el último partido de la fase de grupos ante Eslovaquia, pasando por el gol de Simón en propia, la prórroga ante Croacia, los penaltis ante Suiza o el gol de Italia con el 0-0). Y salió viva de todas y cada una de las trampas que le puso el destino. Al principio de la Eurocopa, el aficionado español medio hubiese firmado una eliminación en cuartos ante Francia dando la cara. Pues bien, tan solo los despiadados 11 metros han dejado con la miel en los labios a este grupo.

Pero sigamos. ¿Qué más hizo Luis Enrique? Instalar un sistema de juego donde no había ni titulares ni suplentes fijos. Apostar por dos centrales sin apenas minutos como Èric García y Laporte. Mantener a Pedri cuando muchos lo tildaban de sobrevalorado. Cambiar cuando tocaba (a Azpilicueta por Marcos Llorente), confiar en Álvaro Morata cuando tan solo él y el propio futbolista estaban convencidos de su titularidad. Estimular la mejor versión de Ferran Torres y Dani Olmo. Asentar el centro del campo formado por Sergio Busquets, Koke y Pedri.

Y, por encima de todo, demostrar que en esta Selección nadie va a jugar por el nombre si su estado físico y mental no encajan con su idea. No hay nadie indiscutible. Los jóvenes tienen espacio si se lo ganan y los veteranos deberán demostrar lo mismo que el resto para ocupar su sitio.

placeholder Luis Enrique consuela a Pedri tras la eliminación. (EFE)
Luis Enrique consuela a Pedri tras la eliminación. (EFE)

Hay derrotas que acaban con proyectos y otras que solo los refuerzan. En el caso de la Selección de Luis Enrique, el mazazo transalpino corresponde al segundo grupo. Bajo el paraguas de su liderazgo, sello táctico, capacidad de reacción y dirección de campo, el técnico asturiano se ha ganado el reconocimiento de un país que dudó desde el principio y al que, sin embargo, no le quedó más remedio que acabar apoyando a un grupo que se lo ganó a pulso. Luis Enrique tenía razón, aunque eso no le exime de haberse equivocado en ciertas decisiones (no poder encajar a Marcos Llorente, lo poco que ha jugado Adama Traoré, la suplencia de Azpilicueta en los primeros encuentros, la insistencia por Morata...).

España ha perdido la tanda de penaltis y el billete a la final, sí. Pero también ha ganado el reconocimiento de sus aficionados y la identificación de los mismos con el equipo. El gran triunfo de Luis Enrique, además de haber demostrado que su idea era acorde con los recursos que manejaba, es ese. Lo sostienen los resultados, la reacción de los aficionados y el apoyo incondicional de sus jugadores durante el torneo.

La afición española llevaba casi una década desconectada de la Selección. La amarga transición que vivió el grupo campeón de Europa y del mundo. Las luchas internas en la Real Federación Española de Fútbol. La nueva hornada de jugadores que no podía recoger el testigo de quienes lo ganaron todo. Los grandes ídolos que tumbaron a Alemania, Países Bajos e Italia y no supieron cuándo dar un paso al lado. La decepción en el Mundial de 2014, la Eurocopa de 2016 y el Mundial de 2018. Hacía mucho tiempo que la mayoría de los españoles veían su Selección como algo ajeno con lo que no se identificaban. Se miraba al combinado nacional, sumido en una espiral de berenjenales, como una extensión de la lucha Madrid-Barça y poco más. Hasta el partido contra Italia.

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