El viaje de Pedri: de las críticas y la etiqueta de 'sobrevalorado' a graduarse con honores

El largo camino de Pedri empezó en las calles de Tenerife. En uno de los pocos reductos que aún quedan de fútbol libre y callejero, donde acostumbraba a jugar con chicos mucho mayores que él y se las tenía que ingeniar tirando de picardía y técnica individual para sobrevivir a la desmedida distancia física. De eso no hace tanto, aunque la vida de un chico de 18 años avance a toda máquina. En apenas un año, Pedri ha pasado de jugar en Segunda División (en la UD Las Palmas) a ser uno de los mayores pilares competitivos de un Barça en plena reconstrucción y de una Selección española hambrienta de ídolos. Ahora, bajo la tutela de Luis Enrique, el interior del FC Barcelona está experimentando una evolución competitiva que ayuda a vertebrar el discurso de esta nueva España.

Cuando la Selección encontró múltiples problemas para finalizar ocasiones ante Suecia y Polonia, muchas miradas se dirigieron al joven canario. En un país donde el fútbol se mira desde un prisma tóxico basado en la eterna comparación Barça-Madrid, Pedri fue una víctima colateral. A España le faltaba luz, fuego y destrucción en el último tercio del campo. Y, a excepción de los últimos minutos frente a Suecia, Pedri no estaba brillando con luz propia. Le empezaron a colgar la etiqueta de 'sobrevalorado'.

La circulación del balón, más espesa que fluida en el pico del área, reclamaba a un jugador capaz de filtrar pases entre líneas. Así como de conectar las diversas figuras del ataque por el sector izquierdo (Jordi Alba, especialmente) y configurar un foco de creatividad, protección de la pelota y sentido con la misma. En otras palabras, Pedri necesitaba dar un paso (y varios pases) hacia adelante. Claro que la Selección había generado las suficientes ocasiones como para doblegar a ambos rivales, pero no había atinado frente al portero. La única receta pasaba por seguir produciendo oportunidades de gol y afinar la puntería.

Y el joven interior canario lo hizo y ayudó al resto a hacerlo. Coincidió con la entrada de Sergio Busquets, puesto que el '5' culé abría un nuevo océano de posibilidades y no obligaba a Pedri a tener que bajar a recibir la pelota a zonas cercanas a la base del juego. Se buscaron y se encontraron. Como imanes. El encuentro ante Eslovaquia marcó el principio de la nueva España. Y del nuevo Pedri. El que despistaba a los centrocampistas rivales y los sacaba de su zona. El que recibía en zonas interiores sin necesidad de apartarse de la frontal del área. También el que participó de manera directa en tres de los cinco goles que propinó el combinado de Luis Enrique a los eslovacos en su primer 'match-ball'. Sin red de seguridad, Luis Enrique estimuló la versión más descarada del joven talento español.

Adrián Albéniz, coordinador y entrenador del CF Juventud Laguna, siguió la evolución de Pedri desde que tenía 14 años, cuando la joven joya canaria engrosó las filas de su club. El técnico da su opinión sobre el camino del interior en esta Eurocopa: "Él siempre ha sido así. Es un jugador muy generoso en la elaboración de la jugada. A veces demasiado. Algunos se pueden quejar de su falta de gol, pero su mayor virtud es la asociación en la parte final donde se deciden (y dan) los goles. Ahí busca al que está mejor situado y filtra la pelota".

Los datos no mienten. Según el portal de estadísticas Fbref, Pedri es el jugador que más pases previos a un disparo de sus compañeros ha dado (23) de la Eurocopa. También el que más pases que han conducido a un gol ha dado (cuatro), el que más toques en el último tercio ha dado (200) y el que más veces ha conducido la pelota hacia el último tercio del campo (26).

Y vino Croacia. Prueba de fuego con todas las letras. Con Luis Enrique hablando sobre el canario: "Hay veces que los hechos definen mejor una situación que las palabras. Para nosotros es único, totalmente diferente. La misma frescura la tiene dentro y fuera". Modric, Brozovic y Kovacic enfrente. Tres bichos competitivos con muchos tiros dados. De calidad, recorrido y gusto por el balón.

Se convierte en el jugador más joven en disputar un partido de eliminatoria como titular en la historia del torneo. Con 18 años y 215 días. España amenaza con tropezar en la prórroga, pero Pedri emerge con la experiencia de un veterano en el momento más difícil y esconde el cuero como si la pelota fuera suya y hubiese decidido que era hora de volver a casa. Se gradúa por todo lo alto ante el incombustible Luka Modric.

Ante Suiza, en el peor partido de España en lo que llevamos de torneo, Pedri volvió a ser una certeza. El tipo al que pasársela cuando el combinado helvético ahogaba la salida. O cuando no parecía haber manera de superar su entramado defensivo. Balones que superan la presión. Pases que desatascan una trinchera defensiva. Cambios de orientación que obligan a bascular al rival. Un chico de 18 años jugando suelto. "Tiene que ver mucho la dirección de campo de Luis Enrique. Le ha dado confianza y él se la ha devuelto con su fútbol. Sabe gestionar los momentos de presión e ignorar el ambiente tóxico de fuera", apunta Albéniz.

Pedri habría jugado todos los minutos de esta Eurocopa de no ser porque Luis Enrique lo sustituyó en el minuto 119, justo antes de la fatídica tanda de penaltis. "Quiso protegerlo porque aún es muy joven y no someterlo a esa situación, pero el dato de los minutos jugados explica la confianza que tiene Luis Enrique en él a pesar de su juventud", relata el extécnico del club donde Pedri recaló antes de dar el salto a la UD Las Palmas.

Algo que luego Álvaro Morata destacaría en una entrevista concedida a la Cadena SER, en 'El Larguero'. "Pedri me tiene alucinado, juega como si tuviera 40 años, hay jugadores que necesitamos un tiempo largo para gestionar presiones, otros lo llevan de serie. Su personalidad y actitud las tienen muy pocos, será de los mejores de la historia de España". Palabras mayores, claro. De lo que no hay duda es de que la Eurocopa de Pedri en su primera temporada en la máxima élite es digna de un jugador extraordinario con un margen de crecimiento que asusta.