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Sin puño de hierro y con mandíbula de cristal: España es un flan en las dos áreas
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Eurocopa 2021

Sin puño de hierro y con mandíbula de cristal: España es un flan en las dos áreas

La selección de Luis Enrique flaquea en el aspecto más importante del fútbol: el gol. Con tan solo un gol en dos partidos, los rivales crean el mismo peligro con menos pases

Foto: Morata falla una de las ocasiones más claras del encuentro. (EFE)
Morata falla una de las ocasiones más claras del encuentro. (EFE)

El césped. La posesión. La lucha. La garra. Ya casi somos la furia (otra vez), pero sin fuerza. Apelamos a cosas intangibles para agarrarnos a la esperanza de pasar de fase de grupos y hacer algo destacable en una Eurocopa donde España ha ido perdiendo fuelle desde que salió la lista de convocados definitiva. Se masca la tragedia para un equipo cuyas dudas multiplican sus certezas. Más cuando en el partido ante Polonia se despojó de los (pocos) brotes verdes que emergieron del césped de La Cartuja ante Suecia. Fuente de quejas constantes. Balón de oxígeno para desviar la atención. Piñata mediática que ayuda a rebozarse de victimismo y no detectar las debilidades estructurales de esta selección. España, a diferencia de la primera jornada no tuvo ni el control del juego ni tampoco la contundencia en las áreas, algo inherente a este grupo.

Foto: Frankowski lucha por un balón con Laporte y Alba. (Reuters)

"Hemos intentado resolver las ocasiones con un derroche de ganas e ímpetu, pero no hemos podido. Lewandowski ha tenido una y la ha metido. Tendremos que generar más ocasiones", explicaba Luis Enrique tras finalizar el encuentro. 623 pases completados transformados en cinco rácanos disparos (y un travesaño) entre los tres palos. Cuatro regates completados. En 90 minutos. Y Polonia, 129 pases que derivaron en dos disparos entre los tres palos (y dos travesaños). El bagaje es doloroso. Como ante Suecia. Sin el suficiente talento individual que ayude a resolver partidos atascados ni mecanismos colectivos que entreguen un equipo ligero y fluido, España se choca contra sus propias limitaciones. No hay un plan de ataque. Ni la imprevisibilidad que nace de la fantasía unipersonal. Y cuando se obstruye y se ciega en el balcón del área, colapsa. No hay figuras individuales que sostengan los momentos de duda.

Álvaro Morata se fundió con el seleccionador después de inaugurar el marcador electrónico en La Cartuja, pero la imagen se quedó en anécdota. No solo no pudo despejar sus propios fantasmas internos de cara a portería, sino que el destino escribió un guion retorcido para aumentar el drama nacional. Gerard Moreno, una de las mayores fuentes de peligro española, falló un penalti que él mismo había provocado. Morata, que olfateó el rebote, conectó el rechazo con el tobillo inerte. Se fue al Benito Villamarín. El delantero centro de la Juventus de Turín marcó y, a su vez, desechó dos ocasiones claras de gol. Su sociedad con Gerard Moreno fructificó en varios tramos del encuentro, pero el seleccionador la deshizo y España se diluyó al final.

placeholder Morata y Gerard Moreno, antes del fatídico penalti. (EFE)
Morata y Gerard Moreno, antes del fatídico penalti. (EFE)

"Morata ha hecho muchas cosas bien, como en el primer partido. El gol es una anécdota que le viene muy bien al delantero, lástima que no hayamos podido hacer alguno más. El rival nos ha metido en apuros y no hemos sabido resolver esos problemas", confesaba el preparador asturiano. 'La Roja' lo intenta. Lucha. Batalla. Se esfuerza. Como Morata. Pero la limitación de calidad individual agravada por la falta de química entre los jugadores es un escollo demasiado grande. Este equipo necesita diez ocasiones para anotar un gol. Lanzar muchos puños para conectar algún derechazo. Y si le pegan un par, se cae noqueada. Demuestra estar a años luz de las candidatas a ganar la Eurocopa (Francia, Italia, Alemania, Portugal o Bélgica).

La falta de gol no es el único rompecabezas

Ante Polonia, para colmo, se retrocedió varios meses. No hubo apenas rastro de aquella presión pospérdida que implicaba atacar constantemente. Ni el suficiente ritmo ni verticalidad. Y se empezó a titubear en defensa. Alexander Isak ya había sembrado el caos en la primera jornada, pero fueron un par de fogonazos. Sin embargo, Lewandowski, Klich y compañía abrasaron a la frágil defensa española. El delantero del Bayern de Múnich no perdonó y sacó rédito de la inocente dupla Pau Torres-Laporte. Aunque Camacho viese penalti, la realidad es que un soplido del polaco fue suficiente para ganarle la posición a un ingenuo Laporte que cedió como un mueble desvencijado.

placeholder Lewandowski fue demasiado para Pau Torres y Laporte. (Reuters)
Lewandowski fue demasiado para Pau Torres y Laporte. (Reuters)

El mismo problema que tiene España para matar los partidos por su carencia de dinamita ofensiva se extiende también por su defensa. No hay control del partido y cuando el adversario ataca, localiza páramos desiertos por los que cabalgar. Y si el '9' es un fuera de serie como Lewandowski, los centrales se tambalean como bolos. Lo que hace aún más curioso e incomprensible la ausencia del campeón del único campeón de la Champions League 2020/21 que tiene este grupo: César Azpilicueta. El central y lateral del Chelsea entró 'in extremis' en la lista definitiva de Luis Enrique. Era un efectivo de calidad que aumentaba exponencialmente la capacidad competitiva defensiva de España. Suma 0 de 180 minutos. ¿Se confiaba en él o no? La pregunta se contesta sola. España se jugará el pan en un partido agónico frente a Eslovaquia. Mucho debe cambiar.

El césped. La posesión. La lucha. La garra. Ya casi somos la furia (otra vez), pero sin fuerza. Apelamos a cosas intangibles para agarrarnos a la esperanza de pasar de fase de grupos y hacer algo destacable en una Eurocopa donde España ha ido perdiendo fuelle desde que salió la lista de convocados definitiva. Se masca la tragedia para un equipo cuyas dudas multiplican sus certezas. Más cuando en el partido ante Polonia se despojó de los (pocos) brotes verdes que emergieron del césped de La Cartuja ante Suecia. Fuente de quejas constantes. Balón de oxígeno para desviar la atención. Piñata mediática que ayuda a rebozarse de victimismo y no detectar las debilidades estructurales de esta selección. España, a diferencia de la primera jornada no tuvo ni el control del juego ni tampoco la contundencia en las áreas, algo inherente a este grupo.

Eurocopa Álvaro Morata