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Qué dos personas y por qué han sido decisivas para que Rubiales presente la dimisión
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SU ABOGADO DE CABECERA Y SU PADRE

Qué dos personas y por qué han sido decisivas para que Rubiales presente la dimisión

El ya expresidente de la RFEF se quedó sin el respaldo de Tomás González Cueto y decidió seguir el consejo de su padre, quien le dijo que, o se iba ya, o le costaría encontrar trabajo

Foto: Luis Rubiales en la Asamblea de la RFEF. (Pablo García/EFE)
Luis Rubiales en la Asamblea de la RFEF. (Pablo García/EFE)

Justo tres semanas después del bochornoso espectáculo que dio nada más acabar la final en la que la Selección española femenina se proclamó campeona del mundo, Luis Rubiales presentó su dimisión como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). También lo hizo del cargo de vicepresidente de la UEFA, en el que sorprendentemente permanecía, aunque su máximo dirigente, Aleksander Ceferin, ya no le cogía el teléfono, otro ejemplo de lo solo que se ha quedado, por más que en su comunicado volviera a demostrar que vive de espaldas a la realidad al asegurar que, "en la calle, la verdad se está imponiendo".

Sin embargo, su comportamiento en el palco de Sídney y en la posterior entrega de medallas solo fue la punta del iceberg de su nefasta gestión de la RFEF durante cinco años, con numerosas denuncias que siguen su curso en los juzgados y otras que, sistemáticamente, el Consejo Superior de Deportes (CSD), primero con José Manuel Franco y después con Víctor Francos, se negó a trasladar al Tribunal Administrativo del Deportivo (TAD). Curiosamente, todo lo contrario de lo sucedido a raíz del beso a Jenni Hermoso, sin duda un asunto muy grave, aunque no más que otros que fueron desvelados, la mayoría en este medio.

Foto: Francos, Iceta y Franco, en la toma de posesión del primero. (EFE/Sergio Pérez)

Desde saltarse la normativa de la RFEF al cobrar una ayuda para vivienda a la que presuntamente no tenía derecho por estar censado en Madrid y recibir un sueldo con un variable que convirtió en fijo, a ocultar su acuerdo con Piqué y vetar un informe interno contra Arabia para llevarse allí la Supercopa de España, la famosa fiesta de Salobreña, las grabaciones a miembros del Gobierno —incluido Pedro Sánchez—, el espionaje al presidente del sindicato AFE —David Aganzo—, o el famoso viaje a Nueva York que, según diversas informaciones, "pagó con dinero de la Federación", sin olvidar los permanentes enfrentamientos con LaLiga, el fútbol sala y el fútbol femenino.

Como él mismo se encargó de recordar, "tras la veloz suspensión realizada por FIFA" —que no así del Gobierno— "más el resto de procedimientos abiertos contra mi persona, es evidente que no podré volver a mi cargo". Es decir, que Rubiales no dimite porque crea que deba hacerlo y, por supuesto, quiera que "el fútbol español no se vea perjudicado". Sino que, al igual que sucedió con su simulacro de disculpa tras el impresentable morreo a Jenni Hermoso, lo hace porque no ha tenido más remedio y, de paso, evita al Gobierno otro bochorno, después del sufrido con la resolución del TAD en la que calificó de grave y no muy grave su conducta.

Se va porque el Gobierno no pudo echarle

"Me parece curioso que el señor Rubiales haya sido más severo consigo mismo que el TAD", fue la pulla que Francos lanzó en Onda Cero, después de confesar que "deseaba su dimisión, pero no la esperaba". Al secretario de Estado para el Deporte, el caso Rubiales le ha pasado por encima. Tanto él como su antecesor al frente del CSD, el ministro Iceta y el propio presidente del Gobierno, protegieron al personaje más dañino de la historia del fútbol español. Crearon un monstruo que, si no llega a retratarse en Australia, seguiría al frente de la RFEF, a pesar de todo lo comentado anteriormente. Rubiales se va porque ellos no han sido capaces de echarle.

placeholder Tomás González Cueto, junto a Andreu Camps, en los Juzgados de Majadahonda. (Jon Imanol)
Tomás González Cueto, junto a Andreu Camps, en los Juzgados de Majadahonda. (Jon Imanol)

En este sentido, hay dos personas que han resultado decisivas para que el llamado Kennedy de Las Rozas haya presentado la dimisión. La primera, su abogado de cabecera, Tomás González Cueto, quien, según fuentes de la RFEF, le advirtió de que, dadas las circunstancias, no iba a poder seguir apoyándole. Tal y como informamos recientemente en este diario, Cueto, abogado del Estado y, al igual que Andreu Camps, exmiembro del TAD, dirige el despacho de abogados externo GC Legal, al que el ya expresidente de la RFEF encargó presentar decenas de querellas para intentar imponer su relato a los medios de comunicación y lavar su imagen.

La segunda persona a la que Rubiales escuchó es a su padre, quien le dio el sabio consejo de que, o se iba ya, o acabaría teniendo muy complicado encontrar un trabajo tanto en España como en otro lugar del mundo. Quizás aquí puede encajar que anunciara su dimisión en una entrevista al periodista inglés Piers Morgan, para lo cual viajó a Londres e interpretó el papel de víctima. "Lo tengo que hacer porque no puedo continuar mi trabajo", es uno de los titulares que avanzó Morgan, quien, casualmente, tuvo que dimitir como presentador del programa Good Morning Britian tras recibir más de 40.000 quejas por sus comentarios sobre Meghan Markle.

Pedro Rocha mantuvo a Andreu Camps

Volviendo a Rubiales, así se explica que en su comunicado dijera que "insistir en quedarme a la espera y aferrarme a ello no va a contribuir a nada positivo, ni a la Federación ni al fútbol español. Entre otras cosas, porque hay poderes fácticos que impedirán mi vuelta". Es decir, que, a pesar de todo y como más de uno pensaba en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, aún estaba pensando en volver, quizá pasados los 90 días de suspensión que le impuso FIFA, y de ahí que nombrara presidente interino a Pedro Rocha, quien por el mero hecho de no haber prescindido del secretario general, Andreu Camps, ya dejó claro que no dejaba de ser su testaferro.

Foto: Víctor Francos, presidente del CSD, en rueda de prensa. (EFE/Quique García)

Eso sí, una vez que Rubiales comunicó su dimisión, según el artículo 31.9 de sus estatutos, la RFEF debe dar paso ahora a la constitución de una Comisión Gestora y a una futura convocatoria de elecciones en las que "quien resulte elegido ocupará el cargo por tiempo igual al que restase por cumplir al sustituido". Es decir, que el elegido para el cargo de presidente estaría al frente de la RFEF hasta el segundo semestre de 2024. Desde entonces, tal y como recoge el real decreto que regula los procesos electorales en las federaciones deportivas, se celebraría una nueva convocatoria de elecciones y, lo más importante, sin Rubiales. "Para el Gobierno, su dimisión es una buena noticia", comentó Francos en un ataque de sinceridad, aunque habrá que ver si Rubi no muere matando...

Justo tres semanas después del bochornoso espectáculo que dio nada más acabar la final en la que la Selección española femenina se proclamó campeona del mundo, Luis Rubiales presentó su dimisión como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). También lo hizo del cargo de vicepresidente de la UEFA, en el que sorprendentemente permanecía, aunque su máximo dirigente, Aleksander Ceferin, ya no le cogía el teléfono, otro ejemplo de lo solo que se ha quedado, por más que en su comunicado volviera a demostrar que vive de espaldas a la realidad al asegurar que, "en la calle, la verdad se está imponiendo".

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