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La flor de Zinédine Zidane en el Real Madrid es que nunca muere cuando el resto fallece
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Siempre en el ojo del huracán

La flor de Zinédine Zidane en el Real Madrid es que nunca muere cuando el resto fallece

El técnico francés ha sido capaz de levantar una temporada que pintaba a catástrofe entre diciembre y enero cuando el conjunto blanco estuvo a punto de caer a la Europa League

Foto: El entrenador francés del Real Madrid, Zinedine Zidane, durante una rueda de prensa. (EFE)
El entrenador francés del Real Madrid, Zinedine Zidane, durante una rueda de prensa. (EFE)

Cuando Zinédine Zidane decidió regresar al Real Madrid, no solo puso en juego su futuro, sino también su pasado y un legado ganador. El técnico francés aterrizaba por segunda vez en una institución necesitada de un apagafuegos contrastado para regocijo de un presidente que buscaba un escudo histórico. Alguien que, sumando mística entre los aficionados, ascendencia entre los jugadores y comprensión interna del club, pudiese rebajar los ánimos (muy caldeados tras la venta de Cristiano Ronaldo y los proyectos fallidos de Julen Lopetegui y Santiago Solari). Alguien que hiciese olvidar, llegada mediante, que el conjunto blanco se había quedado sin LaLiga en diciembre y había sido desplumado por el Barça en Copa (global de 1-4). Ese hombre se convertiría en la temporada siguiente en el primer entrenador de la historia en ganar más ligas (2) de las que ha perdido (1) ante Leo Messi. Ese hombre era Zinédine Zidane.

placeholder El técnico francés del Real Madrid, Zinedine Zidane, con el trofeo de campeón de LaLiga 2019/20. (EFE)
El técnico francés del Real Madrid, Zinedine Zidane, con el trofeo de campeón de LaLiga 2019/20. (EFE)

Por entonces, sus detractores acharon el triunfo a la desintegración del Barça y a las circunstancias excepcionales y no a la capacidad del técnico para sobrevivir a la baja de Eden Hazard y transformar la verbena defensiva inicial en el Real Madrid menos goleado desde la temporada 1987/88. La clave: el control de los partidos a través de una posesión conservadora, una presión alta coordinada y una solidez defensiva sin rival entre los candidatos al trofeo. Una campaña después, el conjunto blanco vuelve a sobreponerse a todos los obstáculos que se ha encontrado por el camino de la mano de su técnico tras un verano sin ni un solo fichaje y con Hazard perdido en una concatenación de lesiones.

Una temporada marcada por la enfermería

El Real Madrid acumula 54 lesiones esta temporada. 54 bajas que le han hecho estar en cuadro desde hace muchos partidos y, aun así, superar compromisos de altos vuelos. No ha importado que, en la semana más crucial del calendario, el cuadro de Concha Espina haya ganado El Clásico frente a un Barça que acumulaba 19 jornadas sin caer y aplastado al Liverpool en la ida (y resistido en la vuelta) sin su pareja de centrales titular (Varane y Ramos), sin su lateral derecho (Carvajal) y sin su teórico fichaje estrella (Hazard). La 'flor de Zidane', esa falsa creencia de la suerte inagotable, volvía a hacer acto de presencia con el objetivo de superar su magia como técnico.

Qué más dará que anulase la conexión Jordi Alba-Leo Messi con una apuesta táctica (la de la defensa de cinco con Lucas Vázquez de central y Federico Valverde de apoyo), que dejase al equipo más goleador del campeonato italiano (la Atalanta, 71 goles a favor) con tan solo un gol en el casillero en 180 minutos de eliminatoria o que Klopp no pudiese frenar al Madrid en Valdebebas. "Tengo flor sí, es verdad, de estar aquí y de entrenar a este equipo. Tengo mucha suerte de estar aquí. No creo que sea un desastre de entrenador". A veces, no hay nada como escuchar a los protagonistas.

placeholder Zidane ha sabido reponerse a la ausencia de Sergio Ramos. (Reuters)
Zidane ha sabido reponerse a la ausencia de Sergio Ramos. (Reuters)

El preparador francés, consciente de la delicada situación que atravesaba su equipo, confesaba en rueda de prensa "físicamente estamos al límite". No era una excusa, sino un aviso para navegantes. Este equipo vive cerca de conseguir algo histórico (doblete Champions League y LaLiga) tras estar a punto de acabar en la Europa League, ser eliminado por el Alcoyano de Segunda División B y colocarse a 11 puntos del líder de la competición nacional, el Atlético de Madrid. Lo hace sin su defensa titular (ahora, con Ferland Mendy fuera), sin su capitán (Sergio Ramos), con un centro del campo sin relevos y con una delantera que depende prácticamente al 100% de los goles de Karim Benzema. Es fascinante cómo, donde la mayoría de entrenadores acabarían despedidos, Zidane se mantiene en el precipio y le da la vuelta a la situación. Como decía Antonio Machado, es muy difícil no caer cuando todo cae. A menos que seas Zidane. Será la flor, otra vez.

"El carácter que tienen. Cuando más sufren, cuando peor están las cosas, más se unen. Tenemos mucha calidad, pero yo me quedo con el carácter que tienen", confesaba el preparador francés al ser cuestionado sobre qué es lo que le hacía sentir más orgulloso de su plantilla. Con 10 partidos en 30 días, el físico a punto de dinamitar y el ánimo por las nubes tras el golpetazo en la mesa de LaLiga y de la Copa de Europa, Zidane se encuentra ahora que, como en noviembre y diciembre, no puede poner en liza su fórmula para optar a -casi- todo: la unidad B. Sin embargo, los motivos actuales son otros.

placeholder Vinícius Júnior celebra su doblete ante el Liverpool junto al técnico blanco. (EFE)
Vinícius Júnior celebra su doblete ante el Liverpool junto al técnico blanco. (EFE)

Nacho Fernández, Federico Valverde, Eder Militao, Lucas Vázquez, Vinícius Júnior o Rodrygo Goes han virado la inercia y han demostrado estar más que preparados para sumar, ya sea desde el banquillo o el XI titular. Otros, como Isco, Marcelo o Mariano Díaz, no convencen. El problema es que las innumerables lesiones vuelven a amenazar el plan de Zidane para una Liga que se comprime y cuyo calendario está saturado hasta el límite. Para muestra, un botón. La convocatoria frente al Getafe, con 15 jugadores del primer equipo y solo 13 futbolistas de campo, evidencian dos realidades palpables. La primera, que el fondo de plantilla es diametralmente opuesto al de la campaña 2016/17 y la segunda, que lo que está haciendo Zinédine con las herramientas de las que dispone es de un mérito enorme. Es cuestión de tener flor.

Cuando Zinédine Zidane decidió regresar al Real Madrid, no solo puso en juego su futuro, sino también su pasado y un legado ganador. El técnico francés aterrizaba por segunda vez en una institución necesitada de un apagafuegos contrastado para regocijo de un presidente que buscaba un escudo histórico. Alguien que, sumando mística entre los aficionados, ascendencia entre los jugadores y comprensión interna del club, pudiese rebajar los ánimos (muy caldeados tras la venta de Cristiano Ronaldo y los proyectos fallidos de Julen Lopetegui y Santiago Solari). Alguien que hiciese olvidar, llegada mediante, que el conjunto blanco se había quedado sin LaLiga en diciembre y había sido desplumado por el Barça en Copa (global de 1-4). Ese hombre se convertiría en la temporada siguiente en el primer entrenador de la historia en ganar más ligas (2) de las que ha perdido (1) ante Leo Messi. Ese hombre era Zinédine Zidane.

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