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"Estabas en la curva 5, ¿verdad?". El doble cerebro de Fernando Alonso y los pilotos de Fórmula 1
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LA CAPACIDAD INTELECTUAL, CLAVE PARA TRIUNFAR

"Estabas en la curva 5, ¿verdad?". El doble cerebro de Fernando Alonso y los pilotos de Fórmula 1

Los pilotos de F1 combinan el talento al volante con una potente capacidad cerebral, aunque también en este último apartado los hay singularmente dotados, como es el caso de Alonso

Foto: La complejidad de la Fórmula 1 actual exige pilotos de alto nivel intelectual (EFE EPA Simon Baker POOL)
La complejidad de la Fórmula 1 actual exige pilotos de alto nivel intelectual (EFE EPA Simon Baker POOL)

"Momento de 200 (puntos) de coeficiente intelectual incluso en medio de un trompo". La cuenta oficial de la Fórmula 1 en Twitter reproducía con este texto el ya famoso momento y comentario de Fernando Alonso tras ser golpeado por Carlos Sainz en el pasado Gran Premio de Australia. El propio Alonso retuiteó el mensaje.El tuit recordaba una anécdota del pasado. El asturiano acababa de ascender a la Fórmula 3000 después de su éxito en la Fórmula Nissan, aunque todavía era un perfecto desconocido. Adrián Campos, su descubridor, le apuntaba entonces a quien escribe estas líneas: "Fernando es el tío más inteligente que he conocido, tiene que tener un coeficiente intelectual de más de 150…". Los años siguientes confirmaron hasta qué punto era cierto.

El comentario de "Silverstone" era otro de tantos ilustrativos de un perfil que los ingenieros que han trabajado con Alonso han destacado. Pero no se trata de un caso aislado. Una potente capacidad intelectual es factor consustancial a cualquier piloto moderno, más si cabe según la Fórmula 1 ha ido ganando complejidad en estas últimas décadas. El cerebro es el pináculo rector de las diferentes capacidades para competir en un gran premio. En este sentido, eso sí, unos parecen mejor dotados que otros.

El músculo más importante

"La mayor parte de los pilotos tiene un talento divino dado por Dios, pero no hay muchos a los que les acompañe el cerebro que hace falta", declaró en su día un piloto que transformó la forma de afrontar las carreras, el tricampeón Jackie Stewart. La historia rezuma ejemplos de grandes talentos naturales para manejar una máquina de carreras, pero sin la simbiosis necesaria entre esa habilidad psicofísica y la inteligencia para gestionar todas las áreas de la competición. A 250/350 km/por hora, el piloto debe procesar una ingente cantidad de información. En una carrera, el proceso se complica exponencialmente. Con un potente -y bien entrenado cerebro- su trabajo será más eficaz.

"Cuando se pilota, es el músculo más importante", explica el doctor italiano Riccardo Ceccarelli, reconocido especialista y fundador de Fórmula Medicine, instituto por donde han pasado muchos pilotos de Fórmula 1. "Con la electrónica, este deporte se ha convertido en algo más cerebral, ahora se exige más dotes de atención y concentración", explica Cecarelli, quien anticipa que una formidable condición física es la primera premisa para liberar el cerebro, "que ha de funcionar más rápido, durante más tiempo".

Ceccarelli citaba el caso de Robert Kubica. a quien presentaba un test donde aparecía una palabra coloreada y dos teclas de verdadero o falso según la palabra y color fueran iguales. El piloto polaco acertaba cien sobre cien en un minuto, y era capaz de alcanzar las trescientas palabras y colores sin equivocarse. Para Cecarelli, semejantes resultados "indican no solo una intensa concentración, sino también un cerebro muy veloz para procesar información muy rápidamente".

El ex piloto Alain McNish, contaba cómo el piloto era la telemetría humana en los ochenta y noventa para los ingenieros. Su memoria para captar y transmitir información de un monoplaza era la interfaz entre la máquina y los técnicos. "Ahora es completamente diferente, el piloto con la capacidad cerebral que tiene ese espacio adicional para poder lidiar con todo se ocupará de otras cosas, y ahora son las estrategias de carrera", explicaba el piloto escocés, citando al español como ejemplo. "Es como Fernando, capaz de hacer estos comentarios muy claros en la radio, a veces de relaciones públicas, mientras rueda con alguien que gira por fuera de una curva en quinta velocidad, y es porque tiene esa capacidad cerebral adicional. La habilidad para la que usas tus manos, tus pies y tu cerebro ha cambiado, pero aún requieres esas habilidades para poder hacerlo en primer lugar", explicaba.

La mitad para conducir, la otra para analizar y pensar

Es la misma "capacidad cerebral extra" de la que hablaba Ross Brawn sobre Michael Schumacher: mientras la mitad de su cerebro se centraba en el pilotaje, la otra procesaba todo tipo información, liberada del trabajo de los sentidos. Un rasgo compartido por los mejores pilotos que, como el talento al volante, no se reparte en la misma medida. Brawn también incluía en esta categoría al asturiano. "Tal y como ha ido evolucionando la Fórmula 1, los mejores pilotos no han de ser solo rápidos. Cada vez más, los mejores serán aquellos que puedan combinar un gran rango de habilidades, entender una carrera, y cómo trabajar para sacar el máximo partido de un coche. Y tengo la impresión de que Alonso está en esa categoría".

El neurocientífico Dean Burnett explicaba que, antes de realizar unos determinados experimentos sobre el cerebro, se esperaba que las regiones responsables de acciones específicas estuvieran más activas durante una actividad concreta. Efectivamente, se detectaba más actividad en el córtex prefontal, salvo en aquellos casos en los que los sujetos estudiados dominaban el ejercicio. Los sujetos inteligentes presentaban actividad en esa zona, aunque solo cuando los ejercicios y tareas eran difíciles para ellos.

Burnett también explicaba que una elevada inteligencia no es el producto de una región cerebral, sino de varias, todas ellas interconectadas entre sí. Como en un gran premio, donde un piloto procesa múltiples datos y funciones simultáneas pero de distinta naturaleza. Esa menor actividad del cerebro inteligente redunda en un gran ahorro de energía para el sujeto, con los beneficios que aporta en su tarea.

placeholder Michael Schumacher elevó los estándares de rendimiento a otra dimensión en la Fórmula 1. (REUTERS/Sergio Moraes)
Michael Schumacher elevó los estándares de rendimiento a otra dimensión en la Fórmula 1. (REUTERS/Sergio Moraes)

En Fernando Alonso confluyen así esa habilidad natural única, su capacidad de adaptación a cualquier tipo de reglamento o máquina. Y a ese talento natural para el pilotaje se une que la naturaleza le ha dotado con un potente procesador para manejar gestionar los múltiples factores en marcha durante un Gran Premio. Y su larga experiencia de años en la competición han llenado su disco duro de información a la que puede acceder tan eficazmente gracias a su singular capacidad cerebral.

Una anécdota vivida por El Confidencial y Pedro Martínez de la Rosa en la pretemporada de 2015, en Montmeló, lo ilustraba brillantemente. "Llega Alonso lanzado a la curva 5 de Montmeló… Es muy bueno, el cabrón... Esto por la tele no lo ves, pero ha estado a punto de írsele la cola en la entrada, ha obligado mucho el coche". Alonso vuelve a pasar en la siguiente vuelta, también al límite. "Bien, ¿eh? Es que al natural, a pie de pista, se ve lo bueno que es. Pero lo más alucinante de Fernando es que, si fueras ahora a boxes, te preguntaría: '¿Qué? ¿Estabas en la 5, ¿verdad?'".

"Momento de 200 (puntos) de coeficiente intelectual incluso en medio de un trompo". La cuenta oficial de la Fórmula 1 en Twitter reproducía con este texto el ya famoso momento y comentario de Fernando Alonso tras ser golpeado por Carlos Sainz en el pasado Gran Premio de Australia. El propio Alonso retuiteó el mensaje.El tuit recordaba una anécdota del pasado. El asturiano acababa de ascender a la Fórmula 3000 después de su éxito en la Fórmula Nissan, aunque todavía era un perfecto desconocido. Adrián Campos, su descubridor, le apuntaba entonces a quien escribe estas líneas: "Fernando es el tío más inteligente que he conocido, tiene que tener un coeficiente intelectual de más de 150…". Los años siguientes confirmaron hasta qué punto era cierto.

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