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"¿También te metes en este follón de la F1?": el gran legado que nos deja Adrián Campos
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ADIOS A UNA FIGURA CRUCIAL DE LAS CARRERAS

"¿También te metes en este follón de la F1?": el gran legado que nos deja Adrián Campos

En el mundo de las carreras en España, Adrián Campos ha marcado un antes y un después, con un enorme peso específico internacional. Pero su generosidad con los jóvenes fue siempre única

Foto: Adrián Campos, con Antonio Garcia y Fernando Alonso en el Open Nissan.
Adrián Campos, con Antonio Garcia y Fernando Alonso en el Open Nissan.

Dos de la mañana. “Manu, nos ha dejado Adrián…”. Conmocionado por la dolorosa noticia, el mensaje iba dirigido a Manolo Gómez Blanco, hoy periodista de motor de 'El País'. A final de los ochenta fue uno de los quijotescos artífices de la llegada a Minardi 1 de Adrián Campos primero, y Luis Pérez Sala después. Una aventura de locos en un país donde la Fórmula 1 volaba como una suerte de ovni. “Ya tío, estoy en 'shock”, llegaba la respuesta desde el otro lado, arrimándose ambos periodistas en la pena compartida. “Estaba ahora mismo mirando fotos...”. Y te manda una con los tres, en un box de cualquier circuito, Adrián y Luis vestidos con los monos del equipo y aquel mirándose una de las pegatinas. Luego lees el mensaje del propio Giancarlo Minardi. “Tu fallecimiento representa para nosotros un golpe al corazón. Nunca olvidaremos tu sonrisa y tu pasión”. En todo acertaba, solo que para muchos el repentino e inesperado adiós de Adrián Campos no ha sido un golpe, sino todo un balazo al corazón.

“Adrián, ¿pero te vas a meter también en este follón…?”. Cuántas veces le hicimos esta pregunta en los últimos 20 años. “Ya me conoces, esto es lo mío…”. Respondía siempre con esa sonrisa permanente, que también sentías incluso en conversación telefónica. El año pasado planeaba volver de nuevo a la Fórmula 1. De pasión tranquila pero firme y sin alharacas, de paso largo pero inquebrantable, no se hace justicia en unas pocas líneas al inmenso legado de Adrián Campos en el automovilismo español e internacional. Si quienes te han rodeado en la vida dibujan el testimonio de tu obra, el inmenso impacto y la respuesta a su fallecimiento sellan la extraordinaria dimensión de su legado. Se dice que, en España, hubo un antes y un después de Fernando Alonso. Pero, sin Adrián Campos, nada de lo que es hubiera sido.

Como el mar y la sal

“No puedes conectar los puntos mirando hacia delante, solamente puedes conectarlos mirando hacia atrás”, explicaba Steve Jobs en su famoso discurso universitario. Pero Adrián Campos logró unir sus puntos vitales en las dos direcciones, volviendo la vista atrás a su experiencia de piloto para mirar hacia delante con la pasión y ambición de sus constantes e interminables proyectos. Desde que construyera aquel chasis de Avidesa de la Fórmula SEAT para correr en las carreras nacionales, pasando por la Fórmula 3, la Fórmula 3000 y la Uno, Campos aprendió las lecciones vitales de la pista que le guiaron para crear su gran legado, una vez guardados los guantes y el casco. El piloto se convirtió en empresario para seguir arrimado a ese mundo al que se sentía ligado como el mar y la sal, y supo sortear las tempestades de esa pasión que a tantos arruinó con la racionalidad empresarial que le permitió andar y sobrevivir sobre las arenas movedizas del mundo de las carreras.

“Quise dar a los pilotos los medios, que se preocuparan de competir, y yo del resto”, te contaba a modo de filosofía vital y profesional cuando se lanzó con Campos Racing al campo de minas de la competición. Y desde el principio mostró esa bonhomía y generosidad que le caracterizó para ayudar a los más jóvenes y a la que debía embridar con la racionalidad e inteligencia del jefe de equipo. Ganó en la Fórmula Nissan con Marc Gené a la primera. Cogió el teléfono y llamó a Giancarlo Minardi. “¿Harías una prueba al ganador del Open Nissan?". Gené recogió el testigo del propio Campos y Sala cuando entró en Minardi. Hoy, el catalán es parte crucial de Ferrari. Le tocó el turno a un tal Fernando Alonso, al que subió de los karts a su equipo. No hace falta decir más. Luego, a Antonio García, que lo ha ganado todo en el mundo de la resistencia y hoy es el líder indiscutible de Chevrolet en Estados Unidos. Otra de sus grandes apuestas le tocó de refilón a El Confidencial.

Junto a la estación del AVE

“Javier, tengo una mezcla entre Fernando Alonso y Antonio García, se llama Alex Palou. Tengo que encontrar dinero para ayudarle”. “¿Por qué no hablamos con Alberto Artero?”. Director General de El Confidencial, ajeno a este mundo, Artero se mostró inesperadamente abierto a charlar con Adrián. Campos se cogió el AVE y se plantó en Madrid para unas horas. Hombre de números, racional, y de veloz inteligencia, Artero quedó prendado en aquella cita cerca de la estación de Atocha por la tranquila pasión de Adrián Campos hacia un joven piloto sin recursos que había pasado la curva uno del Circuito de Valencia a fondo en su primera vuelta con un Fórmula 3.

En la medida de sus posibilidades, El Confidencial apoyó con proyección mediática a Alex Palou. Campos invirtió lo que pudo y más en la carrera del catalán. Después de sus peripecias por Europa, Japón y Estados Unidos, hace pocas fechas Palou fue fichado por el mejor equipo de Estados Unidos, el Ganassi, después de deslumbrar en las pasadas 500 Millas de Indianápolis. Adrián se ha ido, no le verá ganar en el Indycar, pero se fue sabiendo que Alex está bien colocado. “No estaría donde estoy si no fuera por ti, Adrian”, tuiteaba Palou desde Estados Unidos.

Lo que Agag debe a Adrián

Campos, efectivamente, se metía en todos los “follones”. Fórmula 1, GP3, GP2, Fórmula 3, Fórmula 2, Mundial de Turismos… Lio a Alejandro Agag hasta introducirle en el mundo de las carreras, como reconocía el mismo Agag en Instagram al anunciar el fallecimiento de su antiguo socio. En otro de esos puntos de Steve Jobs, posiblemente la Fórmula E no existiría si Agag no se hubiera quedado atrapado por el 'paddock' de la Fórmula 1 y la gente que conoció a través de su experiencia con Campos. Y claro, no podía ser para menos, Adrián también se metió con Campos Racing en la Fórmula E a través del equipo del fabricante Mahindra. Nadie quería a Nelsinho Piquet en aquellos tiempos. Pero Campos le fichó. Ganó el título aquel mismo año para él.

¿En qué “follones” no se metió Adrián Campos en las carreras? Lo dejaremos aquí porque resulta difícil dar forma en palabras a 30 años de experiencias junto a él. La increíble cantidad de testimonios desde todos los ámbitos del automovilismo internacional reconfortan en la unanimidad: era amable, cálido, un gran anfitrión, generoso con los jóvenes, y amaba las carreras con esa tranquila pasión que también le hizo triunfar como empresario. Nosotros, todos, mecánicos, ingenieros, pilotos y periodistas también somos un punto más de su cadena. Sin Adrián Campos, no estaríamos aquí.

Adri, Alejandro, Lucas… Podéis y tenéis que estar orgullosos de vuestro padre. Su legado es único, e inmenso. Lo consiguió. Pero le vamos a echar terriblemente de menos. En mi caso, me queda como oro en paño y para siempre uno de tus últimos mensajes. Descansa en paz, querido amigo. Como dice Manu, ya estás con Ayrton, al que tanto admirabáis. Dale recuerdos.

Dos de la mañana. “Manu, nos ha dejado Adrián…”. Conmocionado por la dolorosa noticia, el mensaje iba dirigido a Manolo Gómez Blanco, hoy periodista de motor de 'El País'. A final de los ochenta fue uno de los quijotescos artífices de la llegada a Minardi 1 de Adrián Campos primero, y Luis Pérez Sala después. Una aventura de locos en un país donde la Fórmula 1 volaba como una suerte de ovni. “Ya tío, estoy en 'shock”, llegaba la respuesta desde el otro lado, arrimándose ambos periodistas en la pena compartida. “Estaba ahora mismo mirando fotos...”. Y te manda una con los tres, en un box de cualquier circuito, Adrián y Luis vestidos con los monos del equipo y aquel mirándose una de las pegatinas. Luego lees el mensaje del propio Giancarlo Minardi. “Tu fallecimiento representa para nosotros un golpe al corazón. Nunca olvidaremos tu sonrisa y tu pasión”. En todo acertaba, solo que para muchos el repentino e inesperado adiós de Adrián Campos no ha sido un golpe, sino todo un balazo al corazón.

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