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Adiós al Gran Premio de Francia: el símbolo del declive europeo en la Fórmula 1
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UNA CATASTROFE PREVISIBLE

Adiós al Gran Premio de Francia: el símbolo del declive europeo en la Fórmula 1

Aunque se conocía su ausencia del calendario de 2023. Había esperanzas de un regreso para el año siguiente. Oficialmente la empresa se ha disuelto y el futuro pinta muy negro

Foto: Gran Premio de Francia, en 2022. (Reuters/Sarah Meyssonnier)
Gran Premio de Francia, en 2022. (Reuters/Sarah Meyssonnier)

El hecho de que Francia pierda su sitio en el calendario de Fórmula 1, no es una ausencia cualquiera. Se trata del país donde surgió la palabra Grand Prix, la nación que albergó la primera carrera de automóviles de la historia, el faro mas significativo de los deportes del motor, que hizo que de forma no casual, la Federación Internacional de Automovilismo tenga su sede en París. La pujanza de los nuevos Grandes Premios, fundamentalmente en Norteamérica y Próximo Oriente, hace que las tradicionales carreras europeas cada vez tengan más difícil sobrevivir en el actual contexto.

Eric Bouiller, el que fuera jefe de equipo en Renault primero y en McLaren después era el presidente del comité organizador del actual Gran Premio de Francia y confirmaba personalmente la disolución de la empresa: "Es el final de una historia. Durante cinco años, la región (Provenza-Alpes- Costa Azul) permitió que este evento volviera al calendario y permitiera que nuestro país volviera a estar al más alto nivel automovilístico. Es una lástima -proseguía Bouiller- que termine a pesar de todos los esfuerzos realizados para garantizar que la última edición fuera perfecta. La disolución del GP de Francia ahora provocará el despido de 20 empleados permanentes y, por tanto, ya no habrá ningún promotor para garantizar la existencia de una carrera de Fórmula 1 en nuestro país.".

Sin opciones de futuro cercano

Desde Francia, tanto el promotor como la Federación Francesa de Automovilismo estuvieron peleando para mantener el Gran Premio. Admitían incluso alternarlo anualmente con la cita de Spa-Francorchamps en Bélgica, otra de las carreras en el alero de esta Fórmula 1, que solo conoce de negocio y desprecia a su propia historia. Sin embargo, ni siquiera esta opción ya se contempla, porque a pesar de que lo haya dicho con toda la diplomacia del mundo, para albergar en 2023 un Gran Premio tiene que haber una implicación total a nivel político. Cuando países como Qatar o Arabia Saudí, están dispuestos a poner encima de la mesa cerca de ochenta millones de euros solo por derechos de albergar la carrera, la cosa se pone muy cuesta arriba para cualquier promotor que carezca de sólido respaldo institucional.

El contrato que mantenía el promotor del Gran Premio de Francia, fue uno de los últimos que firmó Bernie Ecclestone, antes de vender la empresa a Liberty Media. El hecho de que el circuito de Paul Ricard albergara la prueba, algo tendría que ver el que fuera propiedad del magnate inglés con gozar unas condiciones ventajosas. Pero siendo justos, tampoco es que Francia goce de alternativas mucho mejores. La carrera gozaba de la protección gubernamental a través del programa GIP (Groupement d’Interet Public), que ofrece incentivos fiscales a las empresas que inviertan en eventos o proyectos de interés general. El problema es que la Fórmula 1 actual demanda mucho más que eso. Quiere implicación real, gubernamental y dinero, mucho dinero. Lo mismo por lo que tan criticado fue el propio Ecclestone pero corregido y aumentado. Otro vendrá que bueno me hará.

Foto: Guanyu Zhou

El drama para Francia, es que este fracaso llega después de una ausencia de casi diez años en el calendario. No olvidemos, que el país vecino sigue manteniendo una fuerte industria automovilística con Renault, Peugeot y Citroën, posee un número de licencias deportivas que cuadruplica a España y tiene una buena base de aficionados. Parece mentira, por tanto, que un país así no albergue Grandes Premios, pero no hay más que mirar a su vecina Alemania, que también está sin presencia en el Mundial de Fórmula 1, para darse cuenta de lo carísima que se ha puesto la cosa. Si Austria tiene un Gran Premio y su poderoso primo alemán no lo tiene, es porque Red Bull paga la fiesta. Si Italia cuenta con dos Grandes Premios, es porque la región de Emilia Romagna pone mucho dinero encima de la mesa para que el circuito de Imola tenga junto a Monza una de las 23 carreras del campeonato.

Un aviso urgente para Europa

La reciente cancelación del Gran Premio de China, podría haber servido de salvavidas al comité organizador del Gran Premio de Francia. Era una oportunidad perfecta para haber albergado una carrera en 2023 a la espera de reagruparse y lograr apoyo gubernamental sólido y participación de las empresas del CAC 40 (el Ibex francés). Sin embargo, el desmantelamiento y liquidación de la empresa organizadora, hace abandonar toda esperanza. Uno de los candidatos que suena con más fuerza es el circuito portugués de Portimao, que sabedor de no contar con opciones para ser una cita permanente en el calendario, la excelencia de sus instalaciones y equipo organizador, les convierte en el comodín perfecto de Europa para saltar del banquillo a jugar cuando las cosas se ponen feas.

España debe tomar nota de lo que está pasando con las barbas del vecino y debe ser muy consciente, que sea Barcelona de nuevo o Madrid en su defecto, va a tener que apostar muy fuerte por mantener el Gran Premio. Más les vale a los gobiernos catalán, madrileño o incluso nacional hacer una buena pedagogía a la ciudadanía acerca de las ventajas que tiene albergar una carrera de Fórmula 1 para una gran ciudad, una región y un país. A veces no necesariamente tiene que haber dinero público, pero debe haber una colaboración directa con los inversores para que salgan las cuentas. El caso de Las Vegas es paradigmático, porque es la asociación de casinos la impulsora del evento y quien arriesga su dinero, pero el gobierno local, además de extraordinarios beneficios fiscales, pone su infraestructura y servicios a disposición del promotor privado.

Foto: Barcelona vivión un lleno histórico. (Reuters/Nacho Doce)

En el mundo de los grandes eventos, esos que de verdad posicionan a un país en el escaparate global, La Fórmula 1 es probablemente la pieza más codiciada en estos momentos. Aquel promotor que no cuente a su lado con un jeque que tiene como rutina contar barriles de petróleo mientras desayuna, lo va a tener muy difícil mantenerse en el calendario. La única forma de competir hoy día es a través de una poderosa alianza público-privada, que se haya labrado un fuerte apoyo popular. Véase el caso de México, que inicialmente movido por un afán populista de identificar el Gran Premio, como un 'capricho de ricos se dio cuenta lo clave que resultaba para la imagen del país y el impulso de la economía autóctona.

Europa ensimismada en su historia y su autocomplacencia sigue sin despertar. De nada sirve que la base natural de aficionados a la Fórmula 1 siga en el viejo continente. De nada sirve, que en el Gobierno de Francia, esté, por ejemplo, presente un gran aficionado como Christian Estrosi, alcalde de Niza y expiloto de motociclismo. Si no hay una unión total de instituciones, empresas y sociedad civil, el declive de Europa es inexorable.

El hecho de que Francia pierda su sitio en el calendario de Fórmula 1, no es una ausencia cualquiera. Se trata del país donde surgió la palabra Grand Prix, la nación que albergó la primera carrera de automóviles de la historia, el faro mas significativo de los deportes del motor, que hizo que de forma no casual, la Federación Internacional de Automovilismo tenga su sede en París. La pujanza de los nuevos Grandes Premios, fundamentalmente en Norteamérica y Próximo Oriente, hace que las tradicionales carreras europeas cada vez tengan más difícil sobrevivir en el actual contexto.

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