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Spa-Francorchamps: de cerrarlo por peligrosidad, a ser favorito de pilotos y aficionados
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Vuelve el GP de Bélgica

Spa-Francorchamps: de cerrarlo por peligrosidad, a ser favorito de pilotos y aficionados

La primera versión constaba de 14 km de asfalto, en un trazado que aguardaba una posible muerte a cada metro. Un largo circuito que exigía al piloto una concentración máxima

Foto: Actual versión del circuito de Spa-Francorchamps. (Nathanael Majoros/Flickr)
Actual versión del circuito de Spa-Francorchamps. (Nathanael Majoros/Flickr)

Velocidad, pie a fondo, llevar al límite el monoplaza, adelantamientos y adrenalina. Son las especias que suelen dar sabor, y uno muy bueno, por cierto, al GP de Spa-Francorchamps. Gusta a los aficionados y pilotos. De hecho, es considerado por muchos "el Gran Premio más emocionante de la temporada". Aunque hubo un tiempo donde la peligrosidad del circuito llevó a que los propios pilotos iniciaran un movimiento en contra de Spa.

Más de 14 kilómetros de asfalto, en un trazado que aguardaba una posible muerte a cada metro. Un largo circuito que exigía al piloto una concentración máxima. La primera vez que se inauguró este recorrido inicial de Spa en carrera fue en 1925 en el Gran Premio de Europa, y su primer vencedor fue el piloto italiano Antonio Ascari al volante de un Alfa Romeo. El primer diseño de Spa, ideado por un periodista y el jefe de la Comisión Deportiva del Automóvil de Bélgica, perduró hasta 1950, donde se acortó el circuito unos cuantos cientos de metros, hasta 14,120km.

Aquellas primeras versiones del histórico circuito belga fueron testigo de carreras memorables, y de múltiples exhibiciones de pilotos, como las del bicampeón inglés de Fórmula 1 Jim Clarke, o las del mítico Juan Manuel Fangio. Sin embargo, ese recorrido también fue testigo y cómplice de un gran número de accidentes mortales, como los del histórico piloto de Mercedes (entre el 1937 y 1939) Richard Seaman, Alan Stacey, o Tony Hegbourne.

placeholder Salida del GP de Bélgica en 1933. (Wikipedia)
Salida del GP de Bélgica en 1933. (Wikipedia)

Los pilotos se cansaron de tantas muertes. El peligro lo podía palpar cualquiera que disputase una prueba de automoción en el trazado. La Asociación de Pilotos inició un movimiento para clausurar el GP de Spa-Francorchamps. En 1970 el circuito se cerró, y se trasladó la cita automovilística de Bélgica. El Gran Premio del país pasó a disputarse en los circuitos de Nivelles-Bauters y Zolder, lugar dónde se produjo el histórico accidente que causaría la muerte de la leyenda canadiense, Gilles Villeneuve.

Los años sin Spa (de 1970 a 1983) en Bélgica fueron insulsos. La peligrosidad seguía siendo muy alta, como en cualquier circuito de aquellos tiempos. Pero lo que los pilotos disfrutaban corriendo de Spa, no lo disfrutaron en cualquier otro circuito belga, y así lo hicieron saber durante los años sin Spa-Francorchamps. El ‘mesias’ que inició el movimiento entre pilotos para la vuelta a Spa fue Jacky Ickx, considerado mejor piloto belga de la historia. ¿Qué presentaba el mítico circuito? Peligro, sí, pero mucha adrenalina también. Y eso era lo que querían los ‘locos’ que se jugaban la vida en un monoplaza en aquellos años.

Spa 3.0. desde el 83 a nuestros días

Para la vuelta definitiva a Spa-Francorchamps se diseñó un trazado adaptado a los nuevos tiempos de la Fórmula 1 y del motor. Un diseño sobre el antiguo circuito basado en las premisas de que siguiera vigente la alta velocidad en casi todo el recorrido, pero acortándolo, y buscando una mayor seguridad que en años anteriores. Así nació el Spa 3.0 que conocemos hoy día. Aunque ‘a posteriori’ se hicieron cambios cumpliendo órdenes de la FIA, como en 2007 con la remodelación de la zona de ‘Pit-stop’.

Alain Prost, la leyenda francesa. Reinauguró con victoria en el 83 la primera carrera en la ansiada vuelta a Spa. Sin embargo, al año siguiente la prueba belga se volvió a correr en el antiguo circuito de Zolder. Finalmente, en 1985 llegó lo que querían muchos pilotos y aficionados, el GP de Bélgica volvió definitivamente a Spa, y desde entonces se ha disputado siempre allí, aunque ha habido temporadas en las que Bélgica no ha estado en el calendario de la FIA para la Fórmula 1 (como en 2003 y 2006). Sin embargo, para gusto del buen espectáculo, desde 2007 se ha corrido todos los años en Spa-Francorchamps.

placeholder Ayrton Senna recibiendo el trofeo de campeón tras un Gran Premio. (Reuters)
Ayrton Senna recibiendo el trofeo de campeón tras un Gran Premio. (Reuters)

En aquella vuelta definitiva a Spa en 1985, ¿adivinan quién ganó? El considerado por muchos "el mejor piloto de la historia", Ayrton Senna. El campeón brasileño fue el primero en dominar el circuito definitivo de Spa de forma magistral en los años posteriores. Desde Jim Clarke, entre el 1962 y 1965, nadie había conseguido ganar cuatro años de forma consecutiva en el templo de la velocidad belga, y Senna lo consiguió ganando entre 1988 y 1991, acumulando 5 victorias en total en ese trazado, contando su victoria del 85. Las batallas Senna-Prost en este escenario fueron memorables. Sin embargo, el francés solo pudo ganar en 1987, y en la mencionada vuelta a Spa en el 83, año en el que aún no había llegado Senna a la Fórmula 1.

Schumacher, rey absoluto del circuito belga

Si el circuito de Spa-Francorchamps tiene un nombre propio, ese es el de Michael Schumacher. Los puntos míticos del trazado automovilístico situado en Bélgica, ‘La Source’, ‘Eau Rouge’ o ‘Les Combes’, fueron testigos del nacimiento de una estrella. Un día histórico. El 30 de agosto de 1992. Aquel día, Schumacher ganó la primera victoria de muchas en la Fórmula 1. Salía tercero, detrás de, nada más y nada menos, que Ayrton Senna y Nigel Mansell. El alemán, subido a su histórico Benetton-Ford, hizo una carrera sublime para subirse a lo más alto del podio de uno de los circuitos con más historia del motor.

El idilio de Schumacher con Spa no queda ahí. El heptacampeón del mundo cogió especial gusto por la cita belga de todos los años. Además de ganar en el 92 con Benetton-Ford, también ganó el Gran Premio disputado en 1995 con Benetton-Renault, y se subiría también a lo más alto del podio en el 1996, 1997, 2001 y 2002, ya vestido del legendario mono rojo de Ferrari. Consiguió vencer hasta en 6 ocasiones en Spa-Francorchamps, siendo actualmente el piloto que más veces ha ganado en ese circuito. Le siguen Ayrton Senna con 5 victorias, y Lewis Hamilton con 4. El piloto británico si gana una vez más en Bélgica alcanzará al mítico piloto brasileño, y estará a una victoria del reinado belga de Schumacher.

Spa-Francorchamps: territorio de Ferrari

Históricamente los Ferrari han ido 'como la seda' en Spa. La similitud con Monza en cuestión de altos picos de velocidad siempre le ha venido muy bien a la escudería de Maranello y a los diseños de sus monoplazas. Esto explica que el coche que más veces ha cruzado la línea de meta en primer lugar sea rojo, y sea de Ferrari. En un total de 18 ocasiones ha ganado un monoplaza de la Scuderia Ferrari en Spa-Francorchamps. El segundo equipo constructor que más veces ha vencido en el 'templo belga' es McLaren, 14 veces en total.

placeholder Celebración de Ferrari tras la victoria de Charles Leclerc en el GP de Bélgica 2019. (Reuters)
Celebración de Ferrari tras la victoria de Charles Leclerc en el GP de Bélgica 2019. (Reuters)

La última victoria 'ferrarista' en este Gran Premio fue en 2019, gracias a Charles Leclerc. Antes, en 2018, ya había ganado Vettel, también subido a un Ferrari. La victoria de Leclerc, muchos la recordarán debido al poco tiempo que ha pasado desde entonces. El monegasco salía desde la ‘pole-posicion’, consiguió ejecutar una buena salida, e hico un pilotaje serio y sólido para lograr la victoria final. Sin embargo, un año después, en 2020, todo cambió para Ferrari en su ‘annus horribilis’, Vettel y Leclerc terminaron la carrera en los puestos 13º y 14º, mismos puestos que ostentaron en clasificación ambos Ferrari. Habrá que ver si en las próximas temporadas resurge la historia de amor de tantos años entre Spa y Ferrari.

Un circuito donde perdura el peligro

La multitud de cambios que ha sufrido Spa-Francorchamps en su historia han tenido un objetivo claro: mejorar la seguridad del circuito. Eso se ha conseguido en gran medida, ya que ha sido una de las principales premisas de la FIA en los últimos años. La implementación del halo en los monoplazas es la gran ejemplificación de la seguridad en los últimos tiempos. Sin embargo, pese a todos los cambios efectuados en Spa y las preocupaciones de la FIA, el trazado belga sigue entrañando una alta peligrosidad.

El 31 de agosto de 2019 nos dejó uno de los episodios más escalofriantes de la Fórmula 1 moderna. Antoine Hubert falleció tras un accidente mortal en la carrera de fórmula 2 que se disputaba en Spa. Además de este trágico suceso, en los últimos años hemos tenido varios sustos en el circuito del GP de Bélgica. Muchos recordarán el tremebundo accidente en la salida de la carrera de Fórmula 1 en 2018 con Fernando Alonso implicado. El coche del piloto español salió por los aires y pasó por encima de Charles Leclerc, al cual le salvó el halo del monoplaza, si no estaríamos hablando de otra triste muerte en la pista de Spa.

placeholder Accidente de Alonso con Charles Leclerc en el GP de Bélgica 2018. (Reuters)
Accidente de Alonso con Charles Leclerc en el GP de Bélgica 2018. (Reuters)

La peligrosidad siempre ha sido intrínseca a la Fórmula 1. Poner un coche a velocidades tan altas y luchar por posiciones entraña un peligro obvio. Podrán poner en circuitos, y coches, toda la seguridad posible, pero el peligro, en mayor o menor medida, siempre está ahí. La mayoría de pilotos viven de esa adrenalina que les genera este deporte. Y la peligrosidad da mérito a esos profesionales del automovilismo que hacen vibrar a miles de personas en sus casas. El peligro, no nos engañemos, es un aliciente. La Fórmula 1 no sería tan atractiva para (algunos) pilotos y aficionados si no hubiese un riesgo en lo que hacen esos deportistas. Y, Spa-Francorchamps siempre ha representado, y representará, un circuito diseñado para el espectáculo. Velocidad, pie a fondo, llevar al límite el monoplaza, adelantamientos y adrenalina.

Velocidad, pie a fondo, llevar al límite el monoplaza, adelantamientos y adrenalina. Son las especias que suelen dar sabor, y uno muy bueno, por cierto, al GP de Spa-Francorchamps. Gusta a los aficionados y pilotos. De hecho, es considerado por muchos "el Gran Premio más emocionante de la temporada". Aunque hubo un tiempo donde la peligrosidad del circuito llevó a que los propios pilotos iniciaran un movimiento en contra de Spa.

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