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La tormenta perfecta de desorganización que explica el caos en el Gran Premio de España
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MUCHAS QUEJAS DEL PÚBLICO

La tormenta perfecta de desorganización que explica el caos en el Gran Premio de España

El Circuit de Catalunya vivió una carrera de las de más éxito de público de su historia, pero de las más difíciles en el aspecto organizativo, con un aluvión de quejas y malestar

Foto: Barcelona vivión un lleno histórico. (Reuters/Nacho Doce)
Barcelona vivión un lleno histórico. (Reuters/Nacho Doce)

Como en todo desastre, rara vez una causa única explica la raíz del problema. El caos vivido en la cita española del mundial de Fórmula 1 no es consecuencia de un fallo personal o institucional aislado, sino de la suma de muchos errores y circunstancias, que han convertido una de las carreras tradicionalmente mejor organizadas del Mundial en una nefasta experiencia para una buena parte del público y profesionales que asistieron al Gran Premio.

Vaya por delante el recordar el injusto el aluvión de feroces críticas recibidas tanto para los trabajadores actuales del Circuit de Catalunya, como quienes han estado al frente en los 31 años de vida de la instalación.También es preciso poner en cuarentena gran parte del ruido vivido tanto en las redes sociales como en esa prensa anglosajona siempre presta a ver la paja en el ojo de los países sureños y no ver la viga en el propio.

De modélica a desastrosa

Barcelona y Fórmula 1 han sido durante tres décadas sinónimo de excelencia organizativa. El 'feedback' general de los equipos y los premios recibidos por la FIA a lo largo de los años así lo acreditan y, quien les escribe ha vivido todas las carreras de Fórmula 1 celebradas en Montmeló hasta la llegada de la pandemia para corroborarlo. ¿Qué ha pasado entonces para una organización reconocida siempre como modélica pase a ser desastrosa de la noche a la mañana?

El éxito de cualquier gran evento deportivo siempre radica en dos claves: la excelencia en los recursos humanos disponibles y los recursos económicos adecuados. Aquí ha fallado tanto lo primero como lo segundo. Empezando por las cuestiones elementales: nada puede funcionar igual cuando al frente de una instalación de bandera como es el Circuit de Catalunya trabajaba una de las personas de gran prestigio a nivel mundial en el automovilismo como Vicente Aguilera, sustituido or ppolíticos absolutamente ajenos al mundo que, de repente, les toca gestionar.

Además, tampoco resulta de ayuda que en el plazo de apenas dos años hayan pasado por la presidencia del Consorcio que gestiona el Circuit, María Teixidor, Ramón Tremosa y Roger Torrent, el actual titular del cargo. Poca continuidad y, lo que es más importante, poca confianza supone para los trabajadores de cualquier organización cuando existe semejante inestabilidad en la cúpula.

Foto: El piloto alemán, durante la rueda de prensa del Gran Premio de España. (REUTERS/Nacho Doce)

El Circuit de Catalunya, es propiedad de un consorcio participado por la Generalitat, el RACC (Real Automóvil Club de Cataluña) y los Ayuntamientos de Montmeló y Barcelona, pero digamos que quien 'parte el bacalao' al final del día es la Generalitat, que es lo que explica que sean ellos los que decidan a quién ponen al frente de la instalación. Junto al incomprensible último nombramiento de alguien sin recorrido alguno en la materia como es Roger Torrent, la Generalitat acertó al menos al poner de director del circuito a José Luis Santamaría, que es una persona con una larga y respetada trayectoria en las competiciones de motor.

Santamaría, precisamente, atendió a El Confidencial para ofrecer su versión. Admitió que se han cometido errores, pero quiso destacar también los éxitos, así como la labor de muchos de los héroes oscuros. "Creo que tenemos que celebrar que la Fórmula 1 vuelva en España a ser un fenómeno de éxito y que hayamos vivido una gran carrera. Somos conscientes que hay aspectos en los que se debe trabajar, pero quiero romper también una lanza en el trabajo de los voluntarios, que muchos de ellos han sido injustamente criticados y son gente, que sin disfrutar un solo minuto del deporte que les apasiona, han dado lo mejor de sí en condiciones muy difíciles".

Es cierto que una inusual ola de calor y una afluencia de público desbordaron todas las previsiones iniciales, pero no es la primera vez que la carrera sufre de altas temperaturas y de llenazo en las gradas. Santamaría admite que hubo fallos, pero que también capacidad de reacción: "Creo que el domingo las cosas funcionaron razonablemente bien, pero es cierto que el sábado y especialmente el viernes tuvimos una afluencia muy superior a la más optimista de las previsiones atendiendo a los datos históricos. Por poner un ejemplo, nunca habíamos tenido más de 25.000 personas un viernes y casi se dobló esta cifra, siendo algo muy inusual teniendo en cuenta que es un día laborable".

El director del Circuit responde también de cuestiones que escapan a su control, como el redimensionamiento de la frecuencia de los trenes de cercanías, las obras en la carretera del acceso oeste del circuito o las dotaciones de medios humanos para gestionar el tráfico. Aquí se nota que la actual dirección política del Consorcio ha subestimado el descomunal reto al que se enfrentaban, como se pudo comprobar de forma generalizada ante la escasez de recursos tanto económicos como humanos.

placeholder  Salvadó, fallecido presidente del RACC, dejó un hueco difícil de llenar. (RACC)
Salvadó, fallecido presidente del RACC, dejó un hueco difícil de llenar. (RACC)

Demasiadas ausencias clave

Además, durante estos últimos años se ha producido un cambio de guardia a todos los niveles en puestos clave del engranaje organizativo, y que el período de la pandemia no ha hecho sino acelerar. Después de dos ediciones sin presencia de público, numerosas personas e enfrentaban por primera vez al reto. A muchos de ellos todo les ha venido muy grande, o directamente no tienen capacidad.

Pero entre las razones principales del caos, el Circuit de Catalunya no solo echa en falta la presencia del mencionado Vicente Aguilera, sino de muchos otros excelentes profesionales en sus distintas áreas de competencia. Al frente del RACC ya no está de presidente alguien de enorme talla como fue el desaparecido Sebastián Salvadó. Tampoco en la dirección deportiva sigue Aman Barfull, referencia mundial a nivel organizativo en rallies y circuitos. En el propio Circuit se nota la ausencia de gente de enorme peso y experiencia como fue el tristemente fallecido Ramón Maltas, o gente muy bregada en todo tipo de situaciones como Vicenç Nubiola o Jordi Mateu.

En definitiva, son demasiadas ausencias de gente de gran valía, además, en un ambiente siempre caliente por la cuestión independentista, quienes sabían tener el pragmatismo necesario para templar gaitas y apagar los incendios generados por la política. No es fácil sustituir a una generación de gente brillante, pero a veces todo es más simple de lo que parecen. Si preparas adecuadamente los relevos, dotas de estabilidad a una instalación, todo será algo más fácil. ¿Tan difícil es tener al frente de la nave a alguien como Salvador Serviá, que cumple perfectamente la dualidad de técnico y político en lugar de alguien como Roger Torrent, que ni sabe ni parece querer aprender?

Como en todo desastre, rara vez una causa única explica la raíz del problema. El caos vivido en la cita española del mundial de Fórmula 1 no es consecuencia de un fallo personal o institucional aislado, sino de la suma de muchos errores y circunstancias, que han convertido una de las carreras tradicionalmente mejor organizadas del Mundial en una nefasta experiencia para una buena parte del público y profesionales que asistieron al Gran Premio.

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