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Pogacar es Hinault en 1980 o cómo encontrar rival para el favorito del Tour de Francia
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Campeón dos años consecutivos

Pogacar es Hinault en 1980 o cómo encontrar rival para el favorito del Tour de Francia

Comienza una nueva edición de la célebre prueba francesa. Parece que Tadej solo perderá si es por errores propios, porque se antoja difícil que algún rival esté a su altura

Foto: El esloveno fue apabullantemente superior a sus rivales el pasado año. (Reuters/Benoit Tessier)
El esloveno fue apabullantemente superior a sus rivales el pasado año. (Reuters/Benoit Tessier)

Estamos en 1980.

A 26 de junio, año 1980. Frankfurt am Main. Empieza el Tour de Francia. Y todos miran unas piernas.

Se llama Bernard Hinault, tiene 25 años y mucha mala hostia. Lleva ganadas dos Grandes Boucles. Las últimas, de forma consecutiva. Triunfó en la primera gracias a la crono final. Controló la segunda como si tuviese hambre de gloria. También ha trincado por Monumentos (Lieja y Lombardía, el primero con reincidencia). Nadie duda de que es el mejor corredor del mundo. Nadie osa poner otro nombre en liza...

Pues bien, nosotros estamos en 1980. Háganme caso. Solo que nuestro Bernard Hinault se llama Tadej Pogačar, y tiene un par de años menos que el bretón. El resto... Lleva ganadas dos Grandes Boucles. Las últimas, de forma consecutiva. Triunfó en la primera gracias a la crono final. Controló la segunda como si tuviese hambre de gloria. También ha trincado por Monumentos (Lieja y Lombardía, aunque sin reincidencia). Ya ven, cierto error informático provoca que se copien dos párrafos casi iguales.

Y, sin embargo...

El favoritismo de Pogacar

Yo no sé la causa. Bueno, vale, hay que vender motos, pero es que objetivamente buscar rivales a este chico suena a frase de Martes y Trece. Vamos, que luego pasará lo que pase (el mismo Tour de 1980... en fin, acudan a sus libros de historia preferidos), pero a priori es insostenible. Puede ganarte Joop, sí, claro, no me jodas... aunque tú no lo pones en la misma escala que a Hinault. Y aquí sí. O por encima. Que si mira qué Grande Armée, que si el muchacho paliducho no quiso seguirte el año pasado en Le Gran Bornard, que si el otro pudo triturarte en Loze, pero le dio pereza. Cosas veredes, Sancho. Insisto, las carreras se corren cada año (el Tour de julio en julio, salvo una vez), pero a priori Pogačar llega con la vitola no de favorito... de indestructible. Año 2022. Triunfo sin problemas en todas las vueltas cortas donde salió. Y los monumentos. Esos monumentos, esos. Que vale, sin laureles. Quinto y cuarto por San Remo y Flandes. Dime tú si no fueron exhibiciones. Es el que mejor escala, camina contra el crono (aunque parezca un minero, otro saludo para Tom), monta escabechinas en terreno 'flandrien' y similar. Nadie va a ganar el Tour delante de Pogačar... como mucho lo perderá él.

placeholder Pogacar fue el ganador del Tour en 2021. (Reuters/Garnier Etienne)
Pogacar fue el ganador del Tour en 2021. (Reuters/Garnier Etienne)

Debajo... pues Jumbo Visma. Con bicefalia, cosa chistosísima (la historia no miente) a la hora de andar gestiona que te gestiona. En condiciones normales el líder es Primož Roglič. Ese tío que gana cuando no está Tadej, el que pastorea las Vueltas de septiembre (y octubre) sin más problemas que saber dónde pegará su próxima hostión. Pero el Tour... ay. Digamos que parece última oportunidad, y todo pinta a que no tacha en el palmarés. Su Grande Boucle era la de 2021, pero entre que el equipo amarró carrera como si llevase 17 minutos de ventaja, y que el chavalín se mostró como una roca... La dimensión de Roglič cara al Gotha ya ha trascendido sobradamente, así que, quizá, en este Tour podría salir a probar cosas distintas. Que uno nunca sabe...

Porque parece que lleva espaldas cubiertas. Bien cubiertas. Por van Aert fijo, porque van Aert nunca falla. Sepp Kuss... en fin, caminará loquísimamente cuando entre en fugas y mucho menos, oh, sorpresa, si toca trabajar. Y luego llega el otro líder. Que yo, qué quieren, tendría asunto más claro, pero así me lo venden. Jonas Vingegaard. Danés. Segundo el año anterior, aquellos tres minutos en el Ventoux que muchos se ponen en bucle. Objetivamente... pues tiene credenciales. Pero, no sé... a mí me cuesta verlo. Cierta sensación... blandita. Cabeza, más que nada. Que en el Delfinado (otro abrazo fuerte, esta vez para Antonio) iba codo con codo junto a su líder, los dos subiendo sin nadie (muy) cerca, y el tío metió tubular en césped. Que tiró a dos paisanos durante la Itzulia... en etapas distintas. Cuando vio despegar a Tadej en Monte Carpegna (el Carpegna le bastó) anduvo más preocupado por gestos que por intentar seguirlo o minimizarlo. Detalles. Me cerrará la boca, y no tendré problema alguno (porque soy un bocazas consecuente) pero a priori me cuesta...

placeholder Van Aert, en una de las pruebas previas a que comience el Tour de Francia.(Reuters/Gonzalo Fuentes)
Van Aert, en una de las pruebas previas a que comience el Tour de Francia.(Reuters/Gonzalo Fuentes)

Escasez de ilusión para el aficionado

Debajo de eso... el horror, el horror. No hay ni un solo ciclista de entre los otros 173 que ilusione cara a la general. En teoría Vlásov llega con un año chulo, y parece haber pillado galones, y está en un equipo donde andan todos mogollón (estas cosas que ocurren a veces en las bicis), pero resulta difícil sacudir una imagen de tonos grises en la retina de quien mira. Vendería a su primogénito, el traje del Toho firmado por Mark Lenders y los cromos de la Liga 92/93 (Dertycia esplendoroso) por un podio en París. ¿O'Connor? Supongo que está usted vacilándome, joven. Otro que mostró buen ritmo en Dauphiné, pero difícil evolucionar tanto como para... ¿Jack Haig? En serio, dónde está la cámara oculta. ¿Guillaume Martin? Al menos entrará en escapadas, y podrá acostarse pensando que su particular imperativo categórico ciclista (ataco como si mis ataques pudieran convertirse en ley universal) le vendría muy bien al Tour. ¿Daniel Felipe Martínez, Geraint Thomas, Adam Yates? Majísimos todos, páseme sus teléfonos y quedamos para irnos a echar un quinito. Bueno, el de Yates puede quedárselo, que parece un sosainas.

Queda Enric Mas, que está en un párrafo aparte por aquello de que ustedes vienen buscando hostias. A él y al equipo. Otro que parecía haber mejorado esta primavera, otro que no puedes decir "vale, bien, es cierto", por aquello de las caídas. En condiciones normales... entre los cinco, seguro. Posibilidades de podio si se alinean astros. En cuanto a Movistar... acude al Tour con el peor conjunto, en nombres, desde 1986, o así (no me vale Miguel Induráin, que andaba jovenzuelo). Sus posibilidades son optimistas como el futuro de Cimmeria...

placeholder Enric Mas, en una prueba de 2021. (EFE/Atienza)
Enric Mas, en una prueba de 2021. (EFE/Atienza)

Precisamente un retorno desde 1986 (la nostalgia ochentera está muy de moda... al menos la nostalgia de los 80 en Massachusetts, porque los palos en callejones oscuros por parte de yonquis sin dientes no los reivindica nadie... aún) se presenta como caramelito grueso en los perfiles del Tour. Granon, claro, que llegas allí después de trepar Galibier por su cara norte. Mito. Ay, qué de historias. En Granon solo una, pero mayor, con Chozas ganando, Lemond arrebatando el jaune a Hinault (ummm, otra vez Bernard) y Zimmermann pensando que, oye, igual si adelgaza otros 14 kilos, puede estar él ahí...

Pasa que la Grande Boucle siempre es un poco parecida, ¿no? Recorridos, aclaro. Bueno, en los últimos años tiene cronos de vergüenza, lo que es novedad (antes aquí se dirimía quién era el puto amo del asunto), pero quitando eso... Lo de 2022 viene variado, ojo. Salida danesa, y peligro por el viento. Luego igual nada, pero que puedan montarse abanicos siempre te pone un poco tontorrón las mañanas de julio. Después adoquines, que también ilusionan. Normalmente, no sale lo de 2014 (o aquella distopía asalvajada de 1983, con ciclistas perdidos en cunetas y no encontrados nunca más), pero el terreno tiene una pinta fenomenal, y quitarles excusas a los protagonistas ya es suficiente motivación.

Y luego la montaña. Que está bien, la montaña. Bastante chula, la montaña. Le faltan kilómetros, a la montaña. A la alta. La media tiene pinta de sí, pero no, como suele suceder en el Tour (ojo, que cuando sale sí es el sí más exultante en años, es un sí de sábado adolescente). Pero hablábamos de la alta. Con sus picachos, sus Alpe d´Huez, sus Croix de Fer, sus Hautacam, sus Peyragudes, sus Aubisque. Una base bien cuca, pero... la etapa de montaña más larga (que es la menos exigente) llega a los 178 kilómetros... De entre el resto hay otras tres por debajo de los 150 kilómetros, otra que clava cifra y la de más allá (subiendo Bourg d´Oisans por 21 paellas) llega a los 165... Vamos, que falta fondo. Y quizá algo de dureza en determinados momentos. Desgaste. Puertos donde no se ataca, pero suman sus 1000 metros más de desnivel, sus otros 40 kilómetros en la etapa, su hora y media adicional encima del sillín. Decía Fignon que el ciclismo es un deporte hasta los 200 kilómetros y otro muy distinto cuando se pasa la barrera... En este Tour solamente veremos, cuesta arriba, una de esas dos posibilidades.

Que, oigan, son los tiempos que hay. 'O tempora, o mores', y a ti te encontré en la calle. Qué vamos a hacerle, estamos condenados a la desaparición, absorbidos por un tsunami de competiciones con globos, anormales boxeando y vídeos en el Instagram haciendo el idiota sobre la bici y tráfico abierto. Yo, que soy adaptable (aunque de natural gruñón), intentaré disfrutarlo todo lo que pueda. Por mucho que le falte épica, por mucho que vayamos de la mano, chu, chu, chu, hasta el último kilómetro. Algo se nos ocurrirá para contarles. No descarten nada. Tengo en mente a Stephen King, a Peio Ruíz Cabestany y la batalla de Agincourt, todos aquellos ingleses combatiendo con el culo al aire. Eso que recuerde, algo más habrá.

Por aquí andaremos...

Estamos en 1980.

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