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Por qué Froome es el espejo de Nadal y el tenista español amenaza con ensuciar su legado
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Marcos Pereda

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Por qué Froome es el espejo de Nadal y el tenista español amenaza con ensuciar su legado

El tenista español trata de recuperar un nivel en la élite del tenis que ya queda muy lejano. Como Froome, Nadal empieza a arrastrar su enorme carrera por las pistas de todo el mundo

Foto: El español, en uno de sus entrenamientos. (EFE/Darren England)
El español, en uno de sus entrenamientos. (EFE/Darren England)

Ustedes quizá no lo saben. Supongo que sí, pero igual les ha pillado este mes con cosas, un par de cumpleaños y organizar siete mudanzas. De lo contrario sabrían sobre el Tour de Ruanda. Ustedes igual no lo saben, pero en febrero se corrió el Tour de Ruanda. Y allí pedaleaba Chris Froome. Chris Froome con su equipo. Actuación destacadísima, para lo que vienen siendo sus últimos años.

Vigésimo séptimo en la general (justo por delante de Metkel Eyob), alguna etapa rondando los veinte mejores, valioso segundo puesto en la crono por equipos inicial. Vale, ese día Chris se descolgó de sus colegas, los que llevan su maillot, pero qué vas a pedirle a un cuatro veces ganador del Tour, al quinto corredor de la historia con más Grandes. Ah, en Tirreno volvió a su espacio en el grupo... el 116 en prólogo, dos veces séptimo por la cola, muy mejorado en la cuarta etapa, donde entró entre los 100 mejores. Por los pelos, que fue nonagésimo noveno, pero entre los cien mejores. Después caída, rotura de escafoides y peligra el quinto Tour.

Ustedes igual no lo saben, porque apenas sale en los periódicos, pero anda Rafael Nadal (Don Rafael Nadal Parera Primero de España y Quinto de Alemania, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, conquistador de Turquía y sus clínicas, más cojones que el hijo que tuvieron Hernán Cortes y Francisco de Pizarro, o eso cuentan en X) apachuchao. Parece poca cosa, no se preocupen. Que ni andar, ni andar.

placeholder El español no sale del pozo. (EFE/Jono Searle)
El español no sale del pozo. (EFE/Jono Searle)

Vamos, se nos trae el mozuco unos cuantos meses de "parón", y ahora ha renunciado a otro torneo de esos con nombres cool, y ya dice que para Roland Garros, en Roland Garros estoy, fijo, declara el titán manacorí con una ceja altísima, una ceja enarcada como los arcos de Chartres, una ceja donde puedes meter todas las dudas del universo. No sé.

Cuesta mucho despedirte de un trabajo "fácil"

Tercer punto. Historia personal, advierto. Sería por principios de siglo. Igual 2005, o así. Jugaba la Gimnástica de Torrelavega (decano del fútbol cántabro y equipo de mi muy ilustre ciudad) contra la Cultura y Deportiva Leonesa, que es el equipo con nombre más a-co-jo-nan-te del fútbol español. También les digo, cultural ni idea, pero aquello de deportivo tenía poco, porque la Segunda B... Y eso, que era el partido por la tarde (o igual no, igual era a la hora del vermú), y andábamos con marea alta cuando sucedió.

Justo enfrente (de aquellas sentábamos culitos en piedra dura y fría) se puso a calentar Roberto Fresnedoso. Sí, ese, el del Atlético de Madrid, el que sumará, ¿cuántos?... ¿200 partidos en Primera? Pues ahí estaba, el tío, chupando mal tiempo y penurias. Uno del grupo, cuyo nombre omito por pudor, bajó hasta donde estaba Fresnedoso. Digamos que el mozo llevaba dos blancos más de los necesarios, y le dio una chapa bien gorda a Roberto. Pero gordísima, eterna, épica.

placeholder Roberto Fresnedoso y Julio Salinas, en un partido de exhibición en el Vicente Calderón. (EFE/Mariscal)
Roberto Fresnedoso y Julio Salinas, en un partido de exhibición en el Vicente Calderón. (EFE/Mariscal)

De buen rollo, no piensen en faltas de respeto o cosas así, siempre fuimos muy educaos. Pero que qué tal, que cómo era Penev, que si a Kiko le entendía al hablar... esos asuntos. Fresnedoso mascullaba sonrisas y dejaba que vagase su mirar por el horizonte. ¿Qué haces aquí?, parecía decirse. ¿Qué necesidad hay?, me decía yo. ¿Qué necesidad hay? Digamos que eso, el no retirar cuando toca, es algo muy típico del deportista. Es que... joder, a ver quién cierra los ojos si te ofrecen viajes por todo el mundo y montañas de billetes por hacer un trabajo "fácil".

Humillaciones por dinero

El problema es cuando la imagen se arrastra demasiado (al menos desde fuera... ellos estarán contentísimos con sus montañas de billetes). Ni siquiera creo que sea solo por pasta, no. Volver a ser el que fui, vencer al tiempo, la íntima convicción de que antes éramos mejores y a los de ahora podré domeñar. O la siguiente vez. O la siguiente... Sumen a quienes no saben hacer otros asuntos y se enclaustran en pelotitas y maillots... y quienes, estos sanísimos, deciden continuar para no marcharse de golpe, porque les gusta y les divierte.

¿Arrastran ellos currículums? Pues igual sí, pero yo les doy otro aire, porque me parece más digno (más digno dentro de la certeza que palpita endógena a estos párrafos... y es que no soy nadie para decir qué es digno y qué no). Digamos que hay deportes donde está a la orden del día. Lo de no retirarte bien, regresar, que te humillen, decir "la próxima vez sí", "la próxima vez guay".

placeholder El púgil volverá a pelear en el futuro. (Reuters/Ahmed Yosri
El púgil volverá a pelear en el futuro. (Reuters/Ahmed Yosri

Miren el boxeo (allí no solo te humillan, también llevas hostias). Ali terminó dando pena, Tyson terminó dando pena, hay muchos que volvieron para dos o tres combates fanegados y con más sudor que Pablo Motos en una entrevista a Irene Montero. Hay muchas pelis, sobre el asunto (sobre los boxeadores, de Pablo Motos aun no hicieron).

El duro ejemplo de Chris Froome

Alguno, mal pensado, extenderá este "no saber irse" al universo wrestling, donde nadie está totalmente retirado hasta... en fin, hasta que lo entierran (y con Mark Calaway ni eso). Pero es que aquí cuenta el entertainment, el teatrillo, y tú puedes dar ascopena mientras repartes golpes en pecho (tipo Ric Flair, se le movían las lorzas colgantes que daba gusto) pero, a la vez, sacarte una actuación buenísima (tipo Ric Flair). Así que nada, excluidos los wrestlers, y quien critique a Ric Flair se las verá con mis puños (o con mis invectivas en X, lo que me venga mejor esa tarde).

Volvamos al caso de Chris Froome. Chris Froome, colega, que juega partiditas a la flor con Johnny Hooker y Henry Gondorff. Y les gana, les gana haciendo la trece. Chris Froome, que lleva sableando al equipo con nombre israelí desde 2021. Al principio te vendían ese rollo de "a por el quinto", después directamente lo mandan a carreras mierders y le meten pellizquitos de monja (perdón, de rabino) cada vez que hay oportunidad. Y él, nada. Sonríe, dientes, dientes, que es lo que les jode.

placeholder Chris Froome, durante una competición. (EFE/Roberto Bettini)
Chris Froome, durante una competición. (EFE/Roberto Bettini)

Hace unos mesucos dijo Froome haber encontrado el origen de sus malos resultados... sí, que llevaba el sillín desviado tres centímetros. Tres centímetros. Si usted no anduvo nunca en bici le parecerá poco. Si alguna vez subió a cualquier velocípedo estará riéndose. Cemento armado, en resumen. Dejando fuera la muy extraña trayectoria vital de don Christopher Froome (expulsado de un Giro por remolcarse con Barloworld, a las puertas del despido en SKY hasta la Vuelta 2010, lustro con dominancia tipo "campeón legendario", lesión gravísima, retorno a niveles de gregario en Puertas Mavisa) uno debería preguntarse ¿por qué? Bueno, vale, porque está sablando una morterada muy gorda, una morterada de dimensiones galácticas, una morterada como para comprar el Castillo de Grayskull y decorarlo a su gusto.

Arrastrar tu legado

Pero... en fin, nunca se vio un grande (miren el palmarés... grande, grande) arrastrándose de esta forma. En el último lustro no ha olido más que el pelotón de los sprínters. Y, aun así, le cuesta. Qué necesidad hay, pero qué necesidad... No te diré yo que fuese Chris a dejar legado con el que hacer libros y abrir cuentas de Instagram (o igual sí, hay gente pa to) pero traía currículum sobrado para retirarse y pontificar. Ahora pontificará igualmente (para esto Youtube es un semillero), pero igual alguien (igual alguien algún día, de alguna forma) le recuerda que, oye, Chris, menudo butrón estás haciendo, ¿eh?, colega, que cobras a nivel top y tienes menos nivel que un Cifras y Letras con Joaquín Sánchez y Mario Vaquerizo. Ay.

Y luego está Rafa. Rafita Nadal, que dejó de ser Rafita hace década y pico y ahí continúa, el paisano. Lleva Rafa un par de añucos que renquea como Prosinečki tras jugar el Seis Naciones, pero no se rinde. No está en su forma de pensar, no tiene esa software instalado. Igual no siente una pata, y cualquier día se le cae un pie en el entreno, pero tira, alimentando las esperanzas de muchos tuiteros de bien que llevan a Clint Eastwood en su foto de perfil (también las de otros, pero quería meterme con esos tuiteros de bien que llevan a Clint Eastwood en su foto de perfil).

placeholder El español está machacado por las lesiones. (Reuters/Miquel Borras)
El español está machacado por las lesiones. (Reuters/Miquel Borras)

El problema con Rafa Nadal no es que persiga un imposible (un imposible, ojo, que en caso de conseguir entraría en las mayores gestas deportivas de la historia), y tampoco es problemático que lo haga a costa de su físico y su salud. No... lo jodido es el otro asunto. El otro. La reflexión, el humus de ética. Ese individualismo tan exacerbado que te empuja a creerte insustituible, que te empuja a creerte ineludible. Inevitable, como el Titán Loco. Otrosí, que te tomen como ejemplo. Servidor piensa que Rafa Nadal es, en estos últimos años, un ejemplo malísimo, horrible.

Nadal se está apagando

Servidor piensa que los niños deberían fijarse en este final de Rafa Nadal para no imitar nada de lo que en él concurre. No tienes que jugar con dolor, no tienes que sobrepasar tus límites, no tienes que perseguir siempre un "más, siempre más" que no aporta por encima de lo que ya ganaste. No tienes, no. Y vendernos la idea tiene trasfondo jodidillo, oigan. Porque cada uno, en su "leyenda", está perfectamente facultado para decidir cuándo parar, para llegar al hito donde acaban sus límites, no hay nada mejor o peor en elegir tal o cual momento. Vean que no es una crítica directa a Nadal (él sigue marchando hacia ese hito), sino a quienes hagiografían el martirio.

Ojo, no es el único, eh, no es el único. Quizá su caso es más evidente, porque tiene pinta de jugar-caminar-vivir entre dolores solo por ese ahínco vacuo, pero hay más. Deportistas que no supieron decir ogvuag, ahí se quedan, me voy a comprar una máquina de petacos y a disfrutar de mi tiempo. Aquí tendríamos que citar al bromigo de Nadal, ese Roger Federer que se arrastró un par de añucos por las pistas de medio planeta, con los bolsillos rebosando billetes, un reloj bien guapo y más contratos de publicidad que Madonna en 1988... pero es que tampoco vamos a insistir mucho sobre el particular.

placeholder Nadal, en una imagen de archivo. (Reuters/Kim Kyung-Hoon)
Nadal, en una imagen de archivo. (Reuters/Kim Kyung-Hoon)

¿Saben? Rafa no es el único monumento de la Hispanidad que alargó demasiado su carrera. Miren a Andresito Iniesta, Iniesta de mi vida, pero tira alguna vez, Iniesta, coño, tira alguna vez, que no te vas a lesionar. Y eso, que Iniesta se piró hasta el Sol Naciente para jugar unos añucos en el Vissel Kobe, llenarse bolsillos y después embarcar rumbo a los Emiratos Árabes por... en fin, por más dinero, porque allí no creo que venda sus vinos.

A lo que les iba, que Andrés estuvo a punto de bajar a segunda en Japón, y ya me dirán ustedes qué necesidad tiene Andrés Iniesta de pelear por no descender en Japón. Apunte: también campeonó con el Vissel. Segundo apunte: más mérito tiene que no bajasen en su año "malo", porque durante nueve encuentros los dirigió M.A.L.O (Miguel Ángel Lotina Oruechebarría), y eso es un hándicap difícil de superar, oigan.

placeholder Iniesta todavía no se ha retirado. (Reuters/Issei Kato)
Iniesta todavía no se ha retirado. (Reuters/Issei Kato)

Pero lo de Iniesta (y lo de tantos temporeros por México, Arabia, Florida y similares) parece otra cosa. Pastones, sí, pero es más como si estuvieran fuera de sitio. Lo que duele de Froome y de Nadal es que ellos intentan volver al nivel selecto que tenían antes (bueno, Nadal más que Froome), y eso es una utopía. Ver a Jordi Alba en Miami es como cuando Magic jugó unos partidillos en Suecia con ese equipo que se había comprado (M7 Borås, se llamaba... Magic le puso Magic M7 en un alarde de inmodestia y, seamos serios, visión comercial, porque M7 Borås suena a bruto mecánico en Mazinger Z).

Es un "Solteros contra Casados" con glamour (o sin él, que he visto yo "olteros contra Casados" nivel la Superliga esa de Florentino). Los otros es que quieren retornar al sitio donde estuvieron... hace tanto. Quizá el problema es no reconocer cuando tu tiempo pasó. Por las lesiones, las caídas, el paso de años y años. Fatiga física y mental. Pero ellos se sienten capaces (ya que siempre lo fueron) y se sienten imprescindibles (que, a veces, lo llegaron a ser). Norma Desmond en pantalón corto, Bela Lugosi con bici además de capa.

El crepúsculo llega hasta para los dioses. Aunque ellos no lo quieran reconocer.

Ustedes quizá no lo saben. Supongo que sí, pero igual les ha pillado este mes con cosas, un par de cumpleaños y organizar siete mudanzas. De lo contrario sabrían sobre el Tour de Ruanda. Ustedes igual no lo saben, pero en febrero se corrió el Tour de Ruanda. Y allí pedaleaba Chris Froome. Chris Froome con su equipo. Actuación destacadísima, para lo que vienen siendo sus últimos años.

Rafa Nadal Chris Froome
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