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'Dream Scenario': un Nicolas Cage de Oscar contra la cultura de la cancelación
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'Dream Scenario': un Nicolas Cage de Oscar contra la cultura de la cancelación

Se estrena en salas uno de los mejores papeles de Nicolas Cage en los últimos años, una fantasía tragicómica y extraña que satiriza la obsesión por la fama, por no ser normales, de la cultura contemporánea

Foto: Nicolas Cage es Paul Matthews en 'Dream Scenario'. (Vértigo)
Nicolas Cage es Paul Matthews en 'Dream Scenario'. (Vértigo)

Nicolas Cage posee una extraña cualidad inhabitual entre las grandes estrellas de Hollywood -porque es una gran estrella de Hollywood-: o bien la falta absoluta de ego o bien un exceso de ego tal que le permiten entregarse a una desvergüenza y a una libertad interpretativa de la que ningún otro actor es capaz. Por mucho que adelante su mandíbula inferior, empapuce sus carrillos y arrastre las vocales para su papel del avieso chófer Ernest Bukhart en Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio no puede esconder tras su interpretación de gañán esa autosuficiencia de quien levita por encima de los demás, de quien respira síes y cumplidos, de quien observa desde un perpetuo plano picado al resto de los mortales, tan prescindibles, tan intercambiables, tan carentes de telegenia natural.

Tampoco puede ocultarla, por mucha prótesis bajo la que se parapete, Bradley Cooper, aunque deforme los pómulos que sujetan sus ojos aguamarina en cada una de las muecas espasmódicas con las que ha conseguido su nominación al Oscar por Maestro. Ni siquiera Paul Giamatti, quien a pesar de su apariencia poco canónica -dentro de los términos y condiciones de la industria estadounidense-, mantiene esa pose de intelectualidad profunda, vieja, europea, que tanto deslumbra al público estadounidense y que tan bien exprime en Los que se quedan, de Alexander Payne, papel por el que también está nominado al Oscar.

Foto: La cara de Nicolas Cage entre la multitud en el estreno de 'Dream scenario' en Toronto. (EFE/Eduardo Lima)

No, ninguno de ellos tiene la capacidad de Nicolas Cage de desprenderse de esa arrogancia subcutánea de años de endogamia y autocomplacencia y de mostrarse como la persona más patética y grimosa sobre la faz de la tierra. De convertirse en un gusano insignificante y flatulento capaz de conectar de túa tú, a la altura de los ojos, con las miserias que todos guardamos dentro, en lo más profundo, en una versión exclusivamente privada de nosotros mismos, la que secretamente disfruta oliendo las pelotillas de los pies, comiéndose las costras de las heridas o vaya a saber cada uno con sus filias ocultas. Y luego, Nicolas Cage vuelve a ser Nicolas Cage.

Un actor versátil que llena de dignidad y de ternura a sus personajes, que ha sido capaz de reinventarse después de una larguísima travesía por el desierto de las malas decisiones financieras y que ha convertido en un género en sí mismo un tipo de películas de naturaleza marginal a las que ha conseguido llevar a primera línea: entre la mucha morralla para saldar deudas que puebla su última filmografía encontramos películas de culto -nada obvias en un primer vistazo de guión- como Mandy (2018), de Panos Cosmatos, Color Out of Space (2019), el esperadísimo regreso de Richard Stanley -prácticamente desahuciado tras el fiasco de La isla del Doctor Moreau (1996)- o la muy sorprendente y porcina Pig (2021), la ópera prima de Michael Sarnoski.

placeholder Otro momento de 'Dream Scenario'. (Vértigo)
Otro momento de 'Dream Scenario'. (Vértigo)

Y a esta segunda categoría pertenece Dream Scenario, del noruego Kristoffer Borgli, una de las películas más sorprendentes, ingeniosas, originales, inesperadas, agudas y clarividentes del último año, injustamente ignorada por los premios -sólo consiguió la nominación al Globo de Oro para Cage-, pero que siempre ostentará un lugar privilegiado entre esas grandes películas alquímicas que nadie ha pedido, que nadie se espera, que se salen del álgebra de la industria: X director + Y protagonista + Z presupuesto = N nominaciones. Eso sí, con el empuje de A24, una de las productoras independientes con más músculo del momento, de por medio.

Entre la sátira social, el terror fantástico y el drama, Dream Scenario salta de un género a otro de manera imprevisible pero fluida como una eyaculación precoz -no es una metáfora baladí- a través de la serie de sucesos que le acontecen al protagonista, Paul Matthews (Nicolas Cage), "un don nadie de manual", un tipo con facha de registrador de la propiedad. Matthews no trabaja detrás de una ventanilla, sino que es profesor en una universidad pequeña, en la que imparte una asignatura relacionada con los comportamientos sociales de los animales. El personaje de Cage es tan insignificante que provoca la ternura y la protección instantánea hacia el perdedor congénito. Tiene una cara de lo más anodina -¡Cage consigue que su rostro, tan particular y coppolesco, sea de lo más insípido!-, una forma de vestir algo curil y una manera de expresarse de quien ha tenido que aprender a reírse los chistes él solo.

Paul tiene una vida normal, con una mujer que lo quiere, unos hijos a los que más o menos soporta, unos alumnos que se duermen en sus clases, un círculo de amigos prácticamente inexistente. Un hombre feliz en su conformidad, con una vida plácida, sin sobresaltos. Pero, en su fuero interno, hay una micronésima ascua de ambición: lleva años queriendo escribir una tesis -de la que, por supuesto, no ha escrito ni una página- sobre la "antelligencia" (un juego de palabras entre ant, hormiga, e inteligencia), en lo que cree que es un descubrimiento que puede catapultarle el reconocimiento. Porque todos queremos que nos reconozcan y que nos admiren, que son los primeros pasos hacia el amor. Y hacia el amor propio.

placeholder La película arranca con un sueño, el de la hija de Paul. (Vértigo)
La película arranca con un sueño, el de la hija de Paul. (Vértigo)

La película arranca con un sueño, el de una de las hijas de Paul. Paul rastrilla hojas en el jardín de su casa en lo que parece un día normal y corriente hasta que las llaves de casa, primero, empiezan a flotar, y la hija de Paul las sigue, después. Los grandes gurús del guión advierten que relatar los sueños de los personajes en una película es o bien una pérdida de tiempo o un recurso fácil. Pero aquí los sueños forman parte de la trama y adoptarán una importancia radical cuando Paul descubra que no sólo su hija sueña con él, sino que hay mucha gente en todo el planeta a la que Paul se les aparece en sueños. De repente, observando, como parte pasiva de una psicosis onírica colectiva. El objeto vigilante.

A partir de esta premisa tan inusual, Dream Scenario traza una parodia de una sociedad obsesionada con la fama y el culto a las celebridades, que no son otra cosa que gente famosa por ser famosa. De cómo se explota la imagen de una persona, se viraliza, se memefica y se escapa del control de la propia persona. De cómo hoy la persona se convierte en personaje y deja de ser dueño de su propia narrativa dentro de un relato colectivo que se asemeja al de las ficciones que reconfiguran, reordenan y releen la realidad. Si los mitos se escribieron para ayudar a comprender el mundo, hoy la lectura del mundo reproduce los esquemas simplificados de la ficción.

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Otro momento de 'Dream Scenario'. (Vértigo)

Paul se deja seducir por el interés repentino que despierta no ya entre sus alumnos y sus conocidos, sino en la masa. Y en un sistema mercantilista, enseguida aparecen quienes quieren aprovechar la popularidad de Paul para sus intereses económicos. En este sentido, Dream Scenario hace un guiño a aquel capítulo de Futurama en el que los anunciantes habían conquistado la última frontera: el espacio publicitario de nuestros sueños. Un tratado fabuloso y fabulístico sobre la vanidad, el éxito y la cultura de la cancelación a través de un guión preciso y brillante en el que Kristoffer Borgli encuentra constantes analogías fuera de la convención, siempre una vuelta de tuerca más allá, siempre con un poso tragicómico y con Cage, de nuevo, abrigando de humanidad lo que cualquier otro hubiese disfrazado de caricatura.

Dream Scenario está llena de ideas, de tropos, de anticipaciones, de trampas, pero, sobre todo, de personajes tridimensionales, imperfectos y contradictorios. La película contiene una de las escenas más desopilantes de los últimos años, una secuencia antierótica que demuestra lo difícil que es para la realidad competir con una fantasía sexual, pero también contiene una de las escenas más desoladoras cuando el personaje se da cuenta de que su realidad pedestre es siempre mejor que un triste espejismo.

Nicolas Cage posee una extraña cualidad inhabitual entre las grandes estrellas de Hollywood -porque es una gran estrella de Hollywood-: o bien la falta absoluta de ego o bien un exceso de ego tal que le permiten entregarse a una desvergüenza y a una libertad interpretativa de la que ningún otro actor es capaz. Por mucho que adelante su mandíbula inferior, empapuce sus carrillos y arrastre las vocales para su papel del avieso chófer Ernest Bukhart en Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio no puede esconder tras su interpretación de gañán esa autosuficiencia de quien levita por encima de los demás, de quien respira síes y cumplidos, de quien observa desde un perpetuo plano picado al resto de los mortales, tan prescindibles, tan intercambiables, tan carentes de telegenia natural.

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