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'Maestro': el gran autohomenaje con el que Bradley Cooper busca desesperadamente el Oscar
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'Maestro': el gran autohomenaje con el que Bradley Cooper busca desesperadamente el Oscar

Bradley Cooper dirige su segundo largometraje, que también protagoniza, con el que busca revalidar su carrera hacia el Oscar con tanto ahínco que resulta hasta doloroso de ver

Foto: Bradley Cooper, en su interpretación de Lenny Bernstein. (Netflix/Jason McDonald)
Bradley Cooper, en su interpretación de Lenny Bernstein. (Netflix/Jason McDonald)

Hay películas que nacen de las vísceras, a contracorriente, como actos suicidas de enajenación colectiva, y películas que nacen desde el ego, desde la amplificación del "yo", como operaciones de marketing que ceban ese leitmotiv contemporáneo de que uno —usted, yo, Bradley Cooper— es su propio producto. Maestro —que se estrena esta semana en salas y el 20 de diciembre en Netflix— pertenece a la segunda categoría. Con Clint Eastwood nonagenario, se prevé un gran hueco a cubrir en el futuro, el de la gran estrella de cine reconvertida en un cineasta y autor más grande todavía, y Bradley Cooper se está postulando con una evidencia y una insistencia que atraviesan de principio a fin Maestro, su segunda película como director y la esperable —para él— consagración tras la sorpresa que supuso su debut en 2018 con Ha nacido una estrella. Maestro será una de las películas del año, de los Oscar y de los Globos de Oro, pero llega al público tan solo un año después de Tár (2022) y sin la elegancia, la sutileza, la profundidad y la inteligencia del thriller ambientado en las bambalinas del mundo de la música sinfónica propuesto por Todd Field.

Cooper, apellido aparte, representa uno de los últimos galanes de herencia clásica y demuestra mayor interés por emular a Sinatra en un número de baile de Un día en Nueva York (1949) que en enfundarse unas mallas de colores frente a un croma verde. Estrenada en el Festival de Venecia, Maestro es el homenaje de Cooper a ese Hollywood clásico a través de la figura de Leonard Bernstein, uno de los compositores de musicales y directores de orquesta más populares del siglo XX —autor de la partitura de West Side Story (1961)—, pero, sobre todo, un autohomenaje ambicioso e involuntariamente grotesco en el que cada decisión de dirección se desliza de la grandilocuencia a la parodia. Toda la frescura y la sinceridad que transmite Ha nacido una estrella se pierde en un biopic en el que el protagonista está más interesado en la imitación esperpéntica en algunos momentos— que en llegar a conocer un personaje atravesado por el choque de sus contradicciones: la necesidad de estabilidad, orden y disciplina, por un lado, y la búsqueda de la libertad y la negación de las convenciones, tanto en su faceta como creador como en su vida personal.

La primera y obvia decisión equivocada de Bradley Cooper es la de construir a su personaje con base en una cantidad ingente de prótesis en el rostro que distancian al espectador de un protagonista artificioso tanto interpretativa como estéticamente. Maestro inicia su narración en los albores de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, con un Bernstein veinteañero y entusiasta que comienza su carrera y al que, desde el primer momento, se le reconoce el genio musical. El exceso de prótesis de látex quizás sea el último culpable de una interpretación exagerada y bufonesca con Cooper intentando que su expresividad no quede enterrada entre capas de plástico. A medida que avanza la edad del protagonista aumenta proporcionalmente la cantidad de maquillaje utilizado, llegando al paroxismo en el clímax de la película, en el que Cooper reproduce la dirección de Bernstein de la Segunda sinfonía de Mahler en una iglesia. La gran gestualidad de Bernstein era uno de sus sellos de identidad, pero Cooper lo amplifica hasta tal punto que quien escribe llegó a preguntarse si no se encontraba ante Joaquín Reyes interpretando a Bradley Cooper interpretando a Leonard Bernstein.

placeholder Carey Mulligan y Bradley Cooper, en 'Maestro'. (Netflix)
Carey Mulligan y Bradley Cooper, en 'Maestro'. (Netflix)

Lo más interesante de la propuesta de Maestro es esa dubitación del personaje de Bernstein respecto a su propia naturaleza. Nacido en Massachusetts a finales de la Primera Guerra Mundial en una familia de inmigrantes procedentes de la entonces recién nacida Ucrania, judío en una época de antisemitismo generalizado —también en Estados Unidos, tanto que le propusieron cambiarse el apellido a Burns—, el personaje dibujado por Cooper pivota sobre todo alrededor de su dilema sexual: un hombre que se siente atraído mayoritariamente con hombres, pero que encuentra la estabilidad familiar con Felicia Montealegre, actriz de teatro chilena-costarricense interpretada por Carey Mulligan, que va encontrando a su personaje a medida que avanza la trama y que también adapta su interpretación a la forma de actuación de cada época —más artificiosa en el Hollywood clásico, más contenida a partir de los años sesenta—.

Cooper está mucho más interesado en las dinámicas de la pareja, en la historia de amor —en la que ella es consiente de las aventuras homosexuales de su marido mientras sean discretas, frente a ella, a su familia y a la opinión pública—, que en la relevancia de Bernstein en la construcción de la identidad estadounidense a través de la cultura pop. Aunque el director se esfuerza en dar tridimensionalidad y presencia al personaje de Felicia, no consigue acercar a un personaje que va perdiendo la luz y la alegría cuanto más crece la sombra del Bernstein artista sobre ella y cuanto menos deseable y deseante se siente como mujer.

placeholder Otro momento de 'Maestro'. (Netflix)
Otro momento de 'Maestro'. (Netflix)

En Maestro, rodada en 35 mm, el director elige identificar la relación de aspecto de la imagen con el nivel de constreñimiento del personaje de Bernstein: en los años cuarenta y cincuenta, Cooper opta por una ratio de cuatro tercios en blanco y negro que se abre y se llena de color paulatinamente a medida que Bernstein se libera a sí mismo. La propuesta del director parte de la artificialidad y la fantasía del cine clásico, con espacios irreales y un lenguaje mucho más expresivo que el de las décadas de madurez del compositor.

El problema es que Cooper no llega a posicionarse junto a ninguno de los personajes y se mueve en la ambigüedad en tanto en cuanto los dos acaban representando los estereotipos clásicos de la mujer celosa, severa y amargada y el hombre libertino y desfasado. Además, el director coloca a la familia al mismo tiempo como estructura represiva y salvadora, salvadora de Bernstein de sí mismo. Y acaba siendo complicado empatizar tanto con los personajes como con la propia película. No es fácil saber bien qué es lo que Cooper opina de sus personajes y de su historia, aunque lo que sí queda claro es lo que Bradley Cooper opina sobre sí mismo.

Hay películas que nacen de las vísceras, a contracorriente, como actos suicidas de enajenación colectiva, y películas que nacen desde el ego, desde la amplificación del "yo", como operaciones de marketing que ceban ese leitmotiv contemporáneo de que uno —usted, yo, Bradley Cooper— es su propio producto. Maestro —que se estrena esta semana en salas y el 20 de diciembre en Netflix— pertenece a la segunda categoría. Con Clint Eastwood nonagenario, se prevé un gran hueco a cubrir en el futuro, el de la gran estrella de cine reconvertida en un cineasta y autor más grande todavía, y Bradley Cooper se está postulando con una evidencia y una insistencia que atraviesan de principio a fin Maestro, su segunda película como director y la esperable —para él— consagración tras la sorpresa que supuso su debut en 2018 con Ha nacido una estrella. Maestro será una de las películas del año, de los Oscar y de los Globos de Oro, pero llega al público tan solo un año después de Tár (2022) y sin la elegancia, la sutileza, la profundidad y la inteligencia del thriller ambientado en las bambalinas del mundo de la música sinfónica propuesto por Todd Field.

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