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La loca historia de Clint Eastwood en España
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La loca historia de Clint Eastwood en España

Mucho antes de convertirse en una figura indispensable del cine de Hollywood, Eastwood rodó en España tres producciones de bajo presupuesto que lo acabaron encumbrando

Foto: Un guardia civil junto a Lee Van Cleef y Clint Eastwood
Un guardia civil junto a Lee Van Cleef y Clint Eastwood

Años antes de ganar su primer Oscar, mucho antes de convertirse en el hombre de la mejor peor mirada, muchísimo antes de que uno de los mejores grupos del pop británico le dedicasen su himno más exitoso, Clint Eastwood era un actor de medio pelo que acababa de recalar -ni siquiera él mismo tenía muy claro cómo- en una España en la que "Franco celebraba los 25 años de paz" como parte de un proyecto liderado por un "director italiano rodeado de problemas económicos hasta pagar las dietas". 'Por un puñado de dólares' (1964), una película muy pequeña -con un presupuesto de unos 24.000 euros- rodada entre Almería, Madrid y los estudios Cinecittà de Roma se postulaba como la cinta que iba a cavar la tumba de la -exigua- carrera cinematográfica de Eastwood. Sin embargo, fue entre las dunas del Cabo de Gata y los secarrales de Hoyo del Manzanares donde comenzó a forjarse la leyenda de el 'Hombre sin nombre' y, de paso, de uno de los actores y directores indispensables del Hollywood moderno.

A finales de los sesenta Eastwood era un actor "joven, guapo, desgarbado, silencioso y mujeriego que se escapaba a 'boîtes' y parrillas los días de libranza en el rodaje burgalés de 'El bueno' (y los otros dos)", relata el escritor y periodista Francisco Reyero en 'Eastwood. Desde que mi nombre me defiende', un repaso a los intríngulis de la producción de los tres 'spaghetti western' que sacaron al actor del ostracismo y lo convirtieron en una estrella: 'Por un puñado de dólares' (1964), 'La muerte tenía un precio' (1965) y 'El bueno, el feo y el malo' (1966). Una intrahistoria reconstruida por Reyero gracias a los periódicos y revistas de la época, pero también a los testimonios de aquellos trabajadores españoles que ayudaron a sacar estos catastróficos rodajes adelante.

Eastwood tenía 33 años cuando Sergio Leone se cruzó en su camino, esa edad en la que un actor que no ha triunfado ve más factible un futuro de saltos entre un trabajo alimenticio que odia y el siguiente a la posibilidad de desfilar sobre la alfombra roja de un festival de cine de provincias. En 1954, el actor había firmado con Universal un contrato de 'stock acting' -algo así como actor en la reserva- por el que cobraba 75 dólares a la semana y que le obligaba a aceptar cualquier papel que se le propusiera. Incluso el de piloto de caza que dispara a una araña gigante en 'Tarántula' (1955). "Estaba a la espera de una película que no llegaba, descartado sucesivamente para uno, otro y otro pequeño papel", compaginando su vena interpretativa con las labores de "limpiador de piscinas, guarda forestal" o lo que saliese.

Por eso, cuando Sergio Leone le ofreció protagonizar una película de bajo presupuesto llamada -en principio- 'El magnífico extranjero', Eastwood accedió. Obviamente, Eastwood no había sido la primera opción de Leone: primero había contactado con Henry Fonda, Charles Bronson y James Coburn, entre otros. Obviamente, la película de Leone tampoco había sido la primera opción para Eastwood, pero sí la única, aparte de la serie de 'cowboys' en la que por entonces actuaba, 'Cuero Crudo', e incluso cantaba. "'La propuesta era una mierda'", dicen que fue su primera reacción tras leer "aquel boceto mal traducido al inglés por un grupo de italianos con poco conocimiento del idioma", explica Reyero. "Del grupo que se aventuró en España, ninguno, salvo el saturnal director, confiaba en tener éxito".

"Nunca había estado en Europa. Esa fue razón suficiente para ir", ha confesado el actor estadounidense en alguna ocasión. Además, el rodaje era la oportunidad ideal de alejarse del lío de faldas que había provocado el cisma en su matrimonio con Maggie Johnson: Eastwood estaba a pocos meses de convertirse en padre junto a su amante ocasional Roxanne Tunis, a quien el intérprete había conocido como actriz secundaria y de figuración poco tiempo antes. Por eso, cruzar el charco y cobrar alrededor de 2 millones de pesetas -13.000 euros- más unas dietas de 2.100 pesetas a la semana -300 al día más el alquiler de un apartamento en la Torre de Madrid- era la mejor perspectiva que se podía plantear. "(Franco estaba en el poder) pero, como extranjero, España me pareció un país bastante simpático", es de lo poco que ha dicho públicamente de su paso por 'la piel de toro'.

Ocean tuvo que vender el negativo de la película a Ízaro Films "por 350.000 pesetas, una vez que ya había sido estrenada con éxito en Italia"

Eastwood no se imaginaba entonces que, quizá, los problemas en casa hubiesen sido menos y más manejables que los que se encontró a su paso por nuestro país. El rodaje estuvo marcado por la "desorganización, los líos y los parones motivados por las tensiones de tesorería": Eastwood llegó a protagonizar varios amagos de abandonar el proyecto a mitad, obligando a Leone a suplicarle que no cogiese un avión de vuelta a Estados Unidos.

"Las jornadas se prolongaban más de diez o doce horas, y los actores estaban locos porque el director, Sergio, dijera: 'Finito por hoy el laboro'", explica Diego Fernández, el hijo del hombre-para-todo de Leone en esos rodajes. "Cuando escuchaban aquella orden, salían todos corriendo para pelearse por el sitio de delante del coche. […] Eastwood iba donde podía. Se sentaba 'alante' si llegaba el primero'". Si no, le tocaba ir atrás apretujado, cargando con el material de los eléctricos. "Él se presentó sin ningún crédito. Era un desconocido actor de televisión, cuando la televisión no tenía el aura del cine", prosigue el libro. Por eso, "no le prestaban atención. Vamos, no le hacían ni caso. Y mucho menos parecía la estrella". Sin contar con que "Eastwood no solía hablar. Ni en inglés ni en ninguna otra lengua". "Volveré a Los Ángeles, fundaré mi propia productora y dirigiré mis propias películas", era lo poco que el equipo le escuchó decir. Nadie se lo creía.

Los problemas económicos de la producción fueron tan graves, que la productora española, Ocean, quebró y salió a subasta tras el rodaje, por lo que tuvo que vender el negativo de la película a Ízaro Films "por 350.000 pesetas una vez que ya había sido estrenada con éxito en Italia". "El último cheque de la última semana de trabajo de 'Por un puñado de dólares' todavía lo tengo en mi casa. Está sin liquidar. Y no sólo sin liquidar, sino que lo llevé a cobrar al banco y los del banco me dijeron que estaba sin fondos. Les pedí que lo protestaran y lo hicieron. Al final, volvió sin cobrarse y encima me cargaron a mí los gastos del protesto", cuenta Julio Sempere, asistente de dirección de la segunda unidad.

Toda la producción estuvo plagada de detalles de lo más cutre. Con Leone y el equipo discutiendo violentamente en italiano un día sí y otro también, con un 'catering' compuesto de sólo un bocata y una pieza de fruta, sin megáfono para dirigirse a los actores desde la distancia, cigiendo equipo prestado de otras producciones que se rodaban por la zona y poniendo en riesgo en más de una ocasión la vida de los protagonistas. Aparte de que para conseguir favores, hubo que tirar de los personajes más extravagantes de la zona: para hacer de doble de Eastwood, contaban por ejemplo con Manolito Vidrié, "que luego fue un gran rejoneador".

"En Almería teníamos como encargado de la figuración a un señor que conocíamos como Juan 'El Gitano'", prosigue Sempere. "Él hacía de intermediario. Nosotros cerrábamos con Juan 'El Gitano' y él pagaba a los figurantes. Tenía una portentosa mano dura, su mejor don. Si cerrabas un trato, tenías que cumplirlo. Yo me llevaba muy bien con él. Pero era mejor llevarse bien , porque si te llevabas mal te podía pasar de todo y cuando digo de todo, es de todo".

Al terminar 'Por un puñado de dólares', Eastwood volvió a su serie y siguió "sin recibir ofertas de Hollywood"

Al terminar lo que al final se acabaría llamando 'Por un puñado de dólares', Eastwood volvió a su serie y siguió "sin recibir ofertas de Hollywood". Ya en Estados Unidos, empezó a escuchar buenas críticas de un 'western' llamado 'Por un puñado de dólares'. ¡Qué bien!, pensó. ¡Al fin y al cabo el 'western' no ha muerto!. Y hasta que no leyó su nombre junto al de la película no cayó en la cuenta de que habían cambiado el título, ni de que la producción había sido un éxito en Italia ni de que se había convertido en una estrella del cine europeo.

Así que, a pesar de haber pasado por un auténtico infierno, el actor volvió a aceptar las dos siguientes propuestas de Leone. Y eso, que la relación entre ellos estaba cada vez más deteriorada. "Es difícil comparar a Eastwood y a De Niro", se despachaba Leone en 1984 en una entrevista a raíz del estreno de 'Érase una vez en América'. "El primero es una máscara de cera. En realidad, si se aborda esta cuestión, incluso se podría decir que no pertenecen a la misma profesión. [...] Eastwood se mueve como un sonámbulo entre explosiones y ráfagas de balas y siempre es el mismo: un bloque de mármol".

Con 'Por un puñado de dólares' convertida en un éxito de taquilla en toda Europa, el nombre y el rostro de Eastwood empezó a ser famoso a este lado del Atlántico, pero no en su país natal, que era lo que a él le importaba. Eso sí, su caché subió de los 13.000 euros de la primera película a los 230.000 más un 10% de los beneficios conseguidos en Estados Unidos de 'El bueno, el feo y el malo'. "Probablemente soy el actor americano mejor pagado de toda la historia de las películas italianas", diría entonces. "Sólo Mastroianni consigue más. Es la primera vez en mi vida que puedo elegir los papeles que me interesa interpretar. Estaba obligado a hacer películas americanas porque Hollywood seguía pensando, por alguna extraña razón, que yo era un actor italiano".

Hollywood seguía pensando, por alguna extraña razón, que yo era un actor italiano

En 1967, cuando el público ya conocía su nombre, firmó su primer gran contrato con United Artists. Leone y él decidieron no volver a trabajar juntos jamás, por desavenencias personales. A partir de entonces nacieron los Harry, los jinetes pálidos y los sin perdón. Nació la estrella y el respetado director de cine. Nació el mito. "Volveré a Los Ángeles, fundaré mi propia productora y dirigiré mis propias películas". Ahora, nadie se lo puede discutir.

Años antes de ganar su primer Oscar, mucho antes de convertirse en el hombre de la mejor peor mirada, muchísimo antes de que uno de los mejores grupos del pop británico le dedicasen su himno más exitoso, Clint Eastwood era un actor de medio pelo que acababa de recalar -ni siquiera él mismo tenía muy claro cómo- en una España en la que "Franco celebraba los 25 años de paz" como parte de un proyecto liderado por un "director italiano rodeado de problemas económicos hasta pagar las dietas". 'Por un puñado de dólares' (1964), una película muy pequeña -con un presupuesto de unos 24.000 euros- rodada entre Almería, Madrid y los estudios Cinecittà de Roma se postulaba como la cinta que iba a cavar la tumba de la -exigua- carrera cinematográfica de Eastwood. Sin embargo, fue entre las dunas del Cabo de Gata y los secarrales de Hoyo del Manzanares donde comenzó a forjarse la leyenda de el 'Hombre sin nombre' y, de paso, de uno de los actores y directores indispensables del Hollywood moderno.

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