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'The Curse': la huella de carbono de la pederastia
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'The Curse': la huella de carbono de la pederastia

Los cómicos Gervais y Chappelle naufragan en sus nuevos monólogos, mientras que la serie 'The Curse' arroja una mirada cruel sobre las buenas intenciones modernas

Foto: Emma Stone y Nathan Fielder, en 'The Curse'. (SkyShowtime)
Emma Stone y Nathan Fielder, en 'The Curse'. (SkyShowtime)

Nos hemos hartado de ver a Ricky Gervais durante este comienzo de año. A finales de 2023, había estrenado su nuevo espectáculo, Armageddon (Netflix), pero fue viral en enero por un discurso humorístico con el que abrió la gala de los Globos de Oro de 2020. Su monólogo era tan gracioso que luego lo ha confirmado la Justicia americana, levantando el secreto de sumario del caso Epstein. “Ha sido un gran año para las películas pedófilas”, dijo entonces. Y también: “Sé que Epstein es amigo vuestro, pero me da igual.” La jueza Loretta A. Preska desclasificó novecientas páginas un tanto aleatorias, pues incluían tanto emails como interrogatorios, y a todo ese papelote se le llamó “la lista de Epstein”, de modo que cualquiera que apareciera ahí nombrado podía ser acusado de pedófilo. Muchos nombres en esos documentos coincidían con muchas caras largas mientras Gervais llamaba a la gente de Hollywood “pervertidos”. Para cerrar por todo lo alto la polémica, Ricky Gervais ganó esta misma semana el Globo de Oro a mejor monólogo de stand up, precisamente por Armageddon. Es una categoría nueva en los Globos de Oro, quizá inventada a toda prisa para ver si Gervais cierra la boca.

Es malillo, Armageddon. Ya a SuperNature llegamos hastiados de chistes de trans y de minusválidos, y en Armageddon Gervais vuelve por la misma linde, finiquitada hace años. El cómico hace más o menos los mismos chistes y comenta la censura y recriminación que recibió en su anterior show por chistes casi idénticos, en una espiral de autocomplacencia y reiteración difícil de respaldar. Luego afirma que va en avión privado a todas partes. Sus chistes sin gracia los cierra siempre con la aclaración de que él es millonario.

placeholder Ricky Gervais en 'Armageddon'. (Netflix)
Ricky Gervais en 'Armageddon'. (Netflix)

En su cuenta de Twitter, sugirió a Dave Chappelle, otro grande de la comedia, que presentaran juntos los oscar. Lo cierto es que no parece una mala idea, dado que Jo Koy, el presentador de este año de los Globos de Oro (un desconocido, prácticamente), fue elegido para esa labor sólo diez días antes de la gala, y únicamente porque nadie más quería presentarla. No sale a cuenta hacer de anfitrión de estos eventos planetarios donde cualquiera se ofende y algunos encima violan niños (presuntamente).

El propio Chappelle estrenó poco después de Gervais y también en Netflix su nuevo monólogo, titulado The dreamer. Como el de Gervais, es de corta crianza, lo mismo de siempre, con especial obsesión con el colectivo trans. Chappelle, además, está como triste, tiene en la mirada una depresión o dos, y eso no ayuda mucho a hacer reír. Con todo, claro, la gente en el teatro se ríe. Siempre es muy gracioso que le paguen a uno veinte millones de dólares (o similar) por decir tonterías.

Así las cosas (así de aburridas), acabé viendo la nueva serie de SkyShowtime, protagonizada por la que va a ser una de las actrices del año (debido a la película Poor things, de Giórgios Lánthimos), Emma Stone. Se titula The curse (La maldición) y trata de cómo hacer daño a los más necesitados mediante el curioso método de querer mejorarles la vida.

The curse

Lo más interesante de The curse es la producción. Acostumbrados a la porcelana, la higiene y la pulcritud de todas las series y de todas las películas, es agradable ver la realidad filmada de forma tosca, feísta y como nebulosa. Es una fotografía sucia, la de la serie, y hay muchos planos tomados desde detrás de cosas (plantas, árboles, señales de tráfico, vasos), con el deseo de emborronar, enturbiar, alejarse de lo perfecto y generar confusión y secreto.

Esto sólo puede ser culpa de uno de los creadores de la serie, Benny Safdie, que tiene muy trabajada esa estética junto a su hermano Josh en películas como la excelente Good time (2017) o la sobrevalorada Uncut Gems (2019), que ambos dirigieron.

Para que todo sea superguay produce A24 (Todo a la vez en todas partes, etcétera).

The curse sigue la grabación de un programa de telerrealidad filantrópica en el que una pareja de modernos recién casados lleva las bondades de la gentrificación a una pequeña ciudad en Nueva México. La pareja considera que la gentrificación será buena para la comunidad migrante allí asentada, y practica una “filosofía holística” y construye casas “eco-living” y emplea la palabra “sostenible” cada quince minutos y da mucha importancia a “la huella de carbono”. El resultado es una auténtica masacre sociológica.

placeholder Fotograma de 'The curse'. (SkyShowtime)
Fotograma de 'The curse'. (SkyShowtime)

Vemos a una madre con cáncer siendo grabada después de que el matrimonio woke haya conseguido trabajo a su hijo (que debe mantenerla durante su enfermedad) en la nueva cafetería eco-algo que han abierto en la ciudad. Como la madre no llora de emoción, le echan unas gotas de agua en los ojos para que parezca que llora. Esa es la primera escena de The curse.

La serie está llena de momentos incómodos, que entreveran las más groseras prácticas televisivas con el afán evangélico de la nueva religión que abanderan nuestros protagonistas. “Somos buenas personas”, dice el marido (Nathan Fielder, también director y guionista del show), cuando resulta evidente que son el mismo diablo. De pronto al productor del programa (interpretado por el propio Benny Safdie) se le ocurre que sería buena idea grabar al marido mientras le compra refrescos a una niña pobre. El apóstol climático se presta al fariseísmo, pero sólo tiene un billete de cien dólares, que entrega a la niña a cambio de nada. Concluida la escena, le arrebata de golpe los cien dólares. Entonces ella le maldice, dando sentido al título de la serie.

Sumado a todas estas miserias morales, tenemos una cierta inclinación escatológica no menos repulsiva. Pedos, penes pequeños, orina sobre tomates. Y coitos bastante bizarros.

A partir de un momento a serie no funciona. El conflicto entre ricos concienciados y pobres que sólo quieren comer al día siguiente se agota

Todo está muy bien hecho, y resulta original y alejado de relato sedante propio de Netflix o HBO, pero a partir de un momento dado (tercer o cuarto capítulo) la serie no funciona. El conflicto entre ricos concienciados y pobres que sólo quieren comer al día siguiente se agota. El desagrado del espectador deja de resultar excitante. Los personajes, incluida la habitualmente adorable Emma Stone, caen irremisiblemente mal. No nos gusta estar con ellos. Queremos alejarnos de ellos.

SkyShowtime ha estrenado en España únicamente cinco de los diez capítulos de la serie, dejando la otra mitad para febrero, quizá porque entre medias se estrena Poor things. El caso es que no va a quedar mucha gente en febrero para ver esos cinco capítulos que faltan.

Nos hemos hartado de ver a Ricky Gervais durante este comienzo de año. A finales de 2023, había estrenado su nuevo espectáculo, Armageddon (Netflix), pero fue viral en enero por un discurso humorístico con el que abrió la gala de los Globos de Oro de 2020. Su monólogo era tan gracioso que luego lo ha confirmado la Justicia americana, levantando el secreto de sumario del caso Epstein. “Ha sido un gran año para las películas pedófilas”, dijo entonces. Y también: “Sé que Epstein es amigo vuestro, pero me da igual.” La jueza Loretta A. Preska desclasificó novecientas páginas un tanto aleatorias, pues incluían tanto emails como interrogatorios, y a todo ese papelote se le llamó “la lista de Epstein”, de modo que cualquiera que apareciera ahí nombrado podía ser acusado de pedófilo. Muchos nombres en esos documentos coincidían con muchas caras largas mientras Gervais llamaba a la gente de Hollywood “pervertidos”. Para cerrar por todo lo alto la polémica, Ricky Gervais ganó esta misma semana el Globo de Oro a mejor monólogo de stand up, precisamente por Armageddon. Es una categoría nueva en los Globos de Oro, quizá inventada a toda prisa para ver si Gervais cierra la boca.

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