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Todo el mundo tiene derecho a que le vote un gay
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Mala fama

Todo el mundo tiene derecho a que le vote un gay

Es normal no entender nada si reduces las motivaciones electorales a ángulos estancos de la personalidad

Foto: Yolanda Díaz junto a Jorge Javier Vázquez durante la presentación en abril pasado de Sumar. (Sergio Beleña)
Yolanda Díaz junto a Jorge Javier Vázquez durante la presentación en abril pasado de Sumar. (Sergio Beleña)

Yolanda Díaz no entiende nada. Es sólo una tesis. El otro día dijo: “No entiendo que un gay vote a la derecha”. Obviamente, sí lo entiende, pero en campaña los políticos, ya de por sí demediados, rebajan la inteligencia de su discurso hasta que toma velocidad de crucero por la autopista de la simpleza. Hay que decir simplezas de rápida circulación, barbaridades cuya negación te vuelve facha y, por supuesto, sonreír. Gente que sonríe y no entiende cosas sólo puede estar presentándose a unas elecciones.

En realidad, los gais no votan. Apenas hay voto gay en España. Eso es lo que hace como que no entiende Yolanda Díaz. A diario veo camareros, conductores de autobús, camareras, conductoras de autobús, un panadero. Las cajeras del Día. Las cajeras del Ahorra Más. Y veo clientes en esos supermercados, por cientos en ocasiones. Pero ninguno hace la compra como gay.

Esto es así porque la orientación sexual hacia personas del mismo género no ocupa el cien por cien del tiempo de las personas cuya orientación sexual se dirige hacia personas de su mismo género. No llevan un cartel, un discurso, una banderita siempre. En general, si hay que adivinar quién es gay en un supermercado, todos me elegirían a mí, porque soy un tipo como con muchas ganas de ser gay.

placeholder Yolanda Díaz. (EFE)
Yolanda Díaz. (EFE)

La frase de Yolanda es verdaderamente triste. Si eres gay, no votas a la derecha: a la derecha la votas si eres de derechas, y miren por dónde hay gais de derechas. Quizá la candidata de Sumar confunde la parte del cuerpo con la que se vota, la parte del alma, la parte patrimonial. La gente gay no sólo puede votar a la derecha, sino que puede (y muy fácilmente) matar, violar, robar, ser mala persona y acabar en prisión. Todo eso puedes hacer siendo gay, no es como que sólo puedas ser gay y votar a Yolanda.

También puedes ir al Ahorra Más.

Foto: La vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz. (EFE/José Manuel Vidal) Opinión
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Lo que hemos acabado llamando “izquierda identitaria” aboca a sus integrantes a todo tipo de incomprensiones. Por ejemplo, pueden decir que una mujer lesbiana y sorda es la mejor candidata a la alcaldía de Valencia. A lo mejor Pilar Lima es la mejor candidata a la alcaldía de Valencia, y luego ya después sería sorda y homosexual. Pero en Podemos, de la que es candidata, privilegian lo superfluo y, por tanto, piden el voto como hipótesis de superficie. No debes votar al candidato que mejor le vendrá a tu ciudad, sino al candidato que mejor le vendrá a tu gin-tonic de las seis de la tarde. “Pues yo he votado a una mujer sorda y lesbiana, ojo”. “Oh, qué admirable. Paga tú, payaso.”

Por qué vota el pueblo

Los gais con empresas exitosas de compra-venta inmobiliaria votan a Ayuso. Lo siento, Yolanda. Los gais con programas de televisión de máxima audiencia votan a Sumar. Ahí lo tienes, tu gay. Hay un gay para cada uno de vosotros, no queráis acaparar todos los gais de España. Todo el mundo tiene derecho a que le vote un gay.

Ahora que nos disponemos a encadenar votaciones, hay que hablar un poco de por qué vota el pueblo. La gente vota por odio, vota por estética, vota porque tiene cinco pisos y un partido le da más seguridad jurídica que otro, a esos pisos; vota por preocupaciones grandes y por preocupaciones pequeñas. Hay gente que vota por tradición familiar y gente que vota contra la tradición electoral de su familia. Luego hay jovencitos estrafalarios que votan leyéndose enteros los programas de los partidos, pero su voto trigonométrico vale lo mismo que el tuyo, que votas borracho. Y hay quien vota siempre lo mismo, como Loles León, y así no se le olvida qué votar de unas elecciones para otras.

Debe de poner mucho ser gay y votar a Vox. El BDSM es el auténtico voto cautivo

Así, ser gay queda muy atrás en las motivaciones plebiscitarias de la gente. Yo creo que el voto natural del gay, el que le saldría de su más pura homosexualidad, sería siempre para Vox. Debe de poner mucho ser gay y votar a Vox. El BDSM es el auténtico voto cautivo.

A mí, hetero fatal, me hubiera gustado votar a Inés Arrimadas. Hubo un tramo de la historia de España en el que Arrimadas era tan guapa que las ganas de votarla salían solas. Pero nadie dijo: “Si eres un hombre hetero, no entiendo que no votes a Arrimadas”. Que la belleza también vota lo sabemos desde Adolfo Suárez y tu madre votando no sabía qué, pero muy acalorada. La gente, cuando no entendía lo que era la democracia, ya entendía que había que votar al más guapo. Me parece mucho más decente votar a alguien porque te pone que votar a alguien porque tú eres gay.

placeholder Jorge Javier Vázquez en 'Sálvame'. (Telecinco)
Jorge Javier Vázquez en 'Sálvame'. (Telecinco)

Yolanda, que no ha parado de hacer cosas singularmente dañinas para su candidatura durante toda la quincena, se reunió además con Jorge Javier Vázquez y otra gente no hombre/no hetero y aplaudió esta frase del presentador: “No hay nada más aburrido que una reunión de hombres heterosexuales”. Pero no dijo: “No entiendo que un hombre heterosexual me vote a mí”. También es verdad que consiguió que muchos hombres heterosexuales no la vayan a votar en ningún caso.

Lo curioso de la frase de Jorge Javier Vázquez es que es verdad. Las reuniones de hombres unidireccionales son muy aburridas. Pero eso, amigos, lo puedo decir alegremente yo. Si lo dice un hombre no hetero o una mujer o un trans, no suena igual. Suena a odio malsano. Ya saben que desde hace tiempo hemos convenido que “negrata” sólo se lo puede decir sin agravio un negro a otro, y “puta”, una mujer a otra, y “maricón”, entre gays. Es la hábil desactivación del oprobio intolerable por absorción grupal.

El algoritmo

Yo creo que la Inteligencia Artificial podría sacarnos de estos lodazales. Piensen en un algoritmo al que le proporcionaras todos tus datos, desde tu oficio a tus ingresos y patrimonio, incluyendo el patrimonio de tu familia. También cargarías en el robot tus gustos sexuales, tu raza, o si tienes hijos. Y los programas políticos y las medidas habituales de cada formación. Luego le preguntarías: ¿a quién me conviene votar? Y el robot te lo diría. Mucha gente se sorprendería de llevar toda la vida votando en contra de sus propios intereses.

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Podría hacerse de otro modo. Podría uno introducir los datos de una persona desfavorecida, de aquel colectivo o sección poblacional que uno quiere que tenga una vida mejor, gracias a un nuevo gobierno. Entonces uno no votaría lo que le beneficia a él, sino lo que beneficia a los pobres, los marginados o las minorías, según la IA.

Aquí también podrías llevarte una sorpresa: seguramente les conviene el mismo gobierno que a ti.

Yolanda Díaz no entiende nada. Es sólo una tesis. El otro día dijo: “No entiendo que un gay vote a la derecha”. Obviamente, sí lo entiende, pero en campaña los políticos, ya de por sí demediados, rebajan la inteligencia de su discurso hasta que toma velocidad de crucero por la autopista de la simpleza. Hay que decir simplezas de rápida circulación, barbaridades cuya negación te vuelve facha y, por supuesto, sonreír. Gente que sonríe y no entiende cosas sólo puede estar presentándose a unas elecciones.

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