¿Puede explicarse científicamente por qué un best seller funciona y vende ejemplares?
En 'La ciencia de contar' historias, Will Storr aprovecha los estudios de neurociencia para averiguar cómo se escribe un libro de éxito
Will Storr, un señor inglés, ha decidido desvelar todos los secretos de las buenas historias, tanto de las literarias como de las cinematográficas, ayudándose de decenas de estudios neuronales y de experimentos psicológicos, cerebros escaneados, zonas activas en el neocórtex, big data, algoritmos, y leyendo además a mitólogos, psicoanalistas y narratólogos. Todo ello se consuma en un libro titulado
Al parecer, hay infinitos estudios sobre el efecto que un relato tiene sobre nuestro cerebro, sobre qué recordamos de una historia que hemos escuchado, sobre qué tienen en común doscientas novelas de éxito, sobre el "movimiento sacádico" y el "tirón mioclónico". Todo esto es importante porque así entendemos por qué '50 sombras de Grey' vendió 120 millones de ejemplares y tú no, que es lo que nos preocupa.
Will Storr empieza su libro uno diría que obsesionado con los best sellers. Esto hace que enseguida se desvíe de todo lo que para este que escribe y no pocos amantes de la literatura constituye lo único crucial en una novela: el lenguaje. Para Storr, aparte de la ratio de metáforas que un estudio dice que podemos formular por minuto, el lenguaje se da por hecho, no importa particularmente y la alfabetización todo lo puede.
Lo que importa es la trama, los personajes, el punto de giro; si una historia se divide en tres actos o en cinco; si Fulano de Tal desgranó los siete tipos de historia que pueden contarse. Si Mengano de Cual dijo que, ok, pero que eran ocho los tipos de historia que pueden contarse: encontró una más. Storr da talleres de escritura creativa, no sé si en un aula de matemáticas o una de química.
No se le escapa que hay novelas (de hecho, las grandes novelas del siglo XX) que no tienen nada que ver con lo que él dice. "El autor estaría pidiéndole un gran esfuerzo a su público", alega. Para concluir (sobre Thomas Bernhard, Georges Perec o William Faulkner, pongamos): "El público lector que disfruta de este tipo de historias tiende a ser más experto, personas que han tenido la suerte de nacer con los cerebros adecuados y que se han criado en entornos cultos que fomentan la capacidad de extraer las pistas relativamente escasas que nos deja el narrador para dotar de sentido a la historia".
'La ciencia de contar historias' está llena de referencias literarias interesantes, aunque mezcle a Virginia Woolf y E. L. James
Como para Will Storr una historia solo tiene "sentido" en función de la "causa-efecto", cree que alguien encuentra causas y efectos en 'Extinción', 'La vida: instrucciones de uso' o 'El ruido y la furia', y que por eso le gustan. Precisamente estos libros se escriben sin causas ni efectos para que los lectores encuentren otro sentido a la propia literatura.
Con todo, 'La ciencia de contar historias' está llena de referencias literarias interesantes, aunque vengan mezcladas, a Virginia Woolf y E. L. James. Cuando nuestro hombre cita a uno de esos autores para cerebros adecuados, parece excusarse con informaciones innecesarias. "Kazuo Ishiguro, galardonado con el premio Nobel…", por ejemplo. También comparecen John Fante, Bukowski o Shakespeare. Y hay frases bonitas: "Toda historia es un cotilleo".
Sin embargo, la auténtica pasión de Storr es la psicología evolutiva y la neurociencia. "El psicólogo Brian Little lleva décadas estudiando el tipo de objetivos que los seres humanos persiguen en su vida cotidiana. Ha descubierto que tenemos una media de quince proyectos personales a la vez". ¿Cómo relacionamos este dato fascinante con que nos guste 'Stranger Things'? Fácil: "Le pregunté [a Little] si creía que cuando alguien persigue uno de estos proyectos fundamentales es un poco como un héroe arquetípico cuya lucha se desarrolla en una narración en tres actos (planteamiento-nudo-desenlace)". ¿Qué contestó el experto?
"Sí y mil veces sí"
Por suerte, llegó el big data, dado que no teníamos bastante. "La directora editorial Jodie Archer y Matthew Jockers, del Laboratorio Literario de la Universidad de Stanford, han realizado un análisis convincente de la estructura narrativa. Elaboraron un algoritmo que aplicaron a 20.000 novelas y que logró predecir un éxito de ventas del New York Times con una precisión del 80 por ciento". El algoritmo, además, constató que hay exactamente siete tramas básicas para contar historias. Hay algoritmos así, para lo que quieras.
Curiosamente, el algoritmo no parece atender al hecho de que muchas novelas serán un éxito de ventas cincuenta años después de que muera su autor, ni a la fatalidad de que todas las novelas de éxito del presente serán completamente olvidadas pasados esos cincuenta años. Baroja vive y José María Carretero Novillo (best seller) usted no sabe ni quién es.
Otro algoritmo analizó 112.000 tramas de libros, películas o videojuegos, para concluir de qué trataban, así en general: "Las cosas van empeorando hasta que, en el último momento, mejoran". La verdad es que esto se puede decir también de casi cualquier partido del Real Madrid: las cosas van empeorando hasta que, en el último momento, mejoran. Y de muchas drogas.
"Cuando nos perdemos en una historia, los escáneres cerebrales sugieren que las regiones asociadas a nuestro sentido del yo se inhiben". "Este simulacro de la conciencia puede llegar a ser tan convincente que la conciencia real del lector retroceda".
Hace más de doscientos años, en 1817, Samuel Taylor Coleridge lo dijo más bonito: "... lograr momentáneamente la voluntaria suspensión de la incredulidad".
Pero sobre decirlo bonito, ni Will Storr ni los cuarenta neurocientíficos de este libro tienen opinión.
Will Storr, un señor inglés, ha decidido desvelar todos los secretos de las buenas historias, tanto de las literarias como de las cinematográficas, ayudándose de decenas de estudios neuronales y de experimentos psicológicos, cerebros escaneados, zonas activas en el neocórtex, big data, algoritmos, y leyendo además a mitólogos, psicoanalistas y narratólogos. Todo ello se consuma en un libro titulado