Es noticia
La mayor investigadora sobre el aburrimiento: "Estamos sobreexcitados"
  1. Cultura
Entrevista

La mayor investigadora sobre el aburrimiento: "Estamos sobreexcitados"

Josefa Ros Velasco publica el ensayo divulgativo 'La enfermedad del aburrimiento' en el que habla de esta cuestión como una forma de reacción frente a algo que nos molesta

Foto: La investigadora Josefa Ros Velasco (B. Moya/ Anaya)
La investigadora Josefa Ros Velasco (B. Moya/ Anaya)

Josefa Ros Velasco es una de las personas que más ha investigado el aburrimiento en los últimos años. Filósofa de formación —fue premio extraordinario de fin de carrera—, su tesis doctoral, dirigida por el profesor José Luis Villacañas, se basó ya en este tema que, según dice, está en la humanidad (y en el resto de animales, al menos con un alto desarrollo cognitivo) desde que el mundo es mundo. Ha participado en todo tipo de proyectos de la Universidad Complutense relacionados con el aburrimiento e incluso es fundadora de la International Society of Boredom Studies. Ahora publica el ensayo divulgativo 'La enfermedad del aburrimiento' (Alianza) en el que habla de esta cuestión como una forma de reacción frente a algo que nos produce malestar. Es decir, si notas que te aburres con algo, córtalo. Y en esta entrevista avisa: esta sociedad está empezando a aburrirse ya demasiado del sistema.

placeholder 'La enfermedad del aburrimiento' (Alianza)
'La enfermedad del aburrimiento' (Alianza)

PREGUNTA. Usted dice que todos, desde los niños hasta los ancianos, y durante toda la Historia de la Humanidad nos hemos aburrido. ¿Hasta los animales se aburren?

RESPUESTA. Hasta los animales. Al menos lo sabemos en los que tienen un desarrollo cognitivo suficiente. Es fácil descubrir el aburrimiento en una mascota, en nuestros gatos, perros. El aburrimiento pudo estar presente en el desarrollo de nuestra especie en sus primeros estadios. Nos hemos aburrido siempre, pero no siempre de la misma manera. Hay varias formas de experimentar el aburrimiento. La más común es cuando sentimos esa insatisfacción con respecto al entorno. Esto se experimenta siempre que tenemos unas ciertas necesidades satisfechas. Por ejemplo, cuando existe una sobreadaptación, que es lo que les pasa a las mascotas. Un gato tiene que cazar, tiene que aparearse, pero en casa tiene la comida, el juego, además están castrados… Entonces les surge el aburrimiento. Otro aburrimiento es el situacional cronificado que se experimenta cuando la situación que genera el aburrimiento no permite que reaccionemos ante ella. Hablo de situaciones muy constrictivas y limitantes que afectan a una comunidad entera. Es el caso de un sistema político dictatorial, por ejemplo. Como comunidad experimentamos un aburrimiento que no depende de nosotros, sino de la situación, y que se cronifica en el tiempo. Esto ha ocurrido en todos los periodos históricos, por lo menos desde el imperio romano, que ya tenemos testimonios.

"Existe el aburrimiento situacional cronificado que afecta a una comunidad entera como un sistema dictatorial"

P. También estaba pensando en entornos como las cárceles.

R. Por supuesto. O las residencias de mayores. Los mayores saben que se están aburriendo, saben qué les gustaría hacer para reaccionar pero no disponen de herramientas para actuar en consecuencia. Dependen de quien les cuidan, les apoyan… y si estas personas no le dan importancia al aburrimiento, este se queda para siempre. Lo que pasa con este tipo de aburrimiento es que cuando se experimenta por un grupo importante de personas se suelen producir momentos de cambio en la historia, es el que precede a los cambios de paradigma. Llega un momento en el que todos aunamos fuerzas para desasirnos de ese malestar generalizado y acabamos dando un impulso explosivo. A veces positivo y otras veces se resuelve en algo negativo.

P. ¿Y a nivel de comunidades más pequeñas qué consecuencias trae ese aburrimiento?

R. Pues lo vemos en las residencias de mayores: las personas gritan, lloran, se ponen violentas, incluso llegan a agredir a los cuidadores, a los compañeros, pero no están sino mostrando que tienen esa insatisfacción y a la vez también tienen miedo de expresar ese aburrimiento por miedo a represalias y que les digan: pues si te aburres, ya sabes lo que tienes que hacer. ¿Y cómo les afecta que no se les preste atención? Padecer aburrimiento de forma continuada, y esto ocurre también en las prisiones, aumenta los niveles de violencia y las conductas inadaptativas que tienden a explotar en brotes. Por ejemplo, está comprobado que durante el confinamiento aumentaron las cifras de la violencia de género y estábamos tratando de determinar si el hecho de que los varones tuvieran que estar encerrados cuando su ocio se desempeña fuera del hogar podía incrementar la posibilidad de que se desatasen conductas violentas. Después, al margen de esto, el aburrimiento continuado también está detrás de trastornos alimenticios, trastornos del sueño, aumento del deterioro cognitivo, afecta a la movilidad…

placeholder Josefa Ros Velasco. (Mariana Frutos)
Josefa Ros Velasco. (Mariana Frutos)

P. En términos históricos pienso en otros periodos en los que algunas necesidades básicas no estuvieran tan satisfechas como hoy en día. Si tienes que luchar día a día por tu supervivencia, ¿te aburres?

R. Tendemos a pensar que el aburrimiento es algo moderno porque los asociamos a tener tiempo libre, pero eso no se lo podíamos haber dicho a los obreros de las fábricas de finales del XIX o principios del XX, que se aburrían como ostras y estaban todo el día ocupados. El aburrimiento también surge cuando estamos haciendo actividades que son repetitivas. Lo que acabas de decir: están todo el día luchando. Bueno, pues al final uno puede aburrirse de estar todo el día luchando por su supervivencia. De hecho, en la Edad Media hay un tipo de aburrimiento que ha pasado a la historia y es el de los monjes. ¿Por qué se aburrían en el convento? Porque es un entorno constrictivo y lleno de actividades repetitivas y no siempre significativas. Luego nos extrañamos de que el cristianismo entre en crisis y se dé paso a la Edad Moderna. Obviamente, había demasiada limitación. Filósofos como Giorgio Agamben aseguran que el aburrimiento entonces no solo estaba en los monjes sino en toda la población y yo estoy convencida de ello.

"Tendemos a pensar que el aburrimiento es algo moderno, pero los obreros de las fábricas de finales del XIX también se aburrían como ostras"

P. ¿Ahora vivimos en la sociedad anti aburrimiento? Cada vez hay más estímulos para entretenernos, miles de plataformas, aplicaciones, etc.

R. No creas que es el momento en el que más luchamos contra el aburrimiento. Si hay un periodo en el que la gente estaba intentando escapar del aburrimiento ese fue el siglo XIX. Es cuando más se usa la metáfora del aburrimiento como enfermedad. Todo el mundo se aburre: el que tiene mucho que hacer porque no tiene tiempo libre y el que tiene mucho tiempo libre porque no sabe en qué ocuparlo porque las actividades que le ofrece la sociedad son siempre muy repetitivas, los bailes, las charlas que son siempre muy protocolarios y siguen siempre unos cánones. Por otro lado, hay que decir que es lo más normal que tratemos de huir del aburrimiento porque este es doloroso.

P. Y del aburrimiento del XIX pasamos a la sobreexcitación del siglo XXI.

R. Sí, somos una sociedad sobreexcitada. La respuesta a esa crisis que se estaba teniendo en el siglo XIX fue la creación del entretenimiento masivo. Y de ahí no hemos salido. Estamos en la misma situación que a principios del siglo XX cuando empiezan a florecer los cines, los teatros, los parques de atracciones… Estamos pensando en esos años veinte americanos en los que todo es fiesta, desfase… Ahí empieza la sobreestimulación. Nos damos cuenta de que hay que entretener a muchos y a ricos, pobres, al que trabaja, al que no, hombres, mujeres… A principios del siglo XX el proletariado también empieza a contar con medios para expresar su aburrimiento porque todo el marxismo ha dado voz a los problemas del trabajador en la fábrica y uno de ellos es el aburrimiento, la falta de actividades significativas. Y el correctivo a ese problema tenía que ser de la misma magnitud, de ahí la cultura del entretenimiento masivo. Y la oferta de ese entretenimiento masivo ha ido creciendo exponencialmente. Es acumulativo. Pero el problema de esta oferta es que no está personalizada y rara vez nos paramos a pensar en lo que nos aporta. Parece que hay mucho, pero es una oferta que conocemos de antemano. Hay poco espacio para la sorpresa.

P. A veces decimos eso de qué ganas tengo de aburrirme un poco.

R. Pero lo que quiere una es tener de una vez un rato en el que podría surgir o no el aburrimiento por no saber en qué ocuparlo. Pero lo que queremos es tener un rato fuera de compromisos. En Twitter vi estos días una encuesta en la que alguien pregunta si nos gustaría volver a estar encerrados como en el confinamiento y con más de 200 votos iba ganando el sí. Para mucha gente fue la oportunidad de hacer un paréntesis a los compromisos, el ajetreo de la vida diaria… Así que cuando decimos, me encantaría tener tiempo para aburrirme, en realidad lo que quieres es tener tiempo para ti. Pero nadie quiere aburrirse.

"Si hay un periodo en el que la gente estaba intentando escapar del aburrimiento, ese fue el siglo XIX"

P. De alguna manera parece que hay que darle la razón a Schopenhauer con ese deseo insatisfecho constante. Inventamos plataformas para ver películas y series todo el rato cuando queramos y acabamos hastiados y aburridos. Todo nos cansa.

R. Porque abusamos. Realmente, las redes, las plataformas están diseñadas para entretenerte ese ratito, pero no son actividades significativas para uno y no son esos placeres que nos dan la vida como puede ser tomarte ese café por la mañana. Recurrimos a esos pequeños antídotos para llenar espacios de tiempo muy concretos o simplemente dejar la mente en blanco y desconectar. Pero si abusamos de estos recursos y pretendemos que Youtube nos mantenga entretenidos todo el día no va a funcionar. Al final va a dejar de ser una experiencia significativa. Pero es que es igual que ir al cine. Tú tampoco estarías todo el día en el cine.

placeholder La investigadora Josefa Velasco Ros. (Mariana Frutos)
La investigadora Josefa Velasco Ros. (Mariana Frutos)

P. ¿Hay que evitar constantemente el aburrimiento o podemos decir que a veces es bueno sentirlo para reaccionar ante algo que nos produce ese malestar?

R. No vas a poder sentirlo durante mucho tiempo a menos que te obliguen porque está en tu naturaleza huir de él como huyes de todo lo que te causa dolor en esta vida. Si te duelen las muelas, qué dices, ¿disfruto un ratito del dolor o me voy al dentista? Pues vas cuanto antes. Siempre tenemos que huir del aburrimiento. El problema viene cuando nos conformamos con las salidas rápidas, por ejemplo, pasar dos horas en Twitter y al día siguiente igual y al otro igual, al final eso va a fallar. A lo que tenemos que dedicar tiempo no es a experimentar ese dolor sino a pensar cómo salir de ese estado y qué alternativas tengo, examinarlas todas y en función de cuáles se nos presenten probar una y si no convence, otra. Tenemos que estar abiertos a la posibilidad de la sorpresa y no contentarnos siempre con lo que nos ha funcionado en el pasado porque eso nos va a causar el aburrimiento a la larga.

P. El aburrimiento tiene una mala fama que procede de la religión, según explica en el libro. Esa cuestión protestante de, produce, produce, produce, haz cosas y así verás cómo no te aburres. Y eso también está ahora muy presente.

R. Sí, es cierto. En realidad, en cualquier sociedad capitalista sucede esto. Nos preocupa mucho que los demás sepan que nos aburrimos o nos cuesta mucho admitir frente a los demás que nos aburrimos. Y aunque ahora tenemos medios para expresar nuestro aburrimiento no significa que todos los utilicemos. Quienes más se atreven son los adolescentes porque todavía no ha llegado ese momento en el que si dices a los demás que te aburres los demás van a pensar que eso es porque no sabes aprovechar tu tiempo o porque eres una persona bastante aburrida. Es una mala carta de presentación decir que te aburres.

"Tenemos que estar abiertos a la posibilidad de la sorpresa y no contentarnos siempre con lo que nos ha funcionado en el pasado"

P. Pero hoy sí que escuchamos mucho eso de “estoy hastiado de todo”. Esos domingos por la tarde en Twitter…

R. Estamos en una de esas situaciones de aburrimiento cronificado a nivel grupal. Se escucha mucho eso de que estamos hastiados de la globalización, del sistema capialista, de este ritmo de vida, de vivir para trabajar en vez de trabajar para vivir… Se aprecia un lamento generalizado. Pero, ¿cuál es el problema? Que cuando preguntas si te aburres, la gente tiende a decir, “no, no si yo no me aburro de nada”. Y si nosotros, como sociedad, no hablamos de lo que nos aburre, no compartimos cuál es la raíz del aburrimiento no vamos a poner los medios para que nuestra repulsa frente al aburrimiento, la respuesta que tarde o temprano vamos a acabar dando y que va a ser explosiva porque procede de un contexto muy limitante que se ha extendido durante mucho tiempo. No vamos a estar preparados para encaminarnos hacia algo adaptativo porque no habremos hablado suficientemente de ello.

P. Según lo que señala, vaya sociedad desquiciada: por un lado, hastío total; por otro, no dejan de aparecer plataformas etc. para conseguir entretenernos. Algo no estamos haciendo bien.

R. Llevamos mucho tiempo viviendo ese aburrimiento situacional cronificado que deja entrever que tarde o temprano va a haber un cambio. Este sistema va a terminar colapsando. Cada vez se avanza más hacia el individualismo y somos conscientes de que eso no nos va a traer nada bueno como sociedad. Este aburrimiento que se experimenta por parte de tanta gente acaba derivando en algo que se conoce como aburrimiento profundo, que es la antesala del colapso y del desastre. Es ese momento en el que empezamos a percibir que nuestra sociedad no tiene sentido y por qué vamos a luchar.

placeholder Josefa Ros Velasco. (Mariana Frutos)
Josefa Ros Velasco. (Mariana Frutos)

P. En el libro dice que Heiddegger hablaba de este aburrimiento profundo como esa situación en la que ya la gente dice no puedo más y estalla, pero que hay otros tipos de aburrimiento, como una fiesta que le aburre, donde ese aburrimiento no sirve para nada porque te quedas en la fiesta aburriéndote como una ostra. Pero usted le rebate y le dice que incluso en esas situaciones se puede reaccionar.

R. Yo digo que todo el aburrimiento es reactivo, no solo el profundo. Al menos en esa fiesta eres consciente de que te estás aburriendo y eso ya es un primer estadio de reacción. Ese malestar te ha hecho ser consciente y pensar en la situación en la que te encuentras inmerso. Pero si esa fiesta se extiendiera durante días habría un aburrimiento situacional cronificado que ocuparía a más personas que se aburren y que empezarían a mirarse con mirada cómplice y juntas reaccionarían, ya fuera poniendo fin a la fiesta, cambiando la música, desnudándose, emborrachándose… En cualquier caso, algo ocurriría. La única forma de aburrimiento de la que no me atrevo a posicionarme es con el aburrimiento crónico, no el situacional, que es un términos de la psiquiatría y que hace referencia a individuos que por distintas causas no pueden reaccionar frente a ese aburrimiento.

"Llevamos tiempo viviendo ese aburrimiento situacional cronificado que deja entrever que este sistema va a terminar colapsando"

P. ¿Se puede medir el aburrimiento? Es decir, ¿a partir de cuántas películas en Netflix nos cansamos?

R. Depende de la propensión al aburrimiento de cada persona, pero sí, hay escalas y se puede medir. En función de cuanto puntúes se puede considerar que tienes una patología de aburrimiento crónico, es decir, algo que te impide reaccionar aunque el contexto cambie. Al final lo que nos aburre depende de dos factores: nosotros mismos y cuáles son nuestras necesidades de excitación interna y cómo de estimulante percibimos el entorno o una actividad.

P. ¿Y por entornos? Pienso en las grandes ciudades y su inmensa oferta y en lugares más pequeños…

R. La cuestión está en que a los humanos cuanto más nos dan, más queremos. Si vives en un pueblo de 500 habitantes y desconoces alguna parte de esa oferta que sí está para alguien que vive en la ciudad no la vas a echar de menos. Tus necesidades de excitación no son tan altas como las de alguien que ha crecido en ese tumulto, pero a medida que se te va inyectando esa oferta tú vas demandando cada vez más también. Alguien que vive en el medio rural tiene una necesidad de estimulación menor.

P. De hecho, aunque mucha gente dijo tras el confinamiento que se iría a vivir a un pueblo, las estadísticas han demostrado que eso no ocurrió. El de la ciudad, mayoritariamente, se quedó en la ciudad.

R. ¡Cuánto durarían! Me gustaría saberlo… Es algo que nos gusta pensar como experimento mental, eso de, tendría más tiempo, mi vida sería menos acelerada… Pero es cierto que nos gusta estar metidos en la marabunta de actividades que se suceden durante el día, la noche…, porque de alguna forma es estar entretenido y conforme vamos madurando tratamos de hacer que esas actividades sean significativas. Poquito a poco nos vamos conociendo y vamos diseñando mejor la estrategia para que no surja el aburrimiento.

"El aburrimiento tiene el mensaje de que tenemos que dejar una actividad y dar paso a la siguiente porque ya no nos está contentando"

P. ¿Y hay alguna fórmula, consejo básico para evitarlo sin recurrir a estas plataformas, redes, etc.?

R. Nunca se puede evitar de forma permanente. Tarde o temprano vamos a dar con actividades que hagan descender nuestros niveles de excitación cortical. Si todo te entretiene… mira, entonces es que no tienes filtro. Y tampoco es deseable que no haya aburrimiento porque tiene una función: el mensaje de que tenemos que dejar una actividad presente y dar paso a la siguiente porque ya no nos está contentando. Evita que nos quedemos estancados en esas situaciones y que se produzca un progreso. Pero para evitarlo en situaciones puntuales, los pasos son sencillos: en el momento en el que algo te está causando malestar, tienes que abandonarlo, sobre todo si no te está obligando nada a seguir haciéndolo, tienes que escuchar al aburrimiento. Y ver qué otras alternativas tenemos, pero que sean realistas, y con paciencia, examinarlas, probarlas, hasta conocernos mejor a nosotros mismos y dar con lo que nos satisface. Pero lo más importante es estar dispuesto a escuchar: me estoy aburriendo, voy a ponerle remedio.

P. Para terminar: ¿Tinder está detrás del aburrimiento?

R. [Risas] Hay estudios acerca de conductas desadaptativas relacionadas con las relaciones sexuales, adicciones al porno en Internet, tener relaciones homosexuales sin protección por culpa del aburrimiento… Todo eso sí tiene mucho que ver, pero estas aplicaciones tienen más que ver con evitar la soledad no deseada que es también una de las grandes plagas que asolan al ser humano, es la otra cara de la moneda del aburrimiento porque cuando nos aburrimos nos sentimos solos normalmente.

Josefa Ros Velasco es una de las personas que más ha investigado el aburrimiento en los últimos años. Filósofa de formación —fue premio extraordinario de fin de carrera—, su tesis doctoral, dirigida por el profesor José Luis Villacañas, se basó ya en este tema que, según dice, está en la humanidad (y en el resto de animales, al menos con un alto desarrollo cognitivo) desde que el mundo es mundo. Ha participado en todo tipo de proyectos de la Universidad Complutense relacionados con el aburrimiento e incluso es fundadora de la International Society of Boredom Studies. Ahora publica el ensayo divulgativo 'La enfermedad del aburrimiento' (Alianza) en el que habla de esta cuestión como una forma de reacción frente a algo que nos produce malestar. Es decir, si notas que te aburres con algo, córtalo. Y en esta entrevista avisa: esta sociedad está empezando a aburrirse ya demasiado del sistema.

El redactor recomienda