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Primavera Sound, el cortijo del indie. Parte I: 'The Pulgoso Years'
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Una trilogía siciliana

Primavera Sound, el cortijo del indie. Parte I: 'The Pulgoso Years'

La cara oculta del fundador del festival de música contada en tres capítulos: de los orígenes modestos al triunfo, pasando por todos los cadáveres que quedaron en el camino

Foto: Concierto de Belle and Sebastian en el Primavera Sound de 2015
Concierto de Belle and Sebastian en el Primavera Sound de 2015

Durante tres días, en tres entregas, reconstruiremos el nacimiento, expansión y consolidación del Primavera Sound como el festival hegemónico de la industria musical española que hoy conocemos. Este primer capítulo, centrado en los años noventa, arranca con la aparición de Gabi Ruiz, actual director del Primavera, en la Barcelona indie y repasa la alianza y posterior guerra con su socio Serapi Soler, los primeros choques con prensa y fanzines, su sucio pulso con Advanced Music y otras agencias de contratación de artistas de música electrónica y su breve y traicionera relación con el FIB de Benicàssim, antes de refundar el Primavera Sound, ya en 2001 y en el Poble Espanyol.

[Primavera Sound, el cortijo del indie. Parte II: 'The Soprano Years']

[Primavera Sound, el cortijo del indie. Parte III: 'La ley del silencio']

14 de mayo de 1992. Zeleste 2, Barcelona. Un veinteañero empapado en sudor trepa por enésima vez al escenario en el que actúa el grupo de Seattle Mudhoney y salta sobre el público. Se llama Gabi Ruiz y ha estudiado en los Maristas de Sants. En pocos meses, y aprovechando el tiempo libre que obtiene de la Prestación Social Sustitutoria que no piensa cumplir, ya estará montando sus propios conciertos de bandas indies barcelonesas desde su agencia, Murmur Town. Muchos los programará en la sala Communiqué de su barrio.

Calle del Peligro, número 13

Ante el creciente interés que estaba despertando la escena indie (más en la prensa especializada que en el público), el veterano promotor barcelonés Serapi Soler organizó en octubre del 93, en la sala KGB, el ciclo Barcelona New Generation. Fue entonces cuando Gabi y su novia, Sonia Saura, entablaron amistad con Serapi. Así lo recordaba este último en el libro 'Pequeño circo. Historia oral del indie en España': "Gabi vino a verme para que le enseñara cómo funcionaba el montaje de los conciertos y nos medio asociamos". El primer fruto de aquella alianza sería el Primavera Sound, un ciclo de conciertos en Communiqué y KGB en abril y mayo del 94. Las dos empresas, Murmur Town y La Glòria, compartían oficina en el barrio de Gràcia. Atención a la dirección: calle del Peligro, número 13.

La alianza Murmur Town-La Glòria se consolidaría en dos ediciones más del Primavera Sound. Pero en esos primeros años, Gabi Ruiz empezó ya a perfilarse como un empresario implacable. Aunque Parkinson DC era el grupo más rodado de Barcelona y había tenido a Serapi como mánager, jamás actuaría en el Primavera Sound debido al odio visceral que sentía Gabi hacia su cantante y futuro director de la promotora Houston Party Jaime Hernández. Ruiz ya movía los hilos a su antojo. Barcelona empezaba a dividirse entre los que estaban con él y los que estaban contra él.

En esos primeros años, Gabi Ruiz se perfiló como empresario implacable. Barcelona se dividió entre los que estaban con él y los que estaban contra él

En apenas meses, la moderna Barcelona pasó del indie al techno como quien cambia de camisa. Y Serapi y Gabi se apuntaron al cambio y lo potenciaron desde el Nitsa, una discoteca situada en la zona alta de la ciudad. De hecho, quien dispararía los ingresos de la empresa sería DJ Sideral. El Nitsa acogía conciertos de bandas indies estatales e internacionales cada mes, pero casi todos eran una ruina, mientras que el club ganaba fama de madrugada, semana tras semana, gracias a las sesiones de electrónica del discjockey barcelonés.

Periodistas, fanzineros y otros parásitos

Podemos fechar el inicio de la trayectoria de Gabi Ruiz como cacique del indie ese 20 de abril de 1996 en que expulsó a los directores de Rockdelux, Santi Carrillo y Juan Cervera, de un concierto de Palace y Smog. Ruiz andaba mosqueado con la cobertura que hacía la revista de sus conciertos y había hecho tachar sus nombres de la lista de invitados a la voz de 'estos que no entren'. Carrillo pagó una entrada y bajó a la sala para preguntar qué pasaba. Gabi consideró que ya los había humillado suficiente, salió a la puerta y accedió a que entrasen. Incluso abonó el dinero a Carrillo, pero este se lo lanzó con estas palabras: "No, esto es para que te tomes algo".

Carrillo y Cervera bajaban a la sala mientras a Gabi Ruiz le subía un fuego desde la entrepierna hasta la cabeza. Le habían chuleado. A él, el nuevo gallo del gallinero indie. Cuando el riego de odio le llegó al cerebro ajustó cuentas a su manera: mandó a un segurata a por los dos periodistas y los echó de la sala. Paradójicamente, Carrillo no replicó con esta anécdota a Gabi Ruiz en la entrevista que le hizo en 2013 cuando este declaró: "Yo no he vetado nunca". Él mismo había sido vetado y expulsado de su local.

Concierto de Smog

A principios de los noventa, Gabi Ruiz ya consideraba a los periodistas unos parásitos que vivían de los conciertos que él organizaba. Y si opinaban de forma negativa, peor aún. Gabi tenía la costumbre de discutir y reprochar todo lo que no le gustaba de los artículos a sus autores. No necesitaba el teléfono...

Periodistas, fanzineros y miembros de grupos se encontraban por la noche en los mismos bares; cuando no, en el mismo Nitsa. Gabi invitaba a copa y empezaba el acoso. Su fijación, ya entonces, eran los periodistas que hablaban de algo más que de la música: del mimetismo de los grupos indies, del contexto pijo de la escena española... Escribir de eso era pecado. Según él, había que limitarse a valorar si el concierto era bueno o malo.

A principios de los noventa, ya consideraba a los periodistas unos parásitos que vivían de los conciertos que él organizaba

Y la obsesión de Gabi por controlar eso que Johan Cruyff bautizó como el entorno no se limitaba a la prensa musical. También quería atar en corto a los emergentes fanzines. En esos años de desfase postolímpico, los más inspirados retratistas de la escena barcelonesa eran el dibujante Juanjo Sáez y sus colegas del fanzine 'Círculo primigenio'. "Nos metíamos con el 'star system' porque lo veíamos muy ridículo. ¿Cuántas personas había? ¿50? Era muy poca gente: Sideral, Héctor Castells, Albert (Margelí) de Peanut Pie, las Sosa's Causticas, Parkinson DC, Gabi Ruiz, Maxi...", explica Sáez.

"Gabi ya tenía un pequeño aura y gente que le rodeaba como su novia, su hermano Maxi, Coco... Era como el padrino de una pequeña comunidad de personas", recuerda Héctor Castells, íntimo de Sideral y asiduo al Nitsa. "Formaban una orden de acólitos y militantes", describe.

Era como el padrino de una pequeña comunidad de personas... Formaban una orden de acólitos y militantes

Ruiz se debatía entre la indignación y el orgullo de saber que ya se hablaba de él. Pero los 'primigenios' tenían de todo menos tacto y un día se pasaron de la raya, repartiendo en el Nitsa 'flyers' de una fiesta en la que decían que igual pinchaba Sideral, el discjockey de Gabi. "Nos pilló un segurata y nos llevaron al cuartito donde tenían las bebidas. Llegó Gabi. Primero se quedó callado y nos miraba. Y a nosotros nos daba la risa. Entonces, empezó con la movida de: '¡Esto es mi negocio!' '¡Este es mi discjockey residente y no puede pinchar en otro sitio!' '¡Si a mí me da la gana esa fiesta vuestra no se hace!'. Nos pegó una bulla de tres pares de cojones. De hecho, amenazó con pegarnos. Lo que me extraña es que no nos pegaran. Nos quitaron los 'flyers' y nos vieron suficientemente acojonados, así que ya no hacía falta ni pegarnos. Ya nos habíamos cagado encima. Y nos echaron".

La venganza de Sáez y los 'primigenios' fue sumar un personaje más al repertorio del fanzine, Gabi Pulgoso, inspirado en un perro de la serie de dibujos animados 'Los Autos Locos'. "Me lo encontré otro día y pensé: hoy sí que me arrea. Me rodeó el cuello con el brazo, me dio un apretón en plan 'somos amigos' y me dijo: 'Me gusta este personaje, sigue con él'. Y me dejó. Estaba marcando el terreno", contaba Sáez años después, sorprendido aún. Gabi Ruiz ya era una 'celebrity'. Y con los ácidos fanzineros cambió de estrategia. A los pocos meses, fichó a Sáez para que diseñase los carteles del Astin, un bar que inauguró en el aún no colonizado barrio del Born. Lo silenció contratándolo, como haría con muchos otros. "Gabi siempre ha sido así. Un Julián Muñoz, llevado a estas escalas, que queda muy chistoso. Es una forma muy española de trabajar", compara el dibujante.

placeholder Sideral a los platos.
Sideral a los platos.

Alianzas y puñaladas

El indie seguía siendo una ruina, pero la electrónica daba dinero. Las colas ante el primer Nitsa se cuadruplicaron cuando el club se trasladó a la sala Apolo. Gabi quería una sala, quería ser promotor de conciertos, quería un festival... "Ya tenía vocación de dirigir un gran conglomerado", asegura gente que lo conocía bien en esa época. Gabi Ruiz ya pensaba a lo grande.

Con Sideral como as en la manga, había que reforzar el nombre de la sala trayendo discjockeys de fama internacional, pero Advanced Music, la empresa que organiza el Sónar, había llegado antes y se había posicionado como agencia de contratación de música electrónica. La otra opción era puentear a Advanced Music, a Verdes Records, a Producciones Animadas y a quien hiciera falta para no pagar comisión. Gabi optó por la tercera vía.

Sesión de Sideral en el Nitsa

Murmur Town entró pronto en guerra con Advanced Music. El plan de Gabi era contratar una sola vez a cada discjockey y esa misma noche, en el Nitsa, convencerle para traerlo una segunda vez ya sin intermediario. Esa era parte del trabajo de Ramon Llubià, un colaborador de 'Rockdelux' y responsable de prensa de Murmur Town-La Glòria. Un fin de semana Enric Palau, codirector de Sónar, cazó a Llubià intercambiando direcciones con Richie Hawtin. Ahí estalló la crisis entre ambas empresas; una crisis que se resolvió el lunes cortando la cabeza de Llubià. Gabi pensaría que no perdía mucho, pues no veía a Llubià lo suficientemente implicado con su empresa. En cualquier caso, las aguas volvieron a su cauce y se firmó la paz.

La popularidad del Nitsa llegó a Madrid y un fin de semana Miguel Morán, director del Festival Internacional de Benicàssim (FIB), viajó a Barcelona para conocer el antro pijo que concentraba la modernidad catalana. Gabi y Miguel hicieron tan buenas migas que en 1997 Murmur Town y La Glòria recibieron el encargo de programar la carpa electrónica del FIB. Aquella relación solo duró tres años. Gabi Ruiz aprovechó la carta libre que les habían dado el FIB para ir a Londres a hablar con los agentes ingleses. No solo se hizo con todos los contactos para negociar desde Nitsa el resto del año, sino que exigió a algunos artistas que actuasen en su sala si querían formar parte del FIB. Cuando en el FIB descubrieron la maniobra, cortaron relaciones de inmediato. Nitsa sólo programó tres años la carpa del FIB.

Oso bueno, oso malo

Conforme la empresa iba ganando ingresos, gracias, sobre todo, a la labor de Sideral como imán de público, las relaciones entre Serapi y Gabi iban agrietándose. Eran personas de generaciones diferentes y con distintos proyectos vitales. Con la tranquilidad que proporciona hablar a más de diez mil quilómetros de Barcelona, Héctor Castells usa otras palabras. "Eran la noche y el día. Serapi era como un oso bueno, tenía un trato afable. Y Gabi era el mafioso de la pareja. Tenía esa vertiente de empresario fulminante y determinado. Era una hiena. Nunca sabías lo que pensaba. Le gustaba estar rodeado de gente que le adulaba, lo respetaba y le hacía sentir poderoso".

Gabi era el mafioso de la pareja. Tenía esa vertiente de empresario fulminante y determinado. Era una hiena

La primera jugada maestra de Gabi fue convencer a Serapi de que cediera un diez por ciento de sus acciones a Sonia Saura y que él haría lo mismo. Lo pintó como un modo de reconocer el trabajo que hacía ella en la empresa. En realidad, lo estaban arrinconando, pues Serapi se quedaría con un 40% de la empresa mientras la pareja Ruiz-Saura sumaría un 60% y pasaría a imponer todas sus decisiones. "Ahí fue tonto Serapi. Pero Serapi era buena persona. Los otros eran más listos", valora un testigo neutral.

Viendo que los conciertos indies eran una ruina y que las sesiones de discoteca se llenaban cada semana, Gabi insistió a Serapi en centrarse en la escena electrónica. Serapi accedió. No le quedaba otra, pero tampoco tenía sentido seguir perdiendo dinero con los grupos de guitarras por mucho que les gustasen. En esa época Gabi ya iba diciendo que la música había dejado de interesarle. "A mí no me gusta el indie ni el techno", soltaba hinchado de orgullo. Era mentira, claro. Solo era una pose, una forma de decir que había entendido que aquello era un negocio. Un verano montó una franquicia del Nitsa en Calella de la Costa para atraer a los turistas. Fue un fracaso.

En 1999, la relación entre Serapi y Ruiz era insostenible. Había que deshacer la sociedad, pero Gabi lo quería todo: el Nitsa y el Astin. Serapi renunció a todo por once millones de pesetas. Aquella cifra incluía también su silencio. Entonces aún tuvo fuerzas para montar otro club en la misma calle del Astin. Un esbirro de Murmur Town recorrió todo el local el día de la inauguración antes susurrar a Serapi: "Tranquilo, ya no tenemos nada contra ti". Aquel local solo duró dos años. Serapi desapareció del mapa. Quince años después, no quiere remover temas demasiado espinosos.

El renacimiento en el Poble Espanyol

Cuando la relación entre Serapi y Gabi saltó por los aires, este último había exigido también quedarse con la propiedad de la marca Primavera Sound. Algo llevaría entre manos. Solo había que echar unos sencillos cálculos: si el 30% del público del FIB venía de Barcelona, un festival indie en la capital catalana tenía probabilidades serias de funcionar.

Barcelona ya tenía el Sónar y un festival gratuito, el BAM, dentro de las fiestas de la Mercè. Cuando 'Rockdelux' dejó la programación artística, esta pasó a Albert Salmerón, de la promotora Producciones Animadas. Nadie en el ayuntamiento pensó en encargar la programación electrónica a Murmur Town, esos que llenaban cada semana el Nitsa. Gabi se lo tomó fatal. Hubiera sido la forma ideal disputar a Sónar el liderazgo del sector.

Gabi quería un festival y la oportunidad le llegó de rebote. La sala Discotheque del Poble Espanyol quería traer al estadounidense Armand Van Helden, pero no había modo de recuperar el caché que pedía si actuaba en la discoteca. En cambio, en la plaza mayor del Poble Espanyol, con capacidad para cinco mil personas, las cuentas podían salir. Y más si se vendía como un festival. La efímera alianza con Discothèque se tradujo en una jornada con Van Helden, Unkle, Faze Action, Le Hammond Inferno, Bent, DJ Godfather y más artistas de electrónica. Ahí Gabi Ruiz encajó tres teloneros indies: Los Planetas, Manta Ray y Sr. Chinarro. Fue un 28 de abril. El cartel rezaba: 'Murmur Town presenta: Primavera Sound 2001".

Gabi reivindicaba que su padre era un currante de la Seat. Tenía una necesidad de triunfar. Era el sueño de un chaval de barrio

Murmur Town ya había metido un pie en el Poble Espanyol. Sin Serapi, pero ya con Alberto Guijarro, el programador de Apolo, antiguo socio de Salmerón en Producciones Animadas y hombre fundamental para relacionarse con las instituciones de la ciudad, Gabi empezaba a apuntar más allá del indie ruinoso y el techno de club. "Gabi reivindicaba que era de Sants, que su padre era un currante de la Seat. Siempre se desmarcaba de los hijos de la Bonanova que iban a bailar a su sala. Tenía una necesidad de triunfar. Era el sueño de un chaval de barrio", describe Castells.

Al fin y al cabo, todo lo relatado en esta primera entrega no es más que una colección de gestos típicos de cualquier empresario ambicioso y sin escrúpulos. "Pero sus ambiciones no dejaron de crecer conforme seguía creciendo su imperio", advierte Castells. Y con el cambio de década nacería el cacique del indie que hoy conocemos. Del Primavera Sound que hoy conocemos y de su crecimiento en los años 00 tratará la entrega de mañana: 'The Soprano Years'...

[Primavera Sound, el cortijo del indie. Parte II: 'The Soprano Years']

Durante tres días, en tres entregas, reconstruiremos el nacimiento, expansión y consolidación del Primavera Sound como el festival hegemónico de la industria musical española que hoy conocemos. Este primer capítulo, centrado en los años noventa, arranca con la aparición de Gabi Ruiz, actual director del Primavera, en la Barcelona indie y repasa la alianza y posterior guerra con su socio Serapi Soler, los primeros choques con prensa y fanzines, su sucio pulso con Advanced Music y otras agencias de contratación de artistas de música electrónica y su breve y traicionera relación con el FIB de Benicàssim, antes de refundar el Primavera Sound, ya en 2001 y en el Poble Espanyol.

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