Es noticia
La caída de revistas fraudulentas destapa las vergüenzas de la ciencia española
  1. Tecnología
  2. Ciencia
¿CÓMO LO ARREGLAMOS?

La caída de revistas fraudulentas destapa las vergüenzas de la ciencia española

Muchos investigadores, sobre todo de pequeñas universidades privadas, publican trabajos de escasa calidad en revistas que ahora son señaladas por sus malas prácticas

Foto: Una investigadora, ante el ordenador. (EFE/Juan González)
Una investigadora, ante el ordenador. (EFE/Juan González)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Los científicos obtienen financiación, tanto pública como privada, para realizar investigaciones que amplían nuestros conocimientos y contribuyen a solucionar problemas. Los resultados, examinados por otros expertos, se comparten en revistas especializadas. Estas publicaciones sirven, a su vez, para evaluar la calidad del trabajo realizado por los investigadores y concederles nuevos proyectos que les permitan continuar con su carrera científica y aumentar sus contribuciones a la sociedad. Sobre el papel, no parece un mal procedimiento, pero como cualquier sistema, es susceptible de llegar a pervertirse y corromperse. Los ejemplos abundan.

Las revistas cobran barbaridades por la publicación de artículos y por las suscripciones de las universidades y los centros de investigación que los producen, lucrándose con dinero público y alimentándose del trabajo gratis de los científicos que revisan los artículos. Al mismo tiempo, los investigadores se ven presionados para publicar a toda costa, especialmente al inicio de sus carreras, ahogados por sistemas burocráticos tan absurdos como inflexibles que exigen resultados inmediatos en medio de una competencia feroz; y no falta quienes se aprovechan de su situación para vender servicios fraudulentos, como la publicación de estudios falsos que engordan los currículos. El lío es monumental y parece poner en cuestión la forma de crear y compartir conocimiento más sólida y fiable que ha inventado el ser humano. Un caso reciente ilustra muy bien la situación y, además, pone el foco en la ciencia española.

Foto: Los artículos falsos proceden en su mayoría de hospitales chinos. (EFE/EPA/Mark R. Cristino)

El pasado 20 de marzo, la Web of Science expulsó a un gran número de revistas de sus listados. Este servicio online de información científica, que pertenece a la empresa Clarivate Analytics, es una colección de bases de datos de referencias bibliográficas y citas de publicaciones periódicas. Además, incluye herramientas destinadas a analizar la relevancia de las revistas científicas, como el Journal Citation Report (JCR). A día de hoy, en la mayor parte de los procesos de evaluación científica en todo el mundo se utiliza otro de sus indicadores más destacados, el factor de impacto, que es el patrón oro para la evaluación de la investigación y los investigadores. No es una novedad que alguna publicación se caiga cada año por distintos motivos, pero esta vez llama la atención que hayan sido 82. Por eso, dos expertos han querido analizar cómo afecta este fenómeno a la ciencia producida en España y han sacado conclusiones realmente jugosas que ya han colgado en internet.

Los expertos en documentación científica Ángel Delgado Vázquez, investigador de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y Rafael Repiso, de la Universidad de Málaga, destacan en su análisis que una de las revistas expulsadas es International Journal of Environmental Research and Public Health (IJERPH), que aglutina el mayor número de trabajos españoles de los dos últimos años y que, además, es la segunda revista del mundo en producción total en el año 2022. Es probable que su amplia temática, que abarca casi cualquier aspecto relacionado con la salud y el medio ambiente, ayude mucho a tener esos resultados. Esta publicación pertenece a la editorial MDPI (Multidisciplinary Digital Publishing Institute), que ya ha sido cuestionada por la calidad de la revisión por pares y criticada por impulsar la cantidad frente a la calidad como una forma de hacer dinero. Un dato llama especialmente la atención y deja en mal lugar a la ciencia española: mientras que en el conjunto de las revistas científicas los artículos firmados por autores españoles no llegan al 3,5%, en el caso de la cuestionada editorial MDPI casi llegan al 11%.

El coste de publicar un artículo ronda los 1.800 euros, según calculan estos autores, ya que esa información no es pública. De esta manera, el presupuesto que ha destinado España a difundir resultados científicos en las revistas que han sido expulsadas ahora de la Web of Science supera ampliamente los 12 millones de euros en los últimos cinco años, ya que suman más de 7.000 artículos (la inmensa mayoría, en una sola publicación, IJERPH, con 5.437). Todo ese dinero sale de los fondos destinados a proyectos de investigación españoles, tanto de planes nacionales como europeos.

placeholder Investigación científica. (EFE)
Investigación científica. (EFE)

Los responsables de Clarivate han explicado que están usando un sistema de inteligencia artificial para detectar conductas fraudulentas y que han identificado en torno a 500 posibles casos. Por el momento, no han aclarado los motivos por los que han sido expulsadas las 82 revistas de este año, pero el intercambio de citas y el exceso de autocitas, conductas que inflan de manera artificial los indicadores, han sido los más importantes en otras ocasiones. Con el sistema creado para las revistas tradicionales, a más citas promedio, los autores mejoran su reputación. "Por eso, algunas revistas, editoriales y a veces los propios autores deciden tirar por la calle de en medio y generar citas artificiales para posicionarse mejor, principalmente autocitas", explican Delgado y Repiso en declaraciones a El Confidencial.

En el documento que han compartido en internet, Delgado y Repiso recuerdan que las malas prácticas, en algunos casos, son bien conocidas y denunciadas, pero van a más en los últimos años. Uno de los párrafos de su análisis resulta especialmente demoledor, cuando resumen la situación asegurando que las revistas fraudulentas como IJERPH "atraen a una legión de investigadores, oportunistas, que bajo la promesa de una revisión fácil y rápida, no dudan en gastar dinero, casi siempre ajeno y público, en blanquear como artículos de impacto trabajos que difícilmente tendrían cabida en las tradicionales revistas de prestigio".

¿Qué pasa con las pequeñas universidades privadas?

Pero ¿quiénes recurren a esta vía? Probablemente, esta es la parte que más va a dar que hablar de todo el trabajo. Los autores elaboran una clasificación con las universidades que tienen un mayor porcentaje de producción científica en las revistas expulsadas y todas siguen un patrón: las cinco primeras son pequeñas y privadas, "con poco músculo científico", aclaran, "las que suelen ocupar las últimas posiciones en los rankings", si es que aparecen: la Universidad Pontificia de Salamanca, la Universidad Internacional de Valencia, la Universidad Europea del Atlántico, la Loyola de Andalucía y la Europea de Madrid.

placeholder Un investigador frente al microscopio. (EFE)
Un investigador frente al microscopio. (EFE)

Si vamos al número total de artículos publicados, ya aparecen universidades públicas (Granada, Valencia, Extremadura, Sevilla y Almería), aunque en alguno de estos casos el dato es poco significativo, debido a que se trata de instituciones que publican mucho y el porcentaje de su producción en IJERPH es realmente pequeño con respecto al total. En cualquier caso, las que salen mejor paradas porque casi no publican en esta revista son las tres grandes universidades de Cataluña (Politécnica, Autónoma y Barcelona) junto con la Universidad de La Laguna y la Universidad de Navarra.

¿Qué nos revelan estos datos? Según los autores, ha habido universidades privadas que han comenzado a investigar y publicar masivamente de manera muy reciente. El motivo es que están presionadas por la legislación más nueva (sobre todo, por el Real Decreto 640/2021, de 27 de julio, de creación, reconocimiento y autorización de universidades y centros universitarios). "Establece condiciones muy estrictas en cuanto a resultados de investigación para poder conceder o retirar autorizaciones para poder expedir títulos universitarios", comentan. Por eso, no investigar y no demostrar que lo están haciendo amenaza su negocio. El problema es que "una estructura científica productiva no se crea de la noche a la mañana, por lo que hay una gran tentación de utilizar atajos para tener resultados rápidos", opinan Delgado y Repiso. En todo caso, tanto estas como algunas de las públicas que señala su estudio "son centros pequeños donde quizá la producción en determinadas revistas se diluye menos entre el total de la producción", recuerdan.

La clave del problema y las soluciones

Al margen de este caso puntual que afecta a ciertas instituciones, lo cierto es que se ha establecido un círculo perverso: los investigadores consiguen fondos públicos, invierten gran parte de ellos en publicar trabajos de escasa calidad con los que financian revistas fraudulentas, lo que a su vez les permite avanzar en su carrera. Sin embargo, no realizan aportaciones relevantes a la ciencia. ¿Dónde está el punto clave? Los expertos creen que en la evaluación. Los investigadores sufren una gran presión por publicar y una alta competitividad para conseguir puestos estables. A partir de ahí, "algunos buscan su particular dieta milagro en ciertas revistas". Para ello usan tanto fondos públicos como fondos propios (no todos los investigadores tienen financiación adicional, sobre todo aquellos que están comenzando). Siguiendo con la metáfora, "algunas publicaciones prometen perder peso sin pasar por el gimnasio", es decir, que tienen "una baja tasa de rechazo, tiempos de revisión y publicación muy por debajo de la media, entre otros factores". Para alguien que tiene prisa "es una oferta excelente", aseguran. Por otra parte, "en España apenas se persiguen los deméritos científicos, y al no tipificarse y penalizarse se están incentivando".

placeholder Publicar es parte esencial del trabajo científico. (Reuters)
Publicar es parte esencial del trabajo científico. (Reuters)

El llamado publish or perish (publicar o perecer) es un problema mundial, "aunque en España la presión es más por publicar en determinadas revistas que por publicar mucho", destacan los autores del análisis. En ese sentido, tanto IJERPH como otras revistas abren una puerta a publicar en el grupo de revistas "escogidas", con "tiempos de revisión más rápidos y con una tasa de aceptación más alta, lo que las hace muy atractivas".

¿Qué pasará con los artículos expulsados de la base de datos de la Web of Science? "Con la normativa actual española, seguirán siendo valorados, puesto que esta revista permanece en posiciones destacadas de Scopus", otro producto análogo que también se usa como referente en la evaluación. En cualquier caso, los autores del análisis se felicitan de que hace pocos días la Aneca (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) se ha adherido a las declaraciones de DORA y CoARA, que "priorizan evaluaciones más profundas, relativizadas a los trabajos científicos". ¿Será esta la solución? En realidad, aún no se sabe qué cambios prácticos va a tener esto en las actuales evaluaciones.

Foto: Foto: Reuters.

Más allá del problema de la evaluación de los investigadores, Delgado y Repiso hacen otra propuesta: recuperar las riendas en los canales de publicación de resultados, esto es, "dotarse de plataformas que permitan comunicar la ciencia con un menor coste para todo". En ese sentido, "tenemos que ser proactivos e invertir en nuestras revistas, y no solo en la edición, sino también en el control de la calidad de las mismas". Las revistas españolas "deben ser una alternativa a los grandes monopolios editoriales", aseguran, una tarea para la que "tenemos los equipos humanos, pero nos faltan los recursos".

En cualquier caso, a pesar de todos los problemas, el sistema de publicaciones que sustenta la actividad científica sigue más vivo que nunca. "Vivimos, si acaso, tiempos de ajuste", admiten. "Se están produciendo y se van a producir cambios significativos, pero tienen más que ver con adaptar el sistema para que siga cumpliendo su verdadero fin, el de diseminar el conocimiento científico y permitir la conversación entre investigadores y el avance de la ciencia". De hecho, las revistas científicas tradicionales salen reforzadas de ciertas polémicas. "La inmensa mayoría de editoriales y publicaciones aplican procesos editoriales exquisitos y no hay que olvidar que son los propios científicos, mediante la evaluación por partes, los verdaderos garantes de la calidad de lo publicado. El prestigio es un intangible muy preciado para las revistas científicas, en algunos casos han tardado décadas en adquirirlo, por eso es mucho más difícil que lo pierdan", añaden.

Los científicos obtienen financiación, tanto pública como privada, para realizar investigaciones que amplían nuestros conocimientos y contribuyen a solucionar problemas. Los resultados, examinados por otros expertos, se comparten en revistas especializadas. Estas publicaciones sirven, a su vez, para evaluar la calidad del trabajo realizado por los investigadores y concederles nuevos proyectos que les permitan continuar con su carrera científica y aumentar sus contribuciones a la sociedad. Sobre el papel, no parece un mal procedimiento, pero como cualquier sistema, es susceptible de llegar a pervertirse y corromperse. Los ejemplos abundan.

I+D+I
El redactor recomienda