Es noticia
Así son los talleres clandestinos que producen miles de investigaciones científicas falsas
  1. Tecnología
  2. Ciencia
EL FOCO, PUESTO EN CHINA

Así son los talleres clandestinos que producen miles de investigaciones científicas falsas

Un estudio con participación española identifica que gran parte de los artículos retirados de las revistas científicas proceden de empresas que venden la autoría al mejor postor

Foto: Los artículos falsos proceden en su mayoría de hospitales chinos. (EFE/EPA/Mark R. Cristino)
Los artículos falsos proceden en su mayoría de hospitales chinos. (EFE/EPA/Mark R. Cristino)

Compartir los resultados forma parte de la esencia del método científico. Investigar no sirve de nada si los descubrimientos no se difunden entre los expertos para que otros colegas puedan confirmar o refutar los hallazgos y continúen poniendo nuevos ladrillos en el edificio del conocimiento. Los artículos publicados en revistas especializadas son esas piezas clave que dan sentido a todo el sistema. Por supuesto, pueden contener errores y, de hecho, la ciencia se caracteriza por estar en permanente revisión. Sin embargo, al menos se presupone que están hechos con la mejor intención en busca de la verdad. ¿Qué ocurriría si no fuera así?

En los últimos años, se ha detectado un retorcido fraude científico: existen entidades que producen manuscritos científicos falsos por encargo, publicaciones que muestran estudios que nunca se han realizado. Estas empresas, que ya se conocen como "fábricas de artículos", consiguen colar en prestigiosas revistas trabajos que solo sirven para engordar el currículo de sus autores, que en realidad no han participado en su elaboración. Ahora, una investigación muestra que la dimensión de este fenómeno es realmente preocupante, porque detecta que el 21,8% de los artículos retirados de revistas científicas en 2021 fueron retractados debido a este tipo de engaño. El porcentaje es llamativo, porque generalmente cuando se rechazan estos trabajos anteriormente admitidos y publicados no se suele especificar que este sea el motivo, ya que es muy difícil de probar.

Foto: Foto: Reuters.

La Universidad de Santiago de Compostela ha publicado este estudio en British Medical Journal, una prestigiosa revista médica, junto a colegas de las universidades estadounidenses de Yale y Brown (EEUU) y otros autores españoles. Para llevarlo a cabo, pidieron acceso a la base de datos Retraction Whatch, que se encarga de recopilar los trabajos retirados de revistas científicas por cualquier motivo. En total, identifican 1.182 de estos falsos papers publicados a partir de 2004, pero lo llamativo es que en los primeros años analizados el fenómeno parece ser anecdótico (apenas encuentran alguno hasta 2014), mientras que en los últimos tiempos se ha disparado. Casi todos los autores de estos artículos fraudulentos son de China (96,8%) y la inmensa mayoría están vinculados a alguna institución hospitalaria (76,9%). Además, el área de conocimiento más afectada es la de farmacología y farmacia, con un 22% del total.

En general, los motivos por los que una revista científica puede retirar artículos ya publicados son varios, pero se pueden dividir en dos: la mala conducta científica y el error. No obstante, la causa más común es la primera desde hace tiempo. En esa categoría entran el plagio, la falsificación de datos e imágenes, la manipulación de resultados o no declarar conflictos de interés. En particular, en España, lo más habitual es que la retractación de papers se deba al plagio y la duplicación (una especie de autoplagio). No obstante, la causa principal varía en cada país.

placeholder Un científico trabaja con su ordenador en un laboratorio de China. (EFE)
Un científico trabaja con su ordenador en un laboratorio de China. (EFE)

En ese contexto, los artículos que son directamente falsos están proliferando como las setas. "Hay organizaciones que producen manuscritos científicos y luego venden la autoría", explica a Teknautas la autora del trabajo, Cristina Candal Pedreira, investigadora de la universidad gallega y del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela. El problema comenzó a detectarse porque "muchos artículos utilizaban las mismas figuras y gráficos, aunque no tenían absolutamente nada que ver entre ellos y los autores no eran los mismos", detalla. No podía ser casualidad. El análisis comienza en 2004, porque en ese año se publicó el primer artículo que posteriormente fue retractado por proceder de estas organizaciones, así que "podemos decir que ya existían entonces y posiblemente antes".

Publicar tenía un precio

En 2013, la revista Science desveló cómo funcionan estas tramas a través de una investigación de su departamento de prensa. Durante cinco meses los periodistas se hicieron pasar por científicos que querían comprar la autoría de un artículo o que se mostraban dispuestos a pagar porque les escribieran uno firmado por ellos. Para ello, contactaron con 27 empresas sospechosas de dedicarse a este negocio y comprobaron que, en efecto, 22 de ellas estaban dispuestas a hacerlo. En uno de los casos, llegaron a concretar que el coste por incluir dos nombres (primer autor y autor de contacto) en un artículo sobre cáncer sería de algo más de 19.000 euros. El periodista no llegó a pagar, pero poco más tarde comprobó que ese mismo trabajo se había publicado en la revista International Journal of Biochemistry & Cell Biology (editorial Elsevier) incluyendo los nombres de otros dos autores distintos. ¿Habrían pagado por ello? Todo parece indicar que sí, pero ellos lo negaron.

Según los datos sobre artículos retractados publicados ahora, la aparición de este tipo de papers falsos se habría disparado en los años anteriores a la pandemia, entre 2017 y 2019. Sin embargo, el gran boom de la identificación de estos fraudes tuvo lugar a partir de 2020. Ese año "saltó la alarma" y nuevos investigadores se pusieron a seguir el rastro de lo que estaba pasando. De ahí que en el año 2021 la retractación de artículos por esta causa haya llegado a un porcentaje tan alto. "Se puso el foco en identificarlos", asegura Cristina Candal Pedreira, convencida de que este fenómeno puede ser bastante más grande de lo que parece. "Todo esto es la punta del iceberg", afirma, "tanto en el caso de las fábricas de artículos como en el de otros tipos de retractación, solo vemos los que ya se han retirado, pero lo más probable es que haya miles que no se hayan identificado o que aún estén en proceso de retirada, porque lleva mucho tiempo".

placeholder Investigación biomédica. (EFE)
Investigación biomédica. (EFE)

La irrupción del covid hizo que la producción científica en el ámbito biomédico se incrementase, así que cabe preguntarse si ha tenido algún impacto en este tipo de fraude. De hecho, la necesidad de compartir rápidamente los resultados en busca de soluciones frente al nuevo virus provocó un terremoto en el mundo de la comunicación científica, con la multiplicación de preprints (trabajos no revisados por otros expertos que se suben a plataformas online) y algún escándalo sonado, como el que protagonizaron las revistas The Lancet y NEJM al publicar artículos sobre el fármaco hidroxicloroquina a partir de una base de datos desconocida e inverosímil. ¿Ha tenido la pandemia alguna relación con las fábricas de falsos papers?

Curiosamente, el estudio de los investigadores españoles registra menos artículos retractados por este motivo en 2020 que en los años anteriores, pero todavía es demasiado pronto para saber si esas cifras van a ser definitivas. "La retirada de artículos es un proceso muy lento", insiste la autora, "y es posible que en el futuro podamos ver más". Así que, en realidad, "no sabemos si la pandemia ha repercutido en este problema, pero de momento, entre los artículos identificados no hay ninguno relacionado con el covid".

placeholder La investigación hospitalaria en China, en el centro de la polémica. (EFE)
La investigación hospitalaria en China, en el centro de la polémica. (EFE)

Las claves: China, los hospitales y las revistas

Pero ¿por qué la investigación biomédica es la principal señalada? Según los autores, en el ámbito científico hay mucha presión por publicar, sobre todo en algunos países que ofrecen ciertos incentivos. "Por ejemplo, un estudiante de medicina en China necesita una publicación científica para graduarse. Además, en algunos países el sueldo base de los médicos es muy bajo y reciben gratificaciones por publicar artículos científicos, a pesar de que en muchos casos no tienen tiempo o ni siquiera saben cómo hacerlo", afirma la investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela. Recurrir a las fábricas de artículos falsos es un atajo que está poco penalizado, porque "aunque en un futuro se sepa lo que ha pasado, esa persona ya se ha graduado, ya ha realizado su tesis o ha logrado el ascenso que buscaba". En definitiva, es una mala práctica que rara vez tiene consecuencias.

Por otra parte, también es llamativo que el trabajo haya identificado casi exclusivamente trabajos de autores chinos. "La mayoría salen de China porque se ha puesto el foco en China", argumenta. "Los primeros artículos que se identificaron como falsos procedían de este país y, además, se conoce la existencia de estas fábricas", añade. Hasta hace poco, estaban enfocadas hacia el ámbito académico y ofrecían la realización de tesis, trabajos de fin de grado o de fin de máster, pero parecen haber dado el salto a las revistas científicas. Sin embargo, existen indicios de organizaciones similares "en otros países asiáticos, en Rusia y posiblemente en otros lugares, pero todavía no se han identificado".

placeholder Hospital en China. (EFE)
Hospital en China. (EFE)

Otro aspecto destacable del análisis es que los artículos falsos se publican en todo tipo de revistas, muchas de ellas de gran calidad, del primer o del segundo cuartil (forma de ordenar la importancia de las publicaciones de un área por su factor de impacto, dividiéndolas en cuatro partes). ¿Cómo es posible? Muchos de estos trabajos científicos hacen referencia a detalles muy concretos. Por ejemplo, "si un artículo habla de la asociación entre una mutación de un gen específico y la aparición de una enfermedad, es muy difícil de comprobar que esa información es correcta", apunta Cristina Candal. Los revisores por pares de las revistas, que no cobran por realizar este trabajo, no tienen todos los datos de estos estudios y, aunque los tuvieran, ¿cómo pueden comprobar que son ciertos? "Replicar este tipo de investigaciones requiere muchísimos recursos, necesitarías laboratorios, material y gente especializada", comenta la autora. Así que, simplemente, "no es posible hacerlo".

No obstante, la investigación encuentra que solo 15 revistas publican el 68,7% de todos los artículos identificados como fraudulentos. Los autores creen que probablemente las empresas tienen una lista de revistas en las que es más fácil publicar. "Es posible que alguna vez mandaran un primer artículo y, si tuvieron éxito, siguieron enviando otros y fueron colando", apunta. ¿Y puede existir algún tipo de complicidad entre la revista y estas organizaciones? "Yo creo que en las revistas internacionales no sucede, pero es cierto que fábricas de artículos también tienen lazos con revistas locales que les garantizan la publicación", destaca.

Víctimas y soluciones

Los editores de las revistas no quieren verse implicados. En marzo de 2021, Nature publicó un amplio reportaje que abordaba este asunto recopilando otros estudios que han detectado el fraude y recogiendo la opinión de responsables de algunas publicaciones. Muchos reclaman un esfuerzo colaborativo. Si una revista detecta un artículo falso hoy en día, simplemente lo rechaza y los autores pueden probar suerte en otra o incluso pueden enviarlo de forma simultánea a varias a la vez. "Debería haber un sistema de alarma que sirviera para poner el foco en ese artículo y que no se la cuelen a otros editores menos familiarizados con este problema", propone la experta de la Universidad de Santiago de Compostela.

¿Cómo daña todo este panorama a la ciencia? "Están llenando la literatura científica de investigaciones que no son verdaderas y esto puede tener un impacto no solo en la ciencia, sino en la población, porque estamos hablando de biomedicina", lamenta. La evidencia científica se utiliza en la práctica clínica, así que podría ser que algún artículo que haya sido publicado por estas organizaciones tenga resultados que puedan impactar en pacientes o en las políticas sanitarias. "De momento, que sepamos, no ha pasado", puntualiza. Otra víctima evidente son los investigadores honestos. "El mundo de la ciencia es muy competitivo y para conseguir financiación o un puesto público, necesitas publicaciones. Si soy legal y mis publicaciones son legítimas, sin duda, invierto mucho más tiempo que alguien que solo las compra y puede tener el doble que yo en menos tiempos", explica la autora.

Foto: Portadas de revistas científicas (EC)
TE PUEDE INTERESAR
Esto es lo que cuestan las revistas científicas: España se ha pulido 213 millones desde 2012
Antonio Villarreal Gráficos: Jesús Escudero

Dentro de su tesis doctoral, Cristina Candal mostró en otro estudio que la retractación de artículos no tiene mucho impacto en la citación. Es decir, que los científicos siguen citando artículos que ya han sido retirados. El problema es que no se comprueba esta información, porque un artículo retractado "está marcado en grande y en rojo para que se vea bien en todas las plataformas". Si embargo, "si antes de su retirada me lo he descargado y en el futuro uso esa copia", la difusión del fraude o del error continúa. Para tratar de solucionar este tipo de cuestiones, el gestor bibliográfico Zotero, conectado con la base de datos de retractaciones, ofrece una alerta roja a los autores si tratan de citar un artículo retirado.

En cualquier caso, la lucha contra el fenómeno de las fábricas de artículos falsos es muy compleja. "Al final, van a crear otro sistema que pase los filtros", advierte la investigadora. De hecho, todo puede complicarse aún más con las nuevas herramientas de inteligencia artificial. Por eso, ella propone una solución radical. "Es un poco utópico, pero para evitar todo esto no queda más remedio que cambiar el sistema de evaluación de los investigadores, que no haya tanta presión por publicar o que las cuotas de publicación impuestas sean realistas, porque una persona que trabaja en el hospital a tiempo completo no puede publicar muchos artículos al año", afirma.

Compartir los resultados forma parte de la esencia del método científico. Investigar no sirve de nada si los descubrimientos no se difunden entre los expertos para que otros colegas puedan confirmar o refutar los hallazgos y continúen poniendo nuevos ladrillos en el edificio del conocimiento. Los artículos publicados en revistas especializadas son esas piezas clave que dan sentido a todo el sistema. Por supuesto, pueden contener errores y, de hecho, la ciencia se caracteriza por estar en permanente revisión. Sin embargo, al menos se presupone que están hechos con la mejor intención en busca de la verdad. ¿Qué ocurriría si no fuera así?

Investigación I+D+I
El redactor recomienda