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Del 'covid cero' al abismo: ¿colapsará China y nos afectará?
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LA INCERTIDUMBRE DE 3 AÑOS CONFINADOS

Del 'covid cero' al abismo: ¿colapsará China y nos afectará?

La nueva estrategia china frente a la pandemia supone un cambio radical y siembra muchas dudas: algunos modelos vaticinan un millón de muertes

Foto: China, ante una nueva etapa frente al covid. (EFE/EPA/Alex Plavevski)
China, ante una nueva etapa frente al covid. (EFE/EPA/Alex Plavevski)

Cuando hace menos de un mes estalló la mayor ola de protestas que ha vivido China desde 1989, la agencia de noticias oficial Xinhua aún defendía que la estrategia covid cero era la más adecuada porque, frente a la pandemia, la persistencia es “el arma mágica para la victoria”. En aquellos días, la cifra de contagios en el gigante asiático alcanzaba cifras récord inimaginables muy poco tiempo atrás, con 40.000 casos diarios. Sin embargo, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tras la reunión de la Comisión Nacional de Salud del 30 de noviembre, expertos y cargos políticos comenzaron a hablar de “nueva etapa” y desterraron términos y conceptos esenciales en el mensaje que las autoridades chinas han enviado estos últimos tres años.

Semanas después, a pesar de la opacidad que caracteriza al país, todo apunta a que el resultado de este vuelco en la política sanitaria está siendo desastroso. Mientras oficialmente se siguen contando los fallecimientos con los dedos de las manos, se filtran imágenes de hospitales colapsados, morgues repletas y farmacias desabastecidas. Salvando las distancias y teniendo en cuenta la falta de información, la situación empieza a recordar, en parte, al primer impacto del covid que sufrimos en muchos países occidentales. ¿Colapsará China? ¿Tendrá repercusiones para el resto del mundo?

Foto: Trabajadores sanitarios en Pekín, China. (Reuters/Thomas Peter)

Los cambios están siendo radicales y desconcertantes en muchos aspectos después de tanto tiempo de mano dura contra el virus. Los confinamientos masivos de ciudades enteras han acabado, ya no hay restricciones de viaje entre distintas provincias, los infectados pueden aislarse en su propia casa en lugar de acudir a grandes instalaciones y en algunos casos incluso se permite que acudan a trabajar. De hecho, la estricta política de realización de test, que se exigían casi para cualquier movimiento diario, ha quedado atrás, porque ahora son voluntarios. De esta forma, mientras todos los indicios indirectos hacen pensar en que los contagios se han disparado, las cifras oficiales dicen justo lo contrario desde finales de noviembre. Además, ya no se registran los casos asintomáticos y los muertos no se atribuyen al covid si no tienen un diagnóstico de enfermedad respiratoria asociado.

En estas circunstancias, los epidemiólogos tratan de averiguar qué va a suceder de ahora en adelante y algunas predicciones resultan aterradoras. Un estudio subido a la plataforma medRxiv (es un preprint, sin revisión por pares) la semana pasada pronostica un millón de muertes por covid en los próximos meses. No obstante, los autores juegan con distintas variables: el aumento de las dosis de refuerzo con nuevas vacunas y la administración de antivirales a las personas de riesgo reduciría la cifra en un 35%.

placeholder Vacunación en China. (Reuters)
Vacunación en China. (Reuters)

Otro modelo publicado online por la Universidad de Seattle (EEUU) abre mucho más el abanico y permite comparar de forma gráfica lo que puede ocurrir en función de las medidas que mantengan las autoridades chinas. En el peor de los escenarios, a lo largo del próximo año podrían fallecer 1,6 millones de personas en el país asiático. De hecho, de aquí a abril se espera que lleguen a medio millón. Sin embargo, el mantenimiento generalizado de las mascarillas, algunas restricciones de movimiento, la utilización de nuevos tratamientos antivirales y un incremento sustancial de la vacunación reducirían esos datos a poco más de la mitad.

Dónde está el problema

¿Por qué los pronósticos son tan inquietantes a estas alturas de la pandemia? Frente a lo que ocurre en el resto del mundo, China sigue teniendo graves problemas de inmunización. Por una parte, la política de covid cero ha salvado muchas vidas, pero ha impedido la circulación del SARS-CoV-2 y esto implica que la población no se ha inmunizado de forma natural, tal y como ha ocurrido de manera progresiva en casi todo el mundo. Por otra parte, aunque la inmensa mayoría de los chinos están vacunados, el país asiático tiene un problema con la calidad de esa vacunación. En primer lugar, porque se han puesto pocas dosis de refuerzo, especialmente, entre las personas de edad avanzada, las más vulnerables. Tan solo el 40% de los mayores de 80 años han recibido un tercer pinchazo.

Este dato es aún más relevante por las dudas que existen sobre las vacunas chinas (Sinovac, Sinopharm y CanSino). “No sabemos muy bien cuál es su efectividad, pero no tienen la misma calidad que hemos usado nosotros”, afirma el epidemiólogo Quique Bassat, investigador del Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal), en declaraciones a Teknautas. De hecho, frente a la apuesta inicial por los virus inactivados, China también ha tratado de desarrollar vacunas basadas en ARN mensajero, como las de Pfizer y Moderna.

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Mascarillas en China. (EFE)

En realidad, las comparaciones entre vacunas son difíciles de realizar, pero algunos países de Latinoamérica han sido un buen laboratorio de pruebas, porque han utilizado tanto las occidentales como las chinas. Aun así, la idea de que las vacunas de ARN mensajero funcionan mejor se apoya más en la generación de anticuerpos que en el resultado final con respecto a su principal objetivo: evitar gravedad y muerte. En ese aspecto no hay tantas evidencias, según explica Salvador Peiró, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio) de la Comunidad Valenciana. De cualquier modo, “no cabe duda de que China tendrá menos casos graves entre los vacunados que entre los que no lo están”.

No obstante, las subvariantes de ómicron que están circulando en la actualidad son la versión del SARS-CoV-2 más contagiosa que conocemos. Esto quiere decir que, al relajar las medidas de contención, está claro que “van a tener montones de casos a la vez y este es el problema”, afirma este experto. Por eso, aparte de la vacunación, va a ser determinante el tipo de medidas que vayan a mantener en cuanto a distancias, mascarillas o espacios ventilados. A largo plazo, “no tendrán menos casos”, pero sí pueden conseguir “distribuirlos en el tiempo”, y esa es la clave para manejar la situación y evitar la saturación del sistema sanitario.

Qué deberían hacer

En cualquier caso, el abandono de la política covid cero se había vuelto inevitable. “No era sostenible”, afirma Bassat. “Según lo veían ellos, sin una buena inmunidad de grupo ni una buena cobertura vacunal, había mucho riesgo; pero ¿hasta cuándo podían mantenerlo? No podían llegar a 2028 y seguir encerrando a todo el mundo en sus casas”, reflexiona. Probablemente, al comienzo la premisa del Gobierno chino era que en algún momento dejaría de circular el virus. Sin embargo, “hace mucho que sabemos que el covid no iba a desaparecer”, así que se imponía una convivencia con el virus, con la esperanza de que las nuevas variantes fueran menos virulentas y la población estuviera más protegida por las vacunas.

placeholder Test de covid. (EFE)
Test de covid. (EFE)

El problema es que las autoridades han mantenido su relato contra viento y marea hasta que se han visto superadas por los hechos. Según el análisis que hacen algunos periodistas extranjeros, el cóctel que ha precipitado el cambio está formado por la cascada de brotes de covid, los problemas económicos y las protestas. “Para mí, su verdadera estrategia era una salida muy lenta tras haber puesto muchas dosis, pero se enfrentan a su propia política y a sus propios mensajes”, señala el especialista de Fisabio. Además, hay que tener en cuenta que tras esta política de comunicación “hay gente aterrorizada que no quiere que se abandone el covid cero”, asegura. Entre unas cosas y otras, “al final han hecho una apertura de puertas muy caótica cuando lo lógico es que hubiera sido poco a poco”, comenta Peiró.

Sin embargo, esta salida tampoco es cómoda ni desde el punto de vista político ni sanitario. “Lo que no puedes hacer es cambiar radicalmente”, destaca Bassat, “abrir todo de repente contradice el mensaje que has dado en los últimos tres años a tu población, pero hay que implementar medidas intermedias entre lo que estaban haciendo y la apertura total, algo más parecido a lo que hacíamos nosotros”. En ese sentido, los chinos tienen cierta ventaja por la experiencia acumulada en otros países.

placeholder Colas en una farmacia. (EFE)
Colas en una farmacia. (EFE)

Precisamente, el ISGlobal lideró un panel internacional que publicó a principios de noviembre en la revista Nature un artículo de consenso con recomendaciones sobre cómo manejar la pandemia a partir de ahora. No obstante, “muchas de nuestras recomendaciones no encajan en el sistema político chino, porque tienen mucho que ver con la transparencia en las comunicaciones o el compromiso social a la hora de diseñar las estrategias de prevención”, aspectos que hoy por hoy no se puede ni soñar con plantear en el país asiático. En cualquier caso, la gran recomendación es apostar muy fuerte por las vacunas. “Si quieren ser estrictos con algo, que sea con la vacunación, porque, si consiguen proteger a la población, no pasará nada porque haya millones de casos, habrá muy pocos graves”, comenta el epidemiólogo.

Por qué el impacto puede ser relativo

A pesar de todo, incluso si se cumplen los pronósticos de los modelos y alcanzan el millón de fallecidos por covid en los próximos meses, la tasa de mortalidad sería más baja que en las primeras olas que golpearon a muchos países europeos. Según los cálculos de Salvador Peiró, la mortalidad se situaría en poco más de 700 muertos por millón, mientras que España llegó a superar los 2.500 en los peores momentos de la pandemia. “Al final, tampoco salen tan mal parados”, reflexiona, “aunque todavía podrían ahorrarse muchas muertes”.

Están un poco como nosotros al principio”, reconoce Bassat, pero a la vez cree que tienen muchas ventajas por el conocimiento del covid y por las circunstancias actuales. En primer lugar, por muy defectuosa que sea la vacunación, la diferencia es enorme frente a la falta absoluta de inmunidad. En segundo lugar, los expertos coinciden en señalar que las subvariantes de ómicron son menos letales (al menos, entre los vacunados). Además, hay que contar con algunos avances farmacológicos y un mayor conocimiento sobre el manejo de los pacientes.

Foto: Eric Feigl-Ding.

Por otra parte, si van hacia un modelo más parecido al occidental, ya tienen muchas evidencias científicas que muestran cuáles son las medidas epidemiológicas más afectivas en cuanto a cierres selectivos, horarios o ventilación. Incluso cuentan con el ejemplo de otros países que, sin llegar a los extremos de China, optaron por una estrategia de cierre de fronteras y covid cero, como Australia y Nueva Zelanda, aunque, en estos casos, la recuperación de la normalidad sí fue más programada y progresiva.

Por todo ello, los expertos no creen que vaya a producirse un gran colapso ni sanitario ni económico. “Si lo comparamos con lo que sucedió en cualquier país de Europa o con EEUU, ellos ya se han ahorrado las muertes de las primeras olas”, destaca Peiró, “y tienen muy buenos científicos y grandes capacidades”. Incluso en el contexto de las medidas más duras aplicadas estos años, “si aislaban a 60 millones de habitantes, quedaban otros 1.300 trabajando”, apunta.

Para la historia de epidemiología quedará el debate sobre qué estrategia ha sido la más adecuada. En cualquier caso, “el covid cero solo se puede aplicar en islas ricas”, comenta el experto de Fisabio en referencia a Australia y Nueva Zelanda, “o en China; Europa nunca tuvo opciones de hacerlo”. En opinión de Bassat, la comparación es muy difícil: “Hay que recordar los muertos que arrastramos y que en EEUU, que es el país donde más flexibilidad ha habido, han muerto más de un millón de personas”. Desde un punto de vista de salud pública, “claramente es mejor la opción de covid cero, pero desde un punto de vista más amplio, es muy discutible”, añade.

Cuando hace menos de un mes estalló la mayor ola de protestas que ha vivido China desde 1989, la agencia de noticias oficial Xinhua aún defendía que la estrategia covid cero era la más adecuada porque, frente a la pandemia, la persistencia es “el arma mágica para la victoria”. En aquellos días, la cifra de contagios en el gigante asiático alcanzaba cifras récord inimaginables muy poco tiempo atrás, con 40.000 casos diarios. Sin embargo, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tras la reunión de la Comisión Nacional de Salud del 30 de noviembre, expertos y cargos políticos comenzaron a hablar de “nueva etapa” y desterraron términos y conceptos esenciales en el mensaje que las autoridades chinas han enviado estos últimos tres años.

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