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Los vecinos de La Palma se acercan a conocer el nuevo volcán: "Se comió hasta una escuela"
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NO PARA DE VERTER LAVA

Los vecinos de La Palma se acercan a conocer el nuevo volcán: "Se comió hasta una escuela"

Pese a las advertencias de las autoridades, los lugareños y visitantes se acumulan en las laderas para observar de primera mano un espectáculo nunca visto en 50 años

Foto: Dos personas observan la actividad de la erupción volcánica. (EFE)
Dos personas observan la actividad de la erupción volcánica. (EFE)

En la tarde noche de este lunes, había varias largas lenguas que iluminaban la parte occidental de la isla de La Palma. Unas, las de la lava del impresionante volcán de Cumbre Vieja que sigue imparable su camino al mar. Las otras, menos espectaculares, pero igual de continuas y apelmazadas, las de los lugareños y visitantes que intentaban moverse ladera abajo en las serpenteantes carreteras que llevan a la costa. Mientras el magma arrasa con todo a su paso, los segundos miran atónitos un fenómeno impresionante y único, y enfadan a expertos e instituciones. Las autoridades del cabildo advirtieron contra la idea de acercarse a contemplar la lava fluir, sin éxito hasta el momento.

María y Antonio son dos de esos vecinos que, expectantes por lo ocurrido, han decidido echarse a la calle y buscar un hueco en la carretera para observar este fenómeno histórico. Junto a ellos, muchos otros palmeros llenan cada revuelta mirando sin parar una de las bocas por las que el nuevo volcán ruge sin cesar. Su ritmo, lejos de mostrar su frenada, continúa como si alguien hubiese destapado una botella de champán después de años agitándola. Entre rugido y rugido, Antonio habla con El Confidencial. "Es tremendo lo que está pasando. Eso te juro que eran llanos, laderas llenas de un pasto muy bueno para los animales e higueras. Vamos, que yo he cazado por allí cuando era pequeño. Pues mira ahora, lo ha sepultado todo. Nadie imaginaba que hubiese un volcán justo ahí".

Foto: El Cumbre Vieja en plena erupción volcánica en La Palma. (Reuters)

Desde esta posición, que comparten lugareños y cámaras de televisión, se ve bien lo que cuentan estos septuagenarios veteranos de El Paso. Ellos han vivido la explosión del Teneguía y hasta les pilla de cerca la del 49, en estas mismas cimas, pero su expresión es de no haber imaginado nada igual. “En toda esa zona las rocas son calientes, y yo he visto hasta fumarolas cuando paseaba por allí. Que echabas al hurón para cazar y salía de algunos agujeros espantado por el olor a azufre. Es decir, que esto podía pasar, pero no esperaba que fuese aquí, ni de esta forma”, detalla Antonio. De momento, se han detectado al menos dos fisuras, y se habla de hasta nueve bocas abiertas en el lado oeste de lo que se conoce como el tejado de La Palma: la última de estas 'goteras', detectada esta misma noche, ha obligado a ampliar el número de evacuados a la población de Tacande.

La emoción por la espectacularidad se mezcla con el miedo o el dolor por lo ocurrido

Esa mezcla de sensaciones entre la espectacularidad y el miedo o el dolor por lo ocurrido está presente en cada paso que se da en La Palma, y en el resto de las islas. Lo mismo uno puede ver a medio avión levantarse camino de Tenerife en busca de la nube del volcán que ve cómo en tierra cualquier ruido extraño hace que la gente se ponga en alerta mirando hacia el volcán. Leticia, otra de las palmeras presentes en la parada convertida en mirador improvisado desde el que se tienen vistas privilegiadas del cono principal, ya más que marcado por la cantidad de material volcánico adosado a su alrededor, resume bien esa sensación. "Es una desgracia, se ha comido incluso escuelas, gente que lo ha perdido todo en un segundo, sin poder hacer nada. Claro que es espectacular y que incluso la isla puede ganar terreno, dicen que traerá hasta turismo, pero es que ha destrozado cientos de casas".

placeholder Cuatro personas contemplan desde una montaña al caer la noche la lava que sale proyectada hacia el cielo del nuevo volcán de La Palma. (EFE)
Cuatro personas contemplan desde una montaña al caer la noche la lava que sale proyectada hacia el cielo del nuevo volcán de La Palma. (EFE)

En total, en estos momentos las autoridades hablan de hasta 300 construcciones arrasadas, y viendo el camino de las lenguas en plena noche, lo que más llama la atención es que no sean más. Unas farolas marcan las calles a lo lejos y se erigen como últimos supervivientes de un horizonte en el que el magma sigue coloreando la noche de un naranja muy intenso mezclado con las sirenas azules de la policía isleña.

Tan cerca pasa de las poblaciones el magma que el marido de Leticia así lo cuenta: "Mira, yo trabajo ahí abajo, en unas naves. No se las ha llevado la lengua de casualidad", comenta señalando la hilera de farolas aún iluminadas. Solo un poco más atrás de esas naves, se ve uno de los tantos incendios originados por la lava. "No te extrañe que sea una fábrica o algo así", añade.

El ruido del volcán hace complicado dormir y el azufre huele a kilómetros

Tras la erupción de este domingo, la segunda noche en La Palma con su nuevo vecino se presentaba igual de tensa, o incluso más tras ver los primeros destrozos del voraz volcán, aún sin nombre. Su ruido sigue haciendo complicado dormir, el azufre huele a kilómetros dependiendo del viento y todos los vecinos aguantan la respiración mientras esperan, sabiendo que no será pronto ni fácil, que este nuevo fenómeno se calme.

En la tarde noche de este lunes, había varias largas lenguas que iluminaban la parte occidental de la isla de La Palma. Unas, las de la lava del impresionante volcán de Cumbre Vieja que sigue imparable su camino al mar. Las otras, menos espectaculares, pero igual de continuas y apelmazadas, las de los lugareños y visitantes que intentaban moverse ladera abajo en las serpenteantes carreteras que llevan a la costa. Mientras el magma arrasa con todo a su paso, los segundos miran atónitos un fenómeno impresionante y único, y enfadan a expertos e instituciones. Las autoridades del cabildo advirtieron contra la idea de acercarse a contemplar la lava fluir, sin éxito hasta el momento.

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