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El español que lleva una nueva vacuna contra el covid a los países olvidados de la pandemia
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Usa virus de la enfermedad de Newcastle

El español que lleva una nueva vacuna contra el covid a los países olvidados de la pandemia

La vacuna de Adolfo García Sastre, que emplea una tecnología nueva, ya se fabrica en México, Tailandia y Vietnam, y está dando buenos resultados en los ensayos clínicos

Foto: El virólogo Adolfo García Sastre. (EFE)
El virólogo Adolfo García Sastre. (EFE)

La vacunación contra el covid despegó en diciembre de 2020. Siete meses después, el 25% de la población mundial ha recibido al menos una dosis, pero esta cifra esconde realidades completamente distintas. Mientras el Reino Unido (67%), EEUU (55%) y la Unión Europea (55%) avanzan hacia la inmunidad de grupo, en el continente africano las vacunas han llegado a menos del 3% de sus habitantes. Queda mucho por hacer, sobre todo teniendo en cuenta que los países con bajas tasas de cobertura vacunal son el caldo de cultivo para la aparición de nuevas variantes.

Con este escenario, el reto de las vacunas que aún están en desarrollo es cubrir esa demanda. En Nueva York, el investigador español Adolfo García Sastre lidera uno de los proyectos más prometedores desde la Escuela de Medicina de Icahn, en el Hospital Mount Sinai, donde dirige el Instituto Global de Salud y Patógenos Emergentes. En colaboración con la Universidad de Texas, su equipo trabaja en la vacuna NDV-HXP-S, un fármaco diferente por varios motivos. Por una parte, utiliza un método innovador, distinto a los de las actuales vacunas contra el covid. Por otra, el método de producción es exactamente igual al de las vacunas de la gripe, de manera que sale barata y muchos países tendrían los medios para producirla. Y, precisamente, la idea de sus promotores es renunciar a los beneficios y poner la tecnología a disposición de quien la necesite.

Foto: Instalaciones de la farmacéutica catalana Reig Jofre, que envasa Janssen. (EFE)

México, Tailandia y Vietnam ya la están fabricando para suministrar las dosis necesarias para los ensayos clínicos y, posteriormente, inmunizar a su población. De hecho, los primeros resultados en pacientes son muy satisfactorios: “Ofrece una buena respuesta de anticuerpos y no se han registrado efectos adversos”, explica a Teknautas García Sastre, que en estos días se encuentra de vacaciones en España. Por el momento, son datos de la fase 1 recogidos en un centenar de pacientes de Tailandia, pero los investigadores confían en avanzar rápidamente y poder presentar ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) los datos de la fase 3 antes de final de año. Brasil y EEUU se sumarán y, si todo va bien, a comienzos de 2022 podría administrarse.

El proceso podría ser más rápido si las agencias reguladoras de los países que están colaborando optan por cambiar uno de los criterios que se han venido utilizando hasta ahora para dar luz verde a las autorizaciones provisionales. “Es posible que los gobiernos interesados accedan a aprobarla por los resultados de anticuerpos”, apunta el virólogo burgalés. Hasta ahora, el criterio ha sido de eficacia, es decir, teniendo la seguridad de que los casos en una muestra poblacional vacunada son menores que en una no vacunada. Sin embargo, “más o menos ya se sabe cuál es el nivel de anticuerpos que generan las vacunas actuales, se están realizando estudios; por lo tanto, si demostramos que el dato de la nuestra es comparable, podría servir para su aprobación”. Lógicamente, ese procedimiento les permitiría avanzar más rápido, pero aún no está confirmado. La urgencia de los países que apoyan el proyecto por tener una mayor cantidad de vacunas será determinante.

placeholder La vacuna de Johnson & Johnson llegó a Liberia a finales de este mes de julio. (Reuters)
La vacuna de Johnson & Johnson llegó a Liberia a finales de este mes de julio. (Reuters)

Al igual que las de AstraZeneca y Janssen, esta vacuna utiliza un vector viral, pero a diferencia de aquellas, no se trata de un adenovirus, sino del virus de la enfermedad de Newcastle, un enfoque novedoso. “Es una cepa que se utiliza como vacuna en aves domésticas, porque no produce enfermedad, pero protege contra otros virus que sí lo hacen”, explica el experto. “Lo que hacemos es incorporar en su genoma la proteína S”, que servirá para que el sistema inmunitario reconozca el SARS-CoV-2 cuando una persona se infecte, “e incluimos unas mutaciones que la estabilizan y dan lugar a niveles de anticuerpos más altos”. Los científicos de este proyecto han probado tanto el virus inactivado como “vivo”, porque no afecta a los mamíferos. Es más, “genera una respuesta inmune muy alta” y esa será una de sus grandes bazas si los ensayos clínicos siguen por el buen camino.

Frente a las vacunas de ARN, que necesitan ultracongelación, también tendrá como ventaja que se puede almacenar a una temperatura de nevera normal, un factor clave para la distribución en gran parte del mundo. No obstante, el énfasis está puesto en la facilidad de producción, porque el método de fabricación es el mismo que el de las vacunas de la gripe: hacer crecer el virus en huevos de gallina embrionados. Así, “Tailandia y Vietnam tienen fábricas de vacunas de la gripe y están produciendo dosis en esas mismas factorías”, señala.

Sin buscar beneficios

Este enfoque hace que el debate sobre la liberación de las patentes pierda gran parte de su sentido. “Lo veo bien, pero lo más importante y lo que de verdad se necesita es la transferencia de tecnología. Cuando las vacunas son complejas, no son tan fáciles de producir. Sin la colaboración de las empresas que han generado la innovación, puedes tener una patente liberada, pero no sabes cómo abordar la producción y sacas un producto de calidad inferior”, advierte el virólogo. En cambio, “nuestra tecnología es bastante sencilla y nosotros colaboramos para estar seguros de que cualquier productor emplea los controles adecuados”.

En los países en vías de desarrollo, gracias al apoyo de una asociación benéfica, “tenemos acuerdos firmados para fabricar las vacunas al coste de la producción, sin que haya ganancias”, destaca. No obstante, García Sastre no descarta que la vacuna NDV-HXP-S pueda llegar también a los ricos: “No creo que la necesiten para parar la pandemia, pero quizá la puedan emplear posteriormente para alguna dosis de recuerdo. En ese caso, sería un producto comercial, pero también a un precio más asequible”, comenta. Algunos países comprometidos con el proyecto tienen capacidades de producción que exceden sus propias necesidades, en particular Brasil, que confía en fabricar millones. “Si Brasil produce más dosis que las que necesita y las vende, ya estaríamos hablando de un producto comercial, pero a un precio más ajustado”, comenta.

placeholder El virólogo Adolfo García Sastre, que desarrolla una vacuna contra la covid-19 en el hospital Mount Sinai de Nueva York. (EFE)
El virólogo Adolfo García Sastre, que desarrolla una vacuna contra la covid-19 en el hospital Mount Sinai de Nueva York. (EFE)

En este aspecto, el virólogo del Hospital Mount Sinai lo tiene claro: “Llegamos tarde para tener un impacto en la pandemia en los países desarrollados, porque muchos ya tienen a más el 50% de su población inmunizado. Con las vacunas actuales, cubrirán a la mayor parte de la población e incluso serán aprobadas para niños a finales de este año”. Sin embargo, “los países en vías de desarrollo aún tendrán esa necesidad, porque ni tienen las dosis ni la capacidad de poder vacunar a todo el mundo”.

El futuro del covid

Lo más probable es que para su vacuna se indique una pauta de dos dosis, como en la gran mayoría de las aprobadas. Sin embargo, en estos momentos se ha abierto el debate sobre la necesidad de dosis de refuerzo. García Sastre cree que, en principio, solo sería necesaria para algunos colectivos vulnerables. “Israel ya lo ha aprobado y EEUU está pensando hacer ensayos clínicos en personas que han recibido dos dosis y que tienen un sistema inmunitario débil para ver si una tercera dosis da lugar a una mayor protección”, apunta. Sin embargo, para la inmensa mayoría de la población “no se ve una gran necesidad, la mayor parte de las infecciones está ocurriendo ahora mismo en los no vacunados. A no ser que haya evidencias de que disminuye la inmunidad y aumentan las infecciones, no creo que las agencias reguladoras vayan a recomendar una tercera dosis”, comenta.

No obstante, “cuando estemos todos vacunados y el virus ya no sea pandémico, es posible que se necesite una dosis de recuerdo al cabo de cinco o seis años. Eso no lo sabemos, pero está claro que no se van a disparar los casos de repente ni vamos a dar una dosis de recuerdo urgente. Es posible que con el tiempo se vea que aumentan un poco y que cambia algo el virus”, vaticina. Sin embargo, esa situación se podría abordar con calma y proceder a inmunizar a la población a lo largo de un par de años. “Ya no es una carrera contra el virus, es estar pendientes de mejorar el manejo de la enfermedad”, asegura.

placeholder Una familia en Hanói (Vietnam). (Reuters)
Una familia en Hanói (Vietnam). (Reuters)

García Sastre sigue de cerca el trabajo de sus colegas españoles. El proyecto de vacuna más avanzado es el de Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), a punto de iniciar los estudios en personas. “Habrá muchas vacunas que no lleguen a tiempo y no se comercialicen, pero el éxito ya está en llegar a los ensayos clínicos, porque sirven para validar ciertas plataformas vacunales. Si se demuestra que la vacuna de Mariano Esteban da lugar a una buena inmunogenicidad, pero al final no se necesita y no se utiliza para covid, ya se sabe que esa tecnología está ahí y se puede usar y producir rápidamente para otra pandemia distinta. Esa es la ventaja de seguir investigando en vacunas de SARS-CoV-2. No se trata de tener 100 vacunas distintas, sino de validar estrategias y tener la capacidad de poder producir vacunas de forma más rápida la próxima vez”, afirma. “Para las siguientes pandemias, estaremos mejor preparados, incluso se podrá tener algo preparado de antemano y frenarlas antes de que se expandan”, añade.

Desde hace años, García Sastre trabaja en una vacuna universal para la gripe, es decir, una que funcione contra todas las cepas y, por lo tanto, no necesite ser rediseñada cada año. En su opinión, la pandemia de coronavirus ha supuesto una revolución científica que también afectará a la lucha contra otras enfermedades: “Las vacunas contra la gripe mejorarán, se va a probar la estrategia del ARN y nosotros seguiremos en busca de vacunas universales, veremos si estas nuevas tecnologías ayudan”.

La vacunación contra el covid despegó en diciembre de 2020. Siete meses después, el 25% de la población mundial ha recibido al menos una dosis, pero esta cifra esconde realidades completamente distintas. Mientras el Reino Unido (67%), EEUU (55%) y la Unión Europea (55%) avanzan hacia la inmunidad de grupo, en el continente africano las vacunas han llegado a menos del 3% de sus habitantes. Queda mucho por hacer, sobre todo teniendo en cuenta que los países con bajas tasas de cobertura vacunal son el caldo de cultivo para la aparición de nuevas variantes.

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