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La vacuna española que ofrecerá inmunidad duradera contra el covid está muy cerca
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"Seguro que encuentra su nicho"

La vacuna española que ofrecerá inmunidad duradera contra el covid está muy cerca

El grupo de investigación del CNB-CSIC liderado por Mariano Esteban está a punto de probar su vacuna contra el covid en personas y espera tener su hueco en un mundo sin inmunizar

Foto: El investigador Mariano Esteban. (Xiomara Cantera/CSIC Comunicación)
El investigador Mariano Esteban. (Xiomara Cantera/CSIC Comunicación)

La presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Rosa María Menéndez, adelantó durante su comparecencia en la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Senado, el pasado martes, que al fin uno de los candidatos españoles a vacuna contra el covid va a iniciar los experimentos con personas. El proyecto de Mariano Esteban Rodríguez (Villalón de Campos, Valladolid, 1945) y su equipo del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) iniciará la fase 1 de los ensayos clínicos “a finales de julio”, afirmó. La empresa gallega Biofabri, encargada de su producción, ya tiene listas las dosis que comenzarán a inyectarse en voluntarios españoles que aún no han sido vacunados.

Esteban, que atiende a Teknautas desde su laboratorio, es más prudente y prefiere no dar una fecha exacta, ya que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) aún tiene que dar el visto bueno. En cualquier caso, el papeleo está hecho y solo falta la confirmación oficial. El objetivo principal de estas primeras vacunas, que se administrarán a poco más de un centenar de personas, es demostrar su seguridad, que no generan efectos adversos importantes, pero al mismo tiempo irán aportando información sobre inmunogenicidad: la capacidad de producir respuestas inmunes. Esa protección depende de la generación de anticuerpos neutralizantes y de células T que reconocen y destruyen las células infectadas. Aunque los participantes serán de España y el proceso de vacunación ya está muy avanzado en nuestro país, “todavía tenemos margen para encontrar gente sin vacunar, sobre todo jóvenes”, apunta el investigador.

Foto: Un gato recibe una vacuna contra el covid-19 en una clínica en Moscú. (Reuters)

La vacuna española más avanzada hasta la fecha está basada en una variante de la que se utilizó para erradicar la viruela y que demostró una alta efectividad. De hecho, “erradicó del planeta una enfermedad mortal y es la única vez que se ha conseguido”, recuerda el investigador. Por eso, durante muchos años, Esteban se ha dedicado a desarrollar vacunas similares para otras enfermedades, como el ébola, el zika y el chikungunya, que han resultado muy eficaces, pero no se han llegado a comercializar; e incluso contra el VIH, que no ha obtenido resultados tan buenos.

La idea es utilizar una variante de poxvirus, como para la viruela, pero en este caso con el gen de la proteína S del coronavirus, como hacen las demás vacunas. Básicamente, “es un virus atenuado que no se puede replicar en las células humanas, pero produce miles y miles de copias de la proteína S, y esto facilita que se produzca una activación inmunológica potente que conduce a la producción de anticuerpos neutralizantes y, sobre todo, a una activación de la respuesta celular, es decir, de los linfocitos T, que son las células encargadas de reconocer la célula infectada y destruirla”.

Al producir más cantidad de proteína S, la respuesta inmune que va a generar esta vacuna, denominada MVA-COVID-19, debería ser más potente y duradera incluso que la lograda por Pfizer y Moderna, las de ARN mensajero. De hecho, al tratarse de un virus, la teoría dice que el sistema inmunitario debería identificarlo rápidamente, una idea que también está detrás de vacunas como la de AstraZeneca y Janssen (en estos dos casos, adenovirus). De momento, los resultados de los estudio preclínicos confirman las expectativas, como ya demostraron los científicos del CNB-CSIC en un artículo publicado en 'Journal of Virology'. “En ratones humanizados tiene un 100% de eficacia frente a la infección y frente a la letalidad, algo que también podemos medir porque en este tipo de animales el virus provoca la muerte. En los modelos de hámsteres y macacos no hay letalidad, pero también vemos que reduce fuertemente la infección”, asegura.

placeholder Juan García Arriaza. (EFE)
Juan García Arriaza. (EFE)

Ahora, el guion previsto hace meses indica que en esta fase 1 deben participar unos 112 voluntarios. En la fase 2 se ampliarían a 500, para profundizar en el estudio de la seguridad y la eficacia. Si todo va bien, más adelante, la fase 3 debería contar ya con varios miles, al menos unos 20.000. Así que todavía quedan meses por delante antes de una hipotética autorización. “Yo soy científico y vamos paso a paso, esto es como en el fútbol, partido a partido”, declara Esteban. “Si sigue adelante con las siguientes fases clínicas, mejor; y si puede servir para el bienestar de la humanidad, mejor aún”, añade.

En busca de la salida comercial

Sobre los proyectos españoles, mucho más retrasados que las primeras vacunas, siempre ha planeado la duda de su viabilidad. ¿Llegarán a tiempo? “Afortunadamente, la población está siendo vacunada a un gran ritmo y esto demuestra la capacidad de la ciencia y de las empresas para generar y producir las vacunas. Lo que ocurre es que en este planeta vivimos cerca de 8.000 millones de personas y el número de los que las han recibido todavía es muy limitado. Por eso, es importante que haya varios tipos de vacuna y que se adapten a las necesidades de los distintos países. Esta vacuna puede tener su nicho no solamente en los países más avanzados, sino en otros”, afirma Esteban.

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Precisamente, la presidenta del CSIC comentó en el Senado que España mantiene conversaciones con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la posible distribución de sus futuras vacunas en otras regiones del mundo, como África o América Latina. “En función de cómo esté la situación a nivel global se irá encontrando un nicho”, opina el investigador del CNB-CSIC, que considera importante ese tipo de contactos “para que la investigación que se realiza en España tenga un mayor alcance”.

No obstante, para tener un hueco en el mercado de la vacunación internacional contra el covid hay que asegurar una cierta producción. “Habrá que ver las empresas que pueden producir las vacunas para su distribución y quién cubre los costes” en el caso de que vayan destinadas a países con pocos recursos. En este terreno, MVA-COVID-19 tendría ciertas ventajas con respecto a algunas de las que ya están en el mercado. En particular, la producción de vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) es tecnológicamente muy compleja y este argumento se ha esgrimido para descartar que liberar las patentes pudiera tener un efecto real para avanzar en la vacunación mundial.

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Foto: EFE.

“La nuestra es mucho más sencilla, hay que infectar células en cultivo para fabricarla en grandes cantidades. La de AstraZeneca y la de Janssen también están basadas en un virus, un adenovirus, mientras que el nuestro es un poxvirus, pero en los dos casos puedes hacerlos crecer con facilidad. La tecnología del ARN mensajero es más sofisticada porque hay incorporarlo dentro de nanopartículas, que son estructuras formadas por lípidos que llevan muchos componentes y todos se tienen que acoplar, como si fueran una gota de grasa”, explica.

Otra ventaja son las condiciones de almacenamiento, ya que este producto del CSIC es muy estable y no necesita unas condiciones especiales de temperatura, de manera que “puede llegar a cualquier lugar remoto del mundo, como se demostró durante la campaña de erradicación de la viruela”, que culminó en 1980.

Lista para las dosis de refuerzo

Además, gracias a los proyectos desarrollados anteriormente para otras enfermedades“también hemos demostrado que se puede combinar con otras vacunas y ser muy eficaz”. Por lo tanto, ante la posibilidad de que se necesiten dosis de refuerzo, MVA-COVID-19 podría ser una buena opción aunque la persona que la reciba se haya inyectado previamente la de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Janssen u otras que pudieran aprobarse en los próximos meses, como Novavax.

Precisamente, lo que buscan las llamadas “vacunas de segunda generación”, que deberían perfeccionar las características de las que ya tenemos, es ser “más universales, para actuar sobre las distintas variantes”. Aunque, por el momento, las actuales no han fallado en ese sentido, Esteban no descarta que la pandemia aún se pueda complicar. “Estamos en un proceso evolutivo de un virus que tiene una capacidad de transmisión enorme y se ha extendido por todo el planeta. Ante la presión inmunológica producida por las vacunas o por las personas infectadas, los virus se van adaptando. Es cierto que las vacunas que ya tenemos siguen manteniendo un control sobre las variantes, pero todavía no sabemos hasta qué punto esto puede romperse y que emerjan otras más agresivas”, advierte.

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Foto: EFE.

Para controlar la situación, tanto desde el punto de vista de los cambios del virus como desde el punto de vista de la inmunidad humana, es imprescindible mantener la vigilancia y, en ese aspecto, el planeta entero se ha convertido en un gigantesco laboratorio. “Nunca hemos tenido una situación como la actual, estamos realizando un seguimiento inédito a una población infectada muy amplia y a una población vacunada aún mayor. Además, secuenciamos el virus en personas infectadas. Así tenemos la posibilidad de examinar en detalle el grado de respuesta inmune, así que las condiciones son óptimas”, comenta.

La revolución médica: vacunas contra el cáncer

Si esta vacuna del CNB-CSIC llega a buen puerto, podrá aprovechar todas esas oportunidades: población sin vacunar o que necesita ser revacunada. No obstante, aunque no llegase a comercializarse, Esteban considera que el valor del conocimiento generado con este proyecto es enorme y que podrá ser útil en otros escenarios. “Aprenderemos mucho de esta pandemia, como jamás ha ocurrido en la historia de la medicina, porque el esfuerzo de entender este virus se puede trasladar a otras patologías humanas, desde el cáncer a enfermedades neurodegenerativas, enfermedades metabólicas y alteraciones genéticas. Esto va a suponer un avance muy importante en la medicina y en la salud humana a nivel global”, augura.

En el campo de las vacunas, el covid ha espoleado una revolución sin precedentes. “Toda la comunidad científica se ha puesto a trabajar a nivel global desarrollando tecnologías que estaban ahí. Lo que ocurre es que hay enfermedades víricas que aparecen, desaparecen o quedan relegadas a determinadas zonas y no hay un interés en producir vacunas porque el número de gente a la que irían dirigidas no es lo suficientemente grande. En cambio, esto nos ha puesto a todos, inmediatamente, a aplicar todas las tecnologías, para atacar a un virus desde distintos frentes”, afirma el virólogo.

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Foto: EFE.

Tantas aproximaciones distintas aportarán conocimiento y permitirán entender “cómo podemos luchar contra esta y otras enfermedades que vendrán”. Probablemente, habrá otras epidemias, pero no solo de agentes víricos, sino también parasitarios o bacterianos. De hecho, si MVA-COVID-19 tiene éxito, Esteban no destaca rescatar algún proyecto anterior. “Tenemos candidatos vacunales frente a ébola, zika y chikungunya con una eficacia de entre el 80% y el 100%. También hemos trabajado en VIH, pero ni nosotros ni nadie ha conseguido una vacuna eficaz porque este virus muta demasiado”, comenta.

Sin embargo, en el horizonte hay proyectos aún más interesantes. “Estamos aplicando esta tecnología frente al cáncer y al alzhéimer”, destaca el científico. En este caso, no se trata de enfermedades víricas ni bacterianas, pero la idea de crear una vacuna sigue el mismo principio. “En realidad, todo pasa por el sistema inmunitario”, explica, “el cáncer es producto de alteraciones genéticas, pero hay moléculas que marcan a las células tumorales como distintas al resto. De hecho, en la mayor parte de los casos se producen respuestas inmunes que tienden a ir eliminándolas. Sin embargo, la célula tumoral también va aprendiendo y se va haciendo resistente, como los virus”, añade.

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Por eso, ya hay proyectos de vacunas (incluidas las nuevas vacunas de ARN mensajero) que “se basan en identificar cuáles son los antígenos que se están expresando en la célula como nuevos, como algo distinto”. Al final, “todo se basa en proteínas”, así que si una vacuna logra producir ese antígeno, el sistema inmune los reconocerá y producirá anticuerpos y células que identificarán a la célula tumoral y la destruirán. “Es un campo nuevo del conocimiento. Tenemos que ir viendo cuáles son las proteínas clave y tener la maquinaria para producirlas. Esto nos va a permitir aplicar las vacunas a otras patologías”, destaca.

Jubilados al frente de proyectos españoles

Por eso, el desarrollo de vacunas es una carrera de fondo a la que España no puede renunciar. “No se trata de ser el primero o el último, se trata de estar ahí”, apunta el investigador cuando le preguntamos por el proyecto de su compañero en el CNB-CSIC Luis Enjuanes, otro proyecto sólido de vacuna contra el covid, pero más lento. “Son distintas aproximaciones y todas son complementarias. Lo importante es que la ciencia española esté en la vanguardia a nivel mundial y podamos contribuir al desarrollo de vacunas y terapias”, destaca.

"Tengo una plantilla en la que todos son temporales. Nos hace falta una mayor apuesta por puestos de trabajo para la gente joven"

No obstante, el hecho de que las principales iniciativas españolas dependan de científicos en edad de estar jubilados no dice mucho en favor de nuestra investigación. “Lo que dice es que la ciencia española necesita mucha fortaleza económica, en recursos, personal y en infraestructuras”, comenta. “Nosotros teníamos los laboratorios activos en el momento que surgió la crisis. Estábamos en la fase de decir adiós, pero nos sentimos con la responsabilidad de tener que poner los recursos y el conocimiento. En abril de 2020 ya teníamos la vacuna y en mayo estábamos experimentando en ratones, pero nos faltaban los modelos humanizados, los ensayos en macacos, que tampoco tenemos en España, y adecuar las instalaciones para poder experimentar con el SARS-CoV-2”, recuerda.

Desde entonces, las cosas no han mejorado mucho. “Yo tengo una plantilla en la que todos son temporales. Nos hace falta una mayor apuesta por puestos de trabajo para la gente joven y mayor financiación para I+D en general. Nos va el futuro en ello y ahora tenemos la oportunidad”, reconoce en referencia al aumento de la inversión que se espera con la llegada de los fondos de recuperación. “Si solamente dependemos del turismo y de empresas de servicios, el porvenir va a ser mucho más duro. Si utilizamos el conocimiento, que es la base de todo, conseguiremos un país competitivo. Un país sin ciencia es un país sin futuro”, asegura.

La presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Rosa María Menéndez, adelantó durante su comparecencia en la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Senado, el pasado martes, que al fin uno de los candidatos españoles a vacuna contra el covid va a iniciar los experimentos con personas. El proyecto de Mariano Esteban Rodríguez (Villalón de Campos, Valladolid, 1945) y su equipo del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) iniciará la fase 1 de los ensayos clínicos “a finales de julio”, afirmó. La empresa gallega Biofabri, encargada de su producción, ya tiene listas las dosis que comenzarán a inyectarse en voluntarios españoles que aún no han sido vacunados.

Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) VIH Pfizer Vacuna
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