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La intriga del Toro: por qué el misil con el que España armará sus Eurofighter no llega a Ucrania
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un misil que solo usan tres países

La intriga del Toro: por qué el misil con el que España armará sus Eurofighter no llega a Ucrania

A estas alturas del conflicto, pareciera que no quedaban líneas rojas que cruzar en el envío de armamento a Ucrania. Pero sigue habiendo un nombre propio en el arsenal occidental que todavía se resiste a ir a la guerra

Foto: Misil Taurus KEPD-350 de largo alcance. (Saab)
Misil Taurus KEPD-350 de largo alcance. (Saab)
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Primero fueron las armas anticarro, los Javelin o los Nlaw; luego llegaron las piezas de artillería y los lanzadores de misiles, los howitzer M777, los Himars M142 o los MLRS M270. Se enviaron los tanques Leopard 1 y 2, Challenger y Abram; y van camino los cazas F-16. Hay baterías antiaéreas Nasams, Iris-T y Patriot. Hay misiles Atacms, Stormshadow y Scalps. Y muchos drones. A estas alturas del conflicto, ya entrados en el tercer año de la invasión, pareciera que no quedaban líneas rojas que cruzar en el envío de armamento a Ucrania. Pero sigue habiendo un nombre propio en el arsenal occidental que todavía se resiste a ir a la guerra. Uno que, bajo un complejo mix de factores tecnológicos, logísticos y geopolíticos, revela una gran intriga sobre el futuro de Europa. ¿En qué está pensando Alemania?

La primera para en este debate es el 'toro'. Más concretamente, lo que hay dentro de la cabeza del 'toro'. Los misiles de largo alcance Taurus KEPD 350, un sistema aire-tierra germano-sueco desarrollado por MBDA Alemania GmbH y Saab Bofors Dynamics, cargan con una cabeza de guerra Mephisto de media tonelada capaz de penetrar superficies resistentes. Solo tres países en el mundo —Alemania, Corea del Sur y España— operan el Taurus (Target Adaptive Unitary and dispensor Robotic Ubiquity System). El Ejército del Aire acaba de anunciar que quiere que los nuevos Eurofighter del programa Halcón I y Halcón II sean adaptados para cargar este misil.

Es un sistema con tecnología furtiva que se dispara desde un caza a velocidad de casi un Match y capacidad para viajar más de 500 kilómetros hasta su objetivo. El impacto se produce en dos etapas; una primera carga penetrante que despeja el blanco y una segunda, con la carga principal, que se programa para detonar después. Esto es especialmente efectivo para destruir búnkeres, estructuras defensivas y grandes infraestructuras, como puentes o puestos de mando fortificados. Sin embargo, ha sido vetado del frente por Berlín.

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"Hay armas que solo pueden entregarse si se mantiene el control sobre todo lo que se hace con ellas. Enviar [el Taurus] solo es responsable si mantenemos el control de los objetivos y no podemos hacer eso. Si lo hiciéramos, estaríamos involucrados en la guerra", afirmó Olaf Scholz el pasado sábado en un evento del SPD el negarse, por enésima vez, a ceder estos sistemas. "No habrá soldados alemanes ni soldados de la OTAN en esta guerra. No actuaremos con soldados alemanes dentro de Ucrania y no llevaremos a cabo ningún acto de guerra fuera de ella, como ataques contra objetivos y similares", zanjó.

Moscú, a tiro

Este discurso de la cancillería coincidía hasta hace un año con la principal objeción que esgrimían el resto de aliados. El temor a que el envío de armamento occidental más sofisticado produjera una escalada del conflicto con el Kremlin y llevara a un enfrentamiento directo con la OTAN. Estos sucesivos tabús se han ido rompiendo con el desarrollo del conflicto y ya hay pocas armas fuera del menú.

De hecho, desde hace al menos un año, británicos y franceses han entregado misiles de crucero Storm Shadow y Scalp, que también son lanzados desde aviones de combate y tienen un alcance de 300 kilómetros. Y el mes pasado, Estados Unidos reveló recientemente haber transferido a Ucrania los misiles tácticos Atacms M57, que pueden impactar objetivos a 300 kilómetros y que ya han sido utilizados para destruir un aeródromo en la península de Crimea, ocupada por los rusos desde 2014. Pese a que estos misiles son similares, los especialistas creen que el Taurus sería especialmente eficaz para reventar el puente de Kerch, que une Crimea con Rusia.

"El Taurus es mejor porque es más sigiloso, vuela más bajo y tiene una cabeza de guerra más inteligente llamada Mephisto. Es del mismo tamaño que la del Storm Shadow/Scalp, pero penetra a través de concreto y otros materiales y estalla en su interior. Así que es ideal para cosas como, por ejemplo, puentes", dijo Michael Clarke, analista militar en el King's College de Londres y la Universidad de Exeter, a Sky News. "Ahí Taurus podría marcar la diferencia y precisamente por eso Scholz no quiere suministrarlos, por si marcan la diferencia. Piensa que van a generar una escalada, pero en realidad ese puente es ilegal y debería ser destruido".

Ninguna de estas armas ha sido empleada, todavía, para atacar directamente a Rusia. Lo que no quiere decir que no pudiera suceder en el futuro. Ucrania lleva meses incrementando sus acciones ofensivas contra territorio ruso en los últimos meses, apuntando a refinerías y bases militares con misiles, artillería y drones en regiones cercanas a la frontera. Muchos creen que es cuestión de tiempo para que estas ofensivas se adentren cada vez más en la Federación Rusa. Y el Taurus constituiría la capacidad de más largo alcance en manos de los defensores y el único capaz de recorrer los 480 kilómetros que separan la frontera ucraniana de Moscú en su ruta más corta desde la región de Chernihiv.

"Mientras Ucrania va ganando cada vez más capacidades para luchar a largo alcance, su habilidad para llevar a cabo más operaciones profundas [en territorio enemigo] se convertirá en uno de los rasgos distintivos [de esta fase de la guerra]", aseguro el almirante Sir Tony Radakin, jefe de las Fuerzas Armadas británicas, en una entrevista con el Financial Times.

El empeño del canciller

La explicación no convence a los aliados, ya que todos, en teoría, están juntos en eso. Así que se ha agregado una excusa logística. La cancillería insiste en que para enviar estos sistemas se necesitaría desplegar personal alemán sobre el terreno, lo que implicaría meter al país de forma directa en el conflicto. Algo, insiste Scholz, "que está fuera de toda discusión". Pero los expertos militares aseguran que esto no sería necesario. De hecho, se podría formar a personal ucraniano en un tiempo relativamente corto y se podría dar soporte telemático, como se hace con otros sistemas extranjeros que operan las Fuerzas Armadas ucranianas.

"Los aspectos operativos y de entrenamiento pueden ser gestionados por las fuerzas ucranianas, posiblemente con formación en terceros países y otros países OTAN que no sean Alemania", sugería Tim Lawrenson, analista de defensa europea en Defense Analysis Weekly

El empeño de Scholz es más intrigante si se tiene en cuenta que tampoco es una cuestión de presión política. Al contrario. Resulta que en este punto, el canciller está solo. Sus socios de coalición, como Los Verdes, piden a su propio Gobierno que considere dar luz verde al envío de los misiles a Kiev, mientras que la oposición democristiana de la CDU (el partido de Angela Merkel) exigen que se lleve la decisión a votación parlamentaria.

Foto: Ingo Gerhartz (i), jefe de la Bundeswehr, y el canciller alemán, Olaf Scholz, en junio de 2023. (EFE/Clemens Bilan)

Tampoco parece ser cosa de los militares. La negativa del líder socialdemócrata alemán se redobló después de la filtración (supuestamente por espías rusos) de un audio en el que varios oficiales alemanes debatían sobre la hipotética entrega de los Taurus a Ucrania. La llamada clasificada, encabezada por el jefe de las Fuerzas Aéreas de Alemania, Ingo Gerhartz, fue utilizada por la diplomacia rusa para acusar a Berlín de estar fraguando un ataque contra territorio de la Federación Rusa. Esto no solo mostró la preocupante debilidad de la contrainteligencia alemana, sino también que los altos mandos castrenses sí contemplan esa posibilidad que Scholz ni siquiera acepta sopesar.

"Es importante que consideremos cuidadosamente cada decisión", se justificó Scholz ante el Bundestag el mes pasado. "Confiamos en Ucrania y es por eso que Alemania es, de lejos, el mayor suministrador de armas entre los países europeos", agregó.

Y es cierto. Pese a su inicio dubitativo, Alemania se ha convertido en uno de los principales soportes de material para Ucrania. Berlín se ha comprometido a enviar hasta tres baterías antiaéreas Patriot, con lo que logrará en parte disminuir la presión sobre el envío del Taurus. De hecho, el país está ahora trasladando ese apremio a otros aliados, especialmente España y Grecia, para que también aporten alguna de sus preciadas Patriot. Pero, ¿por qué enviar Patriots, lanzadores de misiles MARS II o carros de combate Leopard 1 y 2 —entre muchas otras cosas— y negarse a enviar un misil de crucero parecido al que ya están aportando tus socios?

"Creo que Scholz está pensando en el después de la guerra. Y por lo que vemos está pensando en términos alemanes, no europeos. No quiere que ningún arma alemana destaque ofensivamente, que salga en los titulares que un misil alemán fue el que destruyó el puente de Crimea o, peor aún, que participó en algún ataque directo contra Moscú. Gane o pierda, Rusia va a seguir teniendo gas, minerales y petróleo", asegura una fuente parlamentaria europea. "Y esto es lo que nos pasa siempre con Berlín. Hablamos de autonomía estratégica europea, pero ellos no quieren asumir el liderazgo. Siempre está el 'Germany First'", agrega con tono de resignación.

El toril español

Se esperaba que Madrid diera un paso al frente y enviaran alguna Patriot para proteger las ciudades e infraestructuras críticas ucranianas del constante bombardeo ruso. Pero la petición ha pillado a las Fuerzas Armadas en plena reconfiguración de su defensa antiaérea, que había quedado diezmada y desactualizada tras años de desinversión. Con dos baterías Patriot operativas en territorio nacional y una tercera desplegada en Turquía, los militares consideran poco prudente dejar al país sin su mejor activo defensivo en plenas turbulencias geopolíticas. Y las que se han pedido nuevas a la estadounidense Lockheed Martin tardarán años en llegar.

Por el momento, la ministra de Defensa, Margarita Robles, se sacudió un poco la presión al anunciar el envío de misiles interceptores para las baterías Patriot que ya están en Kiev (alemanas y estadounidenses). El paquete de ayuda, que debería llegar en los próximos dos meses, incluye también municiones de varios tipos, kits médicos, ametralladoras ligeras y pesadas, vehículos logísticos protegidos sobre ruedas, vehículos acorazados de infantería, armamento contra carro y obuses de artillería de campaña. También están por partir los Leopard 2 adicionales prometidos por personalmente por Pedro Sánchez al presidente Volodímir Zelenski.

¿Estaríamos dispuestos a mojarnos hasta el punto de darles un arma con la que podrían atacar el corazón de Rusia?

Pero la cuestión de la ayuda volverá a surgir en el futuro. Estados Unidos acaba de dar luz verde al paquete de 60.000 millones de dólares de ayuda y esto hará que crezcan los llamamientos aliados a arrimar más el hombro con el soporte material a las tropas ucranianas. Si Berlín diera luz verde, España podría considerar el envío de algunos Taurus, de los que tenemos unas 39 unidades disponibles —se compraron 43 en 2005 por 57,3 millones de euros y fueron actualizadas en 2018 por 30 millones—. Esto elevaría de nuevo el perfil del respaldo español, cuyo peso se va diluyendo conforme avanza el conflicto, ya que solo Alemania (600 unidades) y Corea del Sur (260 unidades) poseen estos misiles.

Esta semana, el Ejército del Aire y del Espacio confirmó que quiere actualizar el software del Eurofighter para que los nuevos ejemplares de los programas Halcón I y II puedan armarse con los Taurus, que cuentan con la última generación de GPS con capacidad mejorada frente a perturbaciones y algoritmos de navegación. Actualmente, tan solo se pueden cargar en los veteranos F-18, que están al final de su vida útil. "Es más razonable para España enviar unos Taurus o los misiles Patriot PAC-2 que mandar una batería Patriot completa", comenta escuetamente una fuente militar española.

Pero si se abren los toriles del Taurus, la confianza y respaldo de España a Ucrania se pondrá a prueba de forma definitiva. ¿Estaríamos dispuestos a mojarnos hasta el punto de darles un arma con la que podrían atacar el corazón de Rusia?

Primero fueron las armas anticarro, los Javelin o los Nlaw; luego llegaron las piezas de artillería y los lanzadores de misiles, los howitzer M777, los Himars M142 o los MLRS M270. Se enviaron los tanques Leopard 1 y 2, Challenger y Abram; y van camino los cazas F-16. Hay baterías antiaéreas Nasams, Iris-T y Patriot. Hay misiles Atacms, Stormshadow y Scalps. Y muchos drones. A estas alturas del conflicto, ya entrados en el tercer año de la invasión, pareciera que no quedaban líneas rojas que cruzar en el envío de armamento a Ucrania. Pero sigue habiendo un nombre propio en el arsenal occidental que todavía se resiste a ir a la guerra. Uno que, bajo un complejo mix de factores tecnológicos, logísticos y geopolíticos, revela una gran intriga sobre el futuro de Europa. ¿En qué está pensando Alemania?

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