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Ojos inteligentes en la frontera: así es el sistema español que vigila nuestras costas
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radares, optrónica e inteligencia artifical

Ojos inteligentes en la frontera: así es el sistema español que vigila nuestras costas

El Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) se encarga de detectar y analizar eventos sospechosos en nuestras costas. Para ello, se vale de radares, optrónica e inteligencia artificial

Foto: El SIVE son los ojos en la frontera. (Guardia Civil)
El SIVE son los ojos en la frontera. (Guardia Civil)
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El narcotráfico, la inmigración ilegal o el contrabando son algunas de las cuestiones que preocupan a la seguridad interior española. Las fronteras en puertos, aeropuertos y pasos terrestres están bien controladas; pero ¿qué ocurre con los casi 8.000 kilómetros de costa nacional? Para vigilar este extenso y heterogéneo litoral, en especial aquellas zonas más conflictivas, funciona desde 2002 el denominado SIVE, un sofisticado sistema de vigilancia y control. Son los ojos de las fuerzas y cuerpos de seguridad en las orillas más recónditas. Y están a punto de dar un nuevo salto adelante.

Aunque el origen del SIVE está en la necesidad de controlar una gran extensión de costa, su arranque se ubica en un punto especialmente crítico como era, y sigue siendo, el litoral del Estrecho. Esta misión era tan clara que el acrónimo original de SIVE era Sistema Integrado de Vigilancia del Estrecho y allí tuvo su primera estación operativa. Con la ampliación en 2009 a la costa de Tarragona y Pontevedra pasó a denominarse Vigilancia Exterior, aunque el objetivo siempre ha sido el mismo. Desarrollado como un concepto propio de Guardia Civil, su misión es detectar e identificar actividades potencialmente sospechosas en nuestras costas y evitar la entrada inadvertida de personas o bienes en el territorio nacional, la comisión de delitos y ayudar en caso de emergencias.

Actualmente, el sistema está formado por casi un centenar estaciones de vigilancia que son operadas a nivel de Comandancia de la Guardia Civil, de las que hay una por cada provincia excepto en Cádiz, donde hay dos (Cádiz capital y Algeciras). Además, todo se monitoriza en paralelo desde el Centro de Coordinación de Vigilancia Marítima, situado en Madrid. El sistema también integra otros medios, como patrullas terrestres, lanchas y aeronaves, para complementar la labor de las estaciones.

Hay varios tipos de estaciones de vigilancia, aunque la mayoría consisten en una torre o estructura elevada donde se sitúan un radar, equipos optrónicos y de comunicaciones. Todos los equipos optrónicos incorporan cámaras de espectro visual e infrarrojo (IR). En la base de la torre se sitúa un pequeño centro de mando y control. El conjunto se encuentra dentro de un perímetro vallado y protegido con su propio sistema de seguridad.

Las estaciones funcionan en remoto y sus sensores se operan desde el centro operativo y de servicios (COS) ubicado en cada comandancia. El SIVE cubre desde la frontera con Portugal en Huelva hasta Tarragona, más la provincia de Pontevedra en la costa gallega, Ceuta, Baleares y Canarias. En la actualidad hay 64 estaciones completas con radar y equipos optrónicos, 20 estaciones solo con equipos optrónicos, una solo con radar y dos estaciones móviles.

Una tarea sin pausa

Este sistema requiere una atención permanente y se trabaja las 24 horas del día los siete días de la semana. Los casos son de todo tipo, desde la detección de posibles embarcaciones en apuros a la llegada de migrantes irregulares, de actividades de pesca ilegal a vertidos contaminantes o tráficos delictivos. La tarea es constante.

Su eficacia está contrastada y en el 60% de los casos es el primer elemento con el que se detecta cualquier actividad anormal en nuestras costas. Hay que tener en cuenta que se trata de un medio de corto alcance y proximidad, cuya finalidad es identificar y monitorizar pequeños objetivos hasta algo más de 12 millas, o unos 20 kilómetros, frente al litoral. Para las tareas a mayor distancia se emplean otros medios de detección, como aviones patrulla, drones o embarcaciones especializadas.

placeholder Imagen de una patera captada con cámara térmica. (Guardia Civil)
Imagen de una patera captada con cámara térmica. (Guardia Civil)

También es importante aclarar que el SIVE no está para impedir ni la inmigración, ni las actividades delictivas. Su objetivo es detectar cualquier evento sospechoso para luego tomar las medidas oportunas según el caso. Es, por tanto, un sistema que no se puede —ni debe— comparar con otros medios de defensa. Ni tiene los mismos criterios operativos, ni las mismas necesidades técnicas ni, por supuesto, los mismos cometidos.

Las diferencias son notorias y hay ejemplos muy ilustrativos, como es el caso de drones. La detección de estos vehículos no tripulados se ha convertido en una prioridad para la seguridad y defensa nacional. Estos aparatos se emplean ya de forma habitual en tráfico de drogas, pero también pueden llevar cargas explosivas y suponer una potencial amenaza terrorista o sabotear una infraestructura crítica. En el caso de sistemas defensivos en teatros de operaciones, la inhibición o la destrucción del dron enemigo sería el paso lógico. Pero en cuestiones de seguridad resulta mucho más seguro hacerse con el control del dron —hackearlo— para evitar una caída incontrolada y sus posibles daños colaterales.

Aquí prima la identificación, no la neutralización. Según el escenario, puede resultar más beneficioso hacer un seguimiento para averiguar su destino, origen, ruta o su cargamento antes que su derribo. Mientras que en defensa se trata de eliminar una amenaza lo más rápido posible, en seguridad hay otros factores y derivadas a tener en cuenta, ya que una investigación exitosa puede aportar valiosa información que luego será utilizada en otros operativos. Es lo que se conoce como “análisis forense de sucesos”.

placeholder Helicóptero BK-117 en vuelo junto a la patrullera Río Bernasca. (Juanjo Fernández)
Helicóptero BK-117 en vuelo junto a la patrullera Río Bernasca. (Juanjo Fernández)

El proceso de funcionamiento es sencillo. En primer lugar, actúa el radar, parametrizado para detectar objetos pequeños (embarcaciones menores, motos de agua, vehículos no tripulados, náufragos, etc.) en un entorno complicado como es el mar en movimiento, cuyas olas pueden provocar falsos ecos. Ante un contacto sospechoso, por sus características, tamaño, movimiento y rumbo se utiliza la óptica, bien en visual diurno o infrarrojo. A partir de aquí, la pericia y experiencia del operador entra en juego para hacer una identificación correcta del objeto sospechoso, a unas distancias que varían mucho en función de las condiciones atmosféricas, pero que podrían estar entre las 3 y 14 millas (entre 5 y 22 km).

Saber qué es lo que se está observando es imprescindible para decidir si se pone en marcha un operativo y, en tal caso, activar el tipo correspondiente. Puede ser desde una operación de rescate para una embarcación en apuros o una patera con inmigrantes o el despliegue de un dispositivo que movilice patrullas terrestres, navales y aéreas si se encuentra con una operación de narcotráfico.

Ojos artificiales, inteligencia artificial

El sistema ha estado en una constante evolución desde sus inicios. Por ahí han pasado empresas como Amper, Indra o Tecosa (Grupo Siemens), tanto en instalación como el mantenimiento y utilizando sensores de diversas procedencias, muchos de ellos de origen israelí. En la actualidad, Escribano M&E es la compañía responsable del mantenimiento de buena parte del sistema tras ganar un contrato de unos 46 millones de euros por cuatro años. Además, la firma madrileña está participando en la licitación para renovar y actualizar los equipos de las comandancias de Cádiz, Algeciras y Ceuta por algo más de 30 millones de euros, que quieren sumar a las siete comandancias en las que ya trabaja con un sistema operativo específico para el SIVE denominado Perseo.

placeholder Sistema electroóptico Oteos-S. (EMC)
Sistema electroóptico Oteos-S. (EMC)

Este programa está diseñado para integrar la información de todas las estaciones e incorpora nuevas funcionalidades, con la posibilidad de aplicar una cantidad ingente de parámetros. Además, está dotado de inteligencia artificial que ayuda a establecer patrones de comportamientos sospechosos y dar recomendaciones al operador sobre el tipo de contacto u objeto. Así, por ejemplo, se puede hacer un seguimiento de contactos con AIS —una radiobaliza obligatoria que da la posición de los barcos— con el fin de determinar si una actuación es irregular.

El software, además, grabar todos los procesos, desde lo que se ve en el sistema hasta los comandos de los operadores, para su posterior análisis. Esto permite seguir a varios objetivos, ver qué conexiones hacen. Esto permite identificar nuevos objetivos y revisar las grabaciones de sus movimientos para detectar posibles redes de crimen organizado.

Ojos de grado militar

Escribano M&E ha presentado además una versión adaptada de su conjunto optrónico Oteos, denominado ahora Oteos-S. Es un equipo modular compuesto por una cámara diurna con un alcance de detección aproximado de 16 km, una cámara térmica refrigerada de tercera generación con alcance de unos 25 km y un telémetro láser. La modularidad del equipo permite el cambio de cualquiera de sus componentes mientras el resto permanece operativo e incorpora una serie de filtros vía software que optimizan la imagen y facilitan la identificación al operador.

El origen del equipo es militar, lo que se puede traducir en una calidad y robustez superior a las necesidades de su empleo y, por tanto, un mayor coste. Por ejemplo, la telemetría láser, algo imprescindible en equipos militares, es de escasa utilidad en funciones de seguridad.

placeholder Imagen nocturna captada con un equipo Oteos. (EMC)
Imagen nocturna captada con un equipo Oteos. (EMC)

El SIVE tampoco es perfecto. Con las estaciones operativas es imposible cubrir el cien por cien del litoral. Siempre hay algunas zonas fuera de cobertura y esto lo saben quienes se mueven al margen de la legalidad. También los medios para montar un dispositivo son limitados. En zonas como la bahía de Algeciras, las organizaciones criminales cuentan con una infraestructura enorme. Por eso las embarcaciones dedicadas al narcotráfico es normal que sean detectadas, pero es posible que las patrullas terrestres o marítimas no lleguen a tiempo porque son las que son y en ese momento pueden estar en otro lugar.

En esta lucha sin cuartel entre organizaciones criminales y las fuerzas de seguridad, en este caso la Guardia Civil, la eficacia del SIVE como herramienta de control es crucial. De hecho, vez las propias estaciones han sido objetivo de ataques. Uno de los últimos ha sido el realizado a la estación de Guinate (Lanzarote) el pasado mes de octubre, una estación a punto de entrar en servicio que se intentó incendiar. No es la primera ni será la última.

El narcotráfico, la inmigración ilegal o el contrabando son algunas de las cuestiones que preocupan a la seguridad interior española. Las fronteras en puertos, aeropuertos y pasos terrestres están bien controladas; pero ¿qué ocurre con los casi 8.000 kilómetros de costa nacional? Para vigilar este extenso y heterogéneo litoral, en especial aquellas zonas más conflictivas, funciona desde 2002 el denominado SIVE, un sofisticado sistema de vigilancia y control. Son los ojos de las fuerzas y cuerpos de seguridad en las orillas más recónditas. Y están a punto de dar un nuevo salto adelante.

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