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Más Eurofighters y fragatas para una deteriorada Defensa española. ¿Es suficiente?
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Buena senda, mal punto de partida

Más Eurofighters y fragatas para una deteriorada Defensa española. ¿Es suficiente?

Los nuevos presupuestos generales para 2023 prevén un gasto en Defensa de 12.317 millones de euros, un 25% que el ejercicio anterior. Parece una cifra abultada, pero no lo es atendiendo a las serias carencias militares de nuestro país

Foto: Eurofighter españoles del Ala 14. (Juanjo Fernández)
Eurofighter españoles del Ala 14. (Juanjo Fernández)
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El Gobierno ya ha presentado sus presupuestos generales para 2023. Uno de los capítulos donde la dotación económica sufre una gran variación es Defensa, algo que siempre es polémico sean cuales sean las cifras. Gastos recurrentes aparte, lo cierto es que hay importantes dotaciones para los principales programas de armas en curso. Aviones del Ejército del Aire, fragatas F-110 y submarinos de la Armada y los programas de blindados del Ejército de Tierra acaparan la mayor parte del presupuesto destinado a sistemas en curso. El incremento es importante, pero la clave no es la cuantía, sino si esta es suficiente.

La cifra total llega a los 12.317 millones de euros, lo que en términos absolutos supondría un incremento en las inversiones destinadas a defensa en algo más del 25%, incremento abultado, sin duda, de más de 2.500 millones. Pero hay algunos matices en esto. Por un lado, está incluido lo que se recibirá de fondos nacionales más otra parte de fondos europeos. Pero el destino de gran parte de ese dinero irá a pagar los costes de personal, es decir, los sueldos de los militares y otros gastos recurrentes.

Foto: Foto: EFE/EPA/Oleg Petrasyuk.

La clave de la fuerte subida real está en los llamados Programas Especiales de Armamento, los famosos PEA. Se trata de adquisiciones o desarrollos de armamento que, por sus especiales características, no se incluyen en los capítulos del ministerio. Son programas plurianuales donde, además, hay una estrecha colaboración con la industria. Para 2023 son casi 5.000 millones, pero quedan apartados porque la fórmula es que el dinero lo adelanta el Ministerio de Industria, Turismo y Agenda Digital a las empresas y estas lo tendrán que devolver a futuro, corriendo el Estado con el coste financiero.

placeholder Columna del GACA XI con sus piezas M-109A5 y sus vehículos de municiones. (Juanjo Fernández)
Columna del GACA XI con sus piezas M-109A5 y sus vehículos de municiones. (Juanjo Fernández)

Estos planes de inversión no son una mala idea si no se abusa de ellos. Permiten un desarrollo de la industria nacional y son una buena forma de financiación. Son programas que afectan a desarrollos clave como son el desarrollo del Eurofighter, el blindado 8x8 Dragón, el helicóptero NH-90, el submarino S-80, las fragatas F-110 o el avión de transporte A400M. Además, tienen la componenda política de que ‘parece’ que no se trata de inversiones en defensa, algo que puede ser el origen del enfado de los socios de gobierno, sobre todo porque se ha producido un aumento considerable al pasar de unos 2.800 millones de este año a los casi 5.000 mencionados para el próximo.

¿Se cubren necesidades?

Este es el verdadero problema. La parte positiva es que estos presupuestos acercan las inversiones en defensa a la senda de conseguir ese ansiado 2% del PIB, algo prometido por el presidente Sánchez para una fecha tan lejana —o próxima, como se quiera ver— como es el 2029. Esto es cierto, pero por lo que se va viendo, se corre el riesgo de que no llegue para todo. Los presupuestos presentados son una buena señal, pero el nivel de deterioro de la defensa española, en general, ha dejado a las Fuerzas Armadas en un estado donde hay demasiados huecos por cubrir.

Dedicar en 2022 cerca de 600 millones al Eurofighter fue insuficiente. Solo la adquisición de los 20 Eurofighter nuevos del Programa HALCÓN, para reemplazar los F-18 de Canarias, se llevará más de 2.000 millones, aunque es verdad que también se hará en pagos plurianuales. Pero luego está la modernización de los Tranche 1 y las mejoras necesarias, como el radar E-Scan, de los que tan solo hay cinco unidades adquiridas.

placeholder P-8A Poseidon despegando. (Steve Lynes)
P-8A Poseidon despegando. (Steve Lynes)

También colea el espinoso asunto de la patrulla marítima. A finales de este año se dará de baja el último de nuestros aviones P-3 Orión, que tan buen resultado han dado. La tarea que desempeñaban es crucial. No se entiende que un país como España, con sus miles de kilómetros de costa y dos archipiélagos, no tenga este capítulo cubierto. La realidad es que no hay un relevo adecuado para el P-3 y se trabaja en una solución ‘interina’ —algo muy español, por cierto— que acabará definitiva, pero sin las capacidades que nos daban los viejos Orión.

Una Armada falta de medios

Las fragatas F-110 van a ser unas unidades magníficas y todo lo que vamos sabiendo de ellas es positivo. Nos referimos, por ejemplo, al sistema de combate, equipos y misiles —la decisión de adquirir el misil NSM noruego—, pero va con retraso y van a ser solo cinco unidades, cuando lo ideal es que fueran seis, ya que reemplazarán a las F-80. Es verdad que las nuevas fragatas tendrán muchas más capacidades que las veteranas clase Santa María, pero por muy capaces que sean, las fragatas no se pueden dividir y el trabajo que antes hacían seis barcos, se tendrá que hacer ahora con uno menos.

Pero la Armada tiene otras muchas necesidades inmediatas. Está, por ejemplo, la necesaria modernización de varios buques, entre ellos los dos Buques de Asalto Anfibio de la clase Galicia y la modernización de las fragatas F-100, que ya están a mitad de su vida útil y se debería intentar, al menos, llevar las cuatro primeras al nivel de la quinta, más moderna y avanzada que las otras. El capítulo de la lucha antisubmarina sigue en precario y decimos ‘precario’ siendo optimistas, porque ahora mismo estamos prácticamente sin medios para luchar contra un submarino enemigo. Los helicópteros MH-60R, que es el mejor material a nivel mundial para estos cometidos, no termina de llegar. Es imprescindible su adquisición, pues el NH-90 táctico —la versión antisubmarina, no la de transporte— ni está ni se le espera.

placeholder Imagen artística de las futuras F-110. (Navantia)
Imagen artística de las futuras F-110. (Navantia)

Los submarinos S-80 se llevarán un buen trozo del pastel, pero el arma submarina, tan necesaria o más que la patrulla marítima por los motivos comentados, también está en precario. El S-80, pese a los muchos retrasos (algunos poco justificables), sobrecostes y problemas, será un buen buque, pero volvemos a lo de siempre: serán solo cuatro unidades cuando lo deseable es que fueran seis —recordemos que España llegó a operar con ocho— y tanto retraso encarece los costes y dificulta unas exportaciones que se podían haber conseguido.

Objetivo modernizar el Ejército de Tierra

El programa estrella del Ejército es su 8x8 Dragón, un blindado polémico que está resultando muy complejo y caro. Las más de 1.000 unidades previstas van a llevarse buena parte de los recursos de Tierra, pero está planteando muchas dudas sobre si se trata del diseño adecuado para las necesidades actuales y futuras. La culpa de estas dudas la tiene lo de siempre, los retrasos en el desarrollo del vehículo, obligados la mayoría de veces por la escasez de recursos, pero que han hecho que el resultado sean un vehículo que nuestras tropas hubieran querido tener hace 10 o 15 años y en operaciones de mantenimiento de paz en el extranjero. Es un vehículo sofisticado y tecnológicamente muy avanzado, pero quizá demasiado grande y caro para un escenario de guerra simétrica. La parte positiva, que también la tiene, es la importante participación de la industria española.

Los carros de combate Leopardo también deben recibir una dotación presupuestaria importante, pues es urgente su modernización. No puede ser que a un carro que nació como el mejor o de los mejores del mundo, no se le haya actualizado nada en 20 años. Una revisión de su electrónica —ya desfasada— así como algunas mejoras como la inclusión de un arma remota de calibre 12’70 en el puesto del jefe de carro, kits de defensas activas o arados para combate urbano son cuestiones que hay que abordar más pronto que tarde. Algo parecido se debería abordar para los medios de Caballería, cuyos VEC ya es urgente reemplazar y cuyos Centauro acumulan años sin un plan de futuro.

placeholder Voladura del campo de minas por los ingenieros del RING n.º 1. (Juanjo Fernández)
Voladura del campo de minas por los ingenieros del RING n.º 1. (Juanjo Fernández)

Sin embargo, hay capítulos donde la situación es insostenible. Nos referimos por ejemplo a la artillería, donde no es de recibo que sigamos todavía con las mismas piezas autopropulsadas M-109 de hace décadas. Se deberían reemplazar por material similar más moderno, a la vez que empezar a sustituir la artillería remolcada por piezas autopropulsadas sobre ruedas. Un cambio más que conveniente. Por último, no disponer todavía de sistemas lanzacohetes es un verdadero atraso. Baste ver lo que estamos viendo en la guerra de Ucrania.

Por último, el capítulo de zapadores e ingenieros precisa de moderno material. No es admisible que unos zapadores, tropas que encabezan un ataque y son las que más se exponen, sigan moviéndose por el campo con los veteranos M-113 TOA, un vehículo buenísimo y eficaz, pero diseño de la época de la guerra de Vietnam, hoy en día sin la mínima protección necesaria. Todo ello porque el reemplazo, el vehículo Castor, acumula retrasos. Algo parecido podríamos decir de los ingenieros, con vehículos lanza puentes obsoletos y sin suficientes medios, cuando había una partida de carros Leopard A4 —¿se acuerdan de esos que se iban a enviar a Ucrania?— guardada para su conversión a carros de ingenieros.

Todo esto sin ni siquiera hablar del Tigre, cuya reducción de efectivos y coste de modernización es cuestionable, o el NH-90, un programa muy caro y un helicóptero muy bueno, pero igual de delicado. Tampoco vamos a hablar de otras cuestiones ya harto debatidas, como es el programa FCAS y las mil y una dudas que plantea o el reemplazo de la flota de F-18 del Ejército del Aire o el futuro de la aviación embarcada, que se debe acometer en breve o perderemos una capacidad imprescindible.

Como se ve, hay motivos para cierto optimismo, pero no para echar las campanas al vuelo. Se inicia una buena senda, pero se partía de una situación muy mala. Veremos si este incremento y los que deberán llegar después alcanzan para cubrir todas estas necesidades.

El Gobierno ya ha presentado sus presupuestos generales para 2023. Uno de los capítulos donde la dotación económica sufre una gran variación es Defensa, algo que siempre es polémico sean cuales sean las cifras. Gastos recurrentes aparte, lo cierto es que hay importantes dotaciones para los principales programas de armas en curso. Aviones del Ejército del Aire, fragatas F-110 y submarinos de la Armada y los programas de blindados del Ejército de Tierra acaparan la mayor parte del presupuesto destinado a sistemas en curso. El incremento es importante, pero la clave no es la cuantía, sino si esta es suficiente.

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