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Soy un visionario ruso en Silicon Valley y odio el metaverso: "Es peor que la propaganda soviética"
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ENTREVISTA CON PHIL LIBIN

Soy un visionario ruso en Silicon Valley y odio el metaverso: "Es peor que la propaganda soviética"

Phil Libin es una voz reconocida en la industria tecnológica tras llevar Evernote a lo más alto. Ahora, ha fundado una 'startup' que pretende revolucionar las videollamadas, y se ha convertido en una china en el zapato de Zuckerberg y otros

Foto: Phil Libin junto al logo de su nueva empresa. (Cortesía)
Phil Libin junto al logo de su nueva empresa. (Cortesía)

Phil Libin (1972, San Petesburgo) estira para sacar un anillo negro que lleva en el dedo índice de su mano derecha. Cuando lo consigue, lo acerca a la cámara del ordenador en el que está realizando la videollamada en la que atiende a Teknautas. Ahí es cuando se puede percibir que el complemento que lleva este reconocido emprendedor e inversor de origen ruso no es algo normal y corriente. Es un anillo inteligente llamado Oura, de esos que se conectan al teléfono y sirve, entre otras cosas, para recibir notificaciones. "Soy lo que se dice un 'early adopter'", bromea durante la conversación este hombre, que pasó a engrosar esa extensa lista de referentes de Silicon Valley cuando fundó y dirigió Evernote a partir de 2008 y gconvirtió aquella app de notas en un unicornio. Todo en una época en la que no era tan fácil cebar las 'startups' con valoraciones por encima de los 1.000 millones de dólares.

Foto: El estand de PlayStation en ChinaJoy el pasado verano. (Reuters/Aly Song)

Cualquiera podría pensar en una aproximación rápida y errónea que Libin es un fanático de otras tecnologías tiernas, lejos de la adopción masiva, como la realidad virtual y que está apasionado con la idea del metaverso que preconiza Mark Zuckerberg y que otros gigantes se han apresurado a abrazar. Pero nada de eso. Se ha convertido en una de las personas más críticas con esta nueva obsesión de la industria. Sobre ella llegó a definir como "puro bullshit". En más de una ocasión (durante la conversación reafirma la idea) lo ha llegado a comparar también con los mensajes que le daban en la escuela durante su niñez en la extinta Unión Soviética. "Es peor que la propaganda soviética".

PREGUNTA. No es lo más común encontrarse a alguien dentro de este mundillo que raje tan abiertamente de algo tan de moda como el metaverso.

RESPUESTA. ¿Qué significa la palabra metaverso? No significa nada concreto. Puede significar todo tipo de cosas dependiendo de a quién le preguntes. Si miras los vídeos que produce Facebook te encuentras un mundo 3D que está interconectado. Allí vives, trabajas y juegas. Y supuestamente lo experimentas utilizando un casco de realidad virtual. ¿Sabes cuál es el problema? Que es un concepto viejo, poco original y diría que simplemente patético. Nos han hablado de ello durante 40 años y apenas ha cambiado lo más mínimo frente a lo que había.

P. Tal vez lo que ha ocurrido es que la tecnología no estaba lista. Que vendíamos la piel antes de cazar al oso.

R. Creo que la realidad aumentada puede tener un futuro interesante cuando la tecnología esté más preparada. Yo mismo he usado juegos en realidad virtual que están francamente bien y son francamente divertidos. Ahí no está el asunto de la cuestión. Eso que nos venden como un lugar único de encuentros, donde pasas muchas horas al día y lo utilizas para trabajar pero también para jugar o hacer otras cosas de tu vida es simplemente una experiencia terrible que no considero que nadie realmente quiera. A la gente no le va a gustar. No voy a sentarme en una sala de conferencias virtual a tener reuniones de trabajo mientras empleo un casco de realidad virtual e interactúo con representaciones 3D de mis compañeros de oficina. Cualquier persona va a preferir hacer eso con algo como Zoom.

placeholder El avatar de Zuckerberg para el metaverso. (Facebook)
El avatar de Zuckerberg para el metaverso. (Facebook)

P. Entonces, usted no le ve futuro ni aunque maduren los equipos y dejen de estar en pañales.

R. Como te decía he sido de los primeros en probar y adoptar muchas novedades y nuevas tecnologías. Recuerdo, por ejemplo, en 1979 jugar en la Atari 2600 a videojuegos. Eran muy primitivos, pero eran realmente geniales. Luego los videojuegos se hicieron más sofisticados, se convirtieron en algo general, gracias que comenzaron muy bien. También recuerdo la primera vez que compré algo internet. Sería sobre el año 1994 en Amazon. Recuerdo que me conecté a aquella primera versión de su web. Toda ella repleta de libros de los 90 y tremendamente primitivo. Pero la idea era fantástica. Se podía intuir que algo así cambiaría el mundo. El problema del metaverso no es que la tecnología sea primitiva. No es primitiva, en absoluto. Es técnicamente genial, es impresionante. Lo que ocurre es que simplemente no es interesante tal y como se plantea, ni útil. Es más bien aburrida. Creo que es una exageración del momento.

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P. ¿Y qué pinta la Unión Soviética en todo esto? Comunismo y Mark Zuckerberg no son dos cosas que peguen bien juntas.

R. Yo nací y crecí en la Unión Soviética hasta los 8 años, cuando llegué a EEUU con mi familia. Crecí con esa promesa de que el comunismo no había llegado. Te decían en la escuela cosas como "aún no lo hemos logrado, lo estamos construyendo". Mirabas a tu alrededor y veías que no se podía conseguir ni papel higiénico. Era como si nada funcionase. Todo aquello era triste. Malo. Pero nos decían que aquello no era comunismo, que lo estábamos construyendo. Era la misma promesa de un futuro genial. Era una promesa muy débil, sin sustento y por eso me recuerda tanto aquellos tiempos todo esto de Meta y el metaverso.

P. Perdone la insistencia, pero si esto es humo, ¿por qué Microsoft se gasta 68.000 millones en Activision y dice que le servirá para prepararse para el metaverso que venga?

R. Tengo mucho respeto por ambas compañías. Los videojuegos son una industria muy real y muy interesante. La fusión tiene sentido y seguramente esa unión vaya a dar grandes juegos, al menos, durante cuarenta años. Sin embargo, no creo que este acuerdo dependa del metaverso. Creo que el metaverso es algo que la gente de marketing puso en el último minuto para que el anuncio sonase aún más llamativo, como si fuesen polvos mágicos. Si el trato se hubiese firmado hace seis meses, no se hubiese mencionado para nada y el acuerdo sería el mismo. Ambas compañías tienen grandísimos juegos a los que muchísima gente juega y no tienen que ver con el metaverso. En absoluto. Le veo más interés para los juegos móviles. Soy muy optimista, tengo mucho respeto hacia Microsoft, pero tengo que decir eso fue un simple argumento de marketing.

Firme defensor del "trabajo distribuido"

Libin atiende a este periódico desde Arkansas, con una generosa taza de café en la mano y un fondo animado en el que se ve una cordillera en movimiento. Allí se mudó en 2020, cuando abandonó Silicon Valley y se dirigió a este lugar, donde fundó sus dos últimas 'startups'. De esas dos firmas la que más ha dado que hablar es mmhmm, una herramienta que, como él mismo explica, "se fundó como una broma", con el único objetivo de hacer menos tedioso el trabajo durante el confinamiento y animar a que la gente fuese más divertida en las videoconferencias. Predica con el ejemplo. El fondo que mantiene durante la conversación es una de tantas opciones que permite su plataforma, una especie de navaja suiza para enriquecer videollamadas, presentaciones o seminarios.

Uno de sus puntos fuertes es que se puede trabajar con ella en cualquier servicio, sea Zoom, Teams o Webex. El objetivo es tener conjunto de herramientas que faciliten ciertas cosas cuando sea estrictamente necesaria hacerlo en directo, pero que también ofrezca la posibilidad de crear facilmente contenidos que sustituyan a esas "largas charlas" en la que solo una o dos personas hablan y el resto escuchan para consumirlo cuando mejor le venga a cada uno. Además, visto el éxito inesperado que rápidamente cosechó la ocurrencia, decidieron diseñar su propia app de videollamadas. En la conversación se destila que confía ciegamente en que la tendencia seguirá y el trabajo en remoto va a seguir siendo una opción mayoritaria tras la vuelta a la normalidad. "No me gusta lo de trabajo remoto", afirma. "Eso es sinónimo de estar aislado. Yo no lo estoy. La gente no tiene que estarlo".

Foto: El teletrabajo alternativa laboral en tiempos de pandemia. (EFE/Enric Fontcuberta)

P. Hace dos años, en lugares como España, dijeron que el teletrabajo había llegado para quedarse. Sin embargo, aunque las cosas funcionasen, muchas empresas están volviendo a la presencialidad prepandemia o con suerte a modelos mixtos. ¿Cómo lo ve esto alguien que ha montado una startup de 70 empleados que distribuidos por el mundo?

R. Durante la pandemia y los encierros se demostró que el conocimiento funcionaba de manera normal. Obviamente, habrá personas que necesitan una oficina, otras que trabajen desde casa y otras personas lo harán en ubicaciones a distancia. Pero creo que no va a haber ninguna empresa que vaya a tener todo el éxito que puede alcanzar si obliga a sus trabajadores a volver. Considero que lo que está ocurriendo en algunos lugares es solo una reacción a corto plazo, una reacción de gente que lleva trabajando desde su casa dos años y consideran que quieren volver en persona. Sin embargo, cuando las cosas se equilibren, en dos o cinco años, las empresas de este tipo, las que basan su actividad en el conocimiento, verán claramente las ventajas de tener a su plantilla distribuida. Obligar a los empleados a meterse en el tráfico y tener que ir sí o sí a un lugar concreto va a ser una desventaja frente a los que tengan flexibilidad.

P. Algo bueno tendrá la presencialidad.

R. No hay ninguna ventaja en obligar a la gente a trabajar en el mismo punto todo el tiempo. Pienso que hay grandes ventajas en reunirse físicamente a veces, pero debe ser en ocasiones espaciales. Deberían serlo. Ir a cenar o a comer, usarlo para construir relaciones, pero no para sentarnos todos en una sala de conferencias a enseñarnos diapositivas entre nosotros. Creo que vamos a un modelo híbrido, en el que el trabajo no será ni 100% presencial ni 100% a distancia. Será una combinación. La mayor parte del tiempo habrá libertad para escoger el sitio y, de vez en cuando, nos reuniremos para generar confianza.

placeholder Phil Libin. (Foto: Cedida)
Phil Libin. (Foto: Cedida)

No es Zoom, son las reuniones

Los más de 70 empleados que tiene 'mmhmm' están repartidos por todo el globo, sin sede central ni oficina. Más de lo mismo con 'All Turtles', un estudio de diseño de producto, su otra compañía. Defiende que se gana en calidad de vida, que se reduce estrés y que ayuda a poner remedio a una cultura laboral que "era terrible" para el normal de los trabajadores. Su nueva aventura empresarial busca revolucionar las videollamadas y hacerlas más digeribles. A estas alturas de la película el asunto puede parecer desfasadísimo pero ya ha levantado ya más de 140 millones de financiación de firmas como Softbank o Sequoia, algunos de los fondos más notorios de la industria tecnológica.

P. Las videollamadas son algo de lo que muchos hemos acabado agotados en este tiempo. Hasta se le ha puesto un nombre 'síndrome Zoom'. ¿Cómo va a solucionar esto?

R. Eso no es problema de Zoom. El problema es el concepto de reuniones. Las reuniones son cosas agotadoras, pero lo eran antes incluso del covid. Tener muchas reuniones, supone tener un montón de cansancio y muchas veces efectos como falta de atención y concentración. El problema es que cuando obligamos a hacerlo a todos con videollamadas, la cosa fue a peor. La respuesta que queremos dar, por tanto, es ayudar a la gente a librarse de tantas reuniones como sea posible. Ahora estamos hablando, es una reunión realmente interactiva, es interesante. Esas son las que se tienen que mantener. Cualquier cosa que sea actualizar o dar información lineal debería ser un video que se pueda consumir en cualquier momento y plataforma.

Phil Libin (1972, San Petesburgo) estira para sacar un anillo negro que lleva en el dedo índice de su mano derecha. Cuando lo consigue, lo acerca a la cámara del ordenador en el que está realizando la videollamada en la que atiende a Teknautas. Ahí es cuando se puede percibir que el complemento que lleva este reconocido emprendedor e inversor de origen ruso no es algo normal y corriente. Es un anillo inteligente llamado Oura, de esos que se conectan al teléfono y sirve, entre otras cosas, para recibir notificaciones. "Soy lo que se dice un 'early adopter'", bromea durante la conversación este hombre, que pasó a engrosar esa extensa lista de referentes de Silicon Valley cuando fundó y dirigió Evernote a partir de 2008 y gconvirtió aquella app de notas en un unicornio. Todo en una época en la que no era tan fácil cebar las 'startups' con valoraciones por encima de los 1.000 millones de dólares.

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