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El juicio a la 'pobre niña rica' de Silicon Valley que cambiará la industria 'tech' para siempre
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Juicio a la 'Steve Jobs femenina'

El juicio a la 'pobre niña rica' de Silicon Valley que cambiará la industria 'tech' para siempre

El juicio a Elisabeth Holmes, creadora de Theranos y una de las ejecutivas más mediáticas de Silicon Valley, pone frente al espejo la estructura empresarial de La Meca de la tecnología

Foto: La fundadora de Theranos, Elizabeth Holmes, dejando el juzgado. Foto: Reuters.
La fundadora de Theranos, Elizabeth Holmes, dejando el juzgado. Foto: Reuters.

Por si la historia no fuera ya bastante rocambolesca, el caso de Elisabeth Holmes y su empresa Theranos da esta semana una nueva vuelta de tuerca. Este miércoles empezó el juicio en el que se muestra al mundo cómo esta joven (37 años) y venerada emprendedora nacida de La Meca de la tecnología acabó engañando, supuestamente, a inversores y pacientes de todo el planeta con un invento que ni funcionaba ni había visos de que lo hiciera, pero no podía hacerlo como algo normal y se ha tenido que parar por riesgo de brote de covid-19 entre el jurado. Un giro más en un culebrón que lleva más de un lustro golpeando sin cesar las conciencias del valle de la tecnología y cuyos ojos ven en esta sentencia un dictamen sobre su propia naturaleza. Holmes, que se ha declarado inocente, encarna buena parte de los valores que han convertido al enclave californiano en el gran sueño americano, y también todas sus sombras.

La propia defensa de Holmes es un órdago al germen emprendedor de Silicon Valley. Ella solo hizo lo mismo que el resto de empresarios de su región, lanzar su innovadora idea y arriesgar. El fallo es parte de la vida, no es un crimen, y condenarlo puede acabar con la creatividad. Pobre niña rica. "Theranos cayó por muchas razones, pero falló en parte porque cometió errores", ha dicho el abogado defensor de la joven Lance Wade, en una de las primeras jornadas del juicio. "La Sra. Holmes cometió errores, pero los errores no son delitos. Un negocio fallido no convierte a un CEO en un criminal. La Sra. Holmes no iba a trabajar todos los días con la intención de mentir, engañar y robar", aseguraba, defendiendo su postura de que Holmes debe abandonar la sala Corte Federal en San José, California, absuelta de toda culpa.

Foto: Elizabeth Holmes, antigua CEO de Theranos, en un tribunal el pasado julio. (Reuters)

Esto no lo va a tener fácil. El juicio, que se presume que dure cerca de 3 meses, tiene un halo diferente, de caso ejemplar en el que la decisión que se tome sobre lo sucedido puede trascender mucho más allá que una corte estatal, puede cambiar la mentalidad de todo un sector. Del caso Theranos se han llenado páginas de periódico en todo el planeta, se han escrito libros, se han hecho 'podcast' y hasta un documental que se puede ver en HBO: 'El Inventor: En busca de la sangre de Silicon Valley'. Y ahora todas las cámaras están expectantes por la decisión final sobre una emprendedora mimada en el valle del Silicio, un lugar que tampoco vive su momento de mayor fama tras los escándalos de Facebook o Uber.

Como en el de Holmes, en muchos otros de los escándalos que tienen como origen esta región de Estados Unidos, encontramos narrativas similares. Han saltado a la piscina con su idea y han arriesgado en pos de la innovación y el negocio, han hecho todo para que funcione, sin querer engañar a nadie, aunque la piscina estuviera vacía. No es culpa suya que los reguladores lo pongan difícil, que se encuentren problemas por el camino, que de repente se descubra que su plataforma es una máquina perfecta para la manipulación, que su producto al final no funcione... Aunque, al menos en el caso de Holmes, todo apunta a que esta historia ya no cuela facilmente. Su máquina falsa para hacer análisis de sangre y que levantó durante años decenas de millones de dólares no es lo único oscuro de toda esta historia.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

El invento de la Steve Jobs femenina

Theranos promocionaba algo que algunos definieron como el iPhone de la sangre. Holmes, a sus 19 años y dejando su carrera en Stanford (como, entre otros, Bill Gates), se elevaba a principios de la década pasada como la nueva Steve Jobs. Una joven de una gran universidad, rica, blanca, con ideas rompedoras de futuro y con el respaldo del valle del Silicio, pero una investigación descubrió que bajo esa fachada no había nada más. Básicamente, su proyecto, nacido en 2003, se centraba en la creación de una máquina (Edison) capaz de analizar la sangre y detectar todo tipo de enfermedades o sustancias sin tener que usar una aguja. Una revolución brutal del sector médico que impulsaba una 'startup' tecnológica.

Durante años la idea iba viento en popa. Clientes, medios e inversores creían lo que Holmes y los suyos contaban, y veían el futuro en cada paso que daban. A su lado, cuando ya era una de las multimillonarias más jóvenes del planeta, se sentó gente como Henry Kissinger o George Shultz. Todos querían formar parte de una compañía prometedora y que buscaba una buena causa. Theranos alcanzó los 9.000 millones de dólares de valoración antes de lanzar su producto al mercado, llegando a levantar rondas de 700 millones. Pero todo acabó saltando por los aires (otoño de 2015) tras una investigación de John Carreyrou (‘The Wall Street Journal’) en la que sus ex trabajadores desvelaron el trampantojo. Solo llevaban unos pocos meses desde que los reguladores estadounidenses habían aprobado el uso del dispositivo para detectar algunas enfermedades, pero fue tiempo suficiente para ver que no iba bien.

La máquina —que se había empezado a usar en ‘clínicas’ de grandes superficies— y en teoría solo necesitaba una milésima parte de la cantidad de sangre que normalmente se usa para los análisis, no funcionaba, Theranos hacía artimañas para analizar la sangre porque no contaba con tecnología propia para hacerlo (reutilizaba máquinas de otras compañías); si uno se hacía un análisis con ellos, corría el riesgo de recibir un diagnóstico equivocado. Estábamos ante uno de los mayores fiascos de Silicon Valley en el siglo XXI y lo peor es que lo encarnaba alguien que cumplía a rajatabla el modelo de éxito californiano. Claro, que en este caso hablamos de soluciones médicas, no una red social o un teléfono.

Tras su caída acelerada, en 2018, Holmes ya llegó a un pacto con la SEC para pagar 500.000 dólares con la idea de compensar los cargos civiles de fraude, pero solo era una parte de su 'vía crucis' particular. A sus 37 años, podría pasar hasta dos décadas en la cárcel si el jurado la declara culpable y un camino similar podría llevar su exsocio y expareja Ramesh "Sunny" Balwani, al que la defensa de la joven señala asegurando que abusó de la empresaria física y psicológicamente en la caída de Theranos. Holmes está acusada de 10 cargos de fraude electrónico y dos cargos de conspiración para cometer fraude electrónico. ¿De qué dependerá la decisión? Todo apunta a si estos ejecutivos mintieron a sabiendas con el objetivo de sacar más dinero y poder vivir de algo que en realidad sabían que no iba a funcionar.

La clave: si de verdad quería mentir

Los fiscales que se encargan del caso no creen la versión de su abogado y esa idea de que lo intentó todo para que el negocio marchase, pero fracasó en su objetivo como cualquier otro emprendedor. Para ellos, Holmes y algunos de su equipo sabían perfectamente qué estaba pasando, pero lejos de admitirlo optaron por seguir como si nada. En su declaración de apertura, realizada este miércoles, los fiscales federales describieron a Holmes como una estafadora y manipuladora que engañaba a los inversores y a los pacientes por igual y sabía todo el tiempo que los estaba engañando. "Este es un caso de fraude, de mentira y de hacer trampa para obtener dinero", aseguró el fiscal federal adjunto Robert Leach. "Es un crimen en Main Street y es un crimen en Silicon Valley".

Los fiscales también aportaron datos concretos. Aseguraron que en 2013 Theranos tenía solo 13 millones de dólares en efectivo, pero la compañía estaba quemando entre uno y dos millones por semana. Además, aseguran, el presunto engaño de Holmes, en sus primeras etapas, involucró un informe, supuestamente escrito por la compañía farmacéutica Pfizer, de que sus dispositivos analizadores de sangre mostraban un "rendimiento superior" al resto. Pfizer no era el autor del informe, pese al membrete que así lo decía y que fue un punto clave para convencer a los inversores. Es más, según la investigación, los resultados de Pfizer indicaban todo lo contrario.

Tras el parón de este viernes por el posible brote, el gobierno planea llamar a trabajadores de Pfizer como testigos, además de a los extrabajadores de Theranos, a los inversores que dicen haber sido defraudados y a los pacientes que afirman haber recibido resultados falsos después de pagar los análisis de sangre de Theranos. "Elizabeth Holmes era muy consciente de estos problemas", comentaba Leach sobre los resultados defectuosos de las pruebas.

Esa insistencia en el conocimiento de lo que estaba haciendo parece clave en el caso. Hay que dirimir si solo era una empresaria que ponía todo para intentar sacar su negocio adelante, o sabía perfectamente que nada de esto era real. Mientras defendía las habilidades supuestamente pioneras de los analizadores de sangre de Theranos, los fiscales dicen que la compañía, de hecho, estaba utilizando máquinas tradicionales de análisis de sangre. La empresa los habría modificado, pero no contenían las capacidades innovadoras que afirmaba Holmes.

Por último, también señalan a la prensa, que según su investigación, ayudó a levantar el castillo de naipes de la joven estadounidense. Según los fiscales, Holmes podía haber confiado en su invento, pero también mintió a sabiendas a los inversores y ayudó a que los medios escribieran artículos entusiastas sobre su desarrollo. Algo que los fiscales dicen que Holmes solía hacer para conseguir inversiones cada vez mayores. Llegó incluso a copar portadas de revistas como Fortune o Forbes y el apodo de la 'Steve Jobs femenina' no solo lo aceptó sino que ayudó a difundirlo. "El plan le dio fama. Le trajo respeto y adoración", dijo Leach. "Pero bajo la fachada del éxito se estaban gestando problemas importantes".

Por su lado, el abogado defensor volvió a esgrimir la idea de la 'pobre niña rica'. Holmes nunca tuvo la intención de estafar a pacientes e inversores. Era solo una ingenua, cegada por una ética de trabajo a lo Silicon Valley en la que durante 15 años pasó siete días a la semana pegada a su proyecto. Esto hizo que se creyera realmente cada cosa que posteriormente les decía a los inversores. "La Sra. Holmes creía con todo su ser que podría transformar la atención médica", sentenciaba su abogado. Ahora queda ver si el jurado opta por creer esta versión de Holmes como una simple emprendedora que no llegó a su objetivo u opta por la versión que indica que además de todo eso, la empresaria fetiche de Silicon Valley en realidad sabía que se lo estaba inventando todo y usó su historia para forrarse.

Por si la historia no fuera ya bastante rocambolesca, el caso de Elisabeth Holmes y su empresa Theranos da esta semana una nueva vuelta de tuerca. Este miércoles empezó el juicio en el que se muestra al mundo cómo esta joven (37 años) y venerada emprendedora nacida de La Meca de la tecnología acabó engañando, supuestamente, a inversores y pacientes de todo el planeta con un invento que ni funcionaba ni había visos de que lo hiciera, pero no podía hacerlo como algo normal y se ha tenido que parar por riesgo de brote de covid-19 entre el jurado. Un giro más en un culebrón que lleva más de un lustro golpeando sin cesar las conciencias del valle de la tecnología y cuyos ojos ven en esta sentencia un dictamen sobre su propia naturaleza. Holmes, que se ha declarado inocente, encarna buena parte de los valores que han convertido al enclave californiano en el gran sueño americano, y también todas sus sombras.

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