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Las ideas de 'tecnología profunda' que no ves pero se están llevando todo el dinero
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LA INVERSIÓN SE HA CUADRUPLICADO DESDE 2016

Las ideas de 'tecnología profunda' que no ves pero se están llevando todo el dinero

Computación cuántica, fotónica, inteligencia artificial... Las innovaciones de ingeniería profunda siempre han estado en un segundo plano respecto a otras más palpables, pero llevan año atrayendo inversores y multiplicando su financiación

Foto: La computadora cuántica Sycamore de Google. (Google)
La computadora cuántica Sycamore de Google. (Google)

La tecnología que ves no suele ser la más importante. En las profundidades de tu teléfono u ordenador, hay decenas de innovaciones que permiten reducir tiempos, procesos y tamaños. Que todo funcione, a ojos del público, por arte de magia. Es lo que se conoce como ‘deep tech’, una serie de disciplinas relacionadas con la ciencia e ingeniería avanzada, que están en permanente desarrollo y que viven un momento especialmente dulce: los avances cada vez son más acelerados y eso está atrayendo a cada vez más dinero. Y sí, España va algo atrasada, pero está a tiempo de subirse al carro.

Solo entre 2016 y 2020, la inversión en estas tecnologías se cuadruplicó en todo el mundo, pasando de los 15.000 a 62.000 millones de dólares, según un informe de Hello Tomorrow, organización encargada de uno de los eventos más importantes del gremio. De acuerdo con este documento, el 80% de la inversión –dominada por EEUU– la concentran la biología sintética, la inteligencia artificial y los materiales avanzados. Después, estarían –en este orden– drones, robots, fotónica, electrónica, computación cuántica y 'blockchain'.

Foto: Foto: Google.

“Muchas veces hablamos de lo digital, pero lo que en realidad lo posibilita es un nanotubo, la fabricación de un determinado material o la generación de moléculas. La 'deep tech' hay que entenderla como un fenómeno que perfora un montón de conocimientos”, cuenta Daniel Granados, profesor e investigador de Nanotecnología en el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA). “Hay que trabajar con compañeros que vienen de campos totalmente ortogonales al tuyo, por lo que acabas teniendo resultados que no te esperas”, porque todo está conectado y no sabes dónde puede surgir un cambio de paradigma o una disrupción total”.

En efecto, se trata de un concepto muy amplio y los sectores en los que se puede aplicar son, prácticamente, todos los existentes: recursos naturales, energía, conectividad, materiales… “La nanotecnología aborda un poco todo eso”, resume Granados en conversación con Teknautas. “El rasgo común es que se fundamentan sobre la generación de conocimiento e investigación muy básica. Sin eso, no existe 'deep tech'”.

Es lo que explica que haya distintas compañías invirtiendo en tecnologías que, a priori, no parecen su cometido. Hace unas semanas, la automovilística Rolls Royce anunció la creación de una filial dedicada a pequeños reactores nucleares, para lo que van a contar con 480 millones de euros (la mitad de ellos, inyectados por una ayuda gubernamental).

NVIDIA DGX-1.

“Entienden que va a haber una necesidad respecto a la energía y buscan posicionamiento para lo que está por llegar, que no saben dónde van a surgir, pero no quieren que les pase como a Kodak con la cámara digital”, cuenta este investigador del IMDEA, que recuerda que este tipo de investigación necesita de periodos largos para desarrollarse en plenitud. "La inversión inicial suele ser muy alta, y el retorno, si se produce, tardío. El riesgo es elevado durante muchos años, pero cuando hay retorno, también es muy largo en el tiempo, y eso permite apuntalar sus trayectorias, como es el caso de General Electric, que ha sido líder mundial durante décadas".

Granados cuenta unos de los avances más destacados en su especialidad han sido los procesadores neuromórficos. Son aquellos que “tratan de emular el funcionamiento del cerebro, con un procesamiento en paralelo y no secuencial, como los procesadores actuales”, comenta este profesor, que enfatiza que son “muy útiles para desarrollar inteligencia artificial, reconocimiento de patrones o algoritmos de búsqueda”.

También menciona los detectores superconductores, donde el telescopio James Webb es uno de los casos de aplicación más trascendental que se conocen. “Desde la nanoescala, que es la más pequeña, vamos a poder ver el origen del universo, que es la escala más grande”, celebra.

"Son proyectos con un riesgo científico"

Dentro de la ‘deep tech’ hay dos variantes. Por un lado, la relacionada con la tecnología digital, como puede ser la inteligencia artificial o el ‘machine learning’. Por otro, una parte que tiene un origen científico, como puede ser la tecnología o la fotónica. Es lo que se llama ‘deep science’ y donde se centra BeAble Capital, firma de inversión madrileña que lleva operativa desde 2017 y cuentan con un fondo activo de 35 millones de euros.

Almudena Trigo, presidenta de esta gestora, comenta que “la evolución tecnología ‘deep science’ es muy diferente”. En su caso, invierten en lo que llaman las fases presemilla y semilla; es decir, las etapas más tempranas de las empresas. “Coger una tecnología surgida de la investigación en laboratorio y transformarla en una empresa es muy complejo. Necesita plazos más largos e importes de financiación elevados, además de que la escalada es más difícil. Por eso, es muy importante que el capital privado lo esté empezando a mirar como foco de inversión”, celebra Trigo, que también es doctora en biología molecular.

“España tiene, según el año, la posición décima o undécima en cuanto generación, impacto y calidad en investigación. Tenemos que transformar eso en realidades empresariales”, defiende esta doctora en biología molecular.

Foto: Uno de los chips cuánticos de Rigetti

No es el único fondo español especializado en 'deep tech', y todo apunta a que seguirán apareciendo en los próximos años. El pasado septiembre, Telefónica y la sociedad de capital riesgo K Fund anunciaron la creación de Leadwind, una firma para invertir en 'startups' del sector que prevé comenzar actuar en los próximos meses. Su objetivo es meter dinero en este tipo de compañías de Latinoamérica y el sur de Europa, "con foco en plataformas tecnológicas habilitadoras de los nuevos modelos de negocio”.

Para ello, contarán con un volumen que irá de los 150 a los 250 millones de euros. “Hay una base tecnológica que no está llegando al mercado y es lo que queremos impulsar”, asegura Miguel Arias, socio de K Fund y exjefe de emprendimiento global de Telefónica, que define las 'deep tech' como “las compañías que necesitan ciencia o ingeniería aún no probada para llevar a cabo una idea y luego conseguir que haya una demanda de mercado para esa solución”. El factor diferencial, apostilla, es que “son proyectos que tienen un riesgo científico o ingenieril que resolver, algo que no pasa en otros sectores, como el comercio electrónico, donde el riesgo es el de mercado”.

Los emprendedores 'deep tech' en España

En España ya hay decenas de ‘startups’ dedicadas a algunos. Una de ellas es Multiverse Computing, dedicada al ‘software’ cuántico. “Es un campo en ebullición y, además, está señalado como estratégico por parte de Europa, Estados Unidos y China por la influencia que puede tener en las diferentes industrias”, apunta Enrique Lizaso, CEO y fundador de esta compañía.

Esta compañía vasca, fundada en 2019, está a la espera de que “este año o el siguiente” llegue el verdadero ‘boom’ de su nicho, tal y como ya ha ocurrido con la parte dedicada al ‘hardware’ cuántico. “El ‘software’ siempre va algo más tarde pero cuando explota, el impacto es enorme”, comenta Lizaso, que enfatiza que "hay un montón de necesidades que no se pueden resolver con ordenadores de arquitectura clásica, los de toda la vida". Es el caso de la inteligencia artificial, que cada vez necesita un procesamiento mayor, o la ciberseguridad, ya que las claves de conexión, avisa, “acabarán saltando por los aires y habrá que desarrollar nuevas encriptaciones”.

Foto: Vista de uno de los ordenadores cuánticos de Honeywell. (Reuters)

Las soluciones se pueden aplicar desde al mundo de las finanzas, la generación de energía o los nuevos materiales. “La simulación de una molécula de agua, que es lo más simple, está más allá de los ordenadores convencionales”, indica antes de ilustrarlo con un ejemplo: “Hoy el diseño de fármacos se hace por ensayo-error y es un proceso lento y costoso, porque no puedes simular fármacos o proteínas con un ordenador”.

Multiverse Computing cuenta con una plantilla de 35 personas, pero esperan poder multiplicar pronto su tamaño. En 2021 consiguieron recaudar 22,5 millones de euros, donde algo más de la mitad fue parte del programa Horizonte del Consejo Europeo de Innovación (CIE), dependiente de Bruselas. “Es la inversión más alta de la Comisión Europea en 'software', no solo en cuántico”, celebra el CEO.

placeholder Román Orus y Enrique Lizaso, cofundadores de Multiverse Computing. (Cedida)
Román Orus y Enrique Lizaso, cofundadores de Multiverse Computing. (Cedida)

Al margen de esta ayuda, las cifras distan mucho entre países: mientras que en Francia o Alemania rondan importes cercanos a los 2.000 millones, el programa Quantum Spain, anunciado por el Gobierno el pasado octubre, tiene un presupuesto de 60. “Supongo que será un primer paso, porque la diferencia es abismal”, comenta Lizaso, que recuerda que “en Europa había muy buenos investigadores, pero se los acabaron llevando compañías norteamericanas”. “Hay que generar nuevos unicornios y empresas para que esto deje de ocurrir”, avisa.

“El resto del mundo hace tiempo que se está viviendo ese aumento del interés y en España se ha notado más en el último año, también debido a presiones desde Bruselas”. Ahora quien habla es Ana González, directora de estrategia de Ipronics, que acaba de recibir una ayuda de 2,5 millones de euros de la Comisión Europea. "Los inversores españoles empiezan a ser más abiertos a invertir más allá de turismo, constructoras e inmobiliarias".

Esta ‘start-up’ valenciana, que apenas tiene dos años de vida y una veintena de trabajadores, está dedicada a la fotónica, la ciencia de la luz, desarrollando dispositivos que permiten procesar sus señales. “El público no la conoce mucho, pero está muy presente en nuestro día a día”, enfatiza González. Por ejemplo, Apple ya ha anunciado que su próximo ‘smart watch’ se basará en este tipo de tecnología para, entre otras cosas, poder incorporar un medidor de glucosa.

placeholder Las instalaciones de Ipronics en la Universidad Politécnica de Valencia. (Cedida)
Las instalaciones de Ipronics en la Universidad Politécnica de Valencia. (Cedida)

“Estamos desarrollando un nuevo concepto basado en chips programables, que va a permitir una gran variedad de aplicaciones, como telecomunicaciones con menor latencia, mayor ancho de banda y menor consumo de energía”, apunta la directora de estrategia de Ipronics. “Los procesadores electrónicos gastan demasiada energía, se calientan mucho y no permiten los anchos de banda que requiere la sociedad, que van aumentando. Al igual que pasó con la transición a la microelectrónica, ahora se está yendo a la fotónica integrada, que permite una reducción del consumo de energía y un aumento en las funcionalidades”.

“Nosotros visualizamos un futuro donde todo el procesado será óptico, porque es lo más eficiente”, defiende González, que pone sobre la mesa el caso de los ‘data center’: “Con estas tecnologías, cada vez necesitarán más tamaño y eso no cabría en la Tierra, por lo que hay que miniaturizar dispositivos, que es lo que permite la fotónica integrada”.

Lo que está por venir

Según las predicciones de Hello Tomorrow, la inversión 'deep tech' llegará a 209.000 millones anuales en el próximo lustro. En BeAble Capital apuntan que el auge de la inversión "tiene una parte de respuesta a un reclamo del momento actual, porque la ciencia puede ayudar a resolver retos medioambientales, energéticos o sociales”.

Foto: Foto: Reuters/Andrew Galbraith.

Arias, socio de K Fund, considera que el aumento del interés por estas tecnologías está muy relacionado con la madurez del sector, pero también con “la evolución exponencial de los desarrollos, porque cada vez hay más avances y eso acelera el proceso”. “Ahora se consigue de forma más barata y más rápido, por lo que las inversiones están dejando de ser tan arriesgadas o 20 años vista, porque pueden tener aceptación comercial y rentabilidad antes porque tienen la capacidad de aplicarse al mercado”.

“Soy muy optimista. La situación es muy prometedora”, defiende Granados, investigador de nanotecnología, que está de acuerdo en que la madurez, junto al nivel de adaptación digital de la sociedad, son la clave de esta focalización de las inversiones. “Hemos conseguido atraer talento. Quienes vienen se han estado codeando con los mejores de su entorno, no tenemos ya complejo de que seamos inferiores", asegura este profesor, que aprovecha para sacar pecho: "Si no estamos ya en Champions, nos queda poco para entrar a jugarla".

La tecnología que ves no suele ser la más importante. En las profundidades de tu teléfono u ordenador, hay decenas de innovaciones que permiten reducir tiempos, procesos y tamaños. Que todo funcione, a ojos del público, por arte de magia. Es lo que se conoce como ‘deep tech’, una serie de disciplinas relacionadas con la ciencia e ingeniería avanzada, que están en permanente desarrollo y que viven un momento especialmente dulce: los avances cada vez son más acelerados y eso está atrayendo a cada vez más dinero. Y sí, España va algo atrasada, pero está a tiempo de subirse al carro.

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