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Así es 'El Chiringuito' de la tele rusa en el que se debate cómo borrar Ucrania del mapa
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El programa '60 minutos' ahora dura 5 horas

Así es 'El Chiringuito' de la tele rusa en el que se debate cómo borrar Ucrania del mapa

Los debates sensacionalistas son un formato de éxito en Rusia desde hace años. Ahora se han convertido en un arma clave para una propaganda cada vez más incendiaria

Foto: El presentador estrella ruso, Vladimir Solovyov. (Rossiya 1)
El presentador estrella ruso, Vladimir Solovyov. (Rossiya 1)
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A primera vista ya hay algo raro en la parrilla televisiva rusa. Una incongruencia clara. El programa '60 Minutos', del canal Rossiya 1, la principal cadena estatal, hace tiempo que no dura 60 minutos. Cada espacio diario ya llega a las dos horas y media, y hay uno por la mañana y otro por la tarde. Aunque la historia tras uno de los programas de mayor éxito en el país está lejos de quedarse en ese fallo curioso entre el nombre y el tiempo. Este 'talk show' político, al puro estilo 'El Chiringuito', 'Sálvame' o 'Al Rojo Vivo', y otros del mismo canal o de otros se han convertido en una de las armas de propaganda interna más potentes del Kremlin. Con discursos que dejan como moderado a Vladímir Putin.

Desde la invasión rusa se han puesto innumerables focos sobre el sector mediático ruso. Se ha hablado mucho del trabajo internacional de RT y Sputnik, de su censura, de la que el Kremlin también ha impuesto sobre los medios más críticos con el régimen, e incluso ha dado la vuelta al mundo la imagen de cómo una trabajadora intentaba rebelarse contra el discurso oficialista en pleno directo. Pero nada de eso parece haber rozado siquiera a la joya de la corona de la televisión de aquel país. Programas de debates en los que los tertulianos estrella defienden abiertamente asuntos como que sería bueno que Rusia usase la censura al estilo chino o que es un buen momento para absorber Ucrania y Bielorrusia y recuperar la URSS. Todo, claro, aderezado con letreros gigantes, colores intensos, imágenes continuas de ataques y bombardeos y bien de gritos. Bienvenido al 'prime time' de la tele rusa.

Foto: El presidente Putin, durante una entrevista en Russia Today. (RT)

El caso más llamativo es el de '60 Minutos', un programa capitaneado por Evgeny Popov, presentador y también diputado de la Duma por el partido de Putin, y su esposa Olga Skabeyeva, que ha dado la vuelta al mundo por las intervenciones de sus tertulianos, y también de los propios presentadores. En él participan personajes de la primera línea mediática y política rusa, con una cara más que conocida, la de Margarita Simonián, redactora jefa de RT. Ella ha protagonizado algunos de los grandes momentos del programa, como cuando propuso con total naturalidad que hay que ir hacia una censura estilo chino. Otros comentaristas no se quedan atras y mencionan, por ejemplo, los "planes satánicos" de Occidente para explicar lo ocurrido en Bucha o Kramatorsk como parte de una "Tercera Guerra Mundial híbrida". Pero puede que este ni siquiera sea el programa más incendiario.

Tras este espacio aparecen muchos otros como 'Time Will Tell', de Channel 1 Russia, el principal canal privado, o quizás el 'show' más conocido (aunque ni siquiera sepas que esos decorados son suyos, en Occidente) 'Noches con Vladímir Solovyov'. Un programa nocturno comandado por el propio Solovyov, personaje cercano al Kremlin y sancionado por la Unión Europea tras el inicio de la guerra, que viene tras el telediario de Rossiya 1 y que solo descansa una vez por semana, los sábados.

Dos horas y media de debate entre las 21:20 y las 00:00 en las que también participa Simonián, con intervenciones igual o más llamativas, como en la que defendió que se obligara a los prisioneros de guerra a reconstruir Mariúpol mientras se les reeduca. No es la única con discursos incendiarios, otros optan por llamar a los ucranianos "nazis satánicos" o piden que se elimine por completo el concepto de ucraniano. "La idea de ser ucraniano tiene que ser completamente erradicada".

"Los 'talk shows' son un formato muy popular en Rusia desde hace años, pero se han ido extendiendo con el tiempo. Se podría decir que son una mezcla de 'El Chiringuito' con 'Sálvame' y 'Al Rojo Vivo', pero con un trasfondo muy controlado", explica Nicolás de Pedro, experto en Rusia e investigador principal del Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona para el espacio postsoviético. El ejemplo de la ampliación de tiempo de '60 Minutos' es un indicativo claro de su éxito, comiéndoles cada vez más espacio a los telediarios clásicos, que quedan encajonados entre los distintos programas de debate.

En un momento en que estos 'shows' en que se comenta la actualidad con opinadores con diferentes posturas se han convertido en un formato de éxito a nivel global, también en España, Rusia muestra una vuelta de tuerca. Los 'shows' rusos tienen una historia similar al resto y triunfaron, al igual que el resto, por su bajo coste, la capacidad de atraer audiencia con fórmulas sencillas y la facilidad para generar contenido tirando de comentarios de opinión al límite sobre casi cualquier asunto. Inmiscuidos en el 'infoentretenimiento' y la política espectáculo, es fácil ver decenas de estos en cualquier nación y en ellos discursos bastante extremos. El toque ruso es mostrar su poder propagandístico en medio de un conflicto.

Una máquina bien engrasada

Dentro de esa sensación de naturalidad y pluralidad que intentan dar estos programas, en Moscú, asegura De Pedro, "las narrativas están claramente moldeadas desde el Kremlin". "La teoría es que algunos presentadores como Dmitry Kiselyov, tertulianos como Simonián y algún otro se reúnen una vez a la semana con Dmitri Peskov, secretario de prensa de Putin, para elegir los temas, enfoque y tono. Hay una apariencia de pluralidad, pero es pura simulación. Llevan voces discordantes, pero es simplemente para mantener el tipo", comenta De Pedro.

Una máquina bien engrasada que mezcla toda la estructura de los programas de debates con el objetivo de la propaganda. Los propios programas generan sus noticias o cubren la 'operación especial' rusa en Ucrania con sus medios, y sobre lo que ellos recogen, opinan y marcan agenda. "Hay una manipulación clara, pero generalmente efectiva", añade el experto.

Su éxito ha sido estudiado incluso por investigadores rusos como Petr Gulenko, de la Universidad Estatal de Moscú. En un análisis publicado en 2020 bajo el título 'Talk shows propagandísticos en la televisión rusa contemporánea', el investigador estudia tres de los 'talk shows' más importantes del país y desentraña sus mecanismos. Un funcionamiento que es claramente similar en los tres ejemplos de tres cadenas distintas. Solo una de ellas analiza un tema fuera de agenda y aun así los debates discurren por los mismos derroteros.

"Los mensajes de propaganda también fueron similares en la mayoría de los casos. Estos mensajes se pueden dividir en dos grandes bloques semánticos: el primero se refiere a las relaciones entre Rusia y Occidente, y el otro está dedicado a Ucrania. Todos los eventos que tienen lugar en Ucrania se explican por tres postulados principales. Los rusos y los ucranianos son una nación; sin embargo, los políticos ucranianos están tratando de separarlos, todas las acciones tomadas por las autoridades ucranianas están dirigidas contra nuestra gente y cualquier iniciativa tomada por estas autoridades hacia Rusia es un perjuicio para el propio país", señala Gulenko en el texto.

Aunque publicado en 2020, ya en ese momento se veía cómo el asunto ucraniano era uno de los favoritos de estos programas. Y Gulenko también desgrana los mecanismos que utilizan a la hora de tratarlos. ¿Cuál es el objetivo final? Desacreditar a los opositores dando un aire de igualdad y pluralidad. "Los presentadores de programas de entrevistas tienen prejuicios políticos y mantienen una postura pro Kremlin. Independientemente de las diferencias estilísticas entre ellos, su principal herramienta de propaganda es desacreditar a los opositores", señala el trabajo. Un sesgo pro Putin que no ocultan en ningún momento, y que les lleva a posicionarse como personas que protegen los intereses de Rusia y sus ciudadanos.

Lo que sí hacen todos los actores, según Gulenko, es tomar distintos roles en un espectáculo que el experto compara con la lucha libre. Él los separa entre corresponsales irónicos, gente común y combatientes. Los roles elegidos se llevan a rajatabla. Por ejemplo, asegura que en '60 Minutos' el perfil de sus presentadores cuadra con el primer papel, tirando de ironía para desacreditar a los invitados con discursos no oficialistas o para dar muchas de las noticias con el enfoque que marca el Gobierno. Los otros dos roles se refieren al uso de un estilo mucho más común, con expresiones de la calle, con interrupciones y sin cortarse demasiado a la hora de la bronca. Para ejemplificar el último, habla de un programa, 'Meeting Point', de la televisión NTV, en el que se ha llegado incluso a las manos en varias ocasiones, algunas por Ucrania.

El éxito global de los 'talk shows' políticos

Sobre lo que piensan los propios actores de estos programas y cómo ven su trabajo, en 'The Washington Post' entrevistaron a Popov, líder de '60 Minutos', en 2017, cuando el éxito de su programa empezaba a despuntar. Y sus respuestas muestran que el crecimiento de estos espacios no es muy diferente a lo ocurrido en otros muchos países y su esencia es muy similar. Son un producto nacido del 'boom' del infoentretenimiento actual con la particularidad rusa.

"60 Minutos' es 'infotalk': noticias de última hora y, al mismo tiempo, debate. Por lo que puedo entender, este es un nuevo tipo de televisión. Imagina que en el transcurso de una hora recibes un paquete de las noticias más importantes y un análisis de la actualidad. Todo esto va acompañado de relatos de testigos presenciales en vivo, informes, muchas imágenes de vídeo, así como una visualización en la pantalla grande y el suelo interactivo. ¿Es esto un espectáculo? Por supuesto que no. Especialmente no es teatro. Los hechos que comentamos son reales. Los expertos son a menudo los que toman las decisiones importantes. No estamos entreteniendo a la gente. Les estamos informando. Les estamos explicando cosas", defendía Popov.

Lo cierto es que los 'talk shows' han sido criticados en muchas ocasiones por expertos de medio planeta. Investigadores como Mario García de Castro, profesor titular de Información Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, hablaba del peligro de estos espacios en un artículo publicado en 'The Conversation' en 2020. Y según él la pandemia ha empeorado aún más la situación. "Que ninguna noticia esté excluida de la disputa entre unos y otros debilita la naturaleza originaria de la información como hecho veraz. Las noticias que se componen de sucesos y hechos objetivos e irrefutables se convierten en polémicas de entrada. Es el propio formato del programa de infopinión lo que convierte automáticamente los hechos noticiosos en matizables, interpretables, y finalmente en mensajes persuasivos. La realidad, saturada de opinión, es sometida al relativismo", comenta De Castro.

El propio profesor ya menciona el peligro de la propaganda con estos formatos. "Ya no cabe la distinción entre verdad y mentira, porque todo acaba siendo opinable. El resultado no es solo la banalización de la realidad, sino el regreso de la propaganda frente a la información de los hechos. La intoxicación de la realidad como norma".

Gulenko, en su investigación sobre el caso ruso, también menciona el fenómeno global, y hace un análisis similar para acabar. "Las discusiones políticas se convierten en un espectáculo, una especie de 'lucha libre' intelectual, una lucha verbal ficticia en la que los actores realizan sus roles asignados y el ganador ya ha sido decidido. El espectáculo en forma de propaganda suave, dura y agresiva tiene el propósito de permitir a los televidentes tomar una decisión basada en sus gustos y preferencias personales. Una deformación a gran escala de la deliberación pública como resultado de cultivar tales discusiones imitativas en las pantallas de televisión puede infligir un daño irreparable a la conciencia de las masas", comenta.

A primera vista ya hay algo raro en la parrilla televisiva rusa. Una incongruencia clara. El programa '60 Minutos', del canal Rossiya 1, la principal cadena estatal, hace tiempo que no dura 60 minutos. Cada espacio diario ya llega a las dos horas y media, y hay uno por la mañana y otro por la tarde. Aunque la historia tras uno de los programas de mayor éxito en el país está lejos de quedarse en ese fallo curioso entre el nombre y el tiempo. Este 'talk show' político, al puro estilo 'El Chiringuito', 'Sálvame' o 'Al Rojo Vivo', y otros del mismo canal o de otros se han convertido en una de las armas de propaganda interna más potentes del Kremlin. Con discursos que dejan como moderado a Vladímir Putin.

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