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Países Bajos va a las urnas: 37 partidos, 1.500 candidatos y el ganador de siempre
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Rutte parte con clara ventaja

Países Bajos va a las urnas: 37 partidos, 1.500 candidatos y el ganador de siempre

Los neerlandeses acuden hoy a votar con el toque de queda en vigor, ataviados con mascarillas y tras un año en el que el Gobierno limitó su sagrada libertad

Foto: Funcionarios electorales reparten el enorme número de papeletas de cara a las elecciones parlamentarias en Nijmegen, Países Bajos. (EFE)
Funcionarios electorales reparten el enorme número de papeletas de cara a las elecciones parlamentarias en Nijmegen, Países Bajos. (EFE)

Las urnas de Países Bajos tomarán hoy la temperatura del impacto en la política de la pandemia. Lo harán tras llenarse de unas enormes papeletas tamaño sábana en las que aparecen apretujados 37 partidos políticos y más de 1.500 candidatos que concurren a unos comicios en los que serán divididos 150 diputados. Las primeras elecciones legislativas que celebra un país de la Unión Europea desde marzo del año pasado y están siendo un reflejo de la polarización de meses de inestabilidad, falta de perspectivas y de un escenario sin precedentes para la generación actual: una emergencia sanitaria que obligó a recurrir a confinamientos, aislamiento social y miedo a un virus desconocido. Y en Países Bajos ha tocado lo más sagrado para la sociedad: su libertad.

El primer ministro Mark Rutte lo intentó evitar por activa y por pasiva desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia. Lo llamó “confinamiento inteligente” para que sonara algo más 'light' si se comparaba con los países que declararon el estado de alarma, se negó a confinar por decreto, impedir la movilidad, exigir el cierre de negocios o hablar de un bloqueo total de Países Bajos porque eso tendría “un efecto devastador” en la economía, dijo. Al final, el disparo de contagios confirmó sus peores temores: tuvo que confinar, declarar el toque de queda, exigir el uso de mascarillas y cerrar comercios, meses después de sus vecinos continentales. Y así es como irán a votar hoy los holandeses: a metro y medio de distancia, con mascarilla, y corriendo a casa antes de las 21.00 horas, cuando entra en vigor el toque de queda.

Foto: Mark Rutte junto a Llilian Marijinissen, líder del partido socialista neerlandés. (EFE)

Sin embargo, todo eso no tiene un efecto directo en la figura de Rutte, más bien lo contrario. A principios de la pandemia, los votantes le han llegado a dar hasta 45 de los 150 escaños que tiene el Parlamento neerlandés. La última guía de encuestas (Peilingwijzer) muestra el liderazgo, aunque con un declive gradual y lento, del partido liberal (VVD) de Rutte en comparación con la semana pasada. Ha perdido unos cinco escaños parlamentarios en el curso de la campaña electoral, pero podrá obtener entre 34 y 38 asientos en la Cámara de los Diputados. Aunque las previsiones no evitan que siga siendo el posible ganador de las elecciones, sí recorta distancias con sus principales rivales: la ultraderecha de Geert Wilders (PVV, 17-21 escaños) y los democristianos CDA (16-18).

Según una investigación de I&O Research, los votantes que está perdiendo Rutte estos días van principalmente al partido progresista D66, actual socio de la coalición, que obtendría entre 16 y 19 escaños este miércoles. El éxodo se produce gracias a Sigrid Kaag, la nueva líder del partido, que ha salvado la popularidad de los progresistas. Es ministra en funciones de Comercio Exterior y Cooperación, pero también es conocida por sus cargos en la Agencia de la ONU para refugiados palestinos (UNRWA) en Jerusalén, como directora de la oficina de UNICEF para Oriente Medio y África o como coordinadora especial de Naciones Unidas para el Líbano (UNSCOL).

placeholder Mark Rutte (i) y Wopke Hoekstra. (EFE)
Mark Rutte (i) y Wopke Hoekstra. (EFE)

Kaag le ha hecho sombra en los debates electorales a Rutte, pero también a Wopke Hoekstra, ministro de Finanzas y cabeza de lista de CDA, otro socio de la coalición saliente. Los tres partidos, VVD, CDA y D66, parecen haber salido algo ilesos de su gestión de la pandemia y podrían incluso apostar por la continuidad en la coalición que gobernará Países Bajos hasta 2025, pero para ello, y de cumplirse las previsiones a la baja, necesitarán el apoyo de un cuarto o quinto partido para poder lograr la mayoría parlamentaria.

Múltiples socios potenciales

Con unos 15 partidos con posibilidades de acceder al Parlamento, no les faltan opciones, aunque las negociaciones podrán ser duras. El apoyo más fácil, si solo fuera cuestión de números, sería el del PVV, pero todos esos partidos ya han dicho que no quieren gobernar con la ultraderecha de Wilders por su programa contra los inmigrantes, el islam y la Unión Europea. A este político le pareció “muy antidemocrático” que el primer ministro le esté descartando como socio potencial antes incluso de que se celebren las elecciones. “Los votantes son los que mandan, no Mark Rutte”, advirtió Wilders, que consideró que este liberal está dispuesto a lo que haga falta con tal de permanecer en su cargo. “Hoy es con el PVV, mañana con los socialdemócratas, al día siguiente con el D66”, enumeró Wilders, en referencia a los socios de Rutte desde que llegó al poder en 2010.

Foto: Vistas del centro de La Haya el pasado 20 enero. (EFE)

Más allá de Wilders, la futura coalición podría buscar el apoyo de los socialdemócratas PvdA (11 escaños), la izquierda verde GroenLinks (ocho), el Partido de los Animales (seis), Unión Cristiana (seis) y el partido de derechos de los mayores 50Plus (uno). También está el Partido Socialista (10), la ultraderecha de Foro para la Democracia (seis), Denk (dos), los calvinistas SGP (tres) y las nuevas incorporaciones, el proeuropeo Volt (tres), el antirracista BIJ1 (uno) y la ultraderecha JA21, con tres escaños. No todos están dispuestos a ceder o negociar con cualquier partido, y eso podría amenazar las negociaciones de la nueva coalición.

De todos modos, Rutte es conocido como el camaleón neerlandés precisamente por su capacidad de negociar con quien haga falta. “Rutte ha sabido hacer tratos con la izquierda y la derecha, es algo que calma a más de la mitad de los votantes”, subraya a El Confidencial Nick Ottens, especialista en política de Países Bajos. A muchos les sorprende que el político liberal esté dispuesto a buscar su cuarta legislatura, pudiendo alcanzar el 25% de los votos en un país donde hay 37 opciones, pero en Países Bajos no es nada extraño que un primer ministro dure tanto en el poder. En las últimas cuatro décadas, solo han pasado cinco jefes de Gobierno por La Haya.

"Un caldo de cultivo para el extremismo"

La polarización no solo se refleja en el número de partidos que participan en estos comicios legislativos, entre los que incluso hay algunos con una formación política basada en teorías de la conspiración y el negacionismo de la pandemia. En una encuesta organizada por la televisión neerlandesa NOS entre más de 6.000 jóvenes de entre 13 y 19 años, más de un millar confirmaron haber tenido experiencias negativas este año por sus preferencias políticas en las redes sociales, en clase, con un profesor, en una discusión en casa o incluso con sus amistades. Los temas más tensos rodean opiniones de derechas e izquierdas sobre la inmigración, la identidad de género o el cambio climático.

Mark Rutte es conocido como el camaleón neerlandés precisamente por su capacidad de negociar con quien haga falta

El Centro Nacional Contra el Extremismo (LSE) confirmó también la creciente preocupación de las autoridades por la amenaza de ideas radicales que se denuncian varias veces por semana. Las consecuencias de un año de pandemia se reflejan en la radicalización. Si antes este centro recibía principalmente posibles amenazas yihadistas, los autores de las amenazas son ahora un grupo totalmente diferente: personas que, alimentadas por teóricos de la conspiración o grupos de extrema derecha, se están radicalizando 'online' rápidamente. Aprovechan que cada vez más gente se siente insegura por el coronavirus y sus consecuencias. “Este es un caldo de cultivo para el extremismo. Por ejemplo, hay gente que teme que el Estado pierda pronto el control y estalle el caos”, según Saskia Tempelman, directora del LSE.

Foto: Mark Rutte abandona el Palacio Real, en la Haya, tras anunciar su dimisión el pasado 15 de enero. (Foto: Reuters)

Frente a esto, también se espera que el futuro Parlamento neerlandés sea mucho más diverso que ahora. A juzgar por las listas electorales y las encuestas, casi el 20% tienen antecedentes migratorios, es decir, candidatos procedentes del extranjero o que tengan al menos uno de sus padres nacidos en otro país. Es un aumento considerable, aunque sigue sin ser un reflejo fiel de la sociedad holandesa, donde aproximadamente el 25% tiene un pasado migratorio. Se ha incrementado en especial el número de candidatos con orígenes turcos o marroquíes, y vuelven a ocupar un hueco los neerlandeses de origen surinamés o antillano.

Conscientes de la polarización que caracteriza a estas elecciones, los principales líderes políticos han tratado de mantenerse a flote durante la campaña electoral, que ha girado al completo en torno a la figura de Rutte. “Mi preocupación no es tanto el tema del primer ministro, sino sobre si la coalición actual continuará o no, porque veo que los partidos de la coalición actual están bastante satisfechos unos con otros”, lamentó el líder de la izquierda verde, Jesse Klaver, que no fue capaz de lograr un compromiso de acuerdo con los progresistas y socialdemócratas.

Las urnas de Países Bajos tomarán hoy la temperatura del impacto en la política de la pandemia. Lo harán tras llenarse de unas enormes papeletas tamaño sábana en las que aparecen apretujados 37 partidos políticos y más de 1.500 candidatos que concurren a unos comicios en los que serán divididos 150 diputados. Las primeras elecciones legislativas que celebra un país de la Unión Europea desde marzo del año pasado y están siendo un reflejo de la polarización de meses de inestabilidad, falta de perspectivas y de un escenario sin precedentes para la generación actual: una emergencia sanitaria que obligó a recurrir a confinamientos, aislamiento social y miedo a un virus desconocido. Y en Países Bajos ha tocado lo más sagrado para la sociedad: su libertad.

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