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Países Bajos: cómo las elecciones más grises darán paso al Parlamento más colorido
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Países Bajos: cómo las elecciones más grises darán paso al Parlamento más colorido

La previsible victoria del liberal Rutte ha quitado emoción a una campaña con decenas de pequeños partidos buscando un escaño en el Parlamento, que saldrá de la elección más 'colorido' que nunca

Foto: Mark Rutte junto a Llilian Marijinissen, líder del partido socialista neerlandés. (EFE)
Mark Rutte junto a Llilian Marijinissen, líder del partido socialista neerlandés. (EFE)

Mucho se tiene que torcer la cosa en Países Bajos para que el liberal Mark Rutte no repita por cuarta vez como primer ministro. El jefe del Gobierno neerlandés lleva meses con las encuestas de su lado, incluso durante su controvertida gestión de la pandemia del coronavirus y aquel "confinamiento inteligente" que mantuvo a su sociedad campando a sus anchas por las calles mientras el resto del mundo se confinaba bajo vigilancia policial. Los demás partidos holandeses parecen dar por descontada su victoria, lo que ha sumido la campaña y los debates electorales estas semanas en una profunda ola de aburrimiento que nada tiene que ver con el caldeado 2017.

Los holandeses van a las urnas el 17 de marzo, aunque la pandemia ha obligado a convocar dos jornadas anticipadas el 15 y 16 para permitir a los grupos de riesgo votar rodeados de medidas adicionales de higiene y distanciamiento social. El día oficial de las elecciones sigue siendo el miércoles, cuando acudirán en masa los ciudadanos y sus líderes políticos para depositar el voto delante de las cámaras.

Foto: El ministro de Sanidad holandés, Hugo de Jonge, durante una reunión del Consejo de Seguridad en Utrecht.

Aunque Rutte y su partido de centro derecha VVD acapara la actualidad de la campaña, a estas elecciones se presentan 37 partidos políticos, cifra récord para Países Bajos y que podría haber sido mayor (se habían registrado 89 grupos al principio, pero no todos cumplieron los requisitos para participar). La cifra de candidatos que aspiran a un escaño supera los 1.500, máximos no vistos desde la Segunda Guerra Mundial.

De estos, unos 15 tienen posibilidades de entrar en el Parlamento y hasta cinco de formar parte de la futura coalición que gobernará Países Bajos hasta 2025, si no hay contratiempos por el camino. Lo que nadie duda es que Rutte repetirá como primer ministro y liderará esa coalición: las encuestas le dan alrededor de 40 de los 150 escaños disponibles. De largo, el partido con más representación parlamentaria, pero insuficiente para gobernar en solitario.

Campaña peculiar

Ha sido una campaña peculiar. Empezó antes de tiempo después de que el Gobierno presentara su dimisión en bloque en enero por uno de los mayores escándalos de su historia. La Agencia Tributaria había acusado erróneamente a más de 33.000 familias de haber cometido un fraude fiscal con unas ayudas que habían recibido para pagar los cuidados de sus hijos (guarderías o niñeras), y les obligó a devolver cantidades ingentes de dinero, en plazos imposibles, lo que los llevó a la ruina, al divorcio o a lidiar con problemas psicológicos. Rutte dijo que tenía responsabilidad directa, se disculpó y pasó página.

Foto: Mark Rutte. (Reuters)

“No está muy claro cuál es el mensaje que quieren transmitir y Rutte no tiene un competidor muy fuerte”, explica Diederik Brink, analista independiente. Pero el caso, que todavía sigue afectando a miles de familias , no es ni de lejos el tema principal de esta campaña electoral. Apenas se menciona en los debates, como tampoco se aborda el problema de fondo de aquella polémica: la permanente discriminación institucional en diferentes niveles administrativos.

Los partidos tampoco han tratado de lucirse cada uno con su tema. Los debates sobre el cambio climático, el futuro de los jóvenes, los impuestos corporativos o la educación se han visto impregnados por el coronavirus. Rutte las ha tenido todas consigo. Ha sido la figura pública estos meses y ahora ha podido dirigir a su gusto los debates como futuro primer ministro. La inestabilidad de la pandemia también ha hecho que pocos sean capaces de poner sobre la mesa cómo será la vuelta a la normalidad y cómo se afrontará la crisis económica y psicológica que resultará de tantos meses de confinamientos y cierres de negocios.

Foto: Mark Rutte abandona el Palacio Real, en la Haya, tras anunciar su dimisión el pasado 15 de enero. (Foto: Reuters)

La izquierda ha hablado prácticamente al unísono. Los verdes GroenLinks, los socialdemócratas PvdA, el Partido Socialista SP e incluso el progresista D66 han hecho un acuerdo no escrito para no complicarse la vida unos a otros, por lo que ha sido difícil distinguir quién es quién y se han escuchado pocas críticas a sus respectivos programas electorales.

Los nuevos partidos que podrían irrumpir en el Parlamento son, quizá, lo más interesante y novedoso de esta campaña. Especialmente llamativa es la posible irrupción a lo grande de Volt, un partido proeuropeo que busca una Unión Europea más democrática, con menos vetos y más mayorías, con políticas comunes en materia de asilo y lucha contra el cambio climático. También destacan Nida, un partido de inspiración islámica, el Vrij en Sociaal Nederland (Países Bajos Libre y Social), un partido que promueve teorías de la conspiración sobre el coronavirus y rechazan las vacunas.

División en la izquierda, continuidad en la derecha

Sabiendo que ganarán los liberales, ya nadie debate sobre cuál será el partido más grande del Parlamento. Así que las quinielas prefieren centrarse en quién será el segundo partido de la Cámara: los demócratas cristianos CDA, los progresistas D66 o la ultraderecha de Geert Wilders, quien ha comandado hasta ahora la oposición a Rutte. Tiene una veintena de escaños y pocas encuestas prevén que vaya a bajar de ahí; pero CDA, que tiene a la cabeza al ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, podría darle alguna sorpresa —o al menos jugar un rol importante en el próximo Gobierno—.

placeholder Geert Wilders junto a Mark Rutte. (EFE)
Geert Wilders junto a Mark Rutte. (EFE)

A Hoekstra se le recuerda en el sur de la UE por su posición contraria a los eurobonos y su exigencia de investigar a España o Italia por no tener las cuentas en orden. Parecía estar en línea con su jefe, pero en cuanto empezó la campaña electoral no tardó en arremeter contra Rutte. “La promesa incumplida es el legado de 10 años de VVD. La suma de una serie de promesas incumplidas", dijo Hoekstra, quien cree que hay una falta de “visión y una política que proporcione dirección” a Países Bajos, por lo que se propuso como primer ministro para “servir al país”.

La líder socialdemócrata, Lilianne Ploumen, también tuvo sus críticas para Rutte. Para ella, la crisis del coronavirus ha mostrado la “quiebra del pensamiento liberal de derechas del VVD y de Rutte” y consideró que la pandemia ha acentuado las contradicciones y la desigualdad en Países Bajos. Ploumen también cargó contra Hoekstra, quien eliminó el aumento del salario mínimo de su programa electoral. “No nos sumaremos a un gabinete que no quiere subir el salario mínimo. (…) Si no formamos una coalición progresista con partidos de izquierdas, pronto habrá uno solo que se ría y ese será Rutte desde Het Torentje (oficina del primer ministro en La Haya)”, advirtió.

"10 años de políticas de derechas en las que el crecimiento económico ha tenido prioridad sobre la prosperidad compartida"

Jesse Klaver, líder de la izquierda verde (GroenLinks), también cree que es un momento adecuado para una mayor cooperación entre la izquierda, para sacar a Rutte del Gobierno. “10 años de los gabinetes de Rutte en los que la desigualdad ha aumentado y nuestros servicios públicos se han descuidado. 10 años de políticas de derechas en las que el crecimiento económico ha tenido prioridad sobre el bienestar y la prosperidad compartida”, dijo. Pidió tratar el cambio climático como una “emergencia climática”, de la misma forma que la pandemia es una emergencia sanitaria.

Una campaña TikTok

Con las calles semidesiertas, la campaña electoral se ha desarrollado a través de diferentes encuentros y entrevistas en los medios de comunicación, en especial los debates televisivos y radiofónicos. Las redes sociales también han jugado un rol clave en la comunicación en esta campaña electoral. La mayoría de los líderes políticos han dado el salto a plataformas como TikTok, donde tratan de mostrar una cierta espontaneidad y cercanía a los jóvenes, intentando hacerse un hueco entre esos videos cortos de bailes sincronizados, gatos adorables o famosos mostrando las tripas de su vida íntima.

Pero Rutte ha aprovechado para hacer de Rutte: mostrar simpatía con una sonrisa, reírse de sus propias bromas, hacer comentarios que dejen entrever que es como el resto de los mortales, y hacer lo que mejor se le da: venderse como la única opción viable para dar estabilidad al país. Klaver ha sido su competidor en TikTok. Llega a millones de jóvenes interesados en su visión de los problemas del futuro: el cambio climático, las oportunidades laborales, la inversión en educación o en una sociedad multicultural. Aunque este partido no se encuentra en su mejor momento en las encuestas tras su gran éxito en las elecciones de 2017.

Foto: Vistas del centro de La Haya el pasado 20 enero. (EFE)

“En este momento, no hay una competencia creíble en el flanco de la derecha para Rutte. Las alternativas se han derrumbado o son inaceptables para muchos. CDA cometió un gran error estratégico al seleccionar a su líder actual (Hoekstra) y los otros partidos están más a la izquierda”, analiza Brink. Vistas las complicaciones que se le vienen encima para negociar el futuro Gobierno, Rutte propuso dividir la formación de una coalición en dos fases, dando por hecho que será el ganador. Sugirió negociar un Plan Nacional de Recuperación inmediatamente después de las elecciones y, ya después, dedicar el tiempo necesario a definir otros puntos de la futura coalición.

Los partidos se han mostrado bastante escépticos hacia esa idea. Quieren una base de acuerdo fuerte antes de dar su respaldo mayoritario en el Parlamento a una coalición. Lo que Rutte quiere evitar es no poder gobernar y encontrarse con el escenario que se vivió en 2017: la fragmentación política obligó a dedicarse desde las elecciones, el 15 de marzo, hasta finales de octubre a negociar cada uno de los puntos del acuerdo de coalición, con varias suspensiones de reunión entre diferentes partidos, lo que llegó a poner entonces sobre la mesa la repetición electoral. Rutte logró salvar su liderazgo uniendo a liberales, democristianos, progresistas D66 y Unión Cristiana, aunque restando a la legislatura los siete meses que se habían perdido en el diálogo para formar Gobierno.

Las dudas políticas se resolverán el miércoles, aunque nadie solventará la cuestión principal: si Rutte es realmente la opción ideal para los votantes neerlandeses o si es la única opción disponible a falta de candidatos fuertes que le hagan la competencia. Lo que está claro es que los socios europeos seguramente seguirán viendo a Rutte desfilar por Bruselas, poniendo pegas a cualquier medida financiera que beneficie a los países del sur con fondos comunitarios. Porque eso, de momento, tampoco parece que vaya a cambiar entre tantos resultados previsibles.

Mucho se tiene que torcer la cosa en Países Bajos para que el liberal Mark Rutte no repita por cuarta vez como primer ministro. El jefe del Gobierno neerlandés lleva meses con las encuestas de su lado, incluso durante su controvertida gestión de la pandemia del coronavirus y aquel "confinamiento inteligente" que mantuvo a su sociedad campando a sus anchas por las calles mientras el resto del mundo se confinaba bajo vigilancia policial. Los demás partidos holandeses parecen dar por descontada su victoria, lo que ha sumido la campaña y los debates electorales estas semanas en una profunda ola de aburrimiento que nada tiene que ver con el caldeado 2017.

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