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El efecto colateral de la orden de arresto contra Netanyahu: adiós al "poder global" de EEUU
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El efecto colateral de la orden de arresto contra Netanyahu: adiós al "poder global" de EEUU

Cada vez más voces en Estados Unidos piden a la Administración Biden que reconsidere su postura y que presione a Israel para que cese la masacre diaria en Gaza

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden, en una comparecencia en la Casa Blanca. (Reuters/Nathan Howard)
El presidente de EEUU, Joe Biden, en una comparecencia en la Casa Blanca. (Reuters/Nathan Howard)
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El "compromiso de hierro" de Estados Unidos con Israel, por usar las palabras del presidente Joe Biden, tiene un precio cada vez más alto. Un precio reputacional y por tanto geopolítico. Varias voces dentro de Estados Unidos, incluidas las de lo más profundo del establishment, piden a la Administración Biden que reconsidere su postura: que presione a Israel para que cese la masacre diaria en Gaza o que, por lo menos, se aparte del creciente charco de sangre para no mancharse los zapatos.

Pero no hay signos de que el mandatario quiera ajustar las prioridades. Su Gobierno ha condenado en términos tajantes la histórica orden de arresto emitida por el Tribunal Penal Internacional (TPI) contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu; el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y tres líderes de Hamás, por presuntos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, incluso abrió la puerta a sancionar al tribunal, como ya han propuesto los republicanos de la Cámara de Representantes.

"Sería un error histórico y peligroso para una administración demócrata participar en un ataque contra las instituciones y las leyes internacionales", tuiteó Ben Rhodes, antiguo responsable de Comunicaciones Estratégicas del presidente Barack Obama, en respuesta a las sanciones que la Casa Blanca ha dicho estar abierta a apoyar.

El voto en el Congreso de dichas medidas, que, aunque no se han especificado, probablemente incluyan sanciones a las personas que integran el comité del TPI que justificó la pertinencia de las órdenes de arresto, manifestará de nuevo la clara división interna de los demócratas. La facción izquierda del partido, y una creciente lista de figuras más moderadas, probablemente vote en contra, como ya ha sugerido el senador socialista Bernie Sanders en su defensa de las órdenes de arresto del TPI.

Foto: El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Yoav Gallant. (Reuters/Pool/Abir Sultan)

Si las protestas universitarias de hace unas semanas contra la guerra en Gaza y contra el apoyo a Israel enarbolaban razones fundamentalmente morales, la preocupación expresada por Rhodes y Sanders, así como por los funcionarios del Departamento de Estado que renuncian a sus puestos en protesta por el cheque en blanco que EEUU otorga a Israel, tiene también un aspecto estratégico. Así lo argumenta Stephen Walt, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard, que cree que la guerra en Gaza es una causa perdida, desestabilizará Oriente Medio y empañará aún más la imagen de su patrocinador, Estados Unidos.

"Está cada vez más claro que Hamás sobrevivirá al ataque de Israel", escribe Walt en Foreign Policy. "E incluso si no lo hace, nuevas organizaciones de resistencia están destinadas a emerger mientras los palestino estén bajo ocupación, se les nieguen derechos políticos básicos y sean gradualmente desposeídos de sus tierras".

Foto: Una manifestación en Tel Aviv pidiendo la liberación de los rehenes todavía en Gaza (Reuters/Marko Djurica)

Walt añade que "la guerra en Gaza ha dejado claro que el compromiso de América con el 'orden basado en reglas' es un despropósito; es francamente difícil de creer que los altos cargos de EEUU puedan seguir pronunciando esa frase con gesto serio". El autor dice que un "indicador de la creciente soledad americana" fue el reciente voto en la Asamblea General de la ONU, en el que 143 naciones aprobaron garantizar nuevos "derechos y privilegios" a los palestinos. Los repetidos votos a favor de un alto el fuego en Gaza reflejan una mayoría igual de aplastante.

Israel, en un 'mundo de dolor'

Hay otras razones: la más importante, que la guerra en Gaza ha hundido todavía más la precaria reputación de Estados Unidos en Oriente Medio. Una encuesta del think tank de Washington Near East Policy reflejaba ya en noviembre que sólo un 7% de los ciudadanos de los países árabes cree que EEUU está jugando un papel "positivo" en la guerra en Gaza. Por el contrario, el 40% cree que China es una buena influencia.

A las votaciones en la ONU, las protestas estudiantiles y las órdenes de arresto emitidas por el TPI, se une el reconocimiento del Estado palestino anunciado esta semana por los gobiernos de España, Irlanda y Noruega. La primera vez que unos aliados europeos de EEUU se desmarcan de la que había sido la política oficial, que condicionaba dicho reconocimiento a unas negociaciones entre palestinos e israelíes, y dan el paso por su cuenta. Si contar con la opinión de Israel o de EEUU.

Foto: Benjamin Netanyahu, en el acto de conmemoración del Holocausto. (EFE/Amir Cohen)

Como dice Thomas Friedman, antiguo corresponsal en Jerusalén y columnista de The New York Times, estas declaraciones en principio simbólicas pueden dar munición a la oposición israelí para vencer finalmente al gabinete ultraderechista de Netanyahu y abrir la posibilidad del modelo de los dos estados. Si no, escribe Friedman, "Israel se dirige a un mundo de dolor". Es decir, el aislamiento internacional.

Friedman cita a Craig Charney, que fue miembro del equipo del líder sudafricano Nelson Mandela en los años posteriores a la desintegración del apartheid. Estos reconocimientos europeos del Estado palestinos "son una gran brizna arrojada al viento, que se convertirá en un huracán si Israel no cambia el rumbo", dice Charney. Eso fue lo que pasó con el régimen racista de Sudáfrica: un embargo de armas aplicado voluntariamente por algunos países se acabó ampliando y formalizando por Naciones Unidas, la causa contra el apartheid inspiró protestas universitarias y más embargos de más productos. Hasta que se hundió el régimen.

En la misma línea que Stephen Walt, otro pensador de la escuela realista, John Mearsheimer dice que el polvorín de Oriente Medio tiene dos claros perdedores: Israel y EEUU. Y un ganador: Irán. Según Mearsheimer, Israel se ha metido en un callejón sin salida mientras la catástrofe humanitaria se reproduce frente a los ojos de la opinión pública mundial, dilapidando la imagen de Israel. Por otro lado, el sueño americano de ver un Oriente Medio en paz, navegando apaciblemente hacia la normalización de relaciones entre Israel y sus vecinos árabes, saltó por los aires el 7 de octubre. Ahora hay un avispero de consecuencias inciertas, que, además, absorbe la atención y los recursos de una élite que se quiere centrar en China.

Putin sí, Netanyahu... ¿no?

Teherán, mientras tanto, disfruta del macabro espectáculo. Trabaja de manera barata y eficaz con sus milicias afines de Líbano y Yemen, que, juntas, han acumulado un arsenal de misiles que se cierne sobre Israel. Así se vio el 14 de abril, cuando EEUU y sus aliados tuvieron que defender a los israelíes de la oleada de 300 drones y misiles que, por primera vez en la historia, les lanzaron desde Irán. Israel solía responder a cualquier golpecito con una furia multiplicada, pero esta vez lo hizo de manera limitada y cosmética. Lo cual indica, según Mearsheimer, debilidad.

Desde la Casa Blanca llegan algunos indicadores de que se está tomando nota de la situación. El consejero de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan, considerado uno de los miembros más influyentes del gabinete de Biden, reconoció este miércoles estar preocupado por el creciente aislamiento de Israel. "Como país que se mantiene firme en la defensa de Israel en foros internacionales como la ONU, ciertamente vemos un creciente coro de voces, incluidas voces que previamente han apoyado a Israel, tomar otra dirección", dijo Sullivan. "Eso nos preocupa porque no creemos que eso contribuya a la seguridad o vitalidad de Israel a largo plazo".

Asociaciones de derechos humanos han recalcado la paradoja de que la orden de arresto contra Vladímir Putin, emitida por el TPI en marzo de 2023, fuera calurosamente saludada por el Gobierno de Washington. Mientras la orden contra los líderes israelíes y de Hamás, emitida por la misma institución y el mismo fiscal, sea considerada una aberración e incluso pueda granjear sanciones al tribunal.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin, en una imagen de archivo durante una cumbre de la Asean. (Getty/Ore Huiying)

"La defensa de los líderes israelíes por parte de Biden no sorprende, dada su postura sobre Israel y la guerra de Gaza", tuiteó Shibley Telhami, profesor de la Universidad de Maryland y miembro senior del think tank Brookings Institution. "Pero su furioso ataque contra el TPI y su desprecio hacia otras organizaciones internacionales ha sido impactante, está fuera de onda con sus votantes y socava el orden global".

El "compromiso de hierro" de Estados Unidos con Israel, por usar las palabras del presidente Joe Biden, tiene un precio cada vez más alto. Un precio reputacional y por tanto geopolítico. Varias voces dentro de Estados Unidos, incluidas las de lo más profundo del establishment, piden a la Administración Biden que reconsidere su postura: que presione a Israel para que cese la masacre diaria en Gaza o que, por lo menos, se aparte del creciente charco de sangre para no mancharse los zapatos.

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