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La lucha por los 'top jobs' de la UE empieza hoy en Roma. Los socialistas tienen un plan
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Congreso del PES en Roma

La lucha por los 'top jobs' de la UE empieza hoy en Roma. Los socialistas tienen un plan

Los socialdemócratas se reúnen este fin de semana en Roma para diseñar una estrategia de cara a las elecciones europeas y el reparto de ‘top jobs’ posterior

Foto: Olaf Scholz, canciller alemán, en un Congreso del PES en Berlín en 2022. (Reuters)
Olaf Scholz, canciller alemán, en un Congreso del PES en Berlín en 2022. (Reuters)
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En el escenario político de la UE, se dice que los socialistas europeos son los peores negociadores cuando llega el momento de la verdad. La familia política se reúne este sábado en Roma para intentar evitar de nuevo la maldición de ese sambenito tras las elecciones al próximo Parlamento Europeo (6-9 de junio). Porque, independientemente del resultado que obtengan en los comicios, el Partido de los Socialistas Europeos (PES) —la familia política que integra a partidos como el PSOE español, el Partido Democrático (PD) italiano o los socialdemócratas alemanes (SPD)— acaba siempre encadenando errores en instantes críticos de las negociaciones que los terminan dejando fuera del reparto de poder en la cúpula de la Unión Europea. Al final, terminan teniendo que conformarse con un peso mucho mejor del que realmente les correspondería en porcentaje de votos.

En 2009, 2014 y 2019, los socialistas se han conformado el puesto de alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad (ahora ocupado por Josep Borrell), un cargo relevante, pero con poco margen de maniobra y muchos dolores de cabeza, y la mitad de la legislatura de la presidencia del Parlamento Europeo. El golpe fue especialmente duro para el PES en las últimas elecciones europeas: pese a llevar un muy buen candidato a la presidencia de la Comisión Europea, el holandés Frans Timmermans, los socialistas solo rozaron el puesto que se llevó la conservadora Von der Leyen. Los socialistas, que han ido cayendo en voto progresivamente en una crisis electoral, no han ocupado el puesto de presidente de la Comisión Europea desde Romano Prodi, que abandonó la Comisión hace ya 20 años. En el último momento, todo se derrumbó para Timmermans.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece ante el Parlamento Europeo. (Europa Press/Álex Flores)

Mientras los socialistas se volvían a conformar con el puesto de alto representante y dos años y medio de presidencia de la Eurocámara (que fue a parar a manos del difunto David Sassoli), una familia política que no había ostentado poder real en la cúpula de la Unión desde finales de los años 60, los liberales, obtenían la presidencia del Consejo Europeo, el foro de jefes de Estado y de Gobierno, que fue a parar al primer ministro belga, Charles Michel. El objetivo de los socialistas esta vez es, precisamente, lograr ese puesto.

Para la presidencia de la Comisión Europea, los socialistas escogen en esta ocasión a un candidato que es un perfecto desconocido, el luxemburgués Nicolas Schmit. Esta elección nos da pistas de que el PES no planea discutir la reelección a Von der Leyen, y que a cambio esperan que se despeje el camino para presidir el Consejo.

Una vez despejada la incógnita de la cabeza de turco candidato a un puesto que no se va a pelear, el reto ahora para los socialistas es tener claro qué nombre llevar a las negociaciones de los top jobs, que se produce entre los 27 líderes poco después de las elecciones europeas. En las quinielas aparecen el actual primer ministro en funciones portugués, António Costa; la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, que fue reelegida en 2022, o incluso Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, además de antiguos líderes como la ex primera ministra finlandesa Sanna Marin o el actual presidente del PES, Stefan Löfven, ex primer ministro sueco.

placeholder Líderes socialistas europeos durante una reunión en Berlín. (EFE)
Líderes socialistas europeos durante una reunión en Berlín. (EFE)

Error sanchista del pasado

Los socialistas son la segunda familia política más importante de la Unión detrás del Partido Popular Europeo (PPE), y, sin embargo, llevan décadas sin ostentar ninguno de los dos principales altos cargos del club, la presidencia de la Comisión Europea o la del Consejo Europeo, puesto creado en 2009 con el Tratado de Lisboa. Los liberales, un partido más pequeño, con menos implantación y menos capacidad de negociación, han tenido al menos a Michel. ¿La diferencia? La buena mano en la negociación, estrategia y liderazgo.

Lo ocurrido en 2019 se ha convertido en un caso de estudio en Bruselas. Angela Merkel, entonces canciller alemana, había cedido a la idea de que un socialista como Timmermans fuera presidente de la Comisión Europea. Un europeo de pura cepa, socialdemócrata moderado, políglota, con una idea de Europa clara, el mejor comunicador de la conocida como burbuja de Bruselas.

"Los socialistas fueron los grandes perdedores. No pueden permitirse algo similar esta vez"

Consentía que Timmermans se hiciera con el cargo en virtud del sistema Spitzenkandidat, inaugurado en 2014 y por el que los líderes europeos solamente deben nominar para presidir la Comisión a un político que haya liderado una de las listas de las principales familias, o que al menos fuera nominado por la propia familia. Una forma de dar más relevancia y legitimidad a las elecciones europeas ante el público comunitario. El PPE había elegido a un candidato muy débil, el alemán Manfred Weber, y elegirle para liderar la principal institución europea parecía imposible. Timmermans, sin embargo, había sido vicepresidente ejecutivo desde 2014, tenía experiencia y tenía auctoritas.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, reforzado en el puesto tras las elecciones generales de 2019 y convertido en una estrella emergente del PES, fue el negociador de los socialistas. Creyó que la elección de Timmermans estaba cerrada. Pero Emmanuel Macron, presidente francés y líder de facto de la familia liberal europea, aprovechó la incomodidad que sentía Merkel ante la revuelta interna de otros líderes del PPE que se oponían a la nominación de Timmermans y le ofreció una vía de salida: nominar a su ministra de Defensa, la desconocida Ursula von der Leyen, y entregar el Consejo Europeo a los liberales.

Ese acuerdo, que despreciaba el sistema del Spitzenkandidat, se impuso. Los socialistas fueron los grandes perdedores. Saben que no pueden permitirse algo similar esta vez.

placeholder Timmermans junto a Sánchez durante un acto de campaña en 2019. (EFE)
Timmermans junto a Sánchez durante un acto de campaña en 2019. (EFE)

El eje Scholz-Macron

Ahora muchas cosas han cambiado. El PES tiene una estrategia algo mejor definida y ha decidido no ir a por el principal de los llamados top jobs, sino centrarse en el Consejo Europeo. Von der Leyen es la favorita indiscutible para repetir al frente de la Comisión Europea, y los socialistas pasan por no disputarle ese puesto al PPE a cambio de que los democristianos les cedan paso en el Consejo. Además, a diferencia de en 2019, ahora Sánchez tiene un aliado muy importante, que es el canciller alemán, Olaf Scholz, que es ahora el verdadero peso pesado de los socialistas europeos.

A su favor, los socialistas tienen que el objetivo es muy claro. En contra, tienen que obtener el puesto requiere de mucha habilidad negociadora sobre la marcha, algo que a Macron se le da muy bien, pero en lo que Sánchez falló en 2019. Scholz será la pieza clave en esta ocasión. El presidente francés, conspirador en jefe de la sala de los líderes, solamente entiende el lenguaje del eje franco-alemán, y los socialistas tienen la suerte de tener Berlín para poder intentar llegar a un acuerdo bueno para el PES. Tampoco juega a su favor el hecho de que dentro del Consejo Europeo solamente cuentan con cinco sillas: las de España, Alemania, Dinamarca, Eslovaquia (cuyo partido socialista ha sido suspendido por ser prorruso, populista y pactar con la extrema derecha) y Portugal por ahora, aunque las encuestas dan ahora mismo la victoria a la coalición conservadora en las elecciones previstas para principios de marzo.

Los socialistas llevan sin ganar unas elecciones europeas desde 1994 y no tienen ninguna perspectiva de volver a quedar primeros. Sin embargo, saben que deben aprovechar mejor el debilitamiento general de todas las fuerzas políticas centristas, incluido el PPE, para obtener una mejor representación en la cúpula de la UE. Esa es su misión esta vez, y será uno de los asuntos que domine el Congreso electoral del PES este sábado en Roma.

En el escenario político de la UE, se dice que los socialistas europeos son los peores negociadores cuando llega el momento de la verdad. La familia política se reúne este sábado en Roma para intentar evitar de nuevo la maldición de ese sambenito tras las elecciones al próximo Parlamento Europeo (6-9 de junio). Porque, independientemente del resultado que obtengan en los comicios, el Partido de los Socialistas Europeos (PES) —la familia política que integra a partidos como el PSOE español, el Partido Democrático (PD) italiano o los socialdemócratas alemanes (SPD)— acaba siempre encadenando errores en instantes críticos de las negociaciones que los terminan dejando fuera del reparto de poder en la cúpula de la Unión Europea. Al final, terminan teniendo que conformarse con un peso mucho mejor del que realmente les correspondería en porcentaje de votos.

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