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El eje izquierda vs. derecha ha muerto: lo que movilizará el voto en las europeas es la migración y el clima
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El eje izquierda vs. derecha ha muerto: lo que movilizará el voto en las europeas es la migración y el clima

No ha pasado tanto tiempo desde los últimos comicios al Parlamento Europeo, pero el mundo y la UE son completamente diferentes

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece ante el Parlamento Europeo. (Europa Press/Álex Flores)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece ante el Parlamento Europeo. (Europa Press/Álex Flores)

Los binomios izquierda-derecha y pro-UE o anti-UE que marcaron las elecciones al Parlamento Europeo en 2019 no serán el eje catalizador de los próximos comicios de junio. Los ciudadanos europeos acudirán a las urnas movilizados por dos desafíos más presentes, palpables y divisorios: el migratorio y el climático. Los preocupados por el primero, más escorados a la derecha, temen la desaparición de sus valores identitarios. Los segundos, la extinción del ser humano y la destrucción del planeta. Los que se celebran en cinco meses se erigen ya como unos comicios marcados por la ansiedad vital. Estas son algunas las conclusiones de la última encuesta difundida por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés).

El documento identifica cinco tribus que definirán uno de los comicios más importantes para el proyecto europeo: el cambio climático, las turbulencias económicas, la inmigración, la pandemia y la guerra en Ucrania. "Todas ellas tienen cosas en común: han golpeado a toda Europa, aunque con diferente intensidad; han generado una amenaza existencial para muchos europeos; han afectado a las políticas gubernamentales; y no han terminado", concluye el estudio.

El fantasma de la crisis recorre Europa. Durante los últimos 15 años, Bruselas vive en modo permanente de alerta. El informe Una crisis propia: navegar por la fracturada política europea, capitaneado por los prestigiosos politólogos Ivan Krastev y Mark Leonard, sugiere que las cinco tribus de crisis mencionadas serán las grandes movilizadoras de voto en la campaña electoral, con especial protagonismo de los temas migratorios y climáticos. "En las elecciones del Parlamento Europeo de 2019, la lucha central era entre populistas que cargaban contra la integración europea y los partidos mainstream que querían salvar el proyecto europeo de Brexit y de Trump. Pero ahora será una batalla entre los miedos por el aumento de temperatura, la inmigración, la inflación o los conflictos", anticipa Leonard.

Si en los pasados comicios imperó el tradicional choque entre alternativas progresistas y conservadoras y entre euroescépticas y federalistas, las que se libran del 6 al 9 de junio se determinarán desde elementos más pasionales. Desde las emociones y el bolsillo. "Nuestro último estudio concluye que los ciudadanos europeos se están alejando de las ataduras ideológicas de la derecha y la izquierda, en el contexto de cómo ven la política en la UE, y ahora se ven motivados por sus actitudes hacia las crisis que han afectado a sus vidas en los últimos años", converge Krastev. La conclusión es clara: las elecciones no serán un plebiscito sobre más o menos Europa.

En 2019, la Unión Europea vivía en el shock que supuso la salida voluntaria de su primer miembro, el Reino Unido. Poco después, los nuevos huracanes llegaron con más voracidad en forma de la peor pandemia del siglo o del regreso de la guerra a sus consortes y su consecuente impacto socioeconómico y mental. El trauma, la desesperanza o la ansiedad es mucho mayor ahora que hace un lustro. A ello se une, además, un contexto de desconfianza en la política. Seis de cada diez ciudadanos creen que sus gobiernos no van en la buena dirección, según el último Eurobarómetro.

Krastev y Leonard identifican un choque entre dos "rebeliones de la extinción". Una de ellas está encabezada por las opciones más conservadoras, que sienten que sus valores y su identidad cultural están en peligro con la inmigración. La otra está encabezada por los más jóvenes, que entran en pánico con los efectos del cambio climático para el futuro del planeta y de la humanidad. Países Bajos hizo hace unos meses las veces de laboratorio de esta nueva realidad. El ultranacionalista islamófobo Geert Wides se impuso en las urnas a la alianza progresista y ecologista liderada por Frans Timmermans, antiguo vicepresidente de la Comisión Europea responsable de agenda climática.

Diferencias por países, estudios y edad

El sondeo, realizado en nueve países de la UE que aglutinan el 75% de la población comunitaria (Dinamarca, Estonia, Francia, Alemania, Italia, Polonia, Portugal, Rumanía y España) más el Reino Unido y Suiza, detecta diferentes patrones y tendencias entre los Estados miembros. Todas las crisis influirán en todos los países, pero tendrán distinto peso y potencial movilizador en cada uno de ellos. Destaca el caso de Alemania, que se erige como el país en el que la inmigración será el factor más determinante para el voto en las europeas.

El momento no es casual. El fenómeno migratorio lleva meses marcando el paso de la política en la locomotora germana. En varias ocasiones ha hecho zozobrar a la coalición tripartita que capitanea Olaf Scholz. La presión de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) está siendo brutal. La fuerza ultra, que pisó el Bundestag por primera vez en 2017, es ya la segunda en intención de voto, por delante de los socialdemócratas. Esta semana, varias manifestaciones han recorrido las calles del país para protestar contra un plan secreto de AfD para deportar a migrantes.

Por su parte, en Francia y Dinamarca el gran impulsor será el cambio climático. Mientras que la difícil coyuntura económica, en una Eurozona que ha vivido con las mayores tasas de inflación de su historia y cuyo crecimiento va a sufrir una ralentización, es el tema que más preocupa a italianos y portugueses. Por una cuestión histórica y geográfica, para los países del Este como Estonia o Polonia su gran prioridad es mantener a raya a Rusia. Mientras que, en el caso de España, sus ciudadanos estiman que la pandemia del coronavirus es la crisis que está dejando más efectos en su suelo.

Las divergencias no solo emergen por sensibilidades nacionales —por ejemplo, en Estonia la preocupación por la guerra de Ucrania es de un 40%, pero en España solo de un 6%—, sino también entre niveles de formación o edad. El 22% de las personas que declaran el cambio climático como su gran preocupación cuentan con estudios superiores, mientras que el porcentaje en el caso de formación académica más baja al 16%. Por su parte, la inmigración como problemática o amenaza se impone entre los europeos más mayores. El 13% de los que así lo creen tienen una edad comprendida entre los 50 y los 70 años, mientras que en la franja de 18 a 30 años lo achaca el 9%.

Otra de las conclusiones que deja la macroencuesta es que los simpatizantes de extrema derecha ven en masa la cuestión migratoria como el problema más urgente a resolver. Para ellos, esta es la mayor amenaza para el futuro. La tribu migración es también la que cuenta con más euroescépticos en sus filas. Es, de hecho, la única que cree que la Unión Europea se romperá en los próximos 20 años. Además, en aquellos países que cuentan con un liderazgo de derecha o de derecha radical como Italia, el debate migratorio decae.

Macroaño electoral

"No nos levantaremos en un nuevo mundo. Será el mismo mundo, pero un poco peor", vaticinaba en 2020 el escritor francés Michel Houellebecq. En 2021 llegó la pandemia. En 2020 llegó la pandemia. En 2022, la guerra en Ucrania. 2023 fue el inicio de la contienda en Oriente Próximo. Y 2024 será el macro año electoral. La mitad de los ciudadanos de todo el mundo están llamados a acudir a las urnas. Desde Estados Unidos hasta la UE, México, Rusia o India.

Foto: Bandera de la Unión Europea. (EFE/Philipp von Ditfurth)

El año que acaba de arrancar emerge con grandes retos para el proyecto europeo. La UE busca una unidad imposible en el conflicto palestino-israelí, sufre para mantener el apoyo financiero y militar a una Ucrania que se asoma a su segundo año de guerra y está llamada a prepararse internamente para el gran reto que supone la entrada de Ucrania, Moldavia y los Balcanes Occidentales. Afrontará todo ello con nuevo liderazgo en la cúpula política y una renovada aritmética en el arco parlamentario.

Por lo pronto, Ursula von der Leyen suena en las quinielas como la favorita para renovar su mandato al frente de la Comisión Europea. En su institución hermana, el Parlamento Europeo, todo parece indicar que el Partido Popular Europeo y los Socialdemócratas repetirán como principales fuerzas ante una extrema derecha que podría consolidarse en la tercera posición y una izquierda que continúa fracturándose, como demuestra Sumar en España o el recién partido escindido de Die Linke en Alemania. La gran clave será ver si se rompe por primera vez la alianza tradicional de centro o si los populares eligen como paraje de baile para la próxima legislatura a las fuerzas situadas a su derecha.

Los binomios izquierda-derecha y pro-UE o anti-UE que marcaron las elecciones al Parlamento Europeo en 2019 no serán el eje catalizador de los próximos comicios de junio. Los ciudadanos europeos acudirán a las urnas movilizados por dos desafíos más presentes, palpables y divisorios: el migratorio y el climático. Los preocupados por el primero, más escorados a la derecha, temen la desaparición de sus valores identitarios. Los segundos, la extinción del ser humano y la destrucción del planeta. Los que se celebran en cinco meses se erigen ya como unos comicios marcados por la ansiedad vital. Estas son algunas las conclusiones de la última encuesta difundida por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés).

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