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El retorno del polaco europeo: Tusk roza el poder y el fin del choque de Polonia con la UE
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El retorno del polaco europeo: Tusk roza el poder y el fin del choque de Polonia con la UE

El expresidente del Consejo Europeo es el favorito para convertirse en el próximo primer ministro de Polonia, sacando del poder a sus rivales directos, los ultraconservadores del PiS

Foto: Donald Tusk, líder de la Coalición Cívica. (Reuters/Kacper Pempel)
Donald Tusk, líder de la Coalición Cívica. (Reuters/Kacper Pempel)

En Bruselas, se han seguido las elecciones en Polonia como una de las más importantes de 2023, unas que pueden definir en buena parte las dinámicas de Europa del este durante el próximo lustro. Una elección entre el enquistamiento del problema de una Europa partida, o la posible solución al rompecabezas polaco. Y con un enorme alivio se ha visto que Donald Tusk (Gdansk, 1957) tiene el camino despejado para convertirse en el próximo primer ministro del país con el apoyo de una coalición de centro derecha (Polonia 2050 y el partido de los campesinos) y de la izquierda polaca, poniendo así fin a ocho años de dominio de los ultraconservadores de Ley y Justicia (PiS).

Tusk es un viejo conocido de Bruselas, presidente del Consejo Europeo, el foro de jefes de Estado y de Gobierno, entre 2014 y 2019, un hombre inteligente, astuto, culto, con una visión de Europa y de la democracia cristiana europea alejada del federalismo ciego, pero consciente del papel de la Unión. Fue de las grandes figuras políticas europeas de la segunda mitad de la década de 2010 a nivel europeo. Se convirtió en el primer político de la Europa de detrás del viejo Telón de Acero en asumir un alto cargo de la Unión Europea.

Estuvo en el corazón de la gestión de buena parte de la crisis griega, definitoria para Europa, y también del Brexit. Tras abandonar el Consejo Europeo, al que llegó tras ser primer ministro de Polonia entre 2007 y 2014, siete años de extraordinaria estabilidad teniendo en cuenta la habitual volatilidad de la política polaca, nadie se creyó que Tusk fuera a dejar la política y que fuera a retirarse a su ciudad natal al norte de Polonia. Nadie apostaba un solo euro a que Tusk dedicara sus días a la jardinería, a escribir unas memorias y a acudir a las gradas del Lechia Gdansk y ver cómo pierde prácticamente siempre.

placeholder Donald Tusk, candidato de la oposición en Polonia. (Reuters)
Donald Tusk, candidato de la oposición en Polonia. (Reuters)

Y nadie se equivocaba. Poco tiempo después de dejar el cargo, se convirtió en presidente del Partido Popular Europeo (PPE) para intentar contribuir, desde ese puesto, al frente opositor en Polonia. Todavía no se involucraba del todo a nivel nacional, porque su figura se había visto muy desgastada tras unos años de oposición salvaje por parte del PiS. Como presidente de los democristianos europeos, Tusk demostró tener poca paciencia con aquellos que pactaban con formaciones ultraconservadoras que compartieran familia política con el PiS polaco. El PP español lo vivió en sus propias carnes, cuando Tusk afeó el pacto en Castilla y León, la primera vez que Vox entró en un Gobierno liderado por los populares.

Con el PiS todavía con muchas opciones de revalidar su Gobierno, parecía inevitable que Tusk acabara saltando al ruedo. Y eso es lo que acabó ocurriendo en octubre de 2021, cuando se impuso con un 97% de los votos y se convirtió de el nuevo en líder de Plataforma Cívica, que en estos comicios ha aglutinado a otras formaciones más pequeñas de izquierdas y centroizquierda del ámbito urbano, pero también una formación socialista agraria, que se han presentado bajo el tique de Coalición Cívica.

Foto: Jaroslaw Kaczynski, presidente de PiS. (Reuters/Kacper Pempel)

Aunque todavía queda camino que recorrer y el PiS tendrá la primera oportunidad de formar Gobierno al haber quedado primero en las elecciones, todo el mundo espera que el Gobierno lo lidere la formación de Tusk, Plataforma Cívica. Se espera de esta Polonia que cambie la dinámica vivida desde 2015: que dé marcha atrás a la reforma judicial polaca que ha llevado al choque frontal entre Varsovia y Bruselas y, en general, que revierta la tendencia autoritaria del PiS. Eso permitirá también a Polonia obtener una serie de fondos europeos congelados por parte de la Comisión Europea y poner fin a algunas de las disputas de Varsovia con el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Pero el líder de Plataforma Cívica no es un hombre de izquierdas: es un conservador, un “patriota polaco” que tiene un fuerte sentido de Europa, pero no como federalista, sino como un potenciador de los intereses de los Estados miembros. Su experiencia como presidente del Consejo Europeo marca que mantendrá un discurso duro en materia migratoria, aunque no tan radical como el PiS, aunque al mismo tiempo tendrá que mantener el equilibrio con toda una serie de formaciones progresistas que obligarán a Tusk a aplicar su experiencia al frente del foro de los jefes de Estado y de Gobierno: lograr la unidad con una fuerte disciplina interna.

placeholder Donald Tusk, candidato de la oposición, durante un evento de campaña. (Reuters/Kacper Pempel)
Donald Tusk, candidato de la oposición, durante un evento de campaña. (Reuters/Kacper Pempel)

Una vida política

Tusk es un político profesional, alguien que ha dedicado su vida a la política. Pero habitualmente ese término, “político profesional”, tiene un deje de menosprecio en Europa occidental. No es así en Polonia. Quien quería dedicarse a la política en los años del régimen comunista en Polonia tenía que estar preparado para entregar su vida a esa tarea. La sociedad de Gdansk, la ciudad en la que nació y creció, estaba muy politizada y muy movilizada. Era una ciudad de astilleros y un nido de oposición al régimen, una ciudad que, como tantas otras, había tenido otro nombre, un nombre alemán, Danzig. Era también una sociedad muy mixta, una pequeña Europa en la que convivían, en solamente unas calles, alemanes, los pocos judíos que habían sobrevivido al nazismo, algunos musulmanes y polacos.

En 1970, mientras su padre agonizaba en el hospital en el que su madre trabajaba, la sociedad de Gdansk se revolvió contra Varsovia por los altos precios de los alimentos y se vivió una auténtica revuelta que fue reprimida con mucha violencia. Murieron decenas de personas bajo las balas que ordenó disparar Władysław Gomułka, primer secretario del Partido Unido de los Trabajadores de Polonia, al que aquello le acabaría costando el puesto. Tusk recuerda ver esa represión desde la ventana de su casa. La política en aquella ciudad no era algo que hiciera falta buscar, era algo que llegaba a tu puerta, debajo de tu ventana. Y lo absorbía absolutamente todo. El futuro líder europeo creció en ese ambiente y se endureció muy rápido. Su padre, que trabajaba como carpintero en los ferrocarriles, murió cuando él tenía 14 años.

Foto: Donald Tusk, el 15 de octubre de 2023. (Kapcer Pempel/Reuters)

En 1976 empezó a estudiar Historia y se fue involucrando cada vez más en círculos políticos de la Universidad, llegando a conocer en aquellos días a Lech Walesa, futuro líder de Solidaridad. Cuatro años después fundó la Asociación Independiente de Estudiantes, vinculada a Solidaridad, y empezó a trabajar para un periódico del sindicato. Tusk empezaba a destacar como un joven prometedor y con futuro dentro de la oposición, siendo un hombre activo a todos los niveles del movimiento, trabajando en la capa intelectual pero también llevando comida y bebida a los trabajadores que hacían huelga en los astilleros de Gdansk, centro neurálgico de las protestas de 1970 y de la actividad política de Solidaridad. Pero entonces llegó la ley marcial de Wojciech Jaruzelski.

Pasó años escondido y después haciendo trabajos que le permitieran seguir bajo el radar como panadero y como trabajador de altura, pero su naturaleza política estaba ahí y Tusk acabó fundando una revista política por la que fue detenido. Pero la suerte le sonrió, y él lo sabe: siempre ha podido contar que estuvo en prisión, que fue un opositor entre rejas. Pero solamente pasó tres días en prisión. Después Jaruzelski anunció una amnistía. Corría el año 1983. La Polonia comunista empezaba poco a poco a desmoronarse.

placeholder Donald Tusk y su futura mujer, durante los años de la universidad. (Google Images)
Donald Tusk y su futura mujer, durante los años de la universidad. (Google Images)

La política polaca de hoy todavía bebe de aquellos días. Tusk era un proeuropeo liberal convencido en los primeros años de la Polonia libre, mucho más federalista y radical de lo que es ahora, alejado de esa visión en la que todo el futuro del país pasa por la Unión. "Ni izquierda ni derecha, directos a Europa" rezaba uno de sus primeros eslóganes. Europa entendida como una antítesis del régimen del que se escapaba. El polaco se ha ido convirtiendo en un hombre más conservador, un proeuropeo más calmado que apuesta por un enfoque más interinstitucional y menos federalista.

También en aquellos días surgió la enemistad que sigue marcando a la política de hoy. Dos hombres que estaban vinculados a Solidaridad estaban destinados a controlar la política polaca durante décadas. A un lado Tusk, con una visión más liberal y proccidental, para el que la resistencia al comunismo había pasado necesariamente por la democracia. Al otro lado Jaroslaw Kaczynski, siempre con su hermano gemelo Lech, con una visión mucho más reaccionaria en la que la democracia y el estado de derecho eran elementos accesorios en su oposición al régimen.

Tusk y Kaczynski se convirtieron en archienemigos y sus caminos parecían ir en paralelo. En 2001, cuando Tusk fundó Plataforma Cívica, los Kaczynski crearon Ley y Justicia (PiS). Tusk sufriría una dolorosa derrota en las presidenciales de 2005 frente a Lech Kaczynski con una campaña muy sucia y dura que terminó por hacer volar los puentes que quedaban en pie. Se vengó con la victoria en las generales de 2007 con las que se convirtió en primer ministro. Durante sus años en el poder Jaroslaw Kaczynski hizo una oposición salvaje, durísima, que empeoró cuando su hermano Lech, todavía presidente de Polonia, murió en un accidente de avión de camino a Rusia. Jaroslaw empezó a hacer circular la idea conspiranoica de que Tusk estaba detrás del accidente.

Foto: Kaczynski, el euroescéptico presidente polaco que sacudió a la UE

Ese agrietamiento cada vez más claro de las relaciones entre Jaroslaw Kaczynski y Tusk era una muestra de la fractura que vivió también la sociedad polaca. Hubo unidad mientras existió un enemigo común, el régimen comunista, pero poco a poco, tras la vuelta de la libertad, el sector conservador se fue dividiendo entre los demócratas liberales prooccidentales y los reaccionarios. Las relaciones se enfriaron, amigos y antiguos aliados dejaron de hablar y Polonia, un país destinado a ser uno de los grandes líderes de la nueva Europa nacida tras la ampliación de 2004, quedó atascada en sus luchas intestinas. Esa grieta entre la sociedad de Tusk y la de Kaczynski, que es también geográfica entre la Polonia occidental y la oriental, es la que se volvió a ver este domingo.

El ambiente posterior a las elecciones de 2007 y especialmente al accidente de avión de Smolensk en el que murió Lech Kaczynski, era cada vez más irrespirable. En parte como una manera de salir de esa situación y también quizás como una vía de escape ante la posibilidad de perder las elecciones de 2015, Tusk aceptó el cargo de presidente del Consejo Europeo en 2014. Cuando fue elegido prácticamente no hablaba inglés, situación que resolvió rápidamente.

placeholder Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo y líder de la oposición polaca. (Reuters)
Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo y líder de la oposición polaca. (Reuters)

Tusk no es un líder de izquierdas. Aunque la sociedad civil más progresista se haya movilizado en esta ocasión para devolverle al poder, esa misma parte de la sociedad ya ha vivido un desencanto con él en el pasado. En 2007 su victoria vino también impulsada por ejemplo por votantes preocupados por los derechos de los homosexuales. Tusk demostró no estar dispuesto a ir lejos a la hora de defender sus derechos o por ejemplo el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, a pesar de que su plataforma electoral en 2007 necesitó de sus votos. Ahora, tras unos años de fuertes retrocesos bajo el Gobierno del PiS, esos mismos votantes, tan desencantados con él en el pasado, han sido claves para que Tusk pueda volver al poder.

El antiguo presidente del Consejo Europeo no es un hombre de corsés. Para él la ortodoxia es el camino más corto al fracaso. En su visión solamente hay una serie de valores o ideas centrales que se deben proteger, pero el resto se debe adaptar a cada situación. Y en esta elección se ha adaptado al escenario de una política nacional polarizada: ha sido agresivo, ha defendido su espacio y ha sobrevivido al cuerpo a cuerpo, quizás el último, contra Kaczynski y su primer ministro, Mateusz Morawiecki.

En Bruselas, se han seguido las elecciones en Polonia como una de las más importantes de 2023, unas que pueden definir en buena parte las dinámicas de Europa del este durante el próximo lustro. Una elección entre el enquistamiento del problema de una Europa partida, o la posible solución al rompecabezas polaco. Y con un enorme alivio se ha visto que Donald Tusk (Gdansk, 1957) tiene el camino despejado para convertirse en el próximo primer ministro del país con el apoyo de una coalición de centro derecha (Polonia 2050 y el partido de los campesinos) y de la izquierda polaca, poniendo así fin a ocho años de dominio de los ultraconservadores de Ley y Justicia (PiS).

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