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Hungría y Polonia embarran la cumbre de Granada con sus quejas sobre migración
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Hungría y Polonia embarran la cumbre de Granada con sus quejas sobre migración

El debate sobre migración, embarrado por Hungría y Polonia, obliga a adoptar la declaración de Granada sin el punto migratorio

Foto: El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, a su llegada al Palacio de Congresos de Granada.  (EFE / Pepe Torres)
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, a su llegada al Palacio de Congresos de Granada. (EFE / Pepe Torres)

Los Veintisiete se han reunido este viernes en Granada para la reunión informal de líderes en la que el objetivo de tener un debate estratégico sobre el futuro de la Unión Europea, pero esa discusión se ha visto enfangada por la cuestión de la migración, un asunto que entró en agenda por petición de Giorgia Meloni, primera ministra italiana, pero que Hungría y Polonia han utilizado para secuestrar parte de la cumbre, hasta el punto de que los líderes han decidido no aprobar una declaración conjunta, ya que eso requeriría el apoyo unánime de los Estados miembros, algo que el resto de líderes sabían que Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco, y Viktor Orbán, primer ministro húngaro, utilizarían para bloquear la cumbre.

Pero ambos líderes se han encargado de generar una agria polémica al inicio del encuentro, especialmente el primer ministro de Hungría, que ha comparado el Pacto de Migración y Asilo, sobre el que los Estados miembros alcanzaron un primer acuerdo político en los últimos días, pero sin el apoyo húngaro y polaco, con una "violación legal". "Europa se enfrenta a una elección fundamental: aceptar o no una inmigración ilegal masiva", ha señalado, por su parte Morawiecki, que la semana que viene se enfrenta a unas elecciones generales apretadas frente a la oposición liderada por el expresidente del Consejo Europeo y ex primer ministro polaco, Donald Tusk.

Foto: El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, a su llegada a la reunión de la comunidad Política Europea en Granada. (EFE/Miguel Angel Molina)
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Los Veintisiete debían adoptar una declaración de Granada que, sin el valor de unas conclusiones, ya que es una reunión informal, estableciera el horizonte del futuro de la ampliación y las reformas institucionales que la Unión Europea debe realizar si quiere acoger a nuevos miembros, puesto que las reglas actuales no funcionan. En esa declaración se incluía unas palabras sobre migración a petición de Meloni, que exige que el resto de capitales muestren más solidaridad. A lo largo de la tarde, en Granada quedaba claro que si se quería evitar un bloqueo permanente, una cumbre eterna que terminara sin acuerdo, las únicas alternativas eran adoptar la declaración eliminando el párrafo de inmigración, o dejar caer la declaración por completo y limitarse a contar con un comunicado particular de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Finalmente, la fórmula escogida ha sido salvar la declaración de Granada, sacando la línea de migración del texto.

"Se lo dije ayer a muchos primeros ministros y, curiosamente, muchos están de acuerdo conmigo, tienen miedo de este dictado que viene de Bruselas y Berlín", ha continuado Morawiecki. Y es que, efectivamente, este jueves, durante la cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), un foro informal de líderes más allá de la Unión Europea, Meloni y Rishi Sunak, primer ministro británico, aprovecharon para armar una especie de agenda paralela para abordar la cuestión de la inmigración, celebrando un encuentro en los márgenes con Mark Rutte, primer ministro italiano, y también con la presencia de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a pesar de que el asunto de la inmigración no estaba previsto en la agenda del CPE.

El pacto migratorio es un asunto muy divisivo. En 2015 y 2016, la crisis migratoria abrió una brecha brutal entre Europa occidental y del este, en un momento en el que el rechazo de muchos Estados miembros a cumplir con una serie de cuotas obligatorias para lidiar con el flujo de refugiados que llegaban a raíz de la guerra en Siria provocó que el conocido como "sistema de Dublín", el protocolo por el que se regía la gestión migratoria de la Unión Europea, saltara por los aires.

Desde entonces, Bruselas y los países de primera línea han sufrido intentando conseguir que el resto de Estados miembros sean solidarios y ayuden a gestionar la carga de las llegadas. La Comisión Europea ha ido poniendo parches, intentando acuerdos particulares, para que uno u otro país se comprometiera a hacerse cargo de un grupo de solicitantes de asilo. Pero en la capital comunitaria saben que ese sistema no podía funcionar a largo plazo y, especialmente, que ese sistema no sería útil en caso de una nueva crisis migratoria.

Foto: El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel (d), y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ayer en Granada. (Europa Press/Dpa/Kay Nietfeld)

Ahora las instituciones europeas se preparan para negociar e intentar acordar un nuevo Pacto de Migración y Asilo que permita volver a tener una estructura para gestionar la migración. En los últimos días, los Estados miembros han acordado una posición negociadora para comenzar los conocidos como "trílogos" con el Parlamento Europeo, de los que debe salir el texto final del Pacto, pero lo han hecho sin contar con Hungría y Polonia, que han sido "minorizados", es decir, que no han logrado bloquear una votación que se decidía por mayoría cualificada y no por unanimidad. Ahora el Consejo negociará con el Parlamento Europeo un acuerdo que, según Roberta Metsola, presidenta de la Eurocámara, está "al alcance" de las instituciones.

En este texto se apuesta por la idea de una "solidaridad a la carta" que da a los Estados miembros dos opciones, o bien ayudar a los países de primera línea a gestionar la llegada de nuevos inmigrantes y solicitantes de asilo acogiéndolos ellos, o bien hacer una contribución económica para financiar su gestión y también su devolución en caso de que no tengan derecho a permanecer en la Unión. Para los países de primera línea, este texto ya ha requerido importantes cesiones al no garantizar el apoyo en forma de reubicaciones, pero Hungría y Polonia se han mostrado inflexibles.

Para Morawiecki ha sido una oportunidad de destacarse de cara a las elecciones. Poco después de concluir el encuentro, el primer ministro polaco ha escrito en redes sociales un mensaje en el que se denomina como "el responsable de la seguridad de Polonia y de sus ciudadanos", anunciando que rechazaba "oficialmente" el párrafo de migración dentro de la declaración de Granada. La cumbre se ha convertido en escaparate para Morawiecki de cara a las elecciones.

Von der Leyen ha explicado que el debate sobre migración ha permitido encontrar cuatro puntos en común. Por un lado, la presidenta de la Comisión Europea ha señalado que los líderes están de acuerdo en la necesidad de invertir en los países del vecindario, como los del norte de África; en segundo lugar, ha señalado la necesidad de crear caminos legales y corredores humanitarios para la migración legal, ya que cuantas más vías legales de entrada a Europa haya "más estrictos podremos ser con la inmigración ilegal". En tercer lugar, ha recordado que los traficantes de inmigrantes son "delincuentes" y que debe lucharse contra ellos; y en cuarto lugar, ha señalado la importancia de apoyar a los países de tránsito.

Los Veintisiete se han reunido este viernes en Granada para la reunión informal de líderes en la que el objetivo de tener un debate estratégico sobre el futuro de la Unión Europea, pero esa discusión se ha visto enfangada por la cuestión de la migración, un asunto que entró en agenda por petición de Giorgia Meloni, primera ministra italiana, pero que Hungría y Polonia han utilizado para secuestrar parte de la cumbre, hasta el punto de que los líderes han decidido no aprobar una declaración conjunta, ya que eso requeriría el apoyo unánime de los Estados miembros, algo que el resto de líderes sabían que Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco, y Viktor Orbán, primer ministro húngaro, utilizarían para bloquear la cumbre.

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