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Un cementerio de misiles para que no puedas acusar a Ucrania de ataques a civiles
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"Mira cómo han dejado mi barrio"

Un cementerio de misiles para que no puedas acusar a Ucrania de ataques a civiles

A las afueras de Járkov, un cementerio de misiles, munición y bombas quiere ser una parte de las evidencias para demostrar que Rusia está detrás de crímenes de guerra en Ucrania

Foto: Barrio de Saltivka. (M. R.)
Barrio de Saltivka. (M. R.)

Ventanas tapiadas o destruidas, paredes y quemadas y escombros. Estas palabras se han convertido en una descripción inevitable sobre el barrio de Saltivka, a las afueras de Járkov. En la zona norte del municipio, un edificio en particular reúne todas esas características y se ha convertido en un símbolo del horror que vivieron los vecinos por los bombardeos rusos. A este lugar acuden varias personas para comprobar que esa huella sigue presente y, durante meses, llegaron también a sus calles los funcionarios locales encargados de recoger evidencia sobre los ataques contra la población civil. Todas esas evidencias, en forma de misiles, municiones y bombas, pretenden ser la prueba para llevar a Rusia ante la corte penal internacional.

También en Járkov, pero en un lugar secreto, se encuentra el cementerio de misiles en el que yacen todas las armas que han sido lanzadas contra la población de esta ciudad. Es inevitable pensar que una gran parte de ellos provienen de Saltivka. "Yo he estudiado en Járkov y aunque la ciudad fue atacada, no tiene nada que ver con esta destrucción", dice Sofía, una estudiante de Zaporiyia, frente al edificio en ruinas. Su madre, recién llegada de su ciudad natal, ha llegado hace pocos días a la ciudad. La visita a este barrio es, para Sofía, imprescindible. Para Natalya, ha sido una de las primeras cosas que visita en su vuelta al barrio desde Alemania, país en el que vive desde hace dos años. "Vivía en otra zona, pero este es mi barrio. Y mira cómo lo han dejado", lamenta, señalando el edificio.

Foto: La madre de una de las víctimas de la masacre de Bucha, en abril de 2022. (Oleg Petrasyuk/EFE)

La esperanza de la población de este barrio es que se acabe la guerra pero, añade Sofia, "que se haga justicia", el mismo objetivo que persigue la fiscalía de Járkov en sus investigaciones. En el cementerio de misiles de la ciudad se han guardado, hasta ahora, cerca de 1.000 explosivos y restos de cohetes para que puedan ser utilizados en las pesquisas sobre crímenes de guerra.

Desde el inicio de la guerra, los investigadores ucranianos, así como organizaciones tanto nacionales como internacionales, han rastreado las huellas de cada ataque para esclarecer quién está detrás de un presunto crimen de guerra. En muchas ocasiones, no es fácil apuntar a un culpable. "Muchas de las reservas de munición y el arsenal de Ucrania fue fabricado en la Unión Soviética. El problema es que Rusia utiliza exactamente la misma munición", explica Belkis Wille, directora asociada de la división de Crisis y Conflictos de Human Rights Watch, a El Confidencial.

placeholder Natalya visita su barrio natal en Járkov. (M. R.)
Natalya visita su barrio natal en Járkov. (M. R.)

Algunas veces, continúa la investigadora, es muy obvio quién ha estado detrás de un ataque porque si la munición proviene de Occidente, por ejemplo, es obvio que pertenece a Ucrania por los paquetes militares que reciba por parte de países europeos y Estados Unidos. "Pero, si no es tan obvio, tenemos que tener en cuenta detalles como desde dónde se disparó el misil y dónde aterrizó exactamente. Intentamos hacer el mejor cálculo con las evidencias que tenemos porque no podemos hacer suposiciones". Según el sistema de entrega de municiones se puede medir la distancia a la que fue disparado y la dirección de la que proviene. "Así es como podemos saber si un misil viene de una parte que está bajo control ruso y si es así es bastante obvio que han sido ellos".

En algunos casos, detalles que pueden parecer insignificantes, como si el misil lleva una dedicatoria puede ser clave a la hora de esclarecer quién puede ser responsable de un crimen de guerra. Varias organizaciones y grupos de voluntarios ucranianos han creado plataformas de donación para que todos aquellos que quieran escriban una frase en los misiles que lanzan las fuerzas de Kiev. Del otro lado, pero sin plataforma de donación, los rusos hacen lo mismo. "Esta es otra manera de saber si fue fuego ruso o ucraniano, porque a veces los mensajes son muy obvios dependiendo a quién están dirigidos", aclara Willis en entrevista con este periódico.

Las polémicas municiones de racimo

Una parte de los misiles dedicados yacen en el "cementerio" de Járkov. Allí también se han almacenado las evidencias sobre el uso de bombas de racimo en el territorio, conocidas por dispersar docenas de submuniciones o bombetas en el aire. Las investigaciones realizadas hasta ahora han confirmado que este tipo de armamento, muy polémico por el daño que provoca a la población civil, fue utilizado por Rusia. Sin embargo, Ucrania no ha negado las pruebas de su propio uso de municiones en racimo en el conflicto y ha pedido públicamente que se le suministre el arma. Estados Unidos ha respondido a la petición.

A pesar de la munición de racimo está prohibida en más de 100 países (Rusia, Ucrania y EEUU no están entre ellos), el presidente Joe Biden la incluirá dentro de un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, según Jake Sullivan, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. El Gobierno estadounidense decidió finalmente seguir adelante con este envío, después de semanas de vacilación, a pesar de las críticas de los aliados, que consideran esta arma especialmente cruel. "Reconocemos que las municiones de racimo crean un riesgo de daños a civiles por artefactos sin estallar. Por eso hemos aplazado la decisión todo lo que hemos podido. Pero también existe un enorme riesgo de daños civiles si las tropas y los tanques rusos arrollan las posiciones ucranianas y toman más territorio ucraniano y someten a más civiles ucranianos", argumentó Sullivan.

Foto: Operarios del ejército de Estados Unidos preparan una bomba de racimo (Getty/Paula Bronstein)

Uno de los grandes problemas de las bombas de racimo, también llamadas de fragmentación, es que convierten los ataques en indiscriminados, lo que provoca un aumenta del riesgo para la población civil. Además, es frecuente que una parte de las submuniciones no exploten de inmediato porque están diseñadas para hacerlo si hay contacto. Si caen en una zona como un campo, pueden quedarse allí y poner en peligro la vida de civiles mucho después del ataque. "La transferencia de estas armas causaría inevitablemente un sufrimiento prolongado a la población civil y socavaría el oprobio internacional de su uso", señaló Human Rights Watch en un comunicado.

Tanto Estados Unidos como las investigaciones de organizaciones de derechos humanos apuntan a que Rusia ha utilizado de manera masiva este tipo de munición contra la población ucraniana. Un crimen que Ucrania ha prometido intentar evitar en su uso contra las fuerzas de Moscú, y ha alegado que su uso se limita a la defensa del territorio en medio de la contraofensiva.

Culpar a Rusia es la primera (y lógica) reacción

El ejército ucraniano no ha negado que haya utilizado la munición de racimo y que tenga en mente seguir haciéndolo. Sin embargo, casos como el de Izyum, uno de los lugares donde las fuerzas de Kiev lanzaron estas bombas, pusieron de relieve la convicción de una parte de la población de que era Rusia la que estaba detrás de estos ataques. "Estamos acostumbrados a que el Kremlin niegue estar detrás de ataques que luego se ha demostrado que han cometido", continúa la investigadora de HRW. En este tipo de casos, lugares como el cementerio de misiles se convierten en indispensables para tener información sobre el tipo de armamento que se ha utilizado, con la esperanza de que puedan dar más detalles sobre la autoría del ataque y el presunto crimen de guerra. Además de la información que puede proporcionar el armamento, los investigadores que se despliegan en el territorio tienen un protocolo a seguir. Lo primero que hacen al llegar al lugar del ataque es hablar con los testigos y con la gente que vive allí.

Al igual que a veces es difícil identificar de dónde proviene un misil, también lo es valorar las opiniones y experiencias de los que han visto o vivido un ataque. "Cuando estuvimos investigando el uso de bombas de racimo en Izyum después que la ciudad fuera liberada de los rusos, la gente nos decía que Rusia era el culpable de esos ataques. Y nosotros les preguntábamos: '¿No te parece que es poco probable que los rusos hayan atacado a sus propios soldados?'. Ni siquiera nuestras evidencias de que fue Ucrania les hicieron cambiar de idea", recuerda Belkis Willis.

Foto: La escritora ucraniana Victoria Amelina, fallecida tras el bombardeo ruso contra un restaurante en la localidad de Kramatork. (EFE)

Una parte de este posicionamiento se explica porque Rusia ha perpetrado muchos abusos desde el inicio de la invasión, y puede parecer muy obvio que lo estuvieran también de los ataques a Izyum mientras la ciudad estuvo bajo control ruso. Sin embargo, también influye que Ucrania acaba de liberar el territorio cuando los investigadores entrevistaron a la población. "Quieren estar seguros de que no parece que son prorrusos. Están preocupados de que digan que ese ataque pudo haber sido perpetrado por las fuerzas ucranianas y que parezca que están en contra del país. Por eso tienen cuidado en sus respuestas y dicen directamente que Rusia está detrás de los bombardeos", añade la investigadora a El Confidencial.

Del mismo modo que para algunos ucranianos parece obvio que las tropas de Moscú estén detrás de muchos de los ataques a civiles y crímenes de guerra por el alto número de casos que se han investigado, también parece obvio que lo nieguen. Esta estrategia la utilizaron en ataques como el de la estación de tren de Kramatorsk en abril del año pasado, en el que murieron más de 35 personas y numerosas personas resultaron heridas, Rusia culpó a Ucrania del ataque. "Destacamos que los misiles tácticos Tochka-U, cuyos fragmentos fueron encontrados cerca de la estación de tren de Kramatorsk y publicados por testigos presenciales, son utilizados únicamente por las fuerzas armadas ucranianas", dijo el Ministerio de Defensa ruso en su momento.

Las investigaciones de HRW demostraron, finalmente, la responsabilidad de Rusia. Más de un año después, a finales de junio, otro bombardeo en un restaurante de la misma ciudad sembró el pánico. Más de 11 personas murieron, entre ella la escritora ucraniana Victoria Amelina, y decenas resultaron heridas. Esta vez, no obstante, Moscú no negó que estuviera detrás del ataque. "Ya estamos investigando lo que pasó, estamos hablando con testigos. En este caso no hay duda de quién ha sido, pero estamos intentando entender el objetivo militar que tenía ese restaurante para Rusia. Eso nos permite hacer una valoración sobre si el ataque fue lícito o ilícito", sostiene Belkis Willis.

Ventanas tapiadas o destruidas, paredes y quemadas y escombros. Estas palabras se han convertido en una descripción inevitable sobre el barrio de Saltivka, a las afueras de Járkov. En la zona norte del municipio, un edificio en particular reúne todas esas características y se ha convertido en un símbolo del horror que vivieron los vecinos por los bombardeos rusos. A este lugar acuden varias personas para comprobar que esa huella sigue presente y, durante meses, llegaron también a sus calles los funcionarios locales encargados de recoger evidencia sobre los ataques contra la población civil. Todas esas evidencias, en forma de misiles, municiones y bombas, pretenden ser la prueba para llevar a Rusia ante la corte penal internacional.

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