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Por qué la dimisión de Rutte no va a hacer que Países Bajos sea menos 'difícil' en la UE
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Rutte se va, Holanda permanece

Por qué la dimisión de Rutte no va a hacer que Países Bajos sea menos 'difícil' en la UE

Todo el mundo sabe qué esperar de los holandeses y, sobre todo si los tiene en frente, sabe muy bien que tendrá una dura batalla por delante

Foto: El primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte. (Reuters/Ints Kalnis)
El primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte. (Reuters/Ints Kalnis)

En Bruselas todo el mundo sabe que es mucho mejor tener a la delegación holandesa de tu lado que en el contrario. Son hábiles negociadores, saben moverse por los pasillos como nadie y también asestar puñadas políticas cuando es necesario. Son, en otras palabras, unos de los grandes maestros de la política europea con mayúsculas. Tienen una visión de la Unión Europea estructurada, bien organizada y muy clara, un mapa mental que comparten desde los políticos de alto nivel a los funcionarios de un rango más bajo, y lo defienden en todos y cada uno de los muchos foros de la Unión Europea. Todo el mundo sabe lo que esperar de los holandeses, y, sobre todo, si los tiene en frente, sabe muy bien, que tendrá una dura batalla por delante.

Mark Rutte ha representado esa actitud clara y directa durante los 13 años en los que ha sido primer ministro, siendo el segundo líder más veterano del Consejo Europeo, el foro de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, solamente por detrás de Viktor Orbán. Ha estado tanto tiempo al frente de Países Bajos que muchos han llegado a confundir la estrategia europea holandesa con el estilo de liderazgo de Rutte. Pero la realidad es que ahora, después de que Rutte dinamitara su propio Gobierno y haya decidido abandonar la política, Países Bajos seguirá jugando un papel muy similar en la Unión Europea. Rutte se va, la estrategia país de Países Bajos permanece.

Foto: El primer ministro saliente holandés, Mark Rutte (d). (EFE/Remko De Waal)

A Rutte se le conocía en algunos círculos como “Mister No”. Pero aunque el hasta ahora primer ministro era un hombre directo y mordaz, lo cierto es que en ocasiones se le atribuían a él posiciones estructurales de Países Bajos. Se trata de un Estado miembro muy especial, un socio europeo que se encuentra en el corazón de la Unión al ser uno de sus fundadores, cuyos valores en cuestiones como el libre mercado o la competencia se encuentran también en el núcleo de la UE, pero que por su tamaño y características desconfía profundamente de los Estados miembros más grandes, de sus ideas y de los acuerdos entre ellos.

Aunque la salida de Reino Unido de la Unión Europea no se produjo hasta 2020, ya desde el referéndum del Brexit, en 2016, Londres estuvo completamente ausente. Y dejó vacío su tradicional asiento de contrapeso al eje franco-alemán. Eso ha hecho que Países Bajos, un socio británico en muchos asuntos de la agenda europea, tuviera que ocuparse de liderar un grupo de Estados miembros pequeños que se oponían a algunas tendencias lideradas por los socios más grandes. De ahí surgió la llamada “Nueva Liga Hanseática” y después los llamados “Frugales” que intentaron descafeinar en la larga cumbre de julio de 2020 el fondo de recuperación ante el covid-19.

Muchas de las posturas holandesas tienen sus raíces en una desconfianza histórica hacia los Estados miembros más grandes, pero especialmente a las ideas impulsadas por Francia. Pero a partir de 2012, a raíz de la crisis del euro, empezó a crecer un mayor escepticismo hacia la Unión Europea, especialmente en lo referente a la gestión económica de la Unión Europea. El apoyo público a la UE entre holandeses era del 60% en 2012. Solamente un año después era del 45%. La Haya se convirtió en uno de los látigos de los países endeudados y aunque ha moderado mucho sus posturas, al menos en términos de comunicación política, de vez en cuando sigue mostrando sus costumbres de hace una década, como hizo el anterior ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, durante el debate de la respuesta al coronavirus.

Aunque las posiciones se han moderado y el partido radical de Geert Wilders, el PVV, no ha llegado a hacer más ganancias electorales, perdiendo en 2021 tres escaños y quedándose en los 17 asientos en el parlamento, nadie duda de que Países Bajos se encuentra en la zona conservadora de la política europea. En 2018, Rutte lanzó un duro discurso ante el Parlamento Europeo en el que cargaba contra “el lenguaje" de "la inevitabilidad de una cooperación más estrecha”. “Este lenguaje horrible sobre una 'Unión cada vez más estrecha' no me gusta”, aseguró el holandés, a pesar de que no es un simple “lenguaje horrible”: en el artículo 1 del Tratado, un texto con fuerza legal, se habla de “el proceso de creación de una unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa”.

Históricamente, Países Bajos ha sido uno de los principales impulsores del proyecto europeo, pero en los últimos tiempos esa tendencia ha cambiado, al menos a ojos de la opinión pública. Para muchos en Bruselas y otras capitales, el momento de la verdad fue el voto negativo de los holandeses en el referéndum para la creación de una constitución europea y su estrategia negociadora en el Tratado que sucedió a la carta magna no nata, el Tratado de Lisboa de 2009. Ahí fue cuando muchos empezaron a notar un cambio de tendencia por parte de Países Bajos de una forma más visible.

placeholder Foto: Reuters/Yves Herman.
Foto: Reuters/Yves Herman.

Pero en realidad los cambios no son tan destacados. La política holandesa en materia europea no ha cambiado demasiado en los últimos cincuenta años. Lo que ha cambiado ha sido la Unión Europea, obligando a los Países Bajos a ir adaptando de estrategia para cumplir con su objetivo concreto: proteger a la Unión como un impulsor de sus intereses económicos y mantener una estructura que limite y no potencie las posturas de los grandes países del continente.

Un debate en el que normalmente se señala a Países Bajos como el tipo duro en la habitación es el de las reglas fiscales. La Haya no ha modificado su postura tradicional: siempre han defendido una Comisión Europea fuerte, con una serie de reglas muy estrictas e iguales para todos los Estados miembros. De nuevo, la razón detrás de esa postura es su desconfianza hacia los países con mayor peso. Si hay unas reglas fiscales flexibles, que la Comisión Europea aplica siguiendo criterios de sensibilidad política, las capitales con un mayor peso pueden forzar la mano de Bruselas. Ya pueden ser las reglas fiscales, las normas de competencia, de ayudas de estado o las del mercado interior, La Haya siempre ha tenido la misma estrategia.

La era post-Rutte

Lo cierto es que no parece que el fin de la “era Rutte” vaya a llevar a un cambio en la dirección de Países Bajos hacia posturas distintas y sí hacia una gran incertidumbre. El partido de centro-derecha de Rutte, el VVD, busca ahora escoger a un nuevo líder sin que ninguno de los posibles candidatos parezca el favorito indiscutible. Entre los otros socios de su coalición de Gobierno también se encuentran ahora en un cierto limbo político.

Foto: El primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte. (EFE/Robin Utrecht)

Mientras tanto el llamado “Movimiento Campesino-Ciudadano”, conocido por sus siglas en holandés, el BBB, está creciendo en todas las encuestas y en algunas se sitúa ya por encima del VVD, con una agenda que se opone a muchas de las prioridades europeas en estos momentos, como las políticas de transición ecológica. El BBB ya fue el gran vencedor de las últimas elecciones municipales. El papel que jugará esta formación genera mucha incertidumbre en Bruselas.

Nadie espera que Países Bajos cambie de rumbo en sus posiciones fundamentales, desde luego no hacia posturas más "blandas" en asuntos como las reglas fiscales. La duda ahora es si la salida de Rutte confirmará de hecho un giro hacia la derecha de la política nacional y qué tipo de líder se sentará en el Consejo Europeo cuando se celebren las elecciones.

En Bruselas todo el mundo sabe que es mucho mejor tener a la delegación holandesa de tu lado que en el contrario. Son hábiles negociadores, saben moverse por los pasillos como nadie y también asestar puñadas políticas cuando es necesario. Son, en otras palabras, unos de los grandes maestros de la política europea con mayúsculas. Tienen una visión de la Unión Europea estructurada, bien organizada y muy clara, un mapa mental que comparten desde los políticos de alto nivel a los funcionarios de un rango más bajo, y lo defienden en todos y cada uno de los muchos foros de la Unión Europea. Todo el mundo sabe lo que esperar de los holandeses, y, sobre todo, si los tiene en frente, sabe muy bien, que tendrá una dura batalla por delante.

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