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La última telenovela británica: Boris mintió al Parlamento con sus fiestas... ¿Y ahora qué?
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"Campaña de abuso e intento de intimidación"

La última telenovela británica: Boris mintió al Parlamento con sus fiestas... ¿Y ahora qué?

Como si se tratara de su especial tributo a Silvio Berlusconi, creador del populismo moderno, el que fuera líder conservador dice ahora que todo es una "basura" y una "mentira"

Foto: Un cartel con la imagen del ex Primer Ministro Boris Johnson en Londres. (EFE / Neil Hall)
Un cartel con la imagen del ex Primer Ministro Boris Johnson en Londres. (EFE / Neil Hall)

Boris Johnson se convirtió en su día en el primer inquilino de Downing Street en "engañar" a Isabel II para derogar ilegalmente la actividad de Westminster con el fin de ejecutar su agenda Brexit. Fue el primero en ser multado por Scotland Yard por violar la ley en plena pandemia. Y ahora se ha convertido en el primer ex primer ministro en ser acusado de mentir deliberadamente a Westminster, lo que supone motivo de expulsión. Para un hombre que ni siquiera consiguió terminar su primera legislatura, el legado es digno de análisis.

Tras un año de investigación, la Comisión de Privilegios ha publicado este lunes su esperado informe y las conclusiones son devastadoras. No solo se asegura que Boris mintió de manera deliberada al Parlamento cuando, en pleno Partygate, dijo en repetidas ocasiones que se habían seguido las reglas. Si no que se le acusa, además de violar la confianza, impugnar el comité y el proceso democrático de la Cámara de los Comunes y de "ser cómplice de la campaña de abuso e intento de intimidación".

Foto: Boris Johnson en una imagen de archivo. (Reuters/Peter Nicholls)

Inicialmente, los siete parlamentarios que configuran la comisión, cuatro de ellos conservadores, recomendaban una suspensión temporal de 90 días, lo que fuerza unas elecciones especiales en su distrito de Uxbridge & South Ruislip para cubrir su escaño. Sin embargo, han actualizado ahora sus conclusiones, recomendando además que ni siquiera tenga derecho a un pase —como lo tienen los ex miembros de Westminster— para poder entrar en las instalaciones.

El añadido viene después de que Johnson presentara su dimisión el pasado viernes, cuando se le entregó un avance del informe de cien páginas. A fin de evitar la humillación de ser expulsado, el ex premier quiso adelantarse a los acontecimientos, asegurando que se trata de "un tribunal de farsa" y todo supone una "caza de brujas", para "cobrarse venganza, por lo que supuso el Brexit y para, en último término, revertir el resultado del referéndum de 2016".

Los siete parlamentarios aseguran que el ex primer ministro "ha atacado de un modo muy duro y con términos vitriólicos la integridad, honestidad y honor de los miembros de la comisión", expresaron. También le acusan de violar la confidencialidad al hacer una declaración pública sobre el documento que fue "en sí mismo un desacato muy grave". Dos de los miembros del comité, el nacionalista escocés y la representante laborista, llegaron a pedir que la expulsión de Westminster fuera definitiva, pero no contaron con el respaldo del resto.

Como si se tratara de su especial tributo a Silvio Berlusconi, creador del populismo moderno, el que fuera líder conservador dice ahora que todo es una "basura" y una "mentira". "Asegura la comisión que falté a la verdad deliberadamente ante la Cámara, y que en el momento en que intervine ya estaba ocultando de manera consciente mi conocimiento de hechos ilícitos", matiza en un comunicado. "Para poder llegar a estas alocadas conclusiones, la comisión ha tenido que afirmar una serie de cosas que son manifiestamente absurdas y que contradicen a los hechos", recalca.

En definitiva, lejos de pedir perdón o asumir responsabilidades, le da la vuelta a todo, se presenta como la gran víctima —"Esta es la última puñalada de un asesinato político despreciable"— y asegura que se trata de "un día triste para la democracia". Aquellos que siempre negaron que Boris fuera el "Trump británico" tienen ahora complicado defender sus argumentos.

El trabajo de la Comisión de Privilegios no se trataba de investigar el escándalo del Partygate que acabó forzando la dimisión de Johnson como primer ministro el verano pasado por la presión de sus propias filas. Para eso ya estuvo Scotland Yard —que impuso multa al entonces inquilino de Downing Street— y la alta funcionaria Sue Gray, que determinó que hubo "fallos de liderazgo y de juicio".

Esto era una pesquisa sobre los pilares fundamentales sobre los que se construye la vida pública y la sociedad en general: conducta, comportamiento, credibilidad, integridad, honor a la verdad. Y Johnson no ha cumplido con ninguno de los criterios.

Uno de los principales argumentos con los que el excéntrico político intentó defenderse de la acusación de perjurio al Parlamento fue señalando a sus asesores y ayudantes en el Gobierno. Fueron ellos, dijo Johnson, los que le habían asegurado que las reglas se estaban cumpliendo en cada una de las fiestas de fin de jornada o de despedida de compañeros.

Pero la comisión discrepa y señala en su texto que no hay prueba alguna de que ningún alto cargo tranquilizara al entonces primer ministro. Es más, recalca que se le sugirió que no incluyera ese argumento en la declaración que preparaba para presentar ante los siete diputados porque "no era realista".

Foto: Una pantalla en el interior de la sede de la BBC emite una declaración de Richard Sharp. (Reuters / Henry Nicholls)

Pero la sección clave del informe se refiere a la actitud de Johnson hacia la investigación en sí, diciendo que había "tratado de reescribir el significado de las reglas y la orientación para que se ajustaran a su propia evidencia". El Comité señala que "llegó a la conclusión de que algunas de las negaciones y explicaciones de Johnson eran tan falsas que, por su propia naturaleza, eran intentos deliberados de engañar al Comité y a la Cámara, mientras que otras demostraron cómo deliberadamente cerraba su mente a la verdad".

¿Qué ocurre entonces ahora? El próximo lunes, la Cámara de los Comunes deberá debatir y votar el informe. Y aunque los conservadores tienen mayoría absoluta, todo apunta a que saldrá adelante porque los tories están cansados de tanto circo. Los defensores de Boris representarían ya solo el 20% de las filas. Lejos de haber sido "expulsado del parlamento por un pequeño puñado de personas", como asegura, podría pensarse que la decisión de Johnson de retirarse el pasado fin de semana es una admisión tácita de que no confiaba en que su propio partido lo respaldaría.

Downing Street ha dado libertad de voto al grupo parlamentario. "Estamos hablando de un amigo y colega, y será un proceso doloroso y triste para todos nosotros", ha dicho Penny Mordaunt, la líder de la Cámara de los Comunes. "Todos debemos hacer lo que creamos justo, y el resto debe dejarnos tranquilos", añade. Si el Parlamento finalmente aprueba el demoledor informe, se podría pensar que la carrera política del hombre que soñaba con "ser el rey del mundo" se da por concluida. Aunque se trata de una figura que siempre ha desafiado las leyes de gravedad.

Foto: El ex jefe del Ejecutivo británico, Boris Johnson. (Reuters/Peter Nicholls)

Técnicamente, podría intentar volver a la Cámara de los Comunes presentándose a las elecciones especiales que han de celebrarse ahora en su distrito o en los distritos que han quedado vacantes tras las dimisiones de dos de sus grandes aliados —la que fuera ministra de Cultura, Nadine Dorris y el diputado Nigel Adams—. Su intención era forzar una auténtica rebelión contra el actual Ejecutivo, pero no prosperó.

Pero para poder presentarse a unas by election, su candidatura debe ser aprobada por el Partido Conservador. Inicialmente, se pensó que vetarlo crearía tremendo dolor de cabeza para el actual primer ministro Rishi Sunak, que al fin y al cabo, no tiene un control absoluto de su formación y ni mucho menos el apoyo del electorado porque está en Downing Street por primarias, no por examen con las urnas.

Sin embargo, parece que a Sunak se le ha agotado la paciencia, como demostró el pasado lunes cuando pasó al contraataque, dejando al que en su día fue su mentor en evidencia. "Boris Johnson me pidió que hiciera algo que yo no estaba dispuesto a hacer porque no me parecía correcto. Era desautorizar a la Holac (la Comisión de Nombramientos de la Cámara de los Lores) o hacer promesas a la gente", recalcó al ser preguntado por la lista de honores del ex primer ministro. "Cuando conseguí este trabajo dije que iba a hacer las cosas de forma diferente porque quería cambiar la política y eso es lo que estoy haciendo. Y si a la gente no le gusta, pues mala suerte", añadió.

Así que Johnson podría optar por estar alejado de la política un tiempo hasta que amainen las aguas. De momento, con su faceta como conferenciante no le va mal. Solo en los seis primeros meses fuera de Downing Street se embolsó más de un millón de libras por sus discursos (en un solo día en Nigeria le pagaron 239.000 libras por una intervención donde por cierto se mofó de su multa por el Partygate). Tiene además un suculento millonario con una editorial para publicar sus memorias. Pero siempre ha sentido atracción fatal por el poder. Así que, antes o después, intentará regresar. Que le dejen es ya otra cosa.

Boris Johnson se convirtió en su día en el primer inquilino de Downing Street en "engañar" a Isabel II para derogar ilegalmente la actividad de Westminster con el fin de ejecutar su agenda Brexit. Fue el primero en ser multado por Scotland Yard por violar la ley en plena pandemia. Y ahora se ha convertido en el primer ex primer ministro en ser acusado de mentir deliberadamente a Westminster, lo que supone motivo de expulsión. Para un hombre que ni siquiera consiguió terminar su primera legislatura, el legado es digno de análisis.

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